Nos detuvimos en la estación de Uelzen, otro pueblo del norte de Alemania, por motivos de transbordo.
Aunque no llegamos a visitar el pueblo en sí, lo cierto es que la
estación es una verdadera obra de arte. La estación fue renovada para
la Expo 2000, siguiendo el diseñó del arquitecto austríaco Hundertwasser del que hablamos en Viena. Por ello, hoy en día se la conoce como la Estación de Hundertwasser (Hundertwasser-Bahnhof
Uelzen) y es, de hecho, una de las atracciones turísticas más populares de la ciudad.
Estación de Uelzen, obra de Hundertwasser
¿Qué ver en Celle?
Afortunadamente, Celle es uno de los
pocos pueblos que se salvaron (en parte) de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, lo que hace que mantenga un aspecto de típico pueblo antiguo alemán.
Calle de Celle
Lo más destacado es su casco antiguo
(Altstadt) y su castillo (Celler Schloss), construido en el siglo XIII —con ampliaciones y reformas importantes en siglos posteriores— y que fue
la residencia oficial de los duques de Braunschweig-Lüneburg entre 1378 y 1705.
Castillo de Celle
Lo mejor que puedes hacer en Celle es dar un paseo por las calles del casco antiguo con cientos de casas de entramado. Durante este paseo, deberás poner atención a su iglesia de Santa María (Evangelisch-lutherische Stadtkirche St. Marien Celle), el Bomann Museum (museo de etnografía, historia regional y cultura local), el Ayuntamiento (Altes Rathaus) y la Hoppener Haus, la casa más impresionante de Celle.
Hoppener Haus
También hay detalles curiosos en la
ciudad:
El Glockenspiel, que está en la parte alta
de una casa en la calle Zöllnerstraße, haciendo esquina con Poststraße, y puede
pasar desapercibido. Hay que estar atentos para verlo y oírlo. Salen 16 figuras
de bronce en círculo al son de unas campanas. Es algo ilustre en la ciudad ya
que sonó por primera vez en 1973. Toca a las 11, 13 y a las 17 horas.
Justo enfrente, se encontraba el lugar donde históricamente se
celebraban justas medievales. Por ello, si nos fijamos bien, veremos herraduras de
bronce a modo de insignias en el suelo, con el objetivo de recordar la época medieval.
Por último, son muy curiosas las farolas
parlantes (Sprechende Laternen), un conjunto de 5 farolas con formas de humanos
de distinta edad y género que, cada cierto tiempo, cuentan historias y se
iluminan cuando hablan. Está en alemán, obviamente, así que, a no ser que habléis
bien alemán, no esperéis entender completamente la historia. Sin duda, algo que
no habíamos visto antes.
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