Artículo actualizado en: 2024-06-22T10:26:11Z

Palermo

Palermo, con unos 630.000 habitantes, es la capital de la isla y región italiana de Sicilia. Es una ciudad única y muy auténtica, aunque también muy turística y calurosa, por lo que el mejor momento para visitarla es temporada baja, evitando así los meses de verano.

Palermo tiene fama de ser una ciudad sucia, decadente y caótica y, en nuestra opinión, cumple todos y cada uno de esos adjetivos. No obstante, esto no se aprecia tanto en el casco antiguo sino en el resto de la ciudad, por lo que, que no os desanime a visitar la ciudad.

Sicilia es una isla para todos los gustos, pues goza de múltiples atractivos: catedrales e iglesias de distintos estilos, yacimientos arqueológicos, volcanes, playas y ciudades puramente italianas. Es decir, cada persona puede encontrar uno o múltiples motivos para visitar Sicilia. Eso sí, es bastante grande, la más grande de todo el Mar Mediterráneo, tiene una extensión un poco menor que todo el país de Bélgica, para hacernos una idea, así que se recomienda dedicarle unas dos o tres semanas para recorrerla entera. No obstante, en una semana o diez días podéis ver unas cuantas cosas y llevaros una sensación de lo que es Sicilia.

    ¿Cómo moverse por Sicilia?

    Por la flexibilidad y facilidad para poder llegar a todos los sitios, la mejor opción es alquilar un coche 🚗. Hay que ser consciente, eso sí, de que la conducción en Sicilia deja mucho que desear y dista mucho de los estándares europeos. En general no hay prioridades en los cruces, todos meten el morro y van despacio para no chocar entre sí, no se respetan los pasos de cebras y no siempre están claros los carriles. A esto se le suman bicis, motos y patinetes que van y vienen por cualquier lado. Por tanto, hay que tener cuidado.

    En Palermo podéis alquilar coche en el aeropuerto o en la ciudad, aunque un poco a las afueras, concretamente en Via Umberto Giordano, 8, junto a la Stazione Palermo Notarbartolo. Nosotros lo alquilamos con la compañía Locauto. También podéis coger el coche en una oficina y devolverla en otra, por ejemplo, Catania.

    Para aparcar por la región, nosotros recomendamos descargarse la aplicación Easypark, es súper fácil de usar y permite aparcar en zona azul (strisce blu) de toda Sicilia. Además, en muchos sitios no hay máquinas por lo que esta es la única manera de poner el ticket. Otra opción son los aparcamientos privados que podéis encontrarlos poniendo “parcheggio” en vuestra aplicación de mapas sobre la ciudad donde estéis.

    Por otro lado, como es una isla tan grande y no se puede ver todo, entre las principales ciudades y las principales atracciones también se puede uno mover con transporte público. La mejor opción es en tren (a través de la web de Trenitalia), pues tiene conexiones entre ciudades como Palermo, Catania, Agrigento, Taormina, Syracusa, Noto, Módica y Ragusa. Como alternativa, el autobús, podéis mirar compañías como Flixbus que tiene bastantes trayectos.

    ¿Cómo ir del Aeropuerto de Palermo al centro?

    Palermo cuenta con un aeropuerto con vuelos nacionales e internacionales llamado Aeroporto Internazionale di Palermo Punta Raisi “Falcone e Borsellino” (PMO). Se trata de un aeropuerto pequeño, así que no tendréis mucho lío para encontrar las cosas.

    Para llegar desde el aeropuerto al centro hay varias maneras de hacerlo.

    🚄Con tren desde Palermo Aeroporto hasta la estación de trenes central, Palermo Centrale. Podéis comprar los billetes por internet desde la web de Trenitalia. La estación de trenes del aeropuerto se encuentra nada más salir por “salidas” del aeropuerto, así que podéis comprar el ticket nada más aterrizar, y así escoger el tren que salga más pronto. El trayecto dura unos 50-60 minutos dependiendo del tren, aunque hay uno que tan solo tarda 35 minutos.

    🚌En autobús, comprando el ticket desde esta web o 50 céntimos más caro en el propio bus. El trayecto también dura unos 45-50 minutos y hay autobuses cada media hora más o menos. La parada se encuentra saliendo del aeropuerto, a la derecha.

    🚕En taxi compartido, por un precio de 8€ por persona. Estos se toman nada más salir, a la derecha. Es la manera más rápida, solo tarda una media hora y te deja en tu hotel y solo cuesta un poco más que el bus o tren. Son taxis grandes, con capacidad para 6-8 personas y salen en cuanto lo llenen.

    Por cierto, Palermo carga una tasa turística de 2€ por persona y noche, cobrada en el hotel al final de la estancia, pero destinados al mantenimiento de la ciudad.

    Breve historia de Sicilia

    Siempre nos gusta conocer un poco sobre la historia de los sitios que visitamos y, en el caso de Sicilia, es imprescindible hacerlo, pues en cada ciudad, en cada rincón de la isla, hay muestras del paso de alguno de los múltiples pueblos que habitaron esta región.

    Los primeros habitantes de Sicilia de los que hay constancia fueron los Sicani, los Elimi y los Siculi, en la prehistoria. Más tarde, en el siglo IX a.C. llegaron los fenicios y, en el 750 a.C., los griegos, estableciendo el mayor asentamiento en Siracusa. En el siglo V a.C. llegaron los cartagineses procedentes de Cartago (en el norte de África, actual Túnez), quienes convivieron con los griegos hasta que empezaron las disputas. Esto acabó en las llamadas guerras púnico-griegas (el Estado Púnico es el Estado cartaginés), a las que se unió un tercer invitado, el Imperio Romano, que aprovecharon esta época turbulenta para luchar contra todos y terminar anexionándose la región de Sicilia a su imperio.

    Sicilia fue una provincia del Imperio Romano durante más de 600 años, produciéndose un proceso de romanización para introducir el latín como idioma y el cristianismo, entre otros aspectos culturales, si bien solamente se consiguió de manera parcial, pues la mayoría de la población continuó con la cultura griega. Al caer el Imperio romano de Occidente (476 d.C.) llegaron una serie de pueblos germánicos procedentes del norte de Europa (469 - 535 d.C.) y luego bizantinos (535 - 965 d.C.). El Imperio Bizantino, también conocido como Imperio romano de Oriente, era la parte oriental del Imperio Romano cuya capital, Bizancio, renombrada más tarde como Constantinopla, se ubicaba en la actual Estambul.

    El Imperio Bizantino se fue debilitando (650 d.C.) y los árabes lo aprovecharon para lanzar numerosos ataques en los siglos posteriores. El Imperio Bizantino trasladó su capital de Constantinopla a Siracusa para tratar de defenderse, aunque acabaría cediendo en el 965 d.C. con la caída de Taormina, la última ciudad en ser conquistada.

    Se estableció entonces el Emirato de Sicilia, que duró entre 965 al 1092, cuya capital estuvo en Palermo. Fue en esta época cuando se introdujeron en la isla productos tan típicos hoy en día como los cítricos (naranjas y limones), el pistacho y la caña de azúcar. Además, algunas de las muestras de arte más bellas de la isla son de arte bizantino-árabe como la Capilla Palatina en Palermo, la Catedral de Monreale o la Catedral de Cefalú.

    En el siglo XI llegaron los normandos buscando nuevos territorios, pues Normandía estaba super poblada. Los normandos eran vikingos descendientes de escandinavos que se establecieron en la región de Normandía en el norte de Francia. Al habitar en esta región francesa, los normandos se distanciaron de los vikingos culturalmente y acabaron hablando francés y siendo cristianos, por lo que contaba con el beneplácito y apoyo del Papa. Los normandos acabaron con bizantinos y árabes de la isla, instaurando el Reino de Sicilia.

    En 1194 la dinastía normanda quedó sin descendencia masculina y el trono acabó en el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique VI, de la familia Hohenstaufen, originarios de Suabia (Alemania). Sin embargo, las disputas entre los Hohenstaufen y el Papa hizo que este último otorgara en 1265 el reino a Carlos de Anjou. Los pueblos sicilianos no estaban contentos con el nuevo gobierno, se rebelaron y apoyaron a Pedro III de Aragón, yerno del último rey Hohenstaufen. De esta manera, Sicilia acabó perteneciendo al Reino de Aragón durante cinco siglos.

    En 1713, tras la guerra de Sucesión Española, se firmó el Tratado de Utrecht, por el cual Sicilia fue cedida a la casa de Saboya. Sin embargo, esto solo duró 7 años, pues en 1720 los Saboya cambiaron Sicilia por Cerdeña, y la isla quedó en manos del emperador austriaco, Carlos VI, de la familia de los Habsburgo.

    En 1734 Carlos III de España, borbón e hijo de Felipe V, conquistó Sicilia y fusionó los reinos de Nápoles y Sicilia en 1816. Esto duró hasta 1860, cuando Garibaldi emprendió su unificación de Italia, que incluyó la derrota de los Borbones.

    Simbología de Sicilia

    Antes de empezar con las cosas que ver en Palermo, queríamos dedicar una sección a hablar sobre varios símbolos característicos de la isla que no pararemos de ver en todos los puestos y tiendas de recuerdos.

    Comenzamos con la Trinacria, el más importante de todos, incluso presente en su bandera. El nombre era el que le pusieron a Sicilia los primeros griegos cuando llegaron a la isla, debido a que esta tiene 3 extremos. El símbolo en sí consiste en una cabeza de medusa, la criatura mitológica que tenía el pelo de serpientes y convertía en piedra a la gente con solo mirarla, con tres piernas doblada saliendo de ella, con algunas variaciones. Su origen es griego, pero fue evolucionando y siendo modificado por los siguientes pobladores de la isla.

    Otro de los objetos preciados de Sicilia es la cabeza de moro (testa di moro), procedente de una historia de cuando la isla estuvo ocupada por los árabes. Se trata de una historia de amor entre un joven árabe procedente del norte de África y una siciliana. Sin embargo, el hombre guardaba en secreto que tenía mujer e hijos en África, hasta que un día, la siciliana lo descubrió y, herida en su corazón, decidió cortarle la cabeza una noche y usarla como jarrón. Es muy habitual ver estas cabezas, normalmente fabricadas en cerámica, vendidas por pares, un hombre y una mujer, o solo la del hombre.

    La piña siciliana, otro de los souvenirs más comunes, es parte de la cultura siciliana y representa la salud, prosperidad y buena suerte.

    Y, por último, los limones, uno de los productos típicos de Sicilia que exporta a gran parte de Europa.

    ¿Qué ver en Palermo?

    Palermo es una ciudad relativamente grande, pero que concentra casi todas las atracciones turísticas en las tres o cuatro calles del centro. Por tanto, se puede llegar andando a todos los sitios. Si queréis ver todo lo que la ciudad ofrece, recomendamos quedaros dos días, si solo queréis ver las dos o tres cosas principales, basta con un día completo.

    La calle principal es la Via Vittorio Emanuele, a lo largo de la cual veremos los puntos de interés más destacados. Comenzaremos por la plaza Quattro Canti, considerada el centro del casco antiguo. Más que una plaza, se trata de una intersección entre la Via Maqueda y la Via Vittorio Emanuele, enmarcada por 4 edificios barrocos, cada uno con su propia fachada, erigidos en el 1620. De abajo a arriba, cada fachada consta de una fuente dedicada a cada una de las cuatro estaciones, otra estatua de los cuatro reyes españoles de Sicilia (el Rey Carlos I de España y V de Alemania y sus descendientes Felipe II, Felipe III y Felipe IV) y, arriba una última de las cuatro patronas de Palermo. Todos los reyes pertenecieron a la casa de los Austrias, como se pueden ver en los cuatro escudos que hay en la parte más alta con el águila de San Juan.
     
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    Dos de las fachadas de la plaza Quattro Canti

    Continuamos por la calle hasta el final, donde nos aparecerá a mano derecha el impresionante edificio de la Catedral de Palermo (Cattedrale di Palermo), erigida a finales del siglo XII. Es tan impresionante tanto por fuera como por dentro, y mezcla diversos estilos arquitectónicos como bizantino, pues la catedral se construyó sobre una basílica bizantina ya existente; el gótico-catalán como se aprecia en el pórtico de 3 arcos de 1465; y el neoclásico, procedente de reformas entre los años 1781 y 1801. También destacan los arcos que conectan la Catedral con el edificio adyacente, la Arcidiocesi di Palermo.

    Se puede acceder gratuitamente a su interior, sin embargo, hay una zona de pago conocida como Area Monumental, que consta de salas que se remontan a la época normanda:
    • Las Tumbas Reales (Tombe reali), donde se guardan los restos del emperador Federico II, su padre Enrique VI, su madre Constanza de Altavilla, su abuelo Roger II (fundador del Reino de Sicilia) y su esposa Constanza de Aragón;
    • El Tesoro de la Catedral, donde encontraremos, además de preciosos objetos litúrgicos, la Corona de Constanza de Sicilia, una tiara de oro encontrada en su tumba en 1491.
    • La Cripta, donde se custodian las tumbas de los arzobispos de Palermo, así como sarcófagos de épocas romana, bizantina y normanda.
    • La azotea de la Catedral (tetti en italiano, o techos), desde donde se obtienen unas buenas vistas de la plaza y edificios cercanos.
    En su página web podéis ver los horarios y distintos billetes. El más caro incluye, además de lo mencionado anteriormente, el Museo Diocesano que se encuentra en el edificio conectado por arcos. Recomendamos venir pronto, antes de que lleguen todos los tours.

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    Catedral de Palermo

    Después de ver la Catedral junto con la hermosa plaza donde se encuentra, continuamos por la calle principal hasta toparnos con la majestuosa Porta Nuova, construida en 1583 para conmemorar la entrada en la ciudad del emperador Carlos I de España y V de Alemania tras haber conquistado Túnez en 1535. No obstante, el diseño actual data de 1669, cuando fue reconstruida tras haber sido destruida en una explosión; eso sí, siguiendo el modelo original. En aquella época era la puerta de acceso a la ciudad más importante. Lo curioso de esta puerta es que las dos fachadas tienen un estilo completamente distinto. La cara que cae del lado del casco antiguo es más tradicional, con un arco de triunfo, cuatro figuras femeninas que representan la paz, justicia, verdad y abundancia, y una serie de arcos renacentistas en la parte superior. Al cruzar la puerta y girarnos, lo que veremos es una fachada diferente, donde destacan cuatro figuras de hombres a modo de pilares (en arquitectura, telamones) que representan a cuatro moros derrotados por Carlos I durante la conquista tunecina, los dos del centro con los brazos amputados en señal de sometimiento al emperador.
     
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    Parte trasera de la Porta Nuova

    A la izquierda de la Porta Nuova se alza el imponente Palacio de los Normandos (Palazzo dei Normanni), también llamado Palacio Real (Palazzo Reale). El palacio fue construido en el siglo IX por los árabes para su emir sobre una antigua fortaleza fenicia. Más tarde, fue reformado y ampliado por el rey de los normandos, Roger II, quien lo designó como residencia real para los reyes normandos de Sicilia, de ahí el nombre actual. En 1194, el palacio fue saqueado por Enrique VI de Hohenstaufen, si bien lo siguió utilizando como sede administrativa del gobierno. Entre los siglos XIII y XV, fue abandonado, quedando en un estado de ruinas, y no volvió a estar en uso hasta que los virreyes españoles lo renovaron y ampliaron para usarlo como su residencia, en el siglo XVI. Desde 1947, el Parlamento de Sicilia tiene aquí su sede.

    Nada más entrar, veremos un bello patio cuadrado de 1600 llamado Cortile Maqueda con tres pisos formados por múltiples arcos de medio punto. En la planta baja también veremos una breve sala con restos arqueológicos. Subiendo al primer piso veremos la famosa Capilla Palatina y, en el segundo, los Apartamentos Reales (Appartamenti Reali), donde destacan la Sala di Ruggero y la Sala dei Venti, y, por otro lado, la Sala de Hércules (Sala D'Ercole), donde se reúne el Parlamento. La visita termina con los Jardines del Palacio de los Normandos (Giardino Palazzo Normanni), un pequeño parque con una gran variedad de plantas y árboles.

    El plato fuerte de la visita es la impresionante Capilla Palatina (Cappella Palatina), el mejor ejemplo de estilo árabe-normando-bizantino que hay en el mundo, y forma parte del conjunto “Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale”, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2015. Se construyó entre los años 1132 y 1140 bajo el mandato del rey normando Roger II.

    Se entra por el portal lateral, donde vemos una serie de mosaicos alrededor que nos dan una pista sobre lo que veremos dentro. Su interior está formado por tres naves, una principal y dos laterales, separadas por ocho columnas de mármol, cuatro a cada lado, y un presbiterio (donde está el altar) al final de la nave central.

    Lo primero que llamará nuestra atención serán los mosaicos bizantinos de la parte altas de las paredes, de los ábsides y la cúpula. El ábside central muestra Cristo Pantocrátor, que es la representación de Dios en el arte bizantino, con su mano derecha en esa típica postura de este tipo de imágenes y con la izquierda sosteniendo un Evangelio abierto por la página del versículo Juan 8:12 (“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”), escrito en griego y latín. Los ábsides laterales están decorados con mosaicos de San Andrés y San Pablo.

    Miramos hacia arriba y vemos que en la cúpula se ilustran ocho ángeles alrededor de otra figura de Cristo Pantocrátor. En las paredes de la nave central vemos imágenes del Antiguo y Nuevo Testamento, en orden cronológico. Las paredes laterales representan la vida de los Santos San Pedro y San Pablo.

    En la parte trasera de la nave central, también llamada contrafachada, hay una plataforma de mármol a la que no podemos acceder, pero sí ver perfectamente. Aquí se ubicaba el trono en la época aragonesa, por eso está elevado con respecto al resto de la capilla. Sobre ella se distinguen dos figuras de leones que simbolizan la realeza y, por encima, otro mosaico de época normanda que ilustra a Cristo Pantocrátor (el tercero en esta iglesia) con San Pedro, San Pablo y los Arcángeles Miguel y Gabriel.

    Lo siguiente más llamativo es el techo de mocárabes (muqarnas), que es un elemento arquitectónico de estilo árabe formado por prismas de madera colgantes que se encuentra normalmente en bóvedas o arcos. Techos de mocárabes hay varios en el mundo, pero estos son especiales, tienen un estilo ligeramente distinto e incluyen minúsculas imágenes de lo que los reyes normandos imaginaban que sería el paraíso: gente bailando, bebiendo, cazando, etc. También encontramos en él inscripciones árabes, griegas y latinas.

    Por otro lado, destaca también el suelo y la parte baja de las paredes, en mármol blanco, decorado con mosaicos árabes, así como el púlpito y el candelabro.

    No hay necesidad de comprar los tickets con antelación, se pueden comprar in situ en el momento de la visita, aunque sí recomendamos ir pronto, pues ver la Capilla Palatina llena de gente le resta encanto. Los tickets se compran en un quiosco ubicado en el parque de enfrente del palacio, “Biglietteria Fondazione Federico II”, a unos 100 metros.

    Los Apartamentos Reales no abren de martes a jueves, por lo que si vais un día en que estén cerrados, la entrada es más barata. Mirad su página web antes de ir para ver los precios y horarios, pues son un poco variables según haya misas, actos y demás eventos.
     
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    Presbiterio de la Capilla Palatina con los mosaicos bizantinos

    Volvemos por la via Vittorio Emanuele hasta la altura de Quattro Canti para visitar la Piazza Pretoria, presidida por la Fuente Pretoria y rodeada de elegantes palacios como el Palazzo Pretorio que es el actual ayuntamiento de Palermo y la iglesia de Santa Catalina (Chiesa e Monastero di Santa Caterina d'Alessandria). La Fuente Pretoria no deja indiferente a nadie, algunos la llaman la Fuente de la Vergüenza, pues está conformada por múltiples figuras de mármol de ninfas y dioses desnudos, así como de animales. La fuente se construyó por primera vez para el Palacio de San Clemente de Florencia, pero menos de veinte años después, entre 1573 y 1581, fue completamente demolida y reconstruida en Palermo, por eso hay varias partes dañadas.
     
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    Piazza Pretoria con la Fuente Pretoria en el centro

    Desde esta plaza nos desplazamos a la plaza anexa, la Piazza Bellini, donde tenemos varias cosas que ver. Primeramente, mencionar que los edificios, ya desde su origen, estaban a distintos niveles, por lo que fue necesario nivelar el terreno y hoy en día varios edificios están elevados en plataformas y solo se puede llegar a ellos por escaleras. La plaza está rodeada por una fachada de la iglesia de Santa Catalina que acabamos de ver, una fachada del Palazzo Pretorio que también acabamos de ver, el Teatro Bellini a mano izquierda y, enfrente, la Chiesa Santa Maria dell'Ammiraglio a la izquierda, y la Chiesa di San Cataldo a la derecha.
     
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    Piazza Bellini con la Chiesa Santa Maria dell'Ammiraglio y la Chiesa di San Cataldo

    La Chiesa Santa Maria dell'Ammiraglio, también conocida como la Chiesa della Martorana, es otra de las paradas obligatorias, también patrimonio de la Humanidad por pertenecer al conjunto “Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale”, y todo un crisol de estilos.

    Se erigió en estilo árabe-normando en 1143 por orden del rey normando Roger II y por aquel entonces era considerablemente pequeña. Visto desde la plaza Bellini, es la parte de la izquierda, reconocible por la cúpula en la parte superior. Poco más tarde se construyó el campanario (campanile), en aquel momento con solo dos pisos, de tal manera que la fachada principal de la iglesia original daba directamente al campanario, con un pórtico en medio. Los dos pisos superiores del campanario se añadieron en el siglo XIV. Actualmente la entrada a la iglesia se realiza por debajo del campanario.

    En 1435, la iglesia se unió al adyacente convento benedictino de Eloisia Martorana para que fuera usada por las monjas como capilla del convento, por eso hoy en día también se la conoce por este nombre. En 1588 se produce una profunda reforma y ampliación, añadiendo dos capillas laterales donde se colocaron los mosaicos que estaban en el pórtico principal que fue demolido. Entre 1683 y 1687 se sustituyó el ábside central por un nuevo ábside rectangular, y en 1740 se construye la fachada barroca que da a la Plaza Bellini.

    En su interior se aprecia mucho mejor esa distinción entre la iglesia medieval con la planta de cruz griega (la parte del final, donde están los mosaicos) y su ampliación barroca, donde destacan diversos frescos que decoran sus paredes y techos. Nos centramos en la parte medieval, la más interesante para los turistas por sus mosaicos árabes y bizantinos del siglo XII. Primeramente, en el suelo y en algunas partes de las paredes distinguimos los mosaicos árabes. En cuanto a los mosaicos bizantinos, en la cúpula de la nave encontramos la tradicional imagen bizantina de Cristo Pantocrátor en un fondo de color dorado junto a los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, y rodeada por cuatro bóvedas azules.

    En la nave lateral izquierda vemos una pequeña capilla que alberga uno de los mosaicos más famosos, el que ilustra a Jorge de Antioquía (Giorgio d'Antiochia), fundador de la iglesia, arrodillado a los pies de la Virgen María. En la nave derecha encontramos el otro mosaico famoso, el que muestra al rey Roger II (Ruggero II) recibiendo la corona directamente de Cristo.

    La iglesia abre de lunes a sábado de 9:30 a 13:00 y el precio de la entrada es de 2€ (1€ reducida), e incluye un pequeño descuento para la siguiente iglesia que vamos a visitar. Los domingos cierra.
     
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    Interior de la Chiesa Santa Maria dell'Ammiraglio (Chiesa della Martorana)

    Junto a Santa Maria dell'Ammiraglio, separada por una enorme palmera canaria, se encuentra la pequeña iglesia de San Cataldo, con sus características tres cúpulas rojas. Se construyó en 1160, lo que la convierte en una de las últimas iglesias de estilo árabe-normando. En este caso predomina el estilo árabe, tanto por las cúpulas como por los arcos y pequeñas ventanas de la fachada. Incluso por fuera podría asemejarse a una mezquita. Su interior nada tiene que ver con los de las otras iglesias de este estilo, no hay mosaicos de ningún tipo, tan solo veremos una robusta estructura de piedra con tres naves. En caso de no tener tiempo suficiente, basta con verla por fuera. La iglesia abre todos los días de 10:00 a 18:00 y el precio de la entrada es de 2,5€.

    Ahora tomamos la Via Maqueda, repleta de bares con terrazas y tiendas de souvenirs. Es la calle con más ambiente de la ciudad y, por tanto, parada obligatoria para tomar algo por la noche. La calle desemboca en la Piazza Giuseppe Verdi, donde se alza el Teatro Massimo, un elegante teatro de ópera construido entre 1875 y 1897, con un estilo neoclásico. Además, por extensión, es el más grande de Italia y uno de los más grandes de Europa. La inauguración tuvo lugar en 1897 con la ópera Falstaff de Verdi y ha sido escenario de varias películas, siendo la más conocida El Padrino III, de Francis Ford Coppola.

    El teatro se puede ver a través de una visita guiada de unos 40 minutos de duración reservada con antelación por Internet, o asistiendo a alguna de las obras que en él se representan.

    En la plaza del teatro también vemos dos bonitos quiscos, uno con el nombre de Ribaudo Tabaccheria y otro Vicari, erigidos en 1896 en estilo art Nouveau.
     
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    Teatro Massimo

    Una de las cosas más auténticas que hacer en Palermo es visitar alguno de sus mercados callejeros. Los dos más populares son el Ballarò Mercato Storico y Mercado de la Vucciria, y son lugares perfectos para probar comida callejera, descubrir los productos locales y comprar algún souvenir. En definitiva, rodearse de una atmósfera puramente siciliana. Algunos de los productos más habituales son los limones, las berenjenas (melanzane), los higos chumbos (fichi d’India) y pescados y mariscos varios como sepias, gambas, pulpos, pez espada, etc. Aunque teóricamente abren casi todo el día, recomendamos ir por la mañana que es cuando hay más ambiente, pues ya por la tarde han cerrado muchos puestos y está todo bastante sucio, por lo que pierde cualquier interés que pudiera tener.

    Más alternativas

    Para el que pase varios días en Palermo, puede visitar también los siguientes sitios:

    Catacumbas de los capuchinos (Catacombe dei Cappuccini), una cripta situada bajo el monasterio de los Capuchinos de Palermo que expone momias naturales, convirtiéndolo en uno de los cementerios más singulares del mundo. El monasterio data de 1534 y, en 1597, el cementerio del monasterio se quedó pequeño y los monjes empezaron a construir criptas bajo este. En 1599 decidieron momificar a uno de ellos, y con el tiempo se dieron cuenta de que se conservaban mucho mejor y comenzaron a momificar más. Se encuentra fuera del centro, pero aun así hoy en día es una de las atracciones más populares y más macabras que hacer en Palermo más allá del conjunto árabe-normando. En su página web podéis ver horarios y precios.

    San Giovanni degli Eremiti, una iglesia católica construida en 1132 siguiendo la arquitectura normanda con detalles árabes, como las cúpulas de color rojo. La visita merece la pena si tienes tiempo de sobra en la ciudad. El horario de apertura es de lunes a sábado de 9:00 a 19:00 y domingos de 9:00 a 13:00. El precio es de 7€.

    Playa Mondello, la playa más cercana a Palermo, situada a 10 km al norte. Si vais de turismo no es algo que sea imprescindible para ver, simplemente si lo que os gusta son vacaciones de playa, podéis pasar un día agradable en Mondello.

    ¿Qué comer en Sicilia?

    Si la gastronomía en Italia es ya de por sí un motivo para muchos para visitar el país, Sicilia merece mención aparte. Son muchos y muy variados los platos que degustar aquí; a continuación, listamos los más populares y que hemos probado.

    Arancini. Son unas bolas de arroz de origen árabe rellenas de distintos ingredientes, empanadas y fritas. Las más típicas son las rellenas de ragú.

    Panelle. Se parecen a unos totopos o nachos, pero hechos a base de harina de garbanzos, y fritos. A veces los sirven como picoteo, de entrante, y otras veces como en un bocadillito y se llaman pane e panelle.

    Pani ca meusa (pane con la milza), literalmente pan con bazo. Se trata de un bocadillo relleno con trozos de bazo y pulmón de la ternera. Los venden en puestos callejeros, tipo los de los mercados.

    Sfincione. Para algunos la pizza siciliana, a nosotros nos recordó más a una coca valenciana o una empanada. Normalmente es cuadrada, la masa es más gruesa, y el relleno suele ser de anchoas, cebolla, queso, tomate y orégano.

    Caponata, el plato bandera de Sicilia. Similar a un pisto manchego, se basa en un buen guiso de berenjenas, tomate, cebolla, ajo, orégano, aceite de oliva y, a veces, aceitunas.

    Pasta alla Norma: pasta (normalmente rigatoni o spaghetti) con berenjenas, tomates, albahaca fresca y ricotta salata rallada. Al final es parecido a una caponata con pasta.

    Pasta con le Sarde (Pasta con sardinas): pasta con un revuelto de sardinas, cebolla, pasas y piñones.

    Cannolo (cannoli en plural). Masa frita enrollada rellena de queso ricota y adornada con virutas de pistacho, chocolate o algún otro ingrediente

    Granita, otro de los clásicos de Sicilia, ideal para el verano. Se asemeja a un granizado, pero más espeso y con mucho más sabor. Se suele comer acompañado de un pan brioche que, aunque suene raro, combina muy bien.

    Cassata. Tarta hecha con ricotta, bizcocho, mazapán, fruta confitada y azúcar glas. De sabor es como una tarta de queso, pues el principal ingrediente es el queso ricotta.

    Birra “Messina” (pertenece a Heineken), muy popular en Sicilia, la encontraréis por todos los lados. Aparte de estar rica, el diseño de los botellines y de los vasos donde la sirven es digno de mención.

    El aperitivo italiano. Aunque no es exclusivo de Sicilia, sino de toda Italia, el aperitivo es muy habitual en esta región. Consiste en pedir una bebida (Aperol o similar, vino, etc.) y, pagando un poco más, te sirven una tabla de productos de la región, como embutidos, quesos, o fritos (arancini, calamares, chopitos, gambas fritas). A veces lo veréis escrito como apericena, pues con lo anterior ya prácticamente equivale a una cena. En la calle via Maqueda encontraréis muchos sitios donde hacer el aperitivo, los reconoceréis porque ofrecen tagliere di salumi e formaggi (tablas de embutidos y quesos) y el precio suele rondar los 15€ por persona. En cuanto a las bebidas, además del típico Aperol Spritz, en Sicilia también encontramos Limoncello Spritz y Spritz siciliano, este último hecho con amara (licor siciliano con sabor amargo a piel de naranja), además de los típicos ingredientes prosecco y agua con gas.

    Comida siciliana: Birra Messina, caponata, cannolo, panelle, sfinzione, arancini, cassata, pasta a la Norma

    ¿Dónde comer en Sicilia?

    Sitios para comer en Palermo hay cientos, vamos a nombrar unos cuantos que nos gustaron según el tipo de comida a probar:

    Los mejores arancini los encontramos en Sfrigola Palermo y en Ke Palle. Son dos locales muy conocidos con unas pocas mesas donde sentarse. Hay varios por toda la ciudad y por toda Sicilia. Tienen muchísimos tipos de arancini así que no tendréis problema para encontrar un sabor que os guste. Ojo que llenan más de lo que parece.

    Bisso Bistrot Quattro Qanti. Un sitio de comida tradicional siciliana, a buen precio y muy céntrico. Aquí podéis probar platos típicos como la caponata, los panelle y la cassata de postre.

    Caddia condivisioni culinarie. Una de las mejores pizzerías de la ciudad, si no la mejor. A nosotros nos encantó y aprovechamos para probar los sfincione.

    Vino e Cacio – Salumeria. Lugar ideal para hacer el aperitivo, pues es también una charcutería, lo que significa que el producto es bueno de primera mano. El precio es de unos 15€ por persona que incluye bebida y los embutidos/quesos.

    Q-Tuppo. El mejor sitio para probar la granita. Se sirven en vasos donde caben hasta dos sabores y tienen un precio de 3,5€, y el brioche de acompañamiento, 1,5€. Algunos de los sabores más populares son pistacho (pistacchio di Sicilia), limón (limone de Sicilia), melón (anguria) y fresa (fragola).

    La Dolceria di Santa Caterina, pastelería de la iglesia de Santa Caterina. Tienen unos cannoli espectaculares, así como otros dulces como la cassata, y resulta muy agradable tomarlos en el patio interior que tienen.

    Los mercados (Ballarò y Vucciria) son otros de los mejores lugares para comer, en este caso comida callejera. Otra fantástica opción es, si tenéis un apartamento con cocina, comprar productos frescos en el mercado y cocinarlos en casa.

    Excursión a Monreale desde Palermo

    Si visitáis Palermo no podéis dejar de dedicar una mañana a la vecina Monreale, situada a menos de 10 kilómetros. Se llega en algo menos de media hora en coche o una hora en autobús. Podéis aparcar en alguno de los parkings que hay, poniendo “Parcheggio Monreale” en vuestra aplicación de mapas. Nosotros lo dejamos en el Parcheggio Monreale Duomo por ser el más cercano al centro. Monreale está ubicada a cierta altura, lo cual nos otorga unas preciosas vistas conforme vamos llegando de la llamada Conca d’Oro que es la llanura donde se sitúa Palermo.

    Monreale es famosa, sobre todo, por dos edificios: la catedral y el claustro benedictino. Por sus impresionantes mosaicos, la Catedral de Monreale (Cattedrale di Monreale) forma parte del conjunto “Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale”, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2015. Se construyó entre 1172 y 1176 por orden del rey Guillermo II de Sicilia y fue dedicada a la Natividad de la Virgen María, pues, según dice la leyenda, la Virgen María se la apareció en un sueño cuando estaba por la zona y le pidió que le construyera una iglesia aquí. Por fuera, la catedral llama la atención por sus grandes dimensiones, y por sus dos pórticos, uno en el lado oeste de estilo neoclásico con toques árabes y otro en el lado norte, ambas con puertas de bronce realizadas en el siglo XII.

    Pero para lo que hemos venido hasta aquí es para entrar en su interior. La catedral consta de tres naves, una central más ancha y dos laterales. El suelo y la parte inferior de las paredes están hechos de mármol, siguiendo el estilo árabe, mientras que en la parte superior encontramos los mosaicos bizantinos de vidrio dorados que representan historias del Antiguo y del Nuevo Testamento. Son interesantes de analizar, pues van siguiendo un orden. Empezando por la nave central, arriba en la parte derecha junto al altar, distinguimos un mosaico sobre la creación de la Tierra, la creación de Adán, de Eva, ambos junto al árbol del conocimiento del bien y el mal​, el sacrificio de Abel y Caín a Dios, Caín matando a Abel.

    El Cristo Pantocrátor, ubicado en el ábside central, marca la unión entre el antiguo y el nuevo mundo, es el símbolo de la cultura bizantina. Tiene cabellos rubios como los normandos, barba poblada y oscura como los árabes, y nariz fina como los griegos. Lleva una túnica de color rojo y dorado, un manto azul, la mano derecha en la forma habitual, que es con el pulgar tocando los dedos anular y meñique, y en la mano izquierda el Evangelio según San Juan, escrito en latín a la izquierda y griego a la derecha, que dice “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, el mismo que en la Capilla Palatina. Bajo el Cristo vemos a la Virgen María con el niño, rodeada de arcángeles y apóstoles.

    Al poco de erigirse la catedral, se construyó justo al lado un monasterio benedictino, aunque desgraciadamente hoy en día solo se conserva el claustro (Chiostro dei Benedettini). Es un ejemplo de arquitectura normanda, con influencias bizantinas y árabes, realmente bonito. Está formado por 26 arcos en cada uno de los cuatro lados, sostenidos por columnas de diversos estilos: algunas lisas, otras con mosaicos, otras con capiteles más elaborados, otras con menos, etc. Uno de los rincones más bonitos es el pequeño claustro que hay en una de las esquinas, con una fuente en medio.

    El acceso a la catedral es gratis, pero hay que pagar para visitar el claustro. La entrada es un poco cara, cuesta 13€ y permite visitar el claustro y subir a la terraza de la catedral. Hay una un poco más barata que solo incluye el claustro. El claustro abre de lunes a sábado de 9:00 a 18:30 y domingos de 9:00 a 13:00. La catedral tiene el siguiente horario: De lunes a sábado: 09.00 - 13.00 (última entrada 12.45) y de 14.00 - 17.00 (última entrada 16.45). Los domingos: 14.00 - 17.15 (última entrada 16:45).
     
    monreale
    Catedral de Monreale

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