El Camino de Santiago es un conjunto de rutas de peregrinación a través de Europa que tienen como destino la tumba del Apóstol Santiago, uno de los discípulos más importantes de Jesús, ubicada en la Catedral de Santiago de Compostela en Galicia.
Esta peregrinación se inició en la primera mitad del siglo XI, con su origen en Francia. En aquel entonces existían varios caminos que, a partir de los Pirineos, se unificaban en uno solo: el que hoy conocemos como Camino de Santiago Francés. Además de este, existen al menos otras 50 rutas, muchas de las cuales coinciden en la parte final hasta llegar a Santiago. Entre las más destacadas se encuentran: el Camino del Norte, que recorre la costa norte de la península hasta llegar a Francia; el Camino Primitivo, que parte desde Oviedo; el Camino Portugués, que nace en Lisboa (aunque muchos comienzan en Tui) y es considerado el menos complicado; el Camino Inglés, el más corto, de apenas 100 km, que comienza en la costa gallega por donde llegaban los barcos desde Inglaterra; la Vía de la Plata, que proviene del sur de España; y el Camino a Fisterra y Muxía, que empieza en Santiago y termina en Finisterre.
Aunque originalmente la motivación para recorrer estas rutas era religiosa, hoy en día las razones son diversas, siendo el turismo la principal. Probablemente, sea la ruta de senderismo más conocida de España, tanto a nivel nacional como internacional. Desde 1993, el Camino Francés forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Simbología del Camino de Santiago
Curiosamente, al Camino de Santiago se le conoce en inglés como The Way of St. James y en alemán como Jakobsweg, lo que nos da tres nombres aparentemente distintos: Santiago, James y Jakob. Sin embargo, todos tienen un mismo origen. El nombre original en hebreo es Iaakov, que en latín se convirtió en Iacobus, de donde surge Jacobo en castellano. Iacobus tuvo además otra variante, Iacomus, de la que derivaron Giacomo en italiano, Jaime en castellano y James en inglés. Por ello, al Camino de Santiago también se le denomina “ruta jacobea”.
Seguramente también habréis oído hablar del Año Xacobeo o Año Santo Compostelano. Este ocurre únicamente cuando el día del santo Santiago Apóstol (25 de julio) cae en domingo, lo que sucede cada 6, 5, 6 o 11 años.
Entre los símbolos más representativos del Camino destaca, sin duda, la concha de vieira. Su significado exacto no está del todo claro, pero existen tres teorías principales:
- Por su forma, cuyas hendiduras convergen en un mismo punto, simbolizando que todos los caminos conducen a Santiago.
- Por su utilidad: los peregrinos las encontraban en su recorrido y podían usarlas gracias a su dureza y forma cóncava, por ejemplo, para beber agua o asearse.
- Por su relación con el Apóstol: según la leyenda, un caballero a caballo quiso ayudar a una barca que naufragaba en la costa gallega. Al adentrarse en el agua, una ola lo arrastró mar adentro, pero obtuvo fuerzas sobrenaturales para salir, quedando cubierto de conchas de vieira. Al regresar a la orilla, comprobó que la barca contenía los restos del Apóstol Santiago, y así se obró el milagro.
Sea cual sea la razón, la concha de vieira quedó ligada al peregrino. La iglesia reguló su distribución, prohibiendo su venta fuera de la ciudad y entregándolas únicamente a quienes completaban el camino, a modo de medalla. Quienes la recibían gozaban de cierto estatus social, siendo mejor vistos que los que no la tenían.
Otro símbolo importante es el mojón, las piedras que marcan los kilómetros que restan hasta Santiago. Junto a ellos, la flecha amarilla se ha convertido en otro icono del peregrinaje, guiando a los caminantes por todo el recorrido.
Mojón del kilómetro 100
Asimismo, es tradición saludar a otros peregrinos con un ¡Buen Camino! o ¡Bo Camiño! al cruzarse en la ruta. Antiguamente, los caminantes utilizaban la expresión ¡Ultreia!, un término en latín medieval que todavía hoy puede verse escrito en algunos establecimientos a lo largo del Camino.
La Credencial del Peregrino y la Compostela
Un recuerdo muy especial del Camino de Santiago es la Credencial del Peregrino, un pequeño librito que se va sellando en cada pueblo que recorres y que acredita tu recorrido por la ruta. Su uso es totalmente voluntario y puedes sellarlo en tantos lugares como desees: iglesias, albergues o restaurantes. La credencial se puede conseguir en estos mismos puntos, en la Oficina del Peregrino de Santiago de Compostela (Rúa Carretas 33) o en otros lugares de España y Europa; en su web oficial encontraréis un listado completo. Según nuestra experiencia, es recomendable llevarla contigo desde antes de comenzar el Camino. Su precio es de 1,5 €.
Al llegar a Santiago, aquellos que hayan completado al menos 100 km a pie o 200 km en bicicleta, y que puedan demostrarlo mediante los sellos de su credencial, pueden solicitar la Compostela, un documento que certifica la finalización del Camino de Santiago. La Compostela es gratuita, aunque por 3 € adicionales se puede solicitar el certificado de distancia, que indica los kilómetros recorridos y la ruta elegida. Además, por 2 € más se puede adquirir un tubo para proteger ambos documentos y que no se arruguen durante el viaje de regreso a casa.
¿Cómo conseguir la Compostela? Para conseguir la Compostela, basta con presentarse en la Oficina del Peregrino en Santiago y rellenar un formulario con tus datos, o bien hacerlo de forma online y presentar un código de barras que se obtiene al finalizar el Camino.
Alojamiento en el Camino de Santiago
El Camino de Santiago no es solo una ruta física, sino también una experiencia vital, ya que permite conocer a peregrinos de todo el mundo y disfrutar de la deliciosa gastronomía gallega.
La Xunta de Galicia ofrece en su página web información sobre todos los albergues oficiales, que suelen consistir en grandes habitaciones con literas y baños compartidos. No todos se encuentran en los pueblos de cada etapa; algunos están ubicados en puntos intermedios, pensados para quienes desean caminar un poco más o menos que la media de la etapa.
🏡Albergues públicos: Su precio ronda los 8 € por noche y no es posible reservar cama, ya que se asignan por orden de llegada. Por ello, muchos peregrinos madrugan para completar la etapa y asegurarse una plaza. Estos albergues abren a las 13:00 y están disponibles todos los días del año. Proporcionan sábanas (generalmente de papel) y, a veces, manta, por lo que es imprescindible llevar saco de dormir. A partir de las 22:00 está prohibido hacer ruido.
🏠Albergues privados: Su precio es de unos 15 € por noche y sí permiten reserva anticipada, lo que ofrece mayor flexibilidad de llegada. Se recomienda reservar con 1 o 2 meses de antelación, sobre todo en temporada alta (Semana Santa y verano). La reserva suele hacerse por teléfono, indicando nombre y número, y se paga a la llegada. Estos albergues proporcionan sábana bajera (cubre colchón), de almohada y manta, y también respetan la normativa de silencio a partir de las 22:00. Algunos, especialmente en el Camino Francés, prohíben llevar maletas grandes, permitiendo solo mochilas.
🏨Casas rurales, pensiones y hoteles: Para quienes buscan mayor comodidad, estos alojamientos ofrecen habitaciones privadas y servicios más completos.
🚐Transporte de mochilas: Muchos alojamientos, por un coste adicional de 4-6 € por mochila y etapa, ofrecen el servicio de transporte de equipaje hasta la siguiente parada. Esto resulta especialmente útil para quienes tengan problemas de rodillas, edad avanzada o simplemente quieran caminar más ligeros.
El Camino de Santiago Francés
En este artículo nos centraremos en el Camino Francés, el más famoso y el que realizamos personalmente. Una de las grandes ventajas del Camino es su flexibilidad: hay quien lo hace por etapas a lo largo de varios años, quien lo completa de una sola vez o quien decide recorrer solo los últimos 100 kilómetros, que son los mínimos necesarios para obtener la Compostela andando.
El Camino Francés comienza en Saint-Jean-Pied-de-Port (Francia) y cuenta con 939,7 km divididos en 37 etapas. Cada etapa suele tener entre 20 y 30 km, idealmente recorridos en un solo día. Sin embargo, como los días de vacaciones suelen ser limitados, muchos peregrinos calculan su inicio partiendo desde Santiago hacia atrás, según los días disponibles, para ajustar la caminata a su agenda.
El Camino también puede hacerse en bicicleta, aunque en este caso las etapas son más largas y se suelen recorrer 2 o 3 etapas normales en un solo día.
En la web oficial del Camino Francés se pueden consultar todas las rutas y etapas detalladas.
Mapa de las etapas del Camino Francés (Fuente: www.alberguescaminosantiago.com/)
Para consultar altitudes, distancias y otra información útil de cada etapa, nosotros utilizamos la web de los supermercados Eroski. Aunque pueda parecer extraño, su información está muy bien detallada y resulta de gran ayuda para planificar cada jornada.
Es importante recordar que el Camino es exigente físicamente. Las rodillas sufren bastante y es habitual que aparezcan ampollas y heridas en los pies. Aunque muchos peregrinos entrenan antes de iniciar la ruta, no siempre es suficiente, ya que el cuerpo no está acostumbrado a caminar varios días consecutivos tantos kilómetros.
En caso de necesidad, existen buses de la compañía Monbus entre los principales municipios, aunque conviene consultar los horarios, ya que la frecuencia entre algunos tramos no es muy alta.
En nuestro caso, disponíamos de 8 días y realizamos las 7 últimas etapas, recorriendo aproximadamente 160 kilómetros.
Día 0. Llegada a O Cebreiro
Para llegar a O Cebreiro, nosotros tomamos un bus de la empresa Alsa hasta Pedrafita do Cebreiro, un pueblo situado a unos 4 km de O Cebreiro, y comenzamos el Camino desde allí. La razón es que no hay muchos buses directos a O Cebreiro; únicamente se puede llegar con Monbus y, por distintas razones, no nos venía bien.
Desde Pedrafita hasta O Cebreiro hay una subida bastante exigente, por lo que, si podéis, es mejor llegar directamente al pueblo. O Cebreiro es muy pequeño y las opciones de alojamiento son limitadas; el único albergue que hay es público, aunque es de los mejores albergues públicos de todo el Camino.
Como nosotros queríamos tener reservas y no íbamos a llegar temprano, decidimos continuar hasta Liñares, el primer pueblo después de O Cebreiro, y allí nos alojamos en el Albergue Linar do Rei.
O Cebreiro es el primer pueblo gallego del Camino Francés, situado a 1.300 metros de altitud, lo que lo convierte en uno de los puntos más altos del recorrido. Es una aldea diminuta, con apenas 22 habitantes y unas pocas casas, pero extremadamente pintoresca y rural. Las casas tradicionales se llaman pallozas, construcciones de piedra con techos de paja (palla); hoy en día apenas quedan seis en pie.
Entre sus edificaciones destaca el Santuario de Santa María la Real de O Cebreiro, del siglo IX y reformado en 1962. Además de su valor religioso, históricamente cumplía una función hospitalaria, ayudando a los peregrinos que llegaban con dificultades debido a la altura. En su interior está enterrado don Elías Valiña Sampedro, párroco de O Cebreiro y figura clave en el Camino moderno, ya que fue él quien ideó y comenzó a pintar las famosas flechas amarillas que hoy guían a los peregrinos.
En cuanto a la comida, hay tres o cuatro opciones en el pueblo. Nosotros elegimos la Casa Rural Venta Celta; no es de los más baratos, ya que no tiene menú del día, pero se come muy bien.
Día 1. Etapa O Cebreiro - Triacastela (20,8 km)
Al ser la primera etapa y estar frescos, no somos plenamente conscientes, pero es una de las más duras, ya que prácticamente todo el recorrido es en bajada. Pasamos de O Cebreiro, a 1.330 metros de altitud, hasta Triacastela, a 685 metros, y son las rodillas las que más sufren durante este tramo.
En Triacastela nos alojamos en el Albergue Atrio, una antigua casa gallega de 200 años de antigüedad. A diferencia del albergue público de O Cebreiro, este no es tan moderno, por lo que puede ser recomendable optar por un albergue privado si se prefiere mayor comodidad.
Triacastela es un poco más grande, con 629 habitantes, y su nombre proviene de la existencia de tres castillos en la Edad Media, tal y como refleja su escudo, aunque hoy no queda ninguno en pie. La localidad tiene una calle principal y destaca por la Igrexa de Santiago de Triacastela. Algo muy característico de esta región es que cementerios e iglesias comparten espacio, ya que desde tiempos inmemoriales la gente quería enterrar a sus difuntos lo más cerca posible de los santos.
Igrexa de Santiago de Triacastela
¿Dónde comer en Triacastela? En Triacastela se come de lujo en el Restaurante Parrillada Xacobeo. Ofrece menú del día tanto al mediodía como por la noche, y también es una excelente opción pedir de carta, ya que la comida es de muy buena calidad.
Día 2. Etapa Triacastela - Sarria (17,9 ruta corta / 25 km ruta larga)
En este trayecto se presenta una bifurcación:
- Trayecto corto (por San Xil): Para nosotros, es el más bonito, con paisajes que muestran la Galicia más auténtica y sin gran dificultad. Un buen lugar para desayunar o comer en este tramo es la Casa do Franco.
- Trayecto largo (por Samos): Su principal atractivo es el Monasterio de San Julián de Samos, que merece la visita aunque implique recorrer más kilómetros.
Paisaje en la etapa Triacastela - Sarria
A partir de Sarria se nota un cambio en el Camino: ¡una auténtica invasión de españoles! 😂 Hasta este punto habíamos ido mayormente solos, y la poca gente que encontrábamos eran extranjeros. Pero al llegar a Sarria, empezaron a aparecer hordas de peregrinos españoles. Como mencionamos antes, esto se debe a que para obtener la Compostela es necesario recorrer al menos 100 kilómetros, y Sarria es el primer pueblo del Camino que cumple este requisito.
Nos alojamos en el Albergue Oasis, que estuvo bien, aunque daban sábanas de papel en lugar de tela, como en otros albergues privados.
Sarria es ya una ciudad más grande, con unos 13.300 habitantes. Vale la pena visitar la Praza da Vila, la Iglesia de Santa Mariña de Sarria y pasear por la Rúa Malecón do Río Sarria, junto al río.
Para comer, os recomendamos dos clásicos: A Cantina Pulpería Luís, que solo abre a mediodía y conviene ir pronto porque se llena, y el Mesón Roberto, frente al río. Ambos son excelentes opciones.
Día 3. Etapa Sarria - Portomarín (22 km)
En Portomarín fue donde más nos costó encontrar alojamiento, ya que muchos estaban reservados con meses de antelación. Finalmente conseguimos plaza en el Albergue Manuel. Portomarín también cuenta con un albergue público y, si no encontráis plaza, siempre podéis recurrir al famoso Albergue Ferramenteiro, conocido por tener una habitación con 130 camas.
Portomarín nos pareció, de largo, la localidad más bonita del Camino. La llegada al pueblo recuerda a una escena de El Señor de los Anillos, con un enorme puente que cruza el embalse del Río Miño y unas escaleras que suben hasta la Capela das Neves. Merece la pena pasear por sus calles: el pueblo no es muy grande, por lo que se recorre fácilmente incluso con dolor en los pies. El centro neurálgico es la Plaza Conde Fenosa, donde se encuentran la Iglesia de San Nicolao y el Ayuntamiento de Portomarín.
Plaza Conde Fenosa en Portomarín
¿Dónde comer en Portomarín? Para un menú del día, la mejor opción es el Restaurante Pérez; eso sí, conviene llamar por la mañana para reservar, porque se llena rápido. Para la cena, si queréis daros un homenaje, el Restaurante O Mirador es perfecto: ofrece unas vistas espectaculares al río Miño, aún más impresionantes al atardecer. Es un poco más caro, pero merece totalmente la pena. Allí podéis probar la anguila frita, la especialidad de Portomarín.
Día 4. Etapa Portomarín - Palas de Rei (25 km)
Otra etapa exigente, tanto por la distancia como por los kilómetros acumulados hasta aquí. Una buena parada para reponer fuerzas es el Bar taberna do camiño, en el municipio de O Hospital, famoso por sus gigantescas tortillas.
Palas de Rei tiene un nombre curioso: se dice que en la Edad Media aquí existió un palacio de un rey visigodo. La carretera nacional atraviesa la localidad por la mitad, lo que desluce un poco, pero las escaleras que suben y bajan y la Praza do Concello, la plaza principal, le dan un encanto especial. Para comer, recomendamos sin duda la Pulpería A Nosa Terra.
A lo largo del Camino también es común encontrarse con hórreos gallegos, estructuras típicas utilizadas para almacenar cereales durante largos periodos, manteniéndolos secos y ventilados para que se conservaran sin estropearse.
Paisaje gallego con un hórreo
Palas de Rei cuenta con dos albergues públicos, uno a la entrada del pueblo y otro en el centro. En nuestro caso, no nos alojamos allí, sino que continuamos caminando unos 4 kilómetros más hasta Ponte Campaña, donde nos hospedamos en el Albergue Casa Domingo. La familia que regenta la casa organiza cenas grupales para todos los peregrinos, lo que hizo la estancia aún más especial. Además, el albergue se encuentra en una antigua casa gallega rodeada de campo, un lugar realmente entrañable.
Día 5. Etapa Palas de Rei - Arzúa (29 km)
Llegó el momento de cambiar de provincia, de Lugo a A Coruña, y hacerlo coincide con la etapa más larga del Camino, por lo que algunos peregrinos optan por dividirla en dos, haciendo noche en Melide.
- La primera parte, de Palas de Rei a Melide (14,6 km), es una etapa llevadera y tiene como recompensa poder comer en alguna de las famosas pulperías de la ciudad, conocida por su pulpo a feira. Entre las más populares están Pulpería Ezequiel, la más antigua y conocida, y Pulpería A Garnacha. Nosotros elegimos la de Ezequiel y salimos encantados. Si queréis almorzar un poco antes, en Furelos se encuentra Taberna do Farruco. Melide tiene unos 7.500 habitantes y es el punto donde convergen el Camino Primitivo y el Camino Francés, así que merece la pena dar un paseo por el pueblo si las piernas lo permiten.
- La segunda parte, de Melide a Arzúa (14,5 km), es la más exigente de todas y se conoce como la rompepiernas. Esto se debe a los constantes cambios de altitud y a la subida final hasta Arzúa.
Arzúa, con unos 6.000 habitantes y ubicado a unos 38 kilómetros de Santiago, es famoso por su queso con denominación de origen Arzúa-Ulloa. Allí nos alojamos en el Albergue San Francisco, un poco más caro que otros, pero mucho mejor equipado, por lo que realmente vale la pena.
¿Dónde comer en Arzúa? En cuanto a la gastronomía, para comer os recomendamos el mítico restaurante Casa Teodora. Para cenar, cambiamos de aires y fuimos a la pizzería Il Fornaccio, un acierto total, con pizzas elaboradas con ingredientes locales como chorizo criollo, queso de Arzúa o grelos.
Día 6. Etapa Arzúa - Pedrouzo (19 km)
Tras etapas de 25-30 kilómetros, llegar a Pedrouzo se hizo mucho más llevadero. En esta etapa os recomendamos hacer una parada en O Ceadoiro y probar sus famosas tortillas de patata poco hechas, una delicia que vale la pena. Conviene aclarar que Pedrouzo pertenece al concejo parroquial llamado Arca, que a su vez forma parte del municipio de O Pino. Hoy en día, por facilidad, ambos nombres se usan casi como sinónimos.
Esta etapa es más sencilla que las anteriores, por lo que hay quienes deciden no alojarse en Pedrouzo y continuar un poco más. Un albergue ideal para este caso es el Albergue Monte do Gozo, un enorme complejo vacacional que combina barracones públicos y privados, y que en verano cuenta con discoteca, auditorio, restaurante, bar y tiendas. Su nombre proviene de la alegría y júbilo que sentían los peregrinos en la Edad Media al llegar hasta aquí, pues ya divisaban las torres de la Catedral y sabían que apenas les separaban cuatro kilómetros de Santiago. Es un esfuerzo extra, pero si las piernas os lo permiten y venís en verano, sin duda merece la pena.
Día 7. Etapa Pedrouzo - Santiago de Compostela (19 km)
Para los que quieran comer en este tramo, os recomendamos el Mesón Cima Das Quintas, un restaurante de menú del día poco turístico ya que hay que desviarse mínimamente del camino, y al que solo van gente que trabaja por la zona, sinónimo de que se come bien.
Aunque esta etapa no es muy larga, se hace dura, principalmente por ser de bajada y por todos los kilómetros acumulados en las piernas. Pero es el último esfuerzo y hay que aguantar hasta el final. La recompensa bien lo merece: la entrada a la Plaza del Obradoiro, con la Catedral de Santiago imponente frente a nosotros.
Praza do Obradoiro llena de peregrinos y Catedral de Santiago
Después de la tradicional sesión de fotos para el recuerdo —las típicas son saltando o tumbados en el suelo mirando hacia atrás, hacia la catedral— no olvidéis pasar por la Oficina del Peregrino (Rúa Carretas 33) para solicitar vuestra Compostela. Además, los 10 primeros peregrinos que lleguen obtienen un desayuno, comida y cena gratis en el Parador, una tradición antigua que todavía se mantiene. Si habéis pasado la noche cerca de Santiago, no dejéis escapar esta oportunidad.
También es costumbre asistir a la misa del peregrino, que se celebra diariamente en el Altar Mayor de la Catedral a las 7:30, 9:30, 12:00 y 19:30. Durante la ceremonia, se suelen mencionar, de forma general, los peregrinos que han llegado, sus procedencias y los caminos que han recorrido. De hecho, todas las misas en el Altar Mayor son consideradas misas del peregrino.
El acceso a la Catedral es gratuito, aunque no se permite entrar con mochilas grandes. Desde la pandemia de Covid-19, ya no se puede abrazar ni besar la figura del Apóstol por detrás, como se hacía antaño. La entrada se realiza por el lado derecho.
En el centro de la Plaza del Obradoiro, frente a la Catedral, hay una placa en el suelo que marca el kilómetro 0, el final del Camino de Santiago. Las distintas sendas que se cruzan en la placa simbolizan los cinco caminos principales que terminan aquí.
En cuanto a alojamiento, en Santiago hay muchas opciones. Un lugar especial para cerrar la experiencia es el Parador de Santiago de Compostela: un poco más caro que la media, pero ideal para quienes quieran darse un capricho. También hay albergues, aunque los precios son significativamente más altos que en los pueblos anteriores, por lo que muchos optan por habitaciones privadas. Nosotros nos alojamos en el The Last Stamp, caro para ser un albergue, pero situado en pleno centro.
Para comer, es tradición celebrarlo con una mariscada el día de llegada. Muchos restaurantes la ofrecen, aunque suelen ser muy turísticos y caros. Un truco que nosotros seguimos fue ir al Mercado de Abastos de Santiago: recorrimos los puestos seleccionando el marisco que queríamos, y luego lo llevamos al local Mariscomanía, donde lo cocinan para ti por un precio fijo de 9€ por comensal, independientemente de la cantidad. De esta manera se ahorra dinero, ya que solo se paga el marisco a precio de mercado más la cocción. También ofrecen carnes, pero no pescados ni cefalópodos (pulpos, calamares, etc.). En nuestro artículo sobre Santiago detallamos más opciones para comer en la capital.
Comer en el Camino de Santiago
Una parte fundamental de la experiencia del Camino de Santiago es disfrutar de la fabulosa gastronomía gallega. En prácticamente todos los pueblos por los que pasa el Camino, la mayoría de los restaurantes ofrecen un menú del día, compuesto por varios platos típicos gallegos a un precio razonable, alrededor de 14 €.
Algunos de los platos típicos de Galicia que no podéis dejar de probar durante vuestra travesía son:
- Pulpo á feira o pulpo a la gallega. Tiene su origen en los monasterios del interior de Galicia durante la Edad Media, cuando comenzaron a cocinar pulpo y servirlo con aceite de oliva y pimentón en las ferias rurales, de ahí su nombre. Curiosamente, aunque se consume mucho en Galicia (y en España), solo una parte del pulpo procede de la costa gallega; gran parte se importa de otras zonas, principalmente Marruecos y Mauritania. La cocción del pulpo sigue la técnica tradicional de los “tres sustos”: se toma el pulpo por la cabeza y se introduce en el agua hirviendo tres veces rápidamente, y después se deja cocer completamente durante 30-45 minutos. Esto evita que pierda la piel y logra que la carne quede tierna y jugosa. En Galicia, la forma tradicional de servirlo es en un plato de madera, acompañado de cachelos (patatas cocidas), y se come pinchando el pulpo con un palillo.
- Empanada gallega, normalmente de atún o de ternera, aunque también las podéis encontrar de marisco.
- Raxo gallego (lomo de cerdo con patatas).
- Revuelto de grelos; los grelos gallegos son verduras que proceden del nabo.
- Lacón a la gallega o con grelos.
- Caldo gallego, normalmente servido con grelos, patatas, habas pequeñas y, a veces, repollo.
- Volandeiras/zamburiñas/vieiras (ordenadas de menor a mayor calidad), exquisitas.
- Queso de Cebreiro con membrillo o con miel, lo encontraremos entre O Cebreiro y Triacastela.
- Queso de denominación de origen Arzúa-Ulloa.
- Chuleta o chuletón de ternera o de vaca, con tantas como hay en Galicia, no es de extrañar.
- Churrasco.
- Chorizo criollo (combina carne de vacuno y de cerdo).
- Pimientos de padrón (recordad que Padrón es un municipio de la provincia de Pontevedra).
- Vinos como el blanco de uva albariño o el ribeira.
- Cervezas como la Estrella Galicia y la 1906.
- Tarta de Santiago, de almendra, conocida nacional e internacionalmente.
Gastronomía del Camino de Santiago
Qué llevarse al Camino de Santiago
La lista de cosas para llevarse al Camino es siempre un punto de discusión y depende mucho de la persona. Normalmente se recomienda que el peso del macuto no supere el 10% del peso de la persona. A continuación os damos ideas de cosas a llevar:
- Saco de dormir ligero, pues en los albergues solo suelen dar sábanas bajeras y algunos mantas. Lo suyo es que no ocupe ni pese mucho ya que hay que cargar con él todos los días.
- Toalla, ya que en los albergues no dan, también ligera y pequeña si puede ser.
- Impermeable/chubasquero y/o cubre mochilas, para que no se moje nuestro macuto en los días lluviosos, algo habitual en Galicia.
- Botas para caminar y, opcional, unas zapatillas cómodas o sandalias para poneros después de todo el día caminando.
- Chanclas para las duchas o para que respire el pie un poco.
- Ropa en general (camisetas tanto de deporte como normales, pantalones, ropa interior, etc.).
- Neceser de baño: cepillo y pasta de dientes, y pastilla de jabón o gel de viaje ya que no todos los albergues tienen.
- Botiquín medicinal básico con cacao, crema solar pequeña, compeed e aguja/hilo para las ampollas, tiritas, ibuprofeno y alguna crema antiinflamatoria local. También se recomienda vaselina, y aplicarla en los pies antes de caminar para que reduzca los roces y fricción y se evite que salgan ampollas.
- Palos de senderismo, indispensables para reducir el esfuerzo en las piernas. Ojo: AENA no permite subirlos al avión como equipaje de mano al considerarlos “objeto contundente”. Por ello, si viajas desde un aeropuerto nacional, lo más seguro para que no te los quiten es facturarlos, aunque algunas aerolíneas, según su política, pueden aceptar palos si son desmontables.
- Guantes: útiles porque las mañanas suelen ser frías, y al usar los palos las manos quedan expuestas.
- Otros: agua (llevar poca para que no pese demasiado), algo de picoteo ligero como frutos secos, pañuelos, tapones para los oídos, antifaz, linterna para los muy madrugadores, rodilleras (las rodillas sufren mucho).
En cualquier caso, lo más recomendable es llevar la menor cantidad de equipaje posible y lavar la ropa de vez en cuando. Si no queremos hacerlo a mano, casi todos los alojamientos ofrecen servicio de lavandería, que suele costar entre 4 y 5 € por lavadora y lo mismo por la secadora. De esta manera, entregas toda tu ropa sucia y por la noche ya la tienes limpia y seca.
Además, como mencionamos al principio, muchos albergues cuentan con un servicio de transporte de mochilas, que lleva tu equipaje al siguiente albergue para que puedas caminar más ligero y cómodo.







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