Con este tiempo tan cambiante típico asturiano, dedicamos un fin de semana a visitar Gijón y alrededores.
Gijón es, con 270.000 habitantes, la ciudad más poblada de Asturias, aunque no su capital. En asturiano, lengua cooficial de Asturias, Gijón se escribe “Xixón” y se pronuncia “Shi-shón”.
Gijón se puede ver tranquilamente en un día, gran parte de la ciudad es considerablemente industrial y residencial, por lo que la parte más atractiva de la ciudad es la zona de las playas. Gijón tiene dos: la Playa de San Lorenzo y la Playa de Poniente.
¿Qué ver en Gijón?
Comenzamos el recorrido por la Playa de San Lorenzo, la más bonita de las dos. Podéis empezar en el extremo derecho de la misma, junto a la desembocadura del río Piles en el Mar Cantábrico, y caminar relajadamente hasta llegar a la iglesia de San Pedro. Las escaleras de bajada a la playa están numeradas, siendo la más icónica la número 4, conocida como La Escalerona, construida en 1933 en estilo Art Déco y típico lugar de encuentro de los locales. El que quiera también puede, naturalmente, tomar el sol y darse un baño, si el tiempo lo permite. Para nosotros, fue lo más bonito de Gijón.
Es una playa de ciudad, muy frecuentada por los gijoneses y turistas, sobre todo en verano. Tanto les gusta a los locales esta playa que, de manera natural, surgió una apodo para los habitantes de Gijón «playos», usado coloquialmente. Y los de Oviedo también llaman a los gijonenses «culomollaos», es decir, “culo mojados”, en tono burlón por estar siempre metidos en el agua.
La iglesia de San Pedro también merece una visita a su interior; es gratis, además. La iglesia, de culto católico, se erigió en el siglo XV, si bien esta fue destruida casi en su totalidad durante la Guerra Civil y, por tanto, lo que vemos actualmente es una nueva construcción del año 1955.
Playa de San Lorenzo e iglesia de San Pedro al fondo
Junto a la iglesia se encuentran las Termas Romanas de Campo Valdés, un pequeño museo que muestra unas termas romanas descubiertas en 1903. El museo en sí se inauguró en 1995. Hay que reservar entrada con antelación, en su página web tenéis el teléfono para ello y los horarios de visita.
Continuamos nuestro camino en dirección oeste subiendo al Cerro de Santa Catalina para visitar el llamado Elogio del Horizonte, un enorme monumento de hormigón del famoso arquitecto Eduardo Chillida, levantado en 1990. Aparte de pasear por el cerro, es recomendable situarse dentro de la escultura y ver como se pierde el Mar Cantábrico en el horizonte. También se tienen unas vistas fabulosas de las dos playas, cada una a un lado del cerro.
Elogio del Horizonte con el Mar Cantábrico de fondo
El Cerro de Santa Catalina se sitúa en el barrio de Cimavilla (también conocido como Cimadevilla), una península situada entre las dos playas, muy reconocible si veis el mapa de Gijón. Este barrio es el más antiguo y auténtico de la ciudad, característico por su pasado como antiguo barrio de pescadores y por sus callejuelas estrechas, plazoletas y casas tradicionales.
Paseando por este barrio, pasaremos primeramente por la Cuesta del cholo, un sitio muy local donde se reúnen los xixoneses para ver la puesta de sol mientras disfrutan de una botella de sidra. Frente a la cuesta se encuentra el Puerto Deportivo de Gijón, aunque durante siglos ha sido el puerto pesquero tradicional de la ciudad. Entre los siglos XVII y XVIII, la pesca de ballena era una fuente importante económica del puerto y aquí atracaban los balleneros para luego, subir con carros las ballenas por la cuesta que hoy en día se llama Tránsito de las Ballenas hasta lo alto del barrio de Cimavilla para descuartizarlas. Ahí en el puerto deportivo hay un edificio llamado Sala de Exposiciones Antigua Rula, y es que la «rula» es como llamaban los asturianos a la lonja donde se vendía el pescado fresco que venía en los barcos. Hoy en día es una sala de exposiciones gratuita.
Ahora nos dirigiremos al Campo de las Monjas, una plaza llamada así por ser donde se encontraba en el siglo XVII y XVIII el convento del Santísimo Sacramento y Purísima Concepción de Nuestra Señora. Fue suprimido en el siglo XIX durante la desamortización liberal. A la plaza también se la conoce por otros nombres: Plaza del Lavaderu, por ser el lugar donde había un lavadero público y las mujeres se reunían para lavar la ropa antiguamente, y Plaza Periodista Arturo Arias, el nombre oficial, dedicada al periodista gijonés.
También en esta plaza encontramos la Estatua homenaje a Rambal, ubicada justo frente al edificio donde nació. Rambal, llamado oficialmente Alberto Alonso Blanco (1928–1976), fue un personaje muy querido de la ciudad, abiertamente homosexual y un símbolo LGTBI+ en la época de la dictadura franquista. De hecho, acabó asesinado y quemado en 1976, sin que siquiera se lograse identificar al agresor. Esta escultura, inaugurada en 2023, trata de ensalzar y honrar su vida.
Continuamos con la Plazuela de Jovellanos, lugar donde se encuentra el Museo Casa Natal de Jovellanos, de acceso gratuito. En esta casona-palacio medieval nació Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), escritor e intelectual al que algunos apodaban el “Cervantes asturiano”.
También hemos de ver la Plaza Mayor de Gijón, junto con el Ayuntamiento de Gijón. Y, al lado, la Plaza del Marqués, presidida por la Fuente y Estatua de Pelayo, un monumento de 1891 en honor a Don Pelayo, el que fuera fundador del Reino de Asturias en el año 718 y que pasara a la historia por frenar el avance del ejército musulmán de Al-Ándalus, derrotándolo en la batalla de Covadonga en el 722. La falta de documentación de la Edad Media hace que haya sido imposible demostrar con absoluta certeza si Don Pelayo era un noble visigodo o astur. Sea como fuere, esta escultura nos recuerda la figura de este célebre personaje.
En uno de los extremos de esta misma plaza se alza el Palacio de Revillagigedo, una edificación barroca del año 1721, aprovechando que en este lugar había una torre del siglo XV. Esta mezcla de construcciones se aprecia perfectamente: si os fijáis en la fachada, la torre de la derecha es la más antigua de las dos. Hoy en día está convertido en un museo de tres plantas que se puede visitar gratuitamente.
Plaza del Marqués: Monumento a Pelayo y Palacio de Revillagigedo
En la plaza también veréis alguna que otra tienda de souvenirs, ideal para llevarse un recuerdo o regalo de Gijón. La siguiente parada son las letronas rojas de Gijón, típico lugar para hacerse una foto con el puerto deportivo de fondo.
Finalizaremos nuestro camino en la Playa de Poniente. En sí, la playa no tiene gran atractivo, pero sí la zona, mucho más contemporánea con edificios en forma de barco, el acuario de Gijón, etc.
¿Dónde comer en Gijón?
Llegamos a nuestra parte favorita de los viajes y más aún si estamos en Asturias. No nos podemos marchar sin antes comer algunos de los platos típicos de la región como el cachopo (se suele partir en tiras y compartir), la fabada asturiana, el chorizo a la sidra, el queso cabrales (procedente del pueblo de Cabrales), el paté de cabracho (un pez bajo en grasa y rico en proteínas) y el arroz con leche asturiano. Todo ello acompañado de una rica sidra, por supuesto.
Para probarlos, el mejor sitio de los varios que fuimos fue, sin duda, el Sidrería Tierra Astur Poniente, ubicado en Playa de Poniente. Tiene una terraza súper agradable y un interior con una decoración típica de la región. Se puede intentar reservar desde su web, pero suele estar todo lleno siempre, así que lo mejor es ir pronto y ponerse a la cola hasta que se libere una mesa. Nosotros fuimos a comer y estábamos allí a las 13:00, justo antes de que llegara todo el mundo.
Otro sitio de más categoría es Restaurante Asturiano La Galana y otro de menos, aunque igualmente rico, el Restaurante Sidrería Tropical.
Excursiones desde Gijón
Asturias es una región increíble para visitar, tiene naturaleza y paisajes, con los Picos de Europa, y también pueblecitos de pescadores llenos de encanto. Los más destacados son Lastres y Cudillero.
En cuanto a excursiones, hay muchas clásicas para hacer, en función de los gustos de cada uno.
- Lagos de Covadonga. Esta es la más típica de todos y casi que algo obligatorio para ver alguna vez en la vida. Es un conjunto de tres lagos (Enol, Ercina y el estacional Bricial) enclavados dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, originalmente llamado Parque Nacional de la Montaña de Covadonga antes de que se integrara en el de los Picos de Europa. Se puede subir en coche propio siempre y cuando sea antes de las 8:30; la bajada la puedes hacer cuando quieras. De 8:30 a 21:00 la carretera está cerrada para vehículos privados y solo se puede subir en autobús y taxi. El autobús sale desde la estación de autobuses de Cangas de Onís y tiene un precio de 9€ (ida y vuelta) por persona. El taxi, que en realidad es una furgoneta para 8 personas cuesta 10€ (ida y vuelta) por persona. Así que realmente sale casi igual de precio, es posible que salga mejor el taxi puesto que las colas tanto para comprar el billete como para subirse al autobús son considerables. Lo único es que con el taxi solo se puede estar arriba una hora. Por tanto, si deseáis verlo tranquilamente y pasar el día, el autobús es vuestra opción; si solo queréis verlo y dar una vuelta rápido, lo mejor es el taxi. Aquí tenéis más información sobre el transporte.
- Descenso del Sella. Otra atracción típica de naturaleza, aquí lo más sencillo es buscar una de las múltiples empresas que realizan esta actividad con salidas desde distintas ciudades asturianas.
- Ruta del Cares. Se trata de una ruta de senderismo impresionante en pleno corazón del parque nacional de los Picos de Europa. Se desarrolla en un desfiladero junto al río Cares, entre los pueblos de Caín (en León) y Poncebos (Asturias). Son 14 Kilómetros por trayecto, es decir 28 en total. La problemática viene con los coches ya que hay que dejarlo en uno de los pueblos y, es posible, que a los 14 Km no tengamos fuerzas para hacer el mismo camino de vuelta. En este caso hay coches que te devuelven al inicio por un precio de unos 50€ por persona. Nosotros lo hicimos empezando en Poncebos, aunque se puede hacer en cualquiera de los sentidos.
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