No podíamos hacer un viaje a Rusia y no visitar una de las urbes europeas más bonitas: San Petersburgo (Санкт-Петербург), emblema de la Rusia imperial y zarista, y ciudad de anchas avenidas y hermosos edificios renacentistas que fue durante siglos capital del país.
Posee el acertado mote de 'Venecia del Norte', ya que destaca la enorme presencia de las aguas en sus numerosos canales atravesados por más de 400 puentes. Y es que, cuando el emperador ruso Pedro el Grande fundó San Petersburgo a principios del siglo XVIII, su intención era crear no solo un centro metropolitano moderno siguiendo la influencia de las capitales occidentales europeas, sino también un punto estratégico de apertura del país al mar.
Un poco de historia de San Petersburgo
Tal y como os explicamos en nuestra entrada de Moscú, resulta imprescindible informarse sobre historia rusa antes de viajar al país, por lo menos sobre los acontecimientos sucedidos en el siglo XX, que ya os relatamos de forma resumida en dicha página. Si visitamos San Petersburgo, es necesario conocer también un poco la dinastía imperial rusa: los Romanov. Como hemos mencionado anteriormente, San Petersburgo fue durante más
de doscientos años la capital de Rusia, así como residencia imperial de
los zares. Por ello, sin duda durante vuestra visita a la ciudad escucharéis en numerosas ocasiones los nombres de los gobernantes más destacados de esta familia.
Los Romanov gobernaron el país desde 1613 cuando accedió al trono con tan solo 17 años el zar Miguel I de Rusia, hasta principios del siglo XX, cuando el tristemente célebre zar Nicolás II fue obligado a abdicar y finalmente fusilado junto con sus cinco hijos, su mujer y algunos de sus siervos para evitar que en un futuro pudieran volver a intentar hacerse con el poder. Este catastrófico desenlace fue resultado del descontento popular y una revolución del pueblo causada por las terribles hambrunas y condiciones de vida precarias que vivían los habitantes rusos desde hacía décadas.
A lo largo de trescientos años de autocracia zarista destacaron indudablemente dos emperadores de la familia Romanov que comparten, además, el mimo apodo: Pedro I el Grande (1672-1725) y Catalina II la Grande (1729-1796). El primero dio su nombre a la ciudad de San Petersburgo, ya que fue el fundador de la misma. Durante su mandato, se propuso modernizar el país y abrirlo al mar, creando una enorme armada rusa y llegando a realizar grandes conquistas territoriales. Además, introdujo numerosas reformas con el propósito de cambiar la imagen rancia y antigua de la Rusia del siglo XVIII para dar paso a la Ilustración. Con San Petersburgo, buscaba crear un centro metropolitano y moderno, de estilo europeo. No obstante, cabe añadir que el zar, a pesar de buscar los cánones de la modernidad en su obra, seguía siendo un gobernante autoritario y déspota. De hecho, se dice que San Petersburgo fue construida por el esfuerzo de las decenas de miles de esclavos que trabajaron sin descanso bajo el mandato de Pedro el Grande, muchos de los cuales murieron por el camino. Estos acontecimientos han propiciado que la ciudad cuente con otro funesto y algo más desconocido apodo: 'la ciudad construida sobre huesos'.
Tan solo 40 años después de la muerte de Pedro el Grande accede al trono ruso como emperatriz y autócrata de todo el país Catalina II de Rusia, conocida posteriormente como Catalina la Grande. No corría sangre Romanov por las venas de la nueva zarina, de hecho ni siquiera era rusa de nacimiento. Había nacido en la antigua Prusia y fue elegida para contraer matrimonio con Pedro III de Rusia, nieto de Pedro el Grande. Digamos que su marido no contaba con las cualidades adecuadas para asumir el gobierno del imperio y su astuta mujer extranjera decidió aprovecharse de su debilidad para conspirar en su contra y expulsarle del trono mediante un golpe de Estado. Solo había durado 6 meses como zar cuando se vio obligado a abdicar en favor de su esposa Catalina que se convirtió en zarina y emperatriz de Rusia. Aproximadamente un mes después de estos hechos, el antiguo zar Pedro III fue asesinado en extrañas circunstancias...
Catalina continuó el legado de Pedro el Grande. Durante su mandato se produjo la victoria sobre el Imperio Otomano en la Guerra Ruso-Turca, así como una gran expansión de los territorios rusos. Catalina introdujo los ideales de la Ilustración, ejerciendo de mecenas de las artes y fomentando la cultura y la filosofía. A pesar de su búsqueda de la modernidad y la apertura a la Europa Occidental, no dejó de ser, como sus predecesores, una gobernante autoritaria defensora de la esclavitud.
Una vez conocidos algunos de los protagonistas de la historia de San Petersburgo, nos adentraremos a explorar los innumerables encantos de esta hermosa ciudad.
El Palacio de Invierno, residencia principal de los zares, visto desde el río
¿Cómo llegar a San Petersburgo?
🚂Si viajamos desde Moscú en tren, llegaremos a la estación de Moskovskiy Vokzal. Al final de este artículo describimos cómo llegar hasta aquí.
✈Si llegamos en avión, aterrizaremos probablemente en el Aeropuerto Internacional de Púlkovo, situado al sur de la ciudad. Para ir del aeropuerto al centro de la misma en transporte público, lo mejor es tomar el autobús 39, 39E o K-39 (son prácticamente el mismo) que salen desde el aeropuerto, hasta la estación Moskovskaya. Allí podemos coger el metro directo hasta la Avenida Nevsky, concretamente la línea 2 hasta la estación Nevsky Prospekt. Para ir del centro al aeropuerto podemos hacer el mismo recorrido.
✈Si llegamos en avión, aterrizaremos probablemente en el Aeropuerto Internacional de Púlkovo, situado al sur de la ciudad. Para ir del aeropuerto al centro de la misma en transporte público, lo mejor es tomar el autobús 39, 39E o K-39 (son prácticamente el mismo) que salen desde el aeropuerto, hasta la estación Moskovskaya. Allí podemos coger el metro directo hasta la Avenida Nevsky, concretamente la línea 2 hasta la estación Nevsky Prospekt. Para ir del centro al aeropuerto podemos hacer el mismo recorrido.
¿Cómo moverte por San Petersburgo?
A la hora de moverte por San Petersburgo para hacer turismo, generalmente puedes llegar a pie a casi todas partes si tu alojamiento está más o menos céntrico −considerando centro la Avenida Nevsky y la Plaza del Palacio de Invierno−. No obstante, es muy probable que desees utilizar el transporte público para realizar alguna excursión o llegar a los puntos de interés más alejados, o simplemente para ver las estaciones de metro por dentro.
En las paradas de metro existen máquinas de compra de tiques, así como taquillas con algún vendedor, aunque estos normalmente hablan muy poco inglés así que como no sepas ruso lo tienes un poco complicado. Puedes elegir comprar un billete de un solo uso; un billete ilimitado en todos los transportes durante un número concreto de días (1 día: 180 rublos; 2 días: 255 rublos; 3 días: 340 rublos; 4 días: 425 rublos; etc.); o bien comprar una tarjeta similar a la Tarjeta Troika de Moscú, en este caso denominada Tarjeta Podorozhnik, que es recargable y funciona en todos los medios de transporte públicos. Simplemente tienes que comprarla y recargarla en las máquinas o taquillas del metro y pasarla por los tornos cada vez que quieras viajar. Hay que pagar por ella un depósito de 60 rublos que puedes pedir al final de su uso, antes de volver a casa, si la devuelves antes de 45 días desde la fecha en la que la adquiriste. Con la tarjeta, el precio de los billetes es de 36 rublos en el metro y 31 en el autobús.
Si solo queréis viajar un par de veces en autobús, quizás no merezca la pena comprar la tarjeta. Basta con subir y sentarse, y un cobrador que viaja dentro del bus se acercará para que le pagues. En este caso el precio es de 40 rublos.
¿Qué ver en San Petersburgo?
Si bien la ciudad de San Petersburgo es considerablemente grande en comparación con otras ciudades europeas −tiene 5 millones de habitantes−, la mayoría de sus atractivos turísticos más destacables se concentran en dos focos principales y muy céntricos: la Avenida Nevsky y las dos orillas del ensanchamiento del río Neva. Para visitar la ciudad es recomendable disponer de unos tres o cuatro días como mínimo, sobre todo si queremos realizar también alguna de las dos excursiones más recomendadas desde San Petersburgo: el Palacio de Peterhof y el Palacio de Catalina o Tsárkoye Seló.
Dicho esto, os contaremos nuestras recomendaciones en cuanto a los lugares turísticos que visitar, agrupados según las zonas ya mencionadas.
Avenida Nevsky
La Avenida Nevsky (Nevsky Prospekt, Невский проспект) es la arteria principal de la ciudad de San Petersburgo. Su trazado fue diseñado a principios del siglo XVIII y discurre de este a oeste, cruzando el centro histórico y uniendo el Monasterio de Alexander Nevsky con el edificio del Almirantazgo. En sus casi 5 kilómetros de recorrido atravesado por varios canales encontraremos numerosos restaurantes y comercios de todo tipo, así como algunas de las atracciones turísticas más destacadas de la ciudad.
Podemos recorrer la Avenida Nevsky a pie fácilmente, aunque si lo preferís también hay varias líneas de autobuses que circulan por ella con bastante frecuencia.
Edificios de la Avenida Nevsky
Comenzaremos nuestro recorrido por la avenida en el extremo este, presidido por el edificio del Monasterio Alexander Nevsky (Александро-Невская лавра). Fue construido bajo las órdenes de Pedro el Grande a principios del siglo XVIII como conmemoración a la victoria sobre las tropas suecas en la batalla de Poltava. Lleva el nombre de Alexander Nevsky, héroe nacional ruso del siglo XIII y santo de la iglesia ortodoxa. El acceso al mismo es gratuito. El monasterio está formado por un conjunto de edificaciones e iglesias entre los que destacan dos cementerios, cuyos accesos se encuentran justo a la entrada del propio complejo. Junto a la entrada a los cementerios encontraréis una taquilla en la que comprar el tique para acceder a ambos por 400 rublos. Además os darán un mapa de todas las tumbas, con las más importantes destacadas.
Por un lado, se sitúa la Necrópolis del siglo XVII, que alberga tumbas de personajes célebres rusos pertenecientes a ese periodo de tiempo. Por ejemplo, allí descansan el matemático Leonhard Euler, el científico Mijaíl Lomonósov, o el arquitecto Carlo Rossi, entre otros. Por otro lado encontramos la Necrópolis de Maestros de las Artes, donde están enterrados el escritor Fiódor Dostoyevsky y el compositor Piotr Ilich Tchaikovsky, así como otros compositores de la talla de Aleksandr Borodin o Nikolái Rimski-Kórsakov.
Por un lado, se sitúa la Necrópolis del siglo XVII, que alberga tumbas de personajes célebres rusos pertenecientes a ese periodo de tiempo. Por ejemplo, allí descansan el matemático Leonhard Euler, el científico Mijaíl Lomonósov, o el arquitecto Carlo Rossi, entre otros. Por otro lado encontramos la Necrópolis de Maestros de las Artes, donde están enterrados el escritor Fiódor Dostoyevsky y el compositor Piotr Ilich Tchaikovsky, así como otros compositores de la talla de Aleksandr Borodin o Nikolái Rimski-Kórsakov.
Una vez terminada nuestra visita al monasterio y sus cementerios, comenzamos nuestro recorrido por la Avenida Nevsky en dirección al Río Neva, es decir, hacia el oeste. En primer lugar nos cruzaremos con la estación principal de trenes de San
Petersburgo que se sitúa aproximadamente a la mitad de la avenida, junto a
una plaza con un enorme obelisco en medio.
El primer canal que cruzaremos será el río Fontanka, que fue hasta hace tres siglos el límite sur de la ciudad. En sus orillas hallaremos preciosos edificios de arquitectura barroca en los que antaño vivían las familias más acaudaladas de San Petersburgo. Uno de esos majestuosos palacios alberga hoy en día el Museo Fabergé (Музей Фаберже), nuestra siguiente parada. Para llegar hasta allí basta con seguir la Avenida Nevsky como veníamos haciendo hasta cruzar el río Fontanka y acto seguido girar a la derecha unos cuantos metros. La casa Fabergé era una empresa familiar de joyeros fundada en Rusia a mediados del siglo XIX. Su popularidad derivó de la exquisitez de sus obras, la mayoría de las cuales podemos ver en este museo. No obstante, seguro que al oír el nombre de Fabergé os vienen a la cabeza sus obras más significativas: los huevos de Pascua de Fabergé. Se trata de piezas de joyería exclusivas y originales de enorme valor, cuya fabricación podía suponer hasta un año de trabajo. Llegaron a fabricarse un total de 69 huevos de Fabergé, de los cuales se conservan 61 en la actualidad. El zar Alejandro III comenzó la tradición de regalarle a su esposa cada año uno de estos huevos por la celebración de la Pascua ortodoxa. Este ritual fue continuado por su hijo Nicolás II, el último zar, hasta que estalló la Revolución de 1917. En el museo Fabergé encontraremos la mayor colección de huevos imperiales, es decir, hechos exclusivamente para los zares. En concreto, en este palacio se hallan 9 de los 52 que se crearon con este propósito.
El Museo Fabergé abre diariamente. Puedes optar por recorrerlo con un grupo y una guía que te ofrece una explicación en inglés, hacerlo con una audioguía o simplemente a tu aire, leyendo los carteles explicativos que se encuentran en cada sala, escritos en varios idiomas. Encontraréis los precios y horarios en su página web oficial.
Uno de los nueve huevos imperiales Fabergé
Reaunudamos nuestro paseo por la Avenida Nevsky volviendo a la misma, aunque no por mucho tiempo ya que a un par de manzanas del río Fontanka siguiendo la dirección que llevábamos antes aparece a mano izquierda la plaza del Teatro Alexandrinsky (Александринский театр), uno de los más importantes de la ciudad. Su arquitecto fue el italiano Carlo Rossi, que diseñó muchos de los edificios de la Rusia Imperial, sobre todo en San Petersburgo. El teatro, de arquitectura neoclásica, se construyó en la primera mitad del siglo XIX. Muchas obras de teatro rusas han sido estrenadas en su escenario. Está precedido por una bonita plaza, donde destaca una estatua de Catalina la Grande. Podéis optar por admirar el palacio y la plaza desde fuera o bien comprar entradas para alguna de sus funciones, en las propias taquillas del edificio o a través de su página web.
De nuevo regresamos a la avenida para seguir disfrutando de la belleza de sus edificios hasta llegar al siguiente canal, el Griboedova. Justo frente a nosotros, a mano izquierda, sobresale la figura de la imponente Catedral de Nuestra Senora de Kazán (Казанский собор). Es un edificio ortodoxo ruso, construido a principios del siglo XIX y en cuya arquitectura enseguida apreciaremos la enorme influencia de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Esto se observa en la columnata semi ovalada situada a ambos lados de la entrada a la nave principal y rematada con una balaustrada, muy parecida a la diseñada por Bernini en Roma. La Catedral puede visitarse de forma totalmente gratuita y está abierta todos los días. Como curiosidad, durante seis décadas la catedral estuvo cerrada al culto religioso y albergaba un museo de historia de la religión y el ateísmo. Volvió a funcionar como iglesia ortodoxa a partir de 1990.
Justo detrás de la Catedral, si andamos un poquito siguiendo el canal, nos toparemos con un pequeño puente adornado con cuatro figuras que, sin duda, encontraréis presentes en todas las tiendas de souvenirs. Se trata del Puente del Banco (Bankovsky most, Банковский мост) o Puente de los Grifos, cuyo nombre viene de las estatuas en forma de estas criaturas mitológicas que lo adornan. Se dice que tocar sus alas doradas trae buena suerte.
Volviendo por este mismo canal hacia la Avenida Nevsky, observamos que al final de su cauce se alza un majestuoso edificio de varias torres rematadas con hermosas cúpulas coloridas. Se trata de uno de los símbolos más importantes de San Petersburgo, la célebre Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada (Храм Спаса на Крови). Sin duda este nombre no os dejará indiferentes, y es que viene dado por un trágico y sangriento acontecimiento, ocurrido en este mismo lugar en el año 1881. El entonces zar Alejandro II de Rusia viajaba en carruaje acompañado de su séquito por esa misma calle cuando se produjo un atentado contra su persona. Se trataba de una bomba tirada a los pies del carruaje por un revolucionario ruso que, aunque causó grandes estragos, no mató ni dañó siquiera al monarca. No obstante, Alejandro quiso salir a ver cómo había quedado el lugar siniestrado y, en ese instante, otro artefacto explosivo estalló junto a su cuerpo, destrozando sus piernas e hiriéndole de gravedad. Falleció horas más tarde en el Palacio de Invierno. Su hijo, el posterior zar Alejandro III, se encargaría no solo de tomar duras represalias contra los revolucionarios y el pueblo por el asesinato de su padre, hecho que sin duda agravó aún más la inestabilidad y el descontento de las clases populares, sino que además mandó construir una catedral en su honor, en el lugar exacto en que fue atacado. De ahí viene el macabro nombre que no tiene mucho que ver con la estética de esta hermosa catedral. Cabe señalar que su forma y arquitectura, de vivos colores y mosaicos, se diferencia mucho de las iglesias más modernas del país, si bien esta solo tiene algo más de un siglo de antigüedad −se terminó de construir en 1907−. De hecho recuerda un poco a la Catedral de San Basilio de Moscú, construida en el siglo XVI, ya que sigue el estilo de las iglesias rusas anteriores a la modernización y apertura del país a Occidente en la época de Pedro el Grande. Probablemente el zar quisiera con ello volver a la Rusia tradicional, la de siglos atrás, cuando los zares eran aún más poderosos, despiadados y absolutistas, quizás siendo esta una forma de mandar un mensaje al pueblo ruso como amenaza por el asesinato de su padre.
En el interior de la iglesia destacan indudablemente los llamativos mosaicos que cubren la casi totalidad de las paredes. En uno de los laterales existe un santuario, situado en el punto exacto en el que se produjo el atentado contra el zar. Aunque el edificio fue consagrado como iglesia, apenas se ha utilizado como tal. En el último siglo ha servido como morgue, almacén y finalmente como museo de mosaicos dedicado a la memoria del zar Alejandro II. Para poder entrar debemos comprar una entrada en las taquillas situadas en la parte trasera, junto al puente, o en las máquinas automáticas ubicadas en ese mismo lugar. El horario de visita es de 10:30 a 18:00 (los miércoles cierran) y en verano −de finales de abril hasta el 30 de septiembre− de 18:00 a 22:30. El precio es de 250 rublos.
Frente a la catedral veréis varios puestos callejeros de souvenirs, pues bien, estos son más baratos que las tiendas físicas así que es buena ocasión para llevarse algún recuerdo.
Muy cerca de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, justo entre ésta y la Avenida Nevsky, se encuentra otro de los teatros importantes de San Petersburgo, el Teatro Mijáilovski (Михайловский театр). Es un edificio construido e inaugurado en las primera décadas del siglo XIX, siendo uno de los teatros de ópera y ballet más antiguos de Rusia. Si bien por fuera no destaca tanto, es bastante bonito por dentro y además las entradas son más baratas que en otros teatros como el Alexandrinsky o el Mariinsky. Nosotros no desaprovechamos la oportunidad de asistir a la representación de un ballet ruso y fue realmente precioso, y a un precio bastante asequible, siempre y cuando lo miréis con antelación. Es totalmente recomendable👌. Podéis ver la programación y adquirir las entradas en su página web.
Por último, si os apetece descansar un poco de tanto edificio histórico podéis aprovechar a dar un paseo por el 'Campo de Marte' (Fields of Mars en inglés, Ма́рсово по́ле en ruso), un parque de unas 9 hectáreas de estilo francés situado justo detrás de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, en la orilla del Río Neva.
Catedral de Nuestra Senora de Kazán
Justo detrás de la Catedral, si andamos un poquito siguiendo el canal, nos toparemos con un pequeño puente adornado con cuatro figuras que, sin duda, encontraréis presentes en todas las tiendas de souvenirs. Se trata del Puente del Banco (Bankovsky most, Банковский мост) o Puente de los Grifos, cuyo nombre viene de las estatuas en forma de estas criaturas mitológicas que lo adornan. Se dice que tocar sus alas doradas trae buena suerte.
Volviendo por este mismo canal hacia la Avenida Nevsky, observamos que al final de su cauce se alza un majestuoso edificio de varias torres rematadas con hermosas cúpulas coloridas. Se trata de uno de los símbolos más importantes de San Petersburgo, la célebre Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada (Храм Спаса на Крови). Sin duda este nombre no os dejará indiferentes, y es que viene dado por un trágico y sangriento acontecimiento, ocurrido en este mismo lugar en el año 1881. El entonces zar Alejandro II de Rusia viajaba en carruaje acompañado de su séquito por esa misma calle cuando se produjo un atentado contra su persona. Se trataba de una bomba tirada a los pies del carruaje por un revolucionario ruso que, aunque causó grandes estragos, no mató ni dañó siquiera al monarca. No obstante, Alejandro quiso salir a ver cómo había quedado el lugar siniestrado y, en ese instante, otro artefacto explosivo estalló junto a su cuerpo, destrozando sus piernas e hiriéndole de gravedad. Falleció horas más tarde en el Palacio de Invierno. Su hijo, el posterior zar Alejandro III, se encargaría no solo de tomar duras represalias contra los revolucionarios y el pueblo por el asesinato de su padre, hecho que sin duda agravó aún más la inestabilidad y el descontento de las clases populares, sino que además mandó construir una catedral en su honor, en el lugar exacto en que fue atacado. De ahí viene el macabro nombre que no tiene mucho que ver con la estética de esta hermosa catedral. Cabe señalar que su forma y arquitectura, de vivos colores y mosaicos, se diferencia mucho de las iglesias más modernas del país, si bien esta solo tiene algo más de un siglo de antigüedad −se terminó de construir en 1907−. De hecho recuerda un poco a la Catedral de San Basilio de Moscú, construida en el siglo XVI, ya que sigue el estilo de las iglesias rusas anteriores a la modernización y apertura del país a Occidente en la época de Pedro el Grande. Probablemente el zar quisiera con ello volver a la Rusia tradicional, la de siglos atrás, cuando los zares eran aún más poderosos, despiadados y absolutistas, quizás siendo esta una forma de mandar un mensaje al pueblo ruso como amenaza por el asesinato de su padre.
En el interior de la iglesia destacan indudablemente los llamativos mosaicos que cubren la casi totalidad de las paredes. En uno de los laterales existe un santuario, situado en el punto exacto en el que se produjo el atentado contra el zar. Aunque el edificio fue consagrado como iglesia, apenas se ha utilizado como tal. En el último siglo ha servido como morgue, almacén y finalmente como museo de mosaicos dedicado a la memoria del zar Alejandro II. Para poder entrar debemos comprar una entrada en las taquillas situadas en la parte trasera, junto al puente, o en las máquinas automáticas ubicadas en ese mismo lugar. El horario de visita es de 10:30 a 18:00 (los miércoles cierran) y en verano −de finales de abril hasta el 30 de septiembre− de 18:00 a 22:30. El precio es de 250 rublos.
Frente a la catedral veréis varios puestos callejeros de souvenirs, pues bien, estos son más baratos que las tiendas físicas así que es buena ocasión para llevarse algún recuerdo.
Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada −en obras−
Muy cerca de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, justo entre ésta y la Avenida Nevsky, se encuentra otro de los teatros importantes de San Petersburgo, el Teatro Mijáilovski (Михайловский театр). Es un edificio construido e inaugurado en las primera décadas del siglo XIX, siendo uno de los teatros de ópera y ballet más antiguos de Rusia. Si bien por fuera no destaca tanto, es bastante bonito por dentro y además las entradas son más baratas que en otros teatros como el Alexandrinsky o el Mariinsky. Nosotros no desaprovechamos la oportunidad de asistir a la representación de un ballet ruso y fue realmente precioso, y a un precio bastante asequible, siempre y cuando lo miréis con antelación. Es totalmente recomendable👌. Podéis ver la programación y adquirir las entradas en su página web.
Por último, si os apetece descansar un poco de tanto edificio histórico podéis aprovechar a dar un paseo por el 'Campo de Marte' (Fields of Mars en inglés, Ма́рсово по́ле en ruso), un parque de unas 9 hectáreas de estilo francés situado justo detrás de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, en la orilla del Río Neva.
Orilla sur del río Neva
En toda visita a San Petersburgo se debe reservar, como mínimo, toda una mañana y, más recomendable, un día entero, a visitar un edificio imprescindible: El Museo del Hermitage (Эрмитаж). Esta pinacoteca es una de las más grandes del planeta y posee una inmensa colección de antigüedades, en concreto casi tres millones de objetos de los que se exponen 65.000 piezas en unas 350 salas repartidas en un gigantesco complejo de edificios. El museo en sí es inabarcable en un día, así que lo mejor es tomárselo con calma y elegir bien las áreas que más nos interesan para visitar. Es importante coger un mapa del recinto a la entrada, ya que es un lugar realmente laberíntico.
El museo consta de varios edificios conectados entre sí, que se asientan en fila y paralelamente al río Neva, justo en la orilla del mismo. En el lado opuesto se encuentra una enorme plaza coronada por la Columnata de Alejandro, un obelisco monolítico de granito rojo, el más grande de este tipo en el mundo.
En un principio, solo tres edificios de los existentes conformaban el museo en sí: el Teatro, el Antiguo Hermitage y el Pequeño Hermitage. Son los tres que están situados más a la derecha, si miramos el edificio desde la plaza, es decir, más al norte. El Pequeño Hermitage fue el primero en construirse, a mediados del siglo XVII, y allí empezó Catalina la Grande a albergar su primeras adquisiciones artísticas. Un par de décadas más tarde y debido al crecimiento rápido de la colección, se levantó el edificio del Antiguo Hermitage, en tono más austero. También se construyó el Teatro, aunque no servía como almacén de arte sino para la representación de obras privadas para la familia imperial. Hoy en día de hecho es el único edificio del conjunto que no está abierto a visitantes. El último edificio construido fue el Nuevo Hermitage, a mediados del siglo XIX, siendo este una ampliación del Antiguo y teniendo apertura directa al Río Neva.
No obstante, el edificio más significativo de los que forman el Hermitage es sin duda el Palacio de Invierno (Зимний дворец). Construido a principios del siglo XVIII, fue concebido como residencia permanente de la familia imperial. Ha sido restaurado y ampliado en numerosas ocasiones a lo largo de su historia, pero su aspecto actual es original del principios del siglo XIX. En 1917, tras la Revolución Rusa y la caída de los zares, el Palacio de Invierno fue adicionado al Hermitage y abierto al público como parte del museo.
El edificio del Palacio de Invierno es otro de los símbolos de la ciudad y una de las obras más importantes del barroco ruso. Destaca su hermosa fachada colorida, actualmente en tono azul turquesa, si bien a lo largo de su historia ha pasado por diferentes tonalidades, como rojo oscuro o amarillo paja. El Palacio también ha sido el protagonista de uno de los momentos más célebremente tristes de la historia de Rusia. Nos referimos al Domingo Sangriento, en enero de 1905, cuando en la plaza del Palacio se produjo una brutal represión por parte de las tropas zaristas contra una manifestación pacífica del pueblo ruso. Hubo cientos de muertos y fue uno de los principales detonantes de la posterior Revolución de 1917.
Lo que hace única la visita al Hermitage es que no sólo os quedaréis maravillados por la enorme cantidad de obras que posee de artistas como Da Vinci, Rafael, Rubens o Caravaggio, sino también por la magnificencia y belleza de cada una de sus salas, sobre todo las pertenecientes al antiguo Palacio de Invierno, que son por sí solas ya una obra de arte. Sin duda es una joya arquitectónica y artística imperdible de San Petersburgo.
En el interior del museo podéis adquirir una audioguía por 500 rublos (350 rublos si es en idioma ruso), aunque hay textos −no muy extensos− en cada sala en inglés.
Para visitar el Museo del Hermitage podéis optar por comprar las entradas allí mismo, haciendo cola el mismo día, o adquirirlas por internet con antelación. Nosotros decidimos comprarlas online y, aunque costaban un poco más que las compradas in situ, nos mereció la pena. Fuimos en temporada alta −meses de verano− y las colas que había para las taquillas allí eran interminables. De todos modos si preferís comprarlas allí, debéis dirigiros a la entrada principal y buscar alguna de las máquinas disponibles para ello, o bien hacer cola en las taquillas. Mucha gente lo hace porque los niños y estudiantes entran gratis, aunque solo comprándolas en las taquillas. Los precios están en su página web. Si decidís comprar las entradas antes de vuestro viaje, podéis hacerlo a través este link. Cuestan unos 18 dólares para la visita de un día, y unos 24 dólares para la de dos. Una vez las hayáis comprado, basta con imprimirlas y dirigiros a la entrada al museo situada en el edificio del Pequeño Hermitage, que es el edificio adyacente al Palacio de Invierno, situado a mano derecha si nos encontramos en la plaza. El acceso se encuentra en un pequeño callejón que cruza el edificio en este punto. En este mismo callejón se encuentran las máquinas automáticas para comprar las entradas que antes mencionábamos. Si tenéis dudas, podéis preguntar a alguno de los guardias de seguridad. Para visitar el museo os recomendamos llevar ropa y calzado cómodo, ya que es un recorrido muy largo, así como algún tentempié para comer o almorzar. Dentro encontraréis alguna cafetería en la que comprar sándwiches (350 rub), ensaladas (400 rub) tartas (250 rub), cruasanes (90 rub), agua (60 rub), refrescos (150 rub) y café (200 rub). Teóricamente no está permitido traer comida y bebida de casa, si bien la realidad es que mucha gente se lleva bocadillos o sándwiches ya que no suelen poner pegas en la entrada. Las bebidas sí que están prohibidas.
Caminando desde el edificio del Hermitage paralelos al Río Neva, en dirección sur, nos toparemos con un enorme edificio amarillo coronado por una aguja dorada. Es el edificio del Almirantazgo, construido a principios del siglo XIX en el extremo norte de la Avenida Nevsky.
Si continuamos andando a orillas del Neva en dirección suroeste, justo al lado del edificio del Almirantazgo (Зда́ние Гла́вного Адмиралте́йства) encontramos un pequeño parque abierto al río. En él se alza una estatua ecuestre de bronce del ya archiconocido emperador Pedro el Grande. El rostro fue esculpido por una estudiante de 18 años que se sirvió de la máscara mortuoria del zar como modelo, por lo tanto es una representación bastante fiel y característica.
La estatua fue mandada construir por la emperatriz Catalina la Grande para honrar la memoria de su ídolo y modelo a seguir en cuanto a forma de gobierno. De hecho, en la base de la estatua, una enorme piedra de 1500 toneladas −se dice que es la piedra más grande jamás movida por el hombre−, hay una inscripción que indica los nombres de ambos emperadores. Cabe mencionar también que existe una curiosa leyenda sobre esta estatua, que se remonta a principios del siglo XIX. En esta época gobernaba el zar Alejandro I, nieto de Catalina la Grande, y el país se enfrentaba a la invasión de las tropas napoleónicas. Dado que era muy probable que los franceses intentaran atacar San Petersburgo −la entonces capital del imperio−, el zar ordenó a un capitán del ejercitó que bajara la estatua y la guardara a buen recaudo. Una noche, dicho capitán tuvo un sueño en el que la estatua bajaba de su pedestal y proclamaba "Mientras yo esté en mi lugar, mi ciudad no tiene nada que temer". Al día siguiente relató su historia al gobernante que, cautivado por el relato, decidió dejar la figura en su sitio. Y así son las cosas, Napoleón no consiguió invadir Rusia. Durante la Primera Guerra Mundial se extendió la creencia de que, de nuevo, había sido la estatua la que había conseguido librar a la ciudad y sus edificios del ataque de los nazis. Por ello en la actualidad sigue perdurando la leyenda que afirma que el jinete siempre protegerá desde lo alto de su pedestal su ciudad, sus monumentos y sus habitantes.
Justo detrás del parque que alberga la mencionada estatua podremos ver, entre las copas de los árboles, la imponente cúpula de la Catedral de San Isaac (собор преподо́бного Исаа́кия Далма́тского). Es la iglesia más grande de San Petersburgo y dicha cúpula de color dorado una de las más grandes del mundo en cuanto a edificios sacros se refiere. Concretamente, cuenta con un diámetro de 26 metros. En este mismo emplazamiento han sido construidas hasta cuatro catedrales a lo largo de los siglos XVIII y XIX: la primera de madera, la segunda de piedra reemplazando a la anterior, la tercera tuvo que ser levantada tras la destrucción del segundo edificio por un fuego pero no llegó a completarse por la falta de presupuesto y finalmente la cuarta es la que conocemos hoy en día. Esta última versión, la actual, data de la primera mitad del siglo XIX y necesitó cuatro décadas hasta estar terminada. Tras la Revolución de 1917 el edificio dejó de servir como iglesia y pasó a ser un museo, estatus que sigue teniendo hoy en día, a pesar de que en ciertos festivos religiosos se hacen celebraciones de carácter litúrgico en su interior.
Se puede visitar el interior de la catedral. Las taquillas están junto a la base de la misma y los precios y horarios se encuentran en su página web, no hay necesidad de comprarlas con antelación. Hay dos modalidades de visita (o una combinación de ambas): visitar el museo del interior de la catedral o subir al mirador de la cúpula. Se trata de una pasarela que rodea la base de la cúpula y desde la que podréis tener unas buenas vistas de la ciudad. Es importante destacar que a partir de las 18.00 el precio de las entradas para ambas atracciones es más caro.
El museo consta de varios edificios conectados entre sí, que se asientan en fila y paralelamente al río Neva, justo en la orilla del mismo. En el lado opuesto se encuentra una enorme plaza coronada por la Columnata de Alejandro, un obelisco monolítico de granito rojo, el más grande de este tipo en el mundo.
En un principio, solo tres edificios de los existentes conformaban el museo en sí: el Teatro, el Antiguo Hermitage y el Pequeño Hermitage. Son los tres que están situados más a la derecha, si miramos el edificio desde la plaza, es decir, más al norte. El Pequeño Hermitage fue el primero en construirse, a mediados del siglo XVII, y allí empezó Catalina la Grande a albergar su primeras adquisiciones artísticas. Un par de décadas más tarde y debido al crecimiento rápido de la colección, se levantó el edificio del Antiguo Hermitage, en tono más austero. También se construyó el Teatro, aunque no servía como almacén de arte sino para la representación de obras privadas para la familia imperial. Hoy en día de hecho es el único edificio del conjunto que no está abierto a visitantes. El último edificio construido fue el Nuevo Hermitage, a mediados del siglo XIX, siendo este una ampliación del Antiguo y teniendo apertura directa al Río Neva.
No obstante, el edificio más significativo de los que forman el Hermitage es sin duda el Palacio de Invierno (Зимний дворец). Construido a principios del siglo XVIII, fue concebido como residencia permanente de la familia imperial. Ha sido restaurado y ampliado en numerosas ocasiones a lo largo de su historia, pero su aspecto actual es original del principios del siglo XIX. En 1917, tras la Revolución Rusa y la caída de los zares, el Palacio de Invierno fue adicionado al Hermitage y abierto al público como parte del museo.
Escaleras principales del Palacio de Invierno
El edificio del Palacio de Invierno es otro de los símbolos de la ciudad y una de las obras más importantes del barroco ruso. Destaca su hermosa fachada colorida, actualmente en tono azul turquesa, si bien a lo largo de su historia ha pasado por diferentes tonalidades, como rojo oscuro o amarillo paja. El Palacio también ha sido el protagonista de uno de los momentos más célebremente tristes de la historia de Rusia. Nos referimos al Domingo Sangriento, en enero de 1905, cuando en la plaza del Palacio se produjo una brutal represión por parte de las tropas zaristas contra una manifestación pacífica del pueblo ruso. Hubo cientos de muertos y fue uno de los principales detonantes de la posterior Revolución de 1917.
Lo que hace única la visita al Hermitage es que no sólo os quedaréis maravillados por la enorme cantidad de obras que posee de artistas como Da Vinci, Rafael, Rubens o Caravaggio, sino también por la magnificencia y belleza de cada una de sus salas, sobre todo las pertenecientes al antiguo Palacio de Invierno, que son por sí solas ya una obra de arte. Sin duda es una joya arquitectónica y artística imperdible de San Petersburgo.
En el interior del museo podéis adquirir una audioguía por 500 rublos (350 rublos si es en idioma ruso), aunque hay textos −no muy extensos− en cada sala en inglés.
Para visitar el Museo del Hermitage podéis optar por comprar las entradas allí mismo, haciendo cola el mismo día, o adquirirlas por internet con antelación. Nosotros decidimos comprarlas online y, aunque costaban un poco más que las compradas in situ, nos mereció la pena. Fuimos en temporada alta −meses de verano− y las colas que había para las taquillas allí eran interminables. De todos modos si preferís comprarlas allí, debéis dirigiros a la entrada principal y buscar alguna de las máquinas disponibles para ello, o bien hacer cola en las taquillas. Mucha gente lo hace porque los niños y estudiantes entran gratis, aunque solo comprándolas en las taquillas. Los precios están en su página web. Si decidís comprar las entradas antes de vuestro viaje, podéis hacerlo a través este link. Cuestan unos 18 dólares para la visita de un día, y unos 24 dólares para la de dos. Una vez las hayáis comprado, basta con imprimirlas y dirigiros a la entrada al museo situada en el edificio del Pequeño Hermitage, que es el edificio adyacente al Palacio de Invierno, situado a mano derecha si nos encontramos en la plaza. El acceso se encuentra en un pequeño callejón que cruza el edificio en este punto. En este mismo callejón se encuentran las máquinas automáticas para comprar las entradas que antes mencionábamos. Si tenéis dudas, podéis preguntar a alguno de los guardias de seguridad. Para visitar el museo os recomendamos llevar ropa y calzado cómodo, ya que es un recorrido muy largo, así como algún tentempié para comer o almorzar. Dentro encontraréis alguna cafetería en la que comprar sándwiches (350 rub), ensaladas (400 rub) tartas (250 rub), cruasanes (90 rub), agua (60 rub), refrescos (150 rub) y café (200 rub). Teóricamente no está permitido traer comida y bebida de casa, si bien la realidad es que mucha gente se lleva bocadillos o sándwiches ya que no suelen poner pegas en la entrada. Las bebidas sí que están prohibidas.
Palacio del Hermitage
Caminando desde el edificio del Hermitage paralelos al Río Neva, en dirección sur, nos toparemos con un enorme edificio amarillo coronado por una aguja dorada. Es el edificio del Almirantazgo, construido a principios del siglo XIX en el extremo norte de la Avenida Nevsky.
Si continuamos andando a orillas del Neva en dirección suroeste, justo al lado del edificio del Almirantazgo (Зда́ние Гла́вного Адмиралте́йства) encontramos un pequeño parque abierto al río. En él se alza una estatua ecuestre de bronce del ya archiconocido emperador Pedro el Grande. El rostro fue esculpido por una estudiante de 18 años que se sirvió de la máscara mortuoria del zar como modelo, por lo tanto es una representación bastante fiel y característica.
La estatua fue mandada construir por la emperatriz Catalina la Grande para honrar la memoria de su ídolo y modelo a seguir en cuanto a forma de gobierno. De hecho, en la base de la estatua, una enorme piedra de 1500 toneladas −se dice que es la piedra más grande jamás movida por el hombre−, hay una inscripción que indica los nombres de ambos emperadores. Cabe mencionar también que existe una curiosa leyenda sobre esta estatua, que se remonta a principios del siglo XIX. En esta época gobernaba el zar Alejandro I, nieto de Catalina la Grande, y el país se enfrentaba a la invasión de las tropas napoleónicas. Dado que era muy probable que los franceses intentaran atacar San Petersburgo −la entonces capital del imperio−, el zar ordenó a un capitán del ejercitó que bajara la estatua y la guardara a buen recaudo. Una noche, dicho capitán tuvo un sueño en el que la estatua bajaba de su pedestal y proclamaba "Mientras yo esté en mi lugar, mi ciudad no tiene nada que temer". Al día siguiente relató su historia al gobernante que, cautivado por el relato, decidió dejar la figura en su sitio. Y así son las cosas, Napoleón no consiguió invadir Rusia. Durante la Primera Guerra Mundial se extendió la creencia de que, de nuevo, había sido la estatua la que había conseguido librar a la ciudad y sus edificios del ataque de los nazis. Por ello en la actualidad sigue perdurando la leyenda que afirma que el jinete siempre protegerá desde lo alto de su pedestal su ciudad, sus monumentos y sus habitantes.
Estatua ecuestre de Pedro el Grande
Justo detrás del parque que alberga la mencionada estatua podremos ver, entre las copas de los árboles, la imponente cúpula de la Catedral de San Isaac (собор преподо́бного Исаа́кия Далма́тского). Es la iglesia más grande de San Petersburgo y dicha cúpula de color dorado una de las más grandes del mundo en cuanto a edificios sacros se refiere. Concretamente, cuenta con un diámetro de 26 metros. En este mismo emplazamiento han sido construidas hasta cuatro catedrales a lo largo de los siglos XVIII y XIX: la primera de madera, la segunda de piedra reemplazando a la anterior, la tercera tuvo que ser levantada tras la destrucción del segundo edificio por un fuego pero no llegó a completarse por la falta de presupuesto y finalmente la cuarta es la que conocemos hoy en día. Esta última versión, la actual, data de la primera mitad del siglo XIX y necesitó cuatro décadas hasta estar terminada. Tras la Revolución de 1917 el edificio dejó de servir como iglesia y pasó a ser un museo, estatus que sigue teniendo hoy en día, a pesar de que en ciertos festivos religiosos se hacen celebraciones de carácter litúrgico en su interior.
Se puede visitar el interior de la catedral. Las taquillas están junto a la base de la misma y los precios y horarios se encuentran en su página web, no hay necesidad de comprarlas con antelación. Hay dos modalidades de visita (o una combinación de ambas): visitar el museo del interior de la catedral o subir al mirador de la cúpula. Se trata de una pasarela que rodea la base de la cúpula y desde la que podréis tener unas buenas vistas de la ciudad. Es importante destacar que a partir de las 18.00 el precio de las entradas para ambas atracciones es más caro.
Catedral de San Isaac
A espaldas de la Catedral de San Isaac, y tras una estatua ecuestre del zar Nicolás I, nos topamos con el cauce del río Moika, otro de los canales que cruzan el centro de San Petersburgo. Si lo seguimos dirección suroeste, es decir, girando a mano derecha desde donde veníamos, veremos pronto el Palacio Yusupov (Дворец Юсуповых на Мойке), uno de los tesoros escondidos de San Petersburgo. Si bien no es un palacio tan conocido como los otros que visitaremos en Rusia, cuenta con unos interiores realmente espectaculares y merece sin duda una visita. Por fuera es un edificio bastante sobrio, de color amarillo y con remates blancos. La entrada que da al río Moika es solo para grupos, así que si vais por vuestra cuenta, como fue nuestro caso, debéis dar toda la vuelta a la manzana y acceder por la puerta trasera. Lo bueno es que, como no suele recibir muchos visitantes individuales sino más bien en grupos organizados, el acceso trasero no suele tener mucha cola. Las entradas y horarios están disponibles en su página web, y la audioguía en castellano está incluida.
El edificio actual fue construido a finales del siglo XVIII. Su nombre viene dado por la familia Yusupov, nobles rusos que residieron en él desde 1830 hasta 1917. La decoración de la mayoría de las habitaciones data de este periodo de tiempo. Sin duda destaca la escalera principal que no tiene nada que envidiar a la de las residencias imperiales y, sobre todo, un pequeño y precioso teatro privado que hallaremos en una de las estancias. Es como si hubieran creado una especie de Teatro Bolshói en miniatura, con caja escénica y palcos incluidos. El palacio es conocido porque en él se llevó a cabo el asesinato del célebre Rasputín, un monje de principios del siglo XX que encandiló a la familia imperial del zar Nicolás II, sobre todo a su esposa, la zarina Alejandra. El heredero del gobernante sufría de una grave enfermedad, hemofilia, y Rasputín actuaba de curandero siendo el único que conseguía calmar sus ataques de dolor con sus remedios místicos. Gracias a ello, consiguió acercarse a la familia y ejercer una enorme influencia sobre ellos, hecho que no agradaba demasiado a los nobles y monárquicos que veían cómo la reputación del zar caía en picado. Por ello, Felix Yusupov y sus aliados decidieron asesinar a Rasputín en los sótanos de este palacio, si bien es cierto que no fue tarea fácil. Según cuenta la leyenda, primero envenenaron la bebida, aunque no surtió ningún efecto. Luego le dispararon varias veces con un arma, pero vaya, que no se moría. Así que, por último, decidieron tirarlo al río Moika para que las aguas hicieran el resto. Finalmente, murió ahogado en diciembre de 1916. Tan solo unos meses después, el zar Nicolás II se vió obligado a abdicar y fue asesinado junto a su familia en 1918. En el sótano del palacio Yusupov puedes ver una recreación del asesinato de Rasputín, con figuras de cera incluidas de la víctima y el verdugo, aunque para ello debes pagar una entrada adicional.
Tras la Revolución de 1917 y con la caída de la familia imperial, los Yusupov, al igual que la mayoría de nobles rusos, fueron exiliados y terminaron sus días en París. Casi todas las obras de arte que había en el palacio fueron llevadas al Hermitage u otros lugares, y el edificio se convirtió en un museo. Por ello, encontraremos muchas salas vacías con fotos que muestran cómo era la antigua decoración, con paredes repletas de cuadros. No obstante, las habitaciones que aún mantienen su esplendor de antaño son realmente llamativas y bien merecen una visita.
El edificio actual fue construido a finales del siglo XVIII. Su nombre viene dado por la familia Yusupov, nobles rusos que residieron en él desde 1830 hasta 1917. La decoración de la mayoría de las habitaciones data de este periodo de tiempo. Sin duda destaca la escalera principal que no tiene nada que envidiar a la de las residencias imperiales y, sobre todo, un pequeño y precioso teatro privado que hallaremos en una de las estancias. Es como si hubieran creado una especie de Teatro Bolshói en miniatura, con caja escénica y palcos incluidos. El palacio es conocido porque en él se llevó a cabo el asesinato del célebre Rasputín, un monje de principios del siglo XX que encandiló a la familia imperial del zar Nicolás II, sobre todo a su esposa, la zarina Alejandra. El heredero del gobernante sufría de una grave enfermedad, hemofilia, y Rasputín actuaba de curandero siendo el único que conseguía calmar sus ataques de dolor con sus remedios místicos. Gracias a ello, consiguió acercarse a la familia y ejercer una enorme influencia sobre ellos, hecho que no agradaba demasiado a los nobles y monárquicos que veían cómo la reputación del zar caía en picado. Por ello, Felix Yusupov y sus aliados decidieron asesinar a Rasputín en los sótanos de este palacio, si bien es cierto que no fue tarea fácil. Según cuenta la leyenda, primero envenenaron la bebida, aunque no surtió ningún efecto. Luego le dispararon varias veces con un arma, pero vaya, que no se moría. Así que, por último, decidieron tirarlo al río Moika para que las aguas hicieran el resto. Finalmente, murió ahogado en diciembre de 1916. Tan solo unos meses después, el zar Nicolás II se vió obligado a abdicar y fue asesinado junto a su familia en 1918. En el sótano del palacio Yusupov puedes ver una recreación del asesinato de Rasputín, con figuras de cera incluidas de la víctima y el verdugo, aunque para ello debes pagar una entrada adicional.
Palacio Yusupov desde el exterior
Tras la Revolución de 1917 y con la caída de la familia imperial, los Yusupov, al igual que la mayoría de nobles rusos, fueron exiliados y terminaron sus días en París. Casi todas las obras de arte que había en el palacio fueron llevadas al Hermitage u otros lugares, y el edificio se convirtió en un museo. Por ello, encontraremos muchas salas vacías con fotos que muestran cómo era la antigua decoración, con paredes repletas de cuadros. No obstante, las habitaciones que aún mantienen su esplendor de antaño son realmente llamativas y bien merecen una visita.
Aprovechamos nuestra visita al Palacio Yusupov para acercarnos a ver el Teatro Mariinsky (Мариинский театр), situado muy cerca del anterior, concretamente junto al canal Kryukov, que cruza perpendicularmente el río Moika. Este teatro es sin duda el más importante de San Petersburgo y uno de los más famosos del mundo en cuanto a ballet y ópera se refiere. Las entradas suelen ser bastante más caras que en el Teatro Alexandrinsky o en el Mijáilovski, pero si queréis visitarlo por dentro y disfrutar de alguna de sus funciones podéis consultar precios y programa en su página web. El edificio data de mediados del siglo XIX.
El río Neva y sus puentes
Uno de los principales atractivos de San Petersburgo es la presencia de sus canales y del río Neva. En total, los canales suman una longitud de hasta 300 kilómetros y los cruzan unos 800 puentes. No en vano la ciudad es conocida con el sobrenombre de 'Venecia del Norte'.
Una forma preciosa de admirar los recorridos del agua por el corazón de San Petersburgo, así como sus puentes, es realizando uno de los cientos de cruceros turísticos que se ofrecen en la ciudad. Puedes reservar los tiques por internet con antelación pero realmente no es necesario, ya que allí con solo pasear por las orillas de los canales encontraréis a cada minuto vendedores que ofrecen estos tours.
Existen varias opciones y recorridos. En general todos suelen durar una hora u hora y media. Por un lado puedes optar por hacer un tour durante el día o durante la noche. Nosotros os recomendamos sin lugar a dudas que escojáis la segunda opción ya que, de este modo, no solo podréis admirar los edificios iluminados sino que, además, podréis disfrutar del acontecimiento de San Petersburgo que atrae a más turistas: el levantamiento de puentes. Cada noche, a partir de la 1 de la madrugada, los puentes levadizos del río Neva se abren para dejar paso a los barcos de mercancías más grandes que circulan por sus aguas durante las horas nocturnas. Cualquiera podría pensar que es una acción bastante normal o rutinaria, pero en San Petersburgo se convierte en un auténtico espectáculo. A pesar de que todos los puentes se levantan, el gran protagonista es sin duda el Puente del Palacio, que nace entre el Palacio de Invierno y el edificio del Almirantazgo y conecta el sur del río con la Isla Vasílievski. El puente está completamente iluminado y, en el momento en que se levanta, comienza a sonar música clásica rusa a todo volumen. Amabas orillas del río están repletas de personas y decenas de barcos cruzan en ese momento las aguas por debajo de los puentes en movimiento. Es un acontecimiento precioso.
Como decíamos, lo bueno de hacer un tour en barco nocturno es que, normalmente, estos incluyen además de la visita de rigor por la ciudad y sus puentes con una explicación de los edificios, unas vistas privilegiadas del espectáculo de los puentes desde el agua. El Puente del Palacio se levanta cada noche a la 1.10 de la madrugada, así que lo ideal es buscar un tour que salga aproximadamente a las 23.00, haga un recorrido por el centro y luego se dirija hasta dicho puente. Nosotros escogimos uno que duraba una hora y 40 minutos y fue ideal. Estos tours suelen partir de los canales interiores, los que cruzan la Avenida Nevsky. También existe la posibilidad de coger uno de los tours que salen directamente del Río Neva a las 00:50, junto al Puente del Palacio, y que duran tan solo media hora, el tiempo exacto para pasar por debajo de los puentes mientras se elevan. La verdad es que son muy caros (900 rublos aunque regateando se pueden sacar por 600 rublos) para lo que ofrecen y realmente creemos que no merece la pena comprar el tique de un barco simplemente para que recorra ese corto tramo, sin ningún tipo de recorrido adicional por la ciudad.
Como decíamos, lo bueno de hacer un tour en barco nocturno es que, normalmente, estos incluyen además de la visita de rigor por la ciudad y sus puentes con una explicación de los edificios, unas vistas privilegiadas del espectáculo de los puentes desde el agua. El Puente del Palacio se levanta cada noche a la 1.10 de la madrugada, así que lo ideal es buscar un tour que salga aproximadamente a las 23.00, haga un recorrido por el centro y luego se dirija hasta dicho puente. Nosotros escogimos uno que duraba una hora y 40 minutos y fue ideal. Estos tours suelen partir de los canales interiores, los que cruzan la Avenida Nevsky. También existe la posibilidad de coger uno de los tours que salen directamente del Río Neva a las 00:50, junto al Puente del Palacio, y que duran tan solo media hora, el tiempo exacto para pasar por debajo de los puentes mientras se elevan. La verdad es que son muy caros (900 rublos aunque regateando se pueden sacar por 600 rublos) para lo que ofrecen y realmente creemos que no merece la pena comprar el tique de un barco simplemente para que recorra ese corto tramo, sin ningún tipo de recorrido adicional por la ciudad.
Otra opción para asistir al levantamiento de puentes es desde tierra, situándose en alguna de las orillas del río. Para ello lo mejor es ir con tiempo, ya que suele estar abarrotado, sobre todo los lugares con mejores vistas. Los horarios de los levantamientos están disponibles en este enlace, así como la lista de los diferentes puentes que se levantan.
Levantamiento del Puente del Palacio de madrugada
Orilla norte del río Neva
Los 74 kilómetros de longitud del río Neva desembocan en el llamado Golfo de Finlandia creando un conjunto de pequeñas islas, denominado delta. La ciudad de San Petersburgo se asienta sobre este lugar ocupando aproximadamente 42 islas separadas por los brazos y canales del río. Una de las más célebres es la Isla Vasílievski (Васи́льевский о́стров), de unos 10 kilómetros cuadrados y en la que habitan más de 200.000 petersburgueses. Se sitúa justo al norte del centro histórico, en la orilla opuesta al edificio del Almirantazgo o la Catedral de San Isaac. Para llegar hasta allí basta con cruzar el anteriormente mencionado Puente del Palacio, que nace entre el Almirantazgo y el Hermitage y termina en el extremo norte de la isla. En este lugar se encuentra uno de los miradores más famosos de la ciudad, el mirador de Strelka, que significa flecha en ruso. Desde aquí podremos obtener unas fantásticas vistas del Palacio de Invierno y Hermitage y del edificio del Almirantazgo, todo ello a mano derecha; y a mano izquierda, veremos la orilla norte del río Neva, con la Fortaleza de San Pedro y San Pablo.
El mirador está enmarcado por tres figuras: a ambos lados, dos columnas rostrales o de la victoria idénticas, y a su espalda el edificio de la antigua Bolsa de Valores de San Petersburgo. Las columnas rostrales son monumentos dedicados a una victoria naval cuyo origen se remonta a la Antigua Grecia y Roma. Normalmente, al igual que ocurre en las de Strelka, están adornadas con proas de barcos, en este caso hechas de bronce. Lo más característico de las columnas de Strelka es sin duda su color rojo terracota intenso. En sus orígenes, servían de faros y estaban rematadas con una luz que guiaba a los barcos en su entrada a la ciudad. Hoy en día siguen teniendo antorchas de gas que se iluminan solo en ocasiones especiales o ceremonias. De la misma época de las columnas data el antiguo edificio de la Bolsa, construido a principios del siglo XIX en estilo neoclásico. Destaca el pórtico principal compuesto por 44 columnas dóricas. Tras la Revolución de 1917 y con la entrada del comunismo en Rusia el edificio dejó de funcionar como una bolsa de valores para, posteriormente, albergar el Museo Central Naval. A principios del siglo XX el museo fue trasladado a otro emplazamiento y el edificio de la antigua bolsa fue cedido al complejo del Museo Hermitage.
Antes de continuar nuestro recorrido hacia el norte del centro histórico, podemos hacer una parada para admirar el edificio de la Kunstkamera (Кунсткамера), el primer museo de Rusia. Se sitúa justo detrás del edificio de la Bolsa, en el lado sur de la isla y mirando de frente al edificio del Almirantazgo. Fue fundado por Pedro el Grande y construido en las primeras décadas del siglo XVIII. La construcción es de estilo barroco, con un color de fachada que nos recuerda al Palacio de Invierno. Es un edificio simétrico, con dos alas laterales y una torre central. Alberga el Museo de Antropología y Etnografía de Pedro el Grande, en el que se exponen curiosidades y rarezas naturales y humanas, incluida una colección privada del zar de numerosos fetos humanos y animales con deficiencias anatómicas, algo que al parecer llamaba bastante su atención. Si os ha picado la curiosidad, podéis visitar el museo de martes a domingo. Los horarios exactos y precios se encuentran en su página web.
Salimos de la Isla Vasílievski por el norte, cruzando el puente Birzhevoy que se sitúa al otro lado del Mirador de Strelka, junto a una de las columnas. A continuación, seguimos bordeando la orilla del Río Neva, situándonos enfrente del Hermitage hasta llegar a otra famosa isla, la Isla Záyachi, cuyo único huésped es una de las atracciones turísticas más populares de la ciudad. Nos referimos, por supuesto, a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo (Петропавловская крепость).
Este conjunto edificatorio fue fundado por Pedro el Grande en los primeros años del siglo XVIII, coincidiendo con la fecha de la fundación oficial de la ciudad, y construido en las décadas posteriores. Concebido como una fortaleza militar, el edificio está rodeado por una muralla que enmarca la isla, con forma de hexágono irregular con esquinas protegidas por bastiones. Al igual que en la creación de la ciudad de San Petersburgo, cientos de personas murieron durante los trabajos de construcción de esta fortaleza. En sus primeros siglos de vida albergó cuarteles y una de las cárceles más importantes de la época zarista.
Tras la Revolución de 1917, los presos fueron liberados y la mayor parte del complejo se convirtió en museo. Sufrió importantes daños durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue restaurada en las décadas posteriores.
La entrada al recinto fortificado es libre y gratuita. Si queréis acceder a alguna de las atracciones, podéis optar por comprar entradas individuales para cada uno o una grupal. Las taquillas se sitúan en la plaza central, presidida por la Catedral de Pedro y Pablo que enseguida reconoceréis desde lejos ya que su torre está coronada por una enorme aguja dorada. El edificio de venta de billetes es el llamado Boat House, una construcción pequeña de color amarillo situada a mano izquierda si nos encontramos mirando hacia la entrada principal de la catedral. Podréis encontrar los precios de los billetes combinados e individuales, así como los horarios de cada monumento que conforma la fortaleza en la página web oficial. Siendo la catedral y la cárcel política las dos visitas imprescindibles del conjunto, vale la pena comprar el tique combinado que incluye ambas atracciones junto con otros cinco museos pequeños por un precio inferior al que costarían por separado.
En primer lugar nos dispondremos a visitar la antes mencionada Catedral de Pedro y Pablo. Data de las primeras décadas del siglo XVIII, como la mayoría de edificios de la fortaleza, y es muy famosa y visitada porque en su interior se encuentran las tumbas de los emperadores y zares que han gobernado Rusia desde el siglo XVIII. Están todas situadas en la nave central y única de la iglesia, dispuestas en hileras y agrupaciones, y todos los féretros tienen la misma forma y color. Para distinguirlos, hay un mapa con los nombres de cada miembro de la familia Romanov enterrado allí. Sin duda las tumbas más fotografiadas son las de Pedro el Grande y Catalina la Grande, ambos situados en la parte delantera de la sala, a mano derecha.
No obstante, el lugar más visitado es la capilla donde descansan los restos de los últimos Romanov: el zar Nicolás II, su esposa Alejandra y sus 5 hijos. Tras su asesinato en 1918, los cadáveres fueron parcialmente destruidos y enterrados en un bosque cerca de Ekaterimburgo. Décadas más tarde, a finales de los 70, unos historiadores encontraron el lugar donde estaban los restos pero decidieron no hacerlo público por miedo a represalias por parte del régimen soviético que gobernaba en ese momento. La tumba se abrió finalmente en 1991 y se hallaron los cuerpos de toda la familia y sus criados, excepto los del heredero Alexis y una de las hijas, Maria. Por ello, se especuló durante años que podrían haber sobrevivido al fusilamiento, y mucha gente afirmó a la prensa ser los hijos supervivientes. De hecho, existe una célebre película de animación que seguro que os sonará, Anastasia, que parte de la idea de que una de las hijas no murió ese fatídico día. Tras el descubrimiento y el análisis genético, se habilitó en 1998 en la Catedral de Pedro y Pablo una capilla independiente para albergar los sarcófagos de los miembros de la familia, así como los sirvientes que murieron con ellos. Están todos los nombres, si bien las tumbas de Alexei y Maria están vacías. Años más tarde, ya en el siglo XX, fueron hallados en otro lugar cercano los restos de otros dos cadáveres que, tras numerosas pruebas de ADN, resultaron ser los de los hijos no encontrados anteriormente. En la actualidad están a la espera de la realización de más pruebas científicas concluyentes para poder ocupar su lugar en el mausoleo familiar. La sala con las tumbas de los últimos Romanov se encuentra en la parte trasera de la nave central de la Catedral, junto a la entrada de la misma, a mano derecha. Enseguida la reconoceréis porque suele haber una cola de gente esperando para verla.
En cuanto a la catedral como edificio en sí cabe destacar, como ya mencionamos anteriormente, la aguja que corona la torre. Por orden de Pedro el Grande, no existió ninguna construcción en San Petersburgo de mayor altura durante mucho tiempo. Tras ser destruida por un rayo a mediados del siglo XVIII, la versión actual siguió el ejemplo de la aguja del edificio del Almirantazgo, también cubierta con placas doradas.
A continuación visitaremos la segunda atracción turística importante de la fortaleza: la cárcel política. Durante la época zarista, llegó a albergar varios prisioneros célebres, desde el propio hijo de Pedro el Grande, que falleció en este lugar, hasta personajes como Fyodor Dostoevsky, Maxim Gorky, Mikhail Bakunin, o Alexander Ilyich Ulyanov, el hermano de Lenin. Hoy en día se pueden visitar las 36 celdas de la prisión, todas prácticamente iguales. Cuentan con una cama de hierro y una mesilla. También hay explicaciones y comentarios sobre algunos presos en paneles situados en las paredes.
Existen además en la fortaleza varios museos, como el Museo de la Historia de la Ciudad desde principios del siglo XVIII hasta las primeras décadas del XX; el Museo de la exploración espacial y la construcción de cohetes, con múltiples réplicas de vehículos espaciales rusos; o el Museo de artes cerámicas.
Una curiosidad sobre la isla Záyachi en la que se asienta la fortaleza es que, en el pasado, solía haber una gran población de conejos viviendo en ella. Por ello, encontraréis en vuestro recorrido por sus terrenos algunas figuras y estatuas que representan a sus antiguos habitantes.
Los baños en el recinto son de pago −30 rublos−, hay puestos de comida, de souvenirs y restaurantes. A las 12:00 se dispara un cañonazo desde el Bastión Naryshkin, que nadie se asuste.
El último monumento que visitaremos en nuestro recorrido por la orilla norte del Neva será la Mezquita de San Petersburgo, abierta en 1913 y que fue hasta el año 2009 la única iglesia islámica de la ciudad. En sus orígenes llegó a ser la mezquita más grande de Europa fuera el Imperio Otomano, teniendo sus minaretes una altura de 49 metros. Lo más destacado es su hermosa fachada de tonos azules y marrones coronada por una impresionante cúpula que sin duda os proporcionará una hermosa fotografía. Para llegar a la mezquita, basta con cruzar el puente Ioannovskiy, situado al norte de la isla Záyachi y andar un poco en la misma dirección hasta vislumbrar los minaretes.
El mirador está enmarcado por tres figuras: a ambos lados, dos columnas rostrales o de la victoria idénticas, y a su espalda el edificio de la antigua Bolsa de Valores de San Petersburgo. Las columnas rostrales son monumentos dedicados a una victoria naval cuyo origen se remonta a la Antigua Grecia y Roma. Normalmente, al igual que ocurre en las de Strelka, están adornadas con proas de barcos, en este caso hechas de bronce. Lo más característico de las columnas de Strelka es sin duda su color rojo terracota intenso. En sus orígenes, servían de faros y estaban rematadas con una luz que guiaba a los barcos en su entrada a la ciudad. Hoy en día siguen teniendo antorchas de gas que se iluminan solo en ocasiones especiales o ceremonias. De la misma época de las columnas data el antiguo edificio de la Bolsa, construido a principios del siglo XIX en estilo neoclásico. Destaca el pórtico principal compuesto por 44 columnas dóricas. Tras la Revolución de 1917 y con la entrada del comunismo en Rusia el edificio dejó de funcionar como una bolsa de valores para, posteriormente, albergar el Museo Central Naval. A principios del siglo XX el museo fue trasladado a otro emplazamiento y el edificio de la antigua bolsa fue cedido al complejo del Museo Hermitage.
Antes de continuar nuestro recorrido hacia el norte del centro histórico, podemos hacer una parada para admirar el edificio de la Kunstkamera (Кунсткамера), el primer museo de Rusia. Se sitúa justo detrás del edificio de la Bolsa, en el lado sur de la isla y mirando de frente al edificio del Almirantazgo. Fue fundado por Pedro el Grande y construido en las primeras décadas del siglo XVIII. La construcción es de estilo barroco, con un color de fachada que nos recuerda al Palacio de Invierno. Es un edificio simétrico, con dos alas laterales y una torre central. Alberga el Museo de Antropología y Etnografía de Pedro el Grande, en el que se exponen curiosidades y rarezas naturales y humanas, incluida una colección privada del zar de numerosos fetos humanos y animales con deficiencias anatómicas, algo que al parecer llamaba bastante su atención. Si os ha picado la curiosidad, podéis visitar el museo de martes a domingo. Los horarios exactos y precios se encuentran en su página web.
Edificio de la Kunstkamera desde el río Neva
Salimos de la Isla Vasílievski por el norte, cruzando el puente Birzhevoy que se sitúa al otro lado del Mirador de Strelka, junto a una de las columnas. A continuación, seguimos bordeando la orilla del Río Neva, situándonos enfrente del Hermitage hasta llegar a otra famosa isla, la Isla Záyachi, cuyo único huésped es una de las atracciones turísticas más populares de la ciudad. Nos referimos, por supuesto, a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo (Петропавловская крепость).
Este conjunto edificatorio fue fundado por Pedro el Grande en los primeros años del siglo XVIII, coincidiendo con la fecha de la fundación oficial de la ciudad, y construido en las décadas posteriores. Concebido como una fortaleza militar, el edificio está rodeado por una muralla que enmarca la isla, con forma de hexágono irregular con esquinas protegidas por bastiones. Al igual que en la creación de la ciudad de San Petersburgo, cientos de personas murieron durante los trabajos de construcción de esta fortaleza. En sus primeros siglos de vida albergó cuarteles y una de las cárceles más importantes de la época zarista.
Tras la Revolución de 1917, los presos fueron liberados y la mayor parte del complejo se convirtió en museo. Sufrió importantes daños durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue restaurada en las décadas posteriores.
La entrada al recinto fortificado es libre y gratuita. Si queréis acceder a alguna de las atracciones, podéis optar por comprar entradas individuales para cada uno o una grupal. Las taquillas se sitúan en la plaza central, presidida por la Catedral de Pedro y Pablo que enseguida reconoceréis desde lejos ya que su torre está coronada por una enorme aguja dorada. El edificio de venta de billetes es el llamado Boat House, una construcción pequeña de color amarillo situada a mano izquierda si nos encontramos mirando hacia la entrada principal de la catedral. Podréis encontrar los precios de los billetes combinados e individuales, así como los horarios de cada monumento que conforma la fortaleza en la página web oficial. Siendo la catedral y la cárcel política las dos visitas imprescindibles del conjunto, vale la pena comprar el tique combinado que incluye ambas atracciones junto con otros cinco museos pequeños por un precio inferior al que costarían por separado.
En primer lugar nos dispondremos a visitar la antes mencionada Catedral de Pedro y Pablo. Data de las primeras décadas del siglo XVIII, como la mayoría de edificios de la fortaleza, y es muy famosa y visitada porque en su interior se encuentran las tumbas de los emperadores y zares que han gobernado Rusia desde el siglo XVIII. Están todas situadas en la nave central y única de la iglesia, dispuestas en hileras y agrupaciones, y todos los féretros tienen la misma forma y color. Para distinguirlos, hay un mapa con los nombres de cada miembro de la familia Romanov enterrado allí. Sin duda las tumbas más fotografiadas son las de Pedro el Grande y Catalina la Grande, ambos situados en la parte delantera de la sala, a mano derecha.
Catedral de Pedro y Pablo
No obstante, el lugar más visitado es la capilla donde descansan los restos de los últimos Romanov: el zar Nicolás II, su esposa Alejandra y sus 5 hijos. Tras su asesinato en 1918, los cadáveres fueron parcialmente destruidos y enterrados en un bosque cerca de Ekaterimburgo. Décadas más tarde, a finales de los 70, unos historiadores encontraron el lugar donde estaban los restos pero decidieron no hacerlo público por miedo a represalias por parte del régimen soviético que gobernaba en ese momento. La tumba se abrió finalmente en 1991 y se hallaron los cuerpos de toda la familia y sus criados, excepto los del heredero Alexis y una de las hijas, Maria. Por ello, se especuló durante años que podrían haber sobrevivido al fusilamiento, y mucha gente afirmó a la prensa ser los hijos supervivientes. De hecho, existe una célebre película de animación que seguro que os sonará, Anastasia, que parte de la idea de que una de las hijas no murió ese fatídico día. Tras el descubrimiento y el análisis genético, se habilitó en 1998 en la Catedral de Pedro y Pablo una capilla independiente para albergar los sarcófagos de los miembros de la familia, así como los sirvientes que murieron con ellos. Están todos los nombres, si bien las tumbas de Alexei y Maria están vacías. Años más tarde, ya en el siglo XX, fueron hallados en otro lugar cercano los restos de otros dos cadáveres que, tras numerosas pruebas de ADN, resultaron ser los de los hijos no encontrados anteriormente. En la actualidad están a la espera de la realización de más pruebas científicas concluyentes para poder ocupar su lugar en el mausoleo familiar. La sala con las tumbas de los últimos Romanov se encuentra en la parte trasera de la nave central de la Catedral, junto a la entrada de la misma, a mano derecha. Enseguida la reconoceréis porque suele haber una cola de gente esperando para verla.
En cuanto a la catedral como edificio en sí cabe destacar, como ya mencionamos anteriormente, la aguja que corona la torre. Por orden de Pedro el Grande, no existió ninguna construcción en San Petersburgo de mayor altura durante mucho tiempo. Tras ser destruida por un rayo a mediados del siglo XVIII, la versión actual siguió el ejemplo de la aguja del edificio del Almirantazgo, también cubierta con placas doradas.
A continuación visitaremos la segunda atracción turística importante de la fortaleza: la cárcel política. Durante la época zarista, llegó a albergar varios prisioneros célebres, desde el propio hijo de Pedro el Grande, que falleció en este lugar, hasta personajes como Fyodor Dostoevsky, Maxim Gorky, Mikhail Bakunin, o Alexander Ilyich Ulyanov, el hermano de Lenin. Hoy en día se pueden visitar las 36 celdas de la prisión, todas prácticamente iguales. Cuentan con una cama de hierro y una mesilla. También hay explicaciones y comentarios sobre algunos presos en paneles situados en las paredes.
Interior de la cárcel política en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo
Existen además en la fortaleza varios museos, como el Museo de la Historia de la Ciudad desde principios del siglo XVIII hasta las primeras décadas del XX; el Museo de la exploración espacial y la construcción de cohetes, con múltiples réplicas de vehículos espaciales rusos; o el Museo de artes cerámicas.
Una curiosidad sobre la isla Záyachi en la que se asienta la fortaleza es que, en el pasado, solía haber una gran población de conejos viviendo en ella. Por ello, encontraréis en vuestro recorrido por sus terrenos algunas figuras y estatuas que representan a sus antiguos habitantes.
Los baños en el recinto son de pago −30 rublos−, hay puestos de comida, de souvenirs y restaurantes. A las 12:00 se dispara un cañonazo desde el Bastión Naryshkin, que nadie se asuste.
El último monumento que visitaremos en nuestro recorrido por la orilla norte del Neva será la Mezquita de San Petersburgo, abierta en 1913 y que fue hasta el año 2009 la única iglesia islámica de la ciudad. En sus orígenes llegó a ser la mezquita más grande de Europa fuera el Imperio Otomano, teniendo sus minaretes una altura de 49 metros. Lo más destacado es su hermosa fachada de tonos azules y marrones coronada por una impresionante cúpula que sin duda os proporcionará una hermosa fotografía. Para llegar a la mezquita, basta con cruzar el puente Ioannovskiy, situado al norte de la isla Záyachi y andar un poco en la misma dirección hasta vislumbrar los minaretes.
Mezquita de San Petersburgo
Más alejado del centro
Si contamos con tiempo suficiente en San Petersburgo, podemos aprovechar para hacer un par de visitas algo más alejadas del centro.
Uno de los edificios que más nos gustó de la ciudad por su hermosa fachada fue la Catedral de Smolny (Смольный собор). El Convento de Smolny está situado a orillas del río Neva, al este del centro histórico de San Petersburgo. Para llegar hasta allí desde el centro en transporte público, solo hay que tomar el autobús 5, el 7 o el 11, cualquiera de ellos en dirección Bonch-Bruevicha St. Estos buses tienen paradas a lo largo de toda la Avenida Nevsky hasta la estación principal de trenes, y luego giran a la izquierda para recorrer toda la calle Suvorovskiy Prospekt hasta el final. En total el recorrido dura unos 30 minutos desde el Hermitage hasta el convento.
El conjunto edificatorio está formado por una imponente catedral en la entrada y punto central, rodeada de varias construcciones que antes servían como convento. Esta institución ortodoxa rusa fue construida en época de Pedro el Grande, las primeras décadas del siglo XVIII, para albergar a su hija Isabel, que iba a tomar los hábitos al no ser la heredera. Sin embargo, al haber sido su predecesor derrocado en el trono por un golpe de estado, Isabel decidió aceptar la oferta de sentarse en el trono del imperio ruso.
El estilo arquitectónico de la catedral de Smolny, obra culmen de este recinto, se asemeja mucho al del Palacio de Invierno o el Palacio de Tsárkoye Seló, y es que todos ellos fueron diseñados por el mismo arquitecto italiano, Francesco Bartolomeo Rastrelli, que también se encargó de la reforma y ampliación del Palacio de Peterhof, así como de la construcción de varios palacios y otros edificios del Imperio Ruso. La catedral de estilo barroco no llegó a terminarse tal y como estaba planeada ya que, al fallecer la emperatriz Isabel, accedió posteriormente al trono Catalina la Grande después del corto reinado de su marido y resultó que la nueva zarina no era muy admiradora del arte barroco que digamos, así que se suspendieron los trabajos del interior de la iglesia. Años más tarde, en las primeras décadas del siglo XIX, el edificio fue terminado por otro arquitecto, adaptándose al arte neoclásico que estaba de moda en ese momento. En 1923, aproximadamente un siglo más tarde de ser acabada y consagrada, la iglesia fue cerrada por las autoridades soviéticas y saqueada. Hoy en día los edificios del convento albergan facultades universitarias y la catedral pertenece de nuevo, desde el 2015, a la iglesia ortodoxa rusa, sirviendo así con su propósito original.
La entrada a la catedral es gratuita, si bien hay que decir que por dentro no destaca demasiado. Lo más impresionante es sin duda su hermosa fachada que mezcla una preciosa tonalidad azul intenso con blanco. Podéis aprovechar para sacar fotos frente al edificio de la iglesia o pasear un poco por los jardines traseros del convento.
Otro último atractivo turístico a destacar de San Petersburgo son las paradas de metro, concretamente las pertenecientes a la línea 1. Hay que señalar que no son tan impresionantes como las estaciones de metro de Moscú, pero si tenéis tiempo podéis aprovechar para visitar las más bonitas o simplemente verlas cuando estéis de camino yendo a algún otro lugar.
El metro fue inaugurado en esta ciudad en 1955, durante la época estalinista, veinte años después de su introducción en Moscú. La Segunda Guerra Mundial y la posguerra retrasaron considerablemente los trabajos de construcción. A la hora de hacer turismo, merece la pena visitar solo la línea 1, ya que ahí se encuentran las estaciones más antiguas y bonitas, con arquitecturas neoclásicas imponentes de enormes columnas y la presencia de innumerables símbolos comunistas.
Las estaciones de metro rusas, al igual que las que visitamos en Moscú, destacan también por situarse a una enorme profundidad bajo tierra. Esto se hizo, no solo para minimizar las posibles interrupciones y para adaptarse a las características geológicas del terreno, sino también para que funcionaran como posibles búnkeres en caso de ataque aéreo durante la Guerra Fría.
Uno de los edificios que más nos gustó de la ciudad por su hermosa fachada fue la Catedral de Smolny (Смольный собор). El Convento de Smolny está situado a orillas del río Neva, al este del centro histórico de San Petersburgo. Para llegar hasta allí desde el centro en transporte público, solo hay que tomar el autobús 5, el 7 o el 11, cualquiera de ellos en dirección Bonch-Bruevicha St. Estos buses tienen paradas a lo largo de toda la Avenida Nevsky hasta la estación principal de trenes, y luego giran a la izquierda para recorrer toda la calle Suvorovskiy Prospekt hasta el final. En total el recorrido dura unos 30 minutos desde el Hermitage hasta el convento.
El conjunto edificatorio está formado por una imponente catedral en la entrada y punto central, rodeada de varias construcciones que antes servían como convento. Esta institución ortodoxa rusa fue construida en época de Pedro el Grande, las primeras décadas del siglo XVIII, para albergar a su hija Isabel, que iba a tomar los hábitos al no ser la heredera. Sin embargo, al haber sido su predecesor derrocado en el trono por un golpe de estado, Isabel decidió aceptar la oferta de sentarse en el trono del imperio ruso.
El estilo arquitectónico de la catedral de Smolny, obra culmen de este recinto, se asemeja mucho al del Palacio de Invierno o el Palacio de Tsárkoye Seló, y es que todos ellos fueron diseñados por el mismo arquitecto italiano, Francesco Bartolomeo Rastrelli, que también se encargó de la reforma y ampliación del Palacio de Peterhof, así como de la construcción de varios palacios y otros edificios del Imperio Ruso. La catedral de estilo barroco no llegó a terminarse tal y como estaba planeada ya que, al fallecer la emperatriz Isabel, accedió posteriormente al trono Catalina la Grande después del corto reinado de su marido y resultó que la nueva zarina no era muy admiradora del arte barroco que digamos, así que se suspendieron los trabajos del interior de la iglesia. Años más tarde, en las primeras décadas del siglo XIX, el edificio fue terminado por otro arquitecto, adaptándose al arte neoclásico que estaba de moda en ese momento. En 1923, aproximadamente un siglo más tarde de ser acabada y consagrada, la iglesia fue cerrada por las autoridades soviéticas y saqueada. Hoy en día los edificios del convento albergan facultades universitarias y la catedral pertenece de nuevo, desde el 2015, a la iglesia ortodoxa rusa, sirviendo así con su propósito original.
La entrada a la catedral es gratuita, si bien hay que decir que por dentro no destaca demasiado. Lo más impresionante es sin duda su hermosa fachada que mezcla una preciosa tonalidad azul intenso con blanco. Podéis aprovechar para sacar fotos frente al edificio de la iglesia o pasear un poco por los jardines traseros del convento.
Catedral de Smolny
Otro último atractivo turístico a destacar de San Petersburgo son las paradas de metro, concretamente las pertenecientes a la línea 1. Hay que señalar que no son tan impresionantes como las estaciones de metro de Moscú, pero si tenéis tiempo podéis aprovechar para visitar las más bonitas o simplemente verlas cuando estéis de camino yendo a algún otro lugar.
El metro fue inaugurado en esta ciudad en 1955, durante la época estalinista, veinte años después de su introducción en Moscú. La Segunda Guerra Mundial y la posguerra retrasaron considerablemente los trabajos de construcción. A la hora de hacer turismo, merece la pena visitar solo la línea 1, ya que ahí se encuentran las estaciones más antiguas y bonitas, con arquitecturas neoclásicas imponentes de enormes columnas y la presencia de innumerables símbolos comunistas.
Las estaciones de metro rusas, al igual que las que visitamos en Moscú, destacan también por situarse a una enorme profundidad bajo tierra. Esto se hizo, no solo para minimizar las posibles interrupciones y para adaptarse a las características geológicas del terreno, sino también para que funcionaran como posibles búnkeres en caso de ataque aéreo durante la Guerra Fría.
Metro de San Petersburgo
Excursiones desde San Petersburgo
No podéis dejar San Petersburgo sin haber hecho una pequeña excursión para visitar alguno de los dos palacios zaristas más famosos: el Palacio de Peterhof y el Palacio de Tsárkoye Seló o de Catalina. Ambos se sitúan en los alrededores de la ciudad y se pueden ver en medio día o un día. Os lo contamos todo en nuestras dos entradas dedicadas a ellos:
Noches blancas 🌜
Sin duda si tuviéramos que recomendaros una época del año para visitar San Petersburgo, os diríamos que lo intentarais hacer entre mayo y julio. Esto es, no solo porque las temperaturas son más altas y así evitaríamos el gélido frío que puede llegar a hacer en la ciudad en otra época, sino también porque podremos disfrutar de un fenómeno meteorológico muy interesante: las noches blancas. Este concepto se refiere a un periodo del año en el que el sol se pone solo por un corto periodo de tiempo, de tal modo que por la noche aún se aprecia cierto brillo solar. Esto hace que parezca que nunca es de noche del todo, sino que a altas horas de la madrugada el cielo seguirá teniendo un color azul oscuro realmente precioso que, junto con la hermosa iluminación de los edificios de San Petersburgo, dota a la ciudad de un aspecto espectacular.
El fenómeno de las noches blancas no solo ocurre en San Petersburgo, sino también en todos aquellos lugares que se sitúen entre el polo norte y una latitud de 57° norte, o entre el polo sur y una latitud de 57° sur. No obstante, esta es una de las ciudades más grandes en las que ocurre este suceso y hay que reconocer que sabe aprovecharlo bien. Cada año se celebran en esta época numerosos festivales y eventos, y además no olvidemos el levantamiento de puentes durante la noche que, con los cielos de color añil, adquiere un encanto aún más especial.
El periodo con más luz de las noches blancas dura desde principios de junio a principios de julio. Por tanto, aunque es cierto que durante esta época la ciudad también está más llena de turistas, sin duda alguna os recomendamos visitarla para poder admirar la hermosa arquitectura de San Petersburgo bañada no solo por las luces de la ciudad sino también por el brillo de las noches blancas.
El fenómeno de las noches blancas no solo ocurre en San Petersburgo, sino también en todos aquellos lugares que se sitúen entre el polo norte y una latitud de 57° norte, o entre el polo sur y una latitud de 57° sur. No obstante, esta es una de las ciudades más grandes en las que ocurre este suceso y hay que reconocer que sabe aprovecharlo bien. Cada año se celebran en esta época numerosos festivales y eventos, y además no olvidemos el levantamiento de puentes durante la noche que, con los cielos de color añil, adquiere un encanto aún más especial.
El periodo con más luz de las noches blancas dura desde principios de junio a principios de julio. Por tanto, aunque es cierto que durante esta época la ciudad también está más llena de turistas, sin duda alguna os recomendamos visitarla para poder admirar la hermosa arquitectura de San Petersburgo bañada no solo por las luces de la ciudad sino también por el brillo de las noches blancas.
Uno de los canales de San Petersburgo a las 02:00 de la madrugada
¿Dónde comer en San Petersburgo?
Lo cierto es que Rusia nunca ha sido famosa por su comida, rara es la vez que por el mundo ves un cartel de 'Restaurante ruso', y esto se ve un poco reflejado aquí. En general, muchos de los restaurantes de la ciudad son georgianos y otros tantos de otros países soviéticos como uzbecos o ucranianos. Por tanto, no habiendo una extensa cultura gastronómica os animamos a probar los siguientes platos tradicionales:
- Khachapuri, de origen georgiano, una tosta rellena de queso fundido y huevo frito.
- Pelmeni/Vareniki, típicos dumplings o pasta rellena, los hay de muchos tipos.
- Khinkali, otra masa rellena, esta vez de origen georgiano.
- Borsch y Okroschka, dos típicas sopas.
- Piroschki, una especie de bollos rellenos, tanto dulces como salados.
- Strogonoff, estofado de carne y champiñones.
- Blinis, unos pancakes o crêpes de toda la vida, los hay tanto dulces como salados para comer.
- Medovik y Napoleon Cake, dos tartas para el postre.
Restaurantes
en San Petersburgo hay bastantes. A continuación os mencionamos algunos:
- Market place. Es un restaurante tipo cantina o self-service. A nosotros nos gusto porque tienen de todo, te lo hacen en el momento, ves lo que te comes y está rico, todo ello a bastante buen precio. Los cocineros no eran muy simpáticos pero ese ya es otro tema.
- Pirogoviy dvorik. Este sitio es también de los baratos, quizás el que más. Son especialistas en pasteles/hojaldres (pies en inglés), tanto salados como dulces. Pides en la barra, te sientas y luego te lo sirven. Nosotros pedimos un pastel de jamón/queso y otro de champiñones/pollo y estaban muy ricos. En el piso de arriba hay algunas mesas con vistas (no espectaculares) a la Catedral de la Virgén de Kazán. Está en Kanala Griboyedova Emb., 22.
- Terminando con los sitios baratos, destacamos el Brynza, cuya especialidad es el Chebureki (190-285 rublos), unas empanadillas gigantes y grasientas. La verdad es que no son gran cosa. Por suerte, la carta es bastante extensa, tienen sopas (bastante decentes), pasta, carnes, platos rusos y tartas. Tienen menú en inglés. Se halla en 50 A Nevsky Prospekt.
- Pelmenya, se podría definir como la casa de los pelmenis. Tienen de todo tipo: los rusos (pelmeni, vareniki), uzbecos (manti), georgianos (hinkali), chinos (dumplings), japoneses (gyozas) y hasta los clásicos ravioli italianos. El sitio no es muy grande así que igual tenéis que esperar unos minutos, suele haber bastante gente. Se encuentra en Fontanka river embankment, 25, justo al lado del Museo Fabergé. La calidad está bastante bien para el módico precio que cuesta.
- Kvareli. Si lo que buscáis es una experiencia más auténtica, os podemos recomendar este restaurante. Es un pequeño local de comida georgiana, todo casero y a buen precio. Los camareros hablan 4 palabras en inglés aunque sí tenían la carta traducida a dicho idioma. Se encuentra lejos del centro, relativamente cerca de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, por ello aquí solo encontraréis gente del barrio, ningún turista. Calle Lizy Chaikinoi, 22.
- Gastro Pub Ivan & Maria. Un restaurante moderno de comida rusa y con gran variedad de cervezas. Entramos de casualidad porque era de los pocos que quedaban abiertos a partir de las 22:00 de la noche y quedamos encantados con el servicio y la calidad de la comida. No es barato, pero tampoco caro, acorde al servicio recibido. Se halla en Nevsky avenue, 64.
- De precio medio encontramos el Gogol restaurant, en la calle Malaya Morskaya Ulitsa, 8. Comida y decoración exquisita.
- Otro de precio medio alto es el Katyusha, ubicado en la calle Nevsky avenue, 22/24. Es verdad que el servicio y la decoración tradicional eran de 10, pero los pinchos de carne que pedimos no estuvieron a la altura. Eso sí, al ver que no se podían comer, los camareros nos cambiaron el plato amablemente. Los otros platos, exceptuando este, hemos de decir que estaban ricos. Muchos de las comidas típicas rusas que mencionamos anteriormente se pueden comer aquí.
- Por último, el restaurante Sevreryanin, un clásico de todas las guías turísticas. Comida tradicional rusa y ambiente acogedor. Calle Stolyarnyy Pereulok, 18.
Más allá de restaurantes, queríamos recomendar una cafetería-pastelería súper económica y rica para cuando queramos comer algún dulce o tomar un café sin dejarnos un riñón por ello. Hablamos de Bulochnaya F.Volcheka, en la calle Nevsky Prospekt 52.
¿Cómo ir de San Petersburgo a Moscú?
🚂 Tren. Probablemente quieras aprovechar tu visita a San Petersburgo para visitar también la capital del país, Moscú. En ese caso, lo mejor es viajar de una ciudad a otra, en cualquiera de las dos direcciones, en tren, ya sea nocturno o diurno. Para ello, podéis optar por tomar un tren de alta velocidad, cuya duración es de unas 4 horas, o un tren nocturno, con un trayecto de unas 8 horas.
⇥Tren de alta velocidad. Los billetes se pueden comprar en la web de la RZD (desde 90 días de antelación) o en las taquillas de la estación de trenes. En su página web tenéis que buscar los trenes Sapsan (САПСАН), que llevan los números pares desde el 751 al 779. Como se puede ver, tienen una duración de entre tres horas y media y cuatro horas. El precio varía en función de la antelación con la que lo cojamos y del horario del tren, pudiendo costar desde 30€ hasta 90€ en un asiento estándar. Estos trenes viajan desde la estación de Moskovskiy Vokzal, que se encuentra en la Avenida Nevsky de San Petersburgo, hasta la estación de trenes de Leningradskiy (Leningradskiy Vokzal) en Moscú.
✈ Avión. Es la forma más rápida y suele ser bastante barato (1h20 de trayecto, 40-50€). Las pegas son las de siempre: los largos desplazamientos a los aeropuertos y tiempos de espera.
⇥Tren de alta velocidad. Los billetes se pueden comprar en la web de la RZD (desde 90 días de antelación) o en las taquillas de la estación de trenes. En su página web tenéis que buscar los trenes Sapsan (САПСАН), que llevan los números pares desde el 751 al 779. Como se puede ver, tienen una duración de entre tres horas y media y cuatro horas. El precio varía en función de la antelación con la que lo cojamos y del horario del tren, pudiendo costar desde 30€ hasta 90€ en un asiento estándar. Estos trenes viajan desde la estación de Moskovskiy Vokzal, que se encuentra en la Avenida Nevsky de San Petersburgo, hasta la estación de trenes de Leningradskiy (Leningradskiy Vokzal) en Moscú.
⇥Tren nocturno. Es la forma más cara pero te ahorras una noche de hotel y es, desde luego, una experiencia distinta. Se reserva también desde la web de la RZD desde 90 días de antelación. Hay dos trenes que realizan este trayecto:
- El Grand Express. en la web es el número 053Ч «ГРАНД ЭКСПРЕСС», que sale a las 23:49 de Moskovskiy Vokzal y llega a las 08:14 a Moscú (Leningradskiy Vokzal).
- El histórico Flecha Roja, en la web es el número 001А «Красная стрела», que sale a las 23:55 de Moskovskiy Vokzal y llega a las 07:55 a Moscú (estación Leningradskiy Vokzal).
Tren Flecha Roja
✈ Avión. Es la forma más rápida y suele ser bastante barato (1h20 de trayecto, 40-50€). Las pegas son las de siempre: los largos desplazamientos a los aeropuertos y tiempos de espera.
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