Salvador, capital del estado de Bahía en el noreste de Brasil, es una ciudad de 2,9 millones de habitantes. A nivel nacional se la conoce simplemente como Salvador, mientras que internacionalmente se añade “de Bahía” para evitar confusiones con El Salvador.
Se trata de una ciudad cargada de historia y de gran relevancia en el país, por lo que recomendamos dedicarle al menos dos días completos, más uno adicional para realizar alguna excursión.
Como mencionamos en la sección de historia de Brasil de nuestro artículo de Río de Janeiro, Salvador fue la primera capital del país tras la llegada de los portugueses, desde su fundación oficial en 1549 hasta 1763, cuando la capital se trasladó a Río de Janeiro. En sus inicios, la ciudad recibió el nombre de São Salvador. Antes de la llegada de los colonizadores, la región estaba habitada por los tupinambá.
Salvador es especialmente conocida por haber sido el principal puerto de esclavos de Brasil. Tras establecerse, los portugueses comenzaron a traer grandes cantidades de esclavos de sus colonias africanas, principalmente Angola y Mozambique. Se estima que, entre 1549 y la abolición de la esclavitud mediante la Ley Áurea en 1888, cerca de 1,3 millones de africanos fueron traídos al estado de Bahía. Estos esclavos realizaban trabajos de campo muy exigentes, sobre todo en la producción de azúcar, una de las industrias más importantes de la región.
Los esclavos africanos y sus descendientes conservaron muchas de sus costumbres, tradiciones, gastronomía y religiones, que aún hoy conforman la esencia de la cultura local. Gracias a esta mezcla de influencias africanas, indígenas y portuguesas, Salvador posee un carácter único que se refleja en su gente y en su rica cultura afrobrasileña.
¿Cómo llegar a Salvador de Bahía?
La forma más conveniente de llegar a Salvador es en avión. Las distancias en Brasil son enormes, por lo que cualquier otro medio de transporte puede tomar días, dependiendo de tu punto de partida. Varias aerolíneas ofrecen vuelos internos desde distintos aeropuertos del país. Nosotros viajamos con la compañía Azul desde Manaos, haciendo escala en Recife.
Desde el Aeropuerto Internacional de Salvador (SSA) hasta el centro de la ciudad, la opción más práctica es Uber. El aeropuerto no cuenta con una zona exclusiva para ello, así que solo hay que salir por la puerta de salidas y pedir el servicio a través de la aplicación. Es importante usar únicamente la app y no aceptar ofertas de personas que se ofrezcan a llevarte. Como dato curioso, las siglas SSA corresponden a São Salvador da Baía de Todos os Santos, el nombre original de la ciudad y de la bahía frente a la que se encuentra.
Salvador está formada por varios barrios bastante separados entre sí. El centro histórico se encuentra en el barrio de Pelourinho, aunque no es la zona más segura para alojarse, similar a lo que ocurre con Lapa en Río de Janeiro. Para hospedarse, la mejor opción en términos de seguridad es el barrio de Barra, ubicado junto a la playa.
¿Qué ver en Salvador de Bahía?
Para organizar la visita a Salvador, lo recomendable es dividir los lugares de interés por barrios: Pelourinho, Santo Antônio, Bonfim, Tororó, Barra y Río Vermelho.
Nosotros dedicamos un día completo a explorar Pelourinho y Santo Antônio, y otro día al resto de los barrios, lo que permite conocer lo más destacado sin prisas y disfrutando del ambiente único de cada zona.
Barrio de Pelourinho
Comenzamos nuestro recorrido por el centro de Salvador visitando el Mercado Modelo, situado en la zona del puerto. Este mercado ofrece una gran variedad de puestos: desde souvenirs y ropa típica de Bahía hasta comidas tradicionales. Fue construido en 1861 con estilo neoclásico, aunque ha sido reconstruido en varias ocasiones tras sufrir incendios. Hoy en día está completamente restaurado, es seguro y es el lugar perfecto para comprar algún recuerdo. Lo típico son las baianas, es decir, mujeres afrobrasileñas descendientes de esclavos, vestidas con amplios vestidos blancos y un pañuelo en la cabeza. También encontraréis productos relacionados con Olodum, un grupo musical de samba y reggae muy popular que participa en el Carnaval de Salvador. Su logo recuerda al símbolo de la paz.
El mercado se ubica en una plaza muy bonita. A un lado se encuentra el Cidade da Música da Bahia, un museo de música e instrumentos que recuerda por su arquitectura a Oporto; al otro, las letras gigantes de Salvador. Frente al mercado se alza el Elevador Lacerda, otro de los iconos de la ciudad.
El Elevador Lacerda es un ascensor público construido entre 1869 y 1873 que conecta la ciudad baja (el puerto) con la ciudad alta (Pelourinho), salvando un desnivel de 72 metros. Las vistas desde arriba son espectaculares: se aprecia la Bahía de Todos los Santos con el mercado y el elevador en primer plano. Aunque se inauguró en 1873, el estilo actual art déco se debe a una reforma de 1930. El ascensor se sostiene sobre dos torres y cuenta con cuatro cabinas que pueden transportar hasta 128 personas cada una. Para subir, se debe pagar una pequeña tasa.
Una vez arriba, nos encontramos en la Cidade Alta, el barrio de Pelourinho, considerado el alma de Salvador, declarado Patrimonio de la Humanidad y principal motivo por el que los turistas visitan la ciudad. Es una zona muy segura, como se percibe por la presencia constante de policías patrullando las plazas. Al fin y al cabo, el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de Salvador y la ciudad cuida mucho a sus visitantes. El barrio cobra vida por las noches, especialmente en verano, con música en muchas calles y plazas; en invierno, la actividad nocturna se concentra únicamente en los fines de semana (viernes y sábado), como ocurre en cualquier otra ciudad.
El Elevador Lacerda nos deja en la Praça Thomé de Souza, que destaca no solo por las vistas, sino también por el Palácio Rio Branco, fundado en 1549. Este edificio es uno de los más antiguos de Brasil y antigua sede del gobierno de Bahía; hoy funciona como museo. En la misma plaza llama la atención un monumento conmemorativo de la Constitución de Cádiz (1812), que recuerda el momento en que Salvador juró esta constitución en 1821, tal como lo había hecho el rey portugués João VI anteriormente en Lisboa.
Desde allí, giramos a la izquierda y caminamos hasta la Praça da Sé, una animada plaza llena de músicos callejeros y puestos de comida y artesanía, que reflejan la vitalidad cultural del barrio.
Al final de la Praça da Sé, nos desviamos brevemente a la izquierda para visitar la Casa do Carnaval da Bahia, un pequeño pero interesante museo dedicado al Carnaval de Salvador. Aunque al escuchar la palabra “carnaval” mucha gente piense en Río de Janeiro, lo cierto es que Salvador ostenta el récord en el Libro Guinness como el mayor carnaval callejero del mundo, mientras que el de Río se celebra principalmente en un sambódromo.
El museo se organiza en varias plantas. En la planta baja se proyectan vídeos que muestran la evolución del carnaval desde sus inicios hasta la actualidad, además de exhibir disfraces y atuendos típicos, desde los más sencillos hasta los más elaborados. Los textos están disponibles en portugués e inglés. En la segunda planta se encuentra una sala interactiva, donde podéis sentiros parte del carnaval siguiendo los pasos de bailarines en pantalla, como si estuvierais jugando a Just Dance. La última planta cuenta con una terraza y un bar, desde donde se disfrutan excelentes vistas del puerto y de la Bahía de Todos los Santos. El museo abre de martes a domingo, de 9:00 a 18:00, y la entrada es gratuita.
Justo a la derecha del museo se puede ver un funicular, uno de los varios que existen en la ciudad, diseñado para facilitar el traslado entre la ciudad baja y la ciudad alta.
Volvemos a la Praça da Sé para continuar nuestro recorrido y nos dirigimos a la siguiente plaza, que hace esquina con ella: el Largo do Terreiro de Jesus, considerada la principal de la ciudad. En este espacio se encuentran algunos de los edificios más importantes de Salvador, así como varios bares y restaurantes. Uno de los más populares es O Cravinho, conocido por su amplia selección de cachaças.
La plaza también es un lugar vibrante donde es común ver gente bailando y practicando capoeira, un arte que surgió en Salvador en el siglo XVII como una mezcla de lucha y danza africana y brasileña. Aquí es habitual encontrar grupos de jóvenes entrenando capoeira entre ellos, e incluso invitando al público a unirse.
Además, muchas personas se acercarán ofreciéndoos las cintas de colores típicas o pintando motivos afrobrasileños en el cuerpo. Aunque inicialmente digan que es gratis, lo normal es que al final soliciten una cierta cantidad de dinero.
Lo primero que haremos en esta plaza es visitar la Catedral-Basílica Primacial de São Salvador. Construida en el siglo XVI por los jesuitas y fundada oficialmente en 1672, esta catedral merece una visita completa por su majestuosa arquitectura barroca, especialmente su impresionante techo.
El techo de la nave está tallado con símbolos jesuitas, incluyendo un gran icono dorado donde se pueden leer las letras IHS (Iesus Hominum Salvator), que significa “Jesús Salvador de los Hombres”, símbolo de la Compañía de Jesús (orden religiosa de los jesuitas). La nave principal cuenta con ocho capillas laterales, donde destacan 30 bustos (15 a cada lado) que originalmente formaban parte del Museo de Arte de Bahía. No hay que olvidar visitar la sacristía, a la que se accede por una puerta a la izquierda del altar principal. Además de su belleza, esta sacristía presume de ser la más grande de América Latina. El precio para visitar tanto la catedral como la sacristía es de 10 reales.
A continuación, entramos en el edificio contiguo, la Facultad de Medicina de la Universidade Federal da Bahia (UFBA), que alberga el Museu Afro-Brasileiro da UFBA. Este museo etnográfico, gestionado por la universidad, nos sumerge en la historia de la esclavitud en Brasil, la cultura y creencias africanas, y ofrece también un repaso a la historia del barrio de Pelourinho.
La primera sala aborda la migración forzada de africanos hacia Brasil: cerca de 5,5 millones de esclavos llegaron al país, 1,3 millones de ellos al estado de Bahía, procedentes principalmente de Angola, pero también de Nigeria y algunas regiones del Golfo de Guinea. Como consecuencia, aproximadamente el 80% de la población de Salvador tiene origen africano. En esta sección también se exhiben objetos como instrumentos musicales, ropas, máscaras, esculturas y cerámicas africanas.
En la última sala se encuentra el Mural de los Orixás. Los orixás (orishas en español) son divinidades de la religión yoruba africana, de la cual deriva el candomblé afrobrasileño, una de las religiones más practicadas en Bahía. Durante el período colonial portugués (siglos XVI al XIX), los portugueses consideraban esta religión demoníaca, por lo que se practicaba de manera clandestina. Los orixás pueden compararse con los santos del catolicismo. En esta sala se exhibe un conjunto de paneles de madera tallados con 27 figuras de orixás.
Entre estas salas hay un par de paneles que relatan la historia de Pelourinho. Nos impactó descubrir que, en 1993, se desahució al 95% de la población del barrio para restaurarlo, pagando indemnizaciones muy bajas, tras haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985. El acceso al museo tiene un coste de 10 reales.
Por cierto, en la Praça da Sé, justo a la salida de la catedral y del museo, es habitual encontrar personas ofreciendo rituales de candomblé. Normalmente estas ceremonias se realizan fuera del centro histórico y ellos mismos organizan el traslado. El precio suele rondar entre 185 y 200 reales. A nosotros no nos terminó de convencer, tanto por el coste como por tratarse de vendedores ambulantes. En cualquier caso, es interesante saber que existe esta posibilidad, aunque lo más recomendable es contratar este tipo de experiencias a través de una agencia turística.
Desde aquí nos desplazamos a la plaza Largo do Cruzeiro, situada a continuación de la anterior. Se trata de otra plaza muy animada, donde a menudo hay grupos de música tocando en directo. Su nombre proviene de la cruz que preside el centro de la plaza. Al fondo se alza la Igreja e Convento de São Francisco, considerada la iglesia más rica de Salvador. Este conjunto se construyó entre 1708 y 1782, en estilo barroco, y nada más cruzar la puerta de la iglesia su interior deja sin palabras por su decoración exuberante, tan espectacular como, en algunos casos, excesiva. Los altares están recubiertos de oro —se estima que se utilizaron hasta 800 kilos— y varias de sus paredes están decoradas con azulejos traídos de Lisboa. Por todo ello, está considerada uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura barroca portuguesa en Brasil.
Además de la iglesia, es posible recorrer algunas estancias del convento y su patio interior. El acceso cuesta 10 reales y la entrada se realiza por la puerta situada a la derecha de la fachada principal.
Ahora vamos a callejear por el barrio hasta llegar al Largo do Pelourinho, la plaza más bonita de la zona y la que aparece en prácticamente todas las postales de Salvador. Se trata de una plaza ligeramente elevada, de la que parten varias calles perpendiculares flanqueadas por casas de colores alineadas una tras otra, lo que hace que las vistas desde aquí sean especialmente fotogénicas.
El gran edificio azul que cierra la plaza por su parte posterior es la Fundação Casa de Jorge Amado. En esta casa vivió Jorge Amado (1912-2001), uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX y miembro de la Academia Brasileña de Letras. La fundación se inauguró en 1987 con el objetivo de preservar su legado y narrar, de forma cronológica, los episodios más relevantes de su vida y su obra. Se puede visitar abonando una pequeña tarifa.
En esta misma plaza, si miramos hacia la izquierda, veremos un balcón con una figura de Michael Jackson. Puede resultar curioso, pero se trata de la llamada Casa do Michael. Este detalle recuerda un acontecimiento muy concreto: en febrero de 1996, Michael Jackson grabó aquí, junto con Olodum —el grupo musical del que os hablamos anteriormente—, parte del videoclip de la canción They Don’t Care About Us.
Desde el Largo do Pelourinho descendemos por la plaza, dejando a nuestra derecha la Igreja de Nossa Senhora do Rosário dos Pretos, fácilmente reconocible por su fachada azul. La iglesia fue construida en el siglo XVIII con mano de obra esclava, ya que los esclavos eran especialmente devotos de Nossa Senhora do Rosário. Presenta un estilo barroco, con azulejos portugueses de 1790 y altares neoclásicos añadidos durante la renovación llevada a cabo entre 1870 y 1890. Si disponéis de tiempo, merece la pena entrar a visitarla, aunque tiene un pequeño coste de entrada; en cualquier caso, también es interesante contemplarla desde el exterior.
Barrio de Santo Antônio
Esta iglesia marca la frontera entre el barrio de Pelourinho y el barrio de Santo Antônio, que es el siguiente que vamos a visitar. Como ambos barrios están pegados y su arquitectura es muy similar, mucha gente pasa de uno a otro pensando que todo forma parte de Pelourinho, cuando en realidad se trata de dos barrios distintos.
Continuamos bajando por la calle del Largo do Pelourinho y, al llegar a la intersección, giramos a la izquierda por la Rua do Passo. Se trata de una preciosa calle en subida que nos conduce hasta otra iglesia destacada: la Igreja do Santíssimo Sacramento do Passo, construida entre 1736 y 1755. Es una iglesia de estilo barroco, con ricos altares y vidrieras.
Esta iglesia es especialmente conocida en Brasil porque aparece en la escena final de la película O Pagador de Promessas (1962), ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La entrada cuesta 10 reales y merece mucho la pena, ya que permite subir al primer piso, donde se encuentran las tribunas y una sala con vistas al puerto. Casi parece como si estuvieras visitando una casa, más que una iglesia.
El plato fuerte llega al poder subir al campanario, desde donde se obtiene una panorámica de la ciudad. Es cierto que la vista queda ligeramente limitada por la presencia de la campana en medio, pero aun así resulta una experiencia muy recomendable.
Seguimos subiendo por la Rua do Passo hasta llegar a una intersección donde aparece otra iglesia, la Igreja da Ordem Terceira do Carmo de Salvador. Conviene tener en cuenta que, según se dice popularmente, en Salvador de Bahía hay 365 iglesias católicas, una para cada día del año, y muchas de ellas son muy similares entre sí. Por este motivo, no es imprescindible visitarlas todas, aunque el recorrido pase por delante de muchas de ellas.
Tal y como indica el nombre de la iglesia, a partir de aquí la calle pasa a llamarse Rua do Carmo. La seguimos hasta la siguiente intersección, que desemboca en la plaza Largo Cruz do Pascoal, presidida por el Monumento da Cruz do Pascoal, construido en 1743 por el portugués Pascoal Marques de Almeida, de quien toma el nombre. El monumento es un oratorio con forma de campanario, muy típico de las iglesias de Bahía, y está decorado con azulejos portugueses. El conjunto que forman el monumento y las coloridas casas que lo rodean crea una postal preciosa. Además, en la plaza hay un par de bares con terrazas, ideales para sentarse a tomar algo tranquilamente.
Continuamos por la calle, que a partir de aquí pasa a llamarse Rua Direita de Santo Antônio. Tanto esta vía como las anteriores destacan por su gran encanto: casas de fachadas coloridas, en su mayoría bien conservadas, que albergan en su interior bares, cafés, restaurantes y tiendas de artesanía, todo con un marcado aire hípster. Pasear por este barrio es un auténtico placer y, además, suele estar mucho menos concurrido que Pelourinho.
El recorrido finaliza al final de la calle, en el Largo de Santo Antônio Além do Carmo. Desde aquí se obtienen bonitas vistas de la bahía y se encuentra el Forte de Santo Antônio Além do Carmo, una fortaleza que en su día defendía el límite norte de la ciudad antigua de Salvador, que llegaba hasta este punto. Quien tenga interés puede visitarla por dentro; de lo contrario, siempre es posible regresar a Pelourinho deshaciendo el mismo camino por el que hemos llegado.
Barrio de Bonfim
Este es el barrio más alejado de los que visitamos, aunque nuestra parada aquí será breve, ya que el principal objetivo es conocer la Basílica do Senhor do Bonfim, la más famosa de todo Salvador. Se trata de una iglesia tradicional y muy venerada por la población local. No es una atracción turística en sentido estricto, pero, dada su enorme importancia religiosa y cultural, recibe numerosas visitas internacionales.
La basílica fue inaugurada a finales del siglo XVIII y presenta una arquitectura neoclásica con fachada rococó, muy representativa del estilo portugués de la época. Si por algo llama especialmente la atención es por las cintas de colores del “Senhor do Bonfim”, atadas por todas partes: en las vallas, en el exterior y también en el interior del templo. Estas cintas se han convertido en uno de los grandes símbolos de Salvador; es habitual ver a casi todo el mundo llevar alguna, y numerosos vendedores ambulantes se acercarán a ofrecértelas, lo que puede resultar un poco agobiante. Normalmente dicen que son gratis, como un regalo, pero después suelen pedir dinero a cambio. La tradición indica que la cinta debe atarse a la muñeca con tres nudos, pidiendo un deseo por cada uno; cuando la pulsera se cae por sí sola, se dice que los deseos se cumplen. Muchas personas, en lugar de llevarla puesta, las atan directamente en las rejas de la basílica como ofrenda al Senhor do Bonfim.
Uno de los eventos más importantes para la población local tiene lugar aquí cada mes de enero: el Lavagem do Bonfim, una celebración en la que los baianos y baianas —gentilicio del estado de Bahía en portugués— lavan los escalones de la iglesia con agua como muestra de respeto, devoción y tradición.
El acceso a la iglesia es gratuito. El horario de visita es de lunes a jueves y sábados, de 6:30 a 18:00, y los viernes y domingos, de 5:30 a 18:00.
Llegar hasta aquí supone un pequeño esfuerzo adicional, pero merece totalmente la pena. Además de la basílica, su ubicación en lo alto de una colina permite disfrutar de una vista panorámica de parte de la ciudad, desde las favelas más cercanas hasta los rascacielos del barrio de Barra a lo lejos. Para desplazarnos hasta el barrio de Bonfim y regresar, nosotros utilizamos Uber, que resultó ser la opción más cómoda y rápida.
Barrio de Tororó
De camino en Uber hacia la Basílica do Senhor do Bonfim pasamos por este barrio y nos llamó tanto la atención que, a la vuelta, decidimos hacer una parada. Concretamente, nos bajamos al sur del Arena Fonte Nova, el estadio donde juega el Esporte Clube Bahia, el equipo local. Desde allí cruzamos el paso de cebra para llegar al Dique de Tororó, un manantial natural con un volumen de unos 110.000 m³ de agua, aunque oficialmente recibe la denominación de dique.
Sobre el agua se alzan ocho esculturas de orixás, de unos 7 metros de altura, flotando sobre el manantial. Son obra del artista Tatti Moreno y fueron instaladas en 1998. Ya hemos hablado anteriormente de los orixás y, en este enclave, se representan las figuras de Oxum (orixá del agua dulce y la prosperidad), Ogum (orixá de la guerra), Oxóssi (orixá de la caza, del bosque y de la alimentación), Xangô (orixá del fuego y la justicia), Oxalá (creador del mundo y padre de todos los orixás), Iemanjá (orixá del mar y del agua salada), Nanã (orixá de la sabiduría y la paciencia) e Iansã (orixá de los vientos y las tempestades).
Además, a lo largo de la orilla del lago se encuentran otras cuatro esculturas, que iréis descubriendo simplemente paseando por su lado izquierdo: Ewá (orixá de la lluvia y la niebla), Oxumaré (orixá de las finanzas), Ossanha u Ossain (orixá de la vegetación y las plantas) y Logun Edé (orixá de la riqueza y la abundancia, hijo de Oxóssi y Oxum).
Es una zona muy agradable y frecuentada tanto por corredores como por personas que simplemente salen a caminar. Resulta especialmente bonito contemplar el embalse con las esculturas flotando sobre el agua y las favelas al fondo. Además, por la noche las figuras se iluminan, por si de casualidad pasáis por aquí de camino hacia otro punto de la ciudad. Nosotros lo recorrimos de día, dando una semivuelta de arriba abajo, y después tomamos un Uber para continuar hacia otra zona.
Barrio de Barra
Este fue el barrio que escogimos para alojarnos. Durante el día, tanto locales como turistas se acercan a tomar el sol y bañarse en sus playas, principalmente la Praia do Farol da Barra y la Praia do Porto da Barra. Otro punto de interés es el Faro de Barra (Farol da Barra), construido originalmente como referencia para los barcos que llegaban cargados de productos como azúcar, cacao y tabaco, así como de esclavos. Hoy en día, el faro alberga el Museo Náutico da Bahia; para conocer horarios y precios, conviene consultar su página web.
Además, quienes se queden hasta el atardecer serán recompensados con una puesta de sol digna de postal.
Para conocer Barra, recomendamos simplemente pasear desde el Marco de Fundação da Cidade do Salvador hasta el Morro do Cristo, desde donde se obtienen excelentes vistas del mar y de la playa. Por la noche, la zona se vuelve muy animada: paseando por el paseo marítimo y sus calles perpendiculares descubriréis varios bares y restaurantes ideales para cenar o tomar una cerveza.
Barrio de Río Vermelho
Río Vermelho es un barrio con un ambiente especialmente animado por la noche. Durante el día, se trata de una zona de playa agradable para pasear, pero al caer la tarde se convierte en uno de los focos más turísticos de la ciudad en cuanto a restaurantes, bares y música en directo.
El barrio cuenta con dos plazas principales: la Praça Caramuru, la más grande y concurrida, y la Largo de Santana, más tranquila pero igualmente interesante. Nosotros visitamos ambas en distintas noches, aunque, si pudiéramos repetir, escogeríamos sin duda la Praça Caramuru.
En Río Vermelho encontraréis tanto restaurantes con mesas para sentarse como puestos callejeros de comida. Entre ellos, destacan especialmente los de acarajé, como Acarajé da Cira en la Praça Caramuru y Acarajé da Dinha en Largo de Santana. Lo interesante es que podéis comprar comida para llevar en estos puestos y luego sentaros a comérosla en las terrazas de los restaurantes mientras pedís unas unas bebidas.
Un detalle a tener en cuenta: siempre que haya músicos tocando en vivo, los locales suelen cobrar una tasa adicional por comensal, además de la propina. Esto explica que algunos sitios, especialmente en Largo de Santana, tengan muchas críticas negativas, ya que en la carta indican que no cobrarán ciertas cosas que luego sí incluyen en la cuenta. Aun así, para tomar algo y disfrutar del ambiente, son lugares recomendables.
¿Qué comer en Salvador de Bahía?
El mestizaje que caracteriza a Salvador también se refleja en su gastronomía. Además de los platos típicos brasileños que os comentamos en Río de Janeiro, aquí hay varios platos autóctonos que tenéis que probar. La cocina local combina alimentos típicos latinoamericanos, como frijoles, maíz y yuca (también llamada aipim, mandioca o cassava), con ingredientes traídos de África, como la banana, la leche de coco o el azeite de dendê. Este último proviene del fruto de la palmera dendezeiro, que llegó a Bahía desde África con los portugueses en el siglo XVII; se trata de un aceite de palma que da a muchos platos su sabor característico.
Vamos con los platos que no podéis perderos:
Acarajé: La comida callejera número uno de Salvador, de origen afrobrasileño. En casi todas las plazas veréis a una señora baiana vendiendo acarajés caseros en puestos callejeros. Se trata de una bola de masa hecha con judías tipo feijão fradinho, cebolla y sal, frita en azeite de dendê. Luego se rellena con vatapá y, opcionalmente, camarão (gambas secas que se comen con piel). Se sirve “quente” o “frio”: aunque las traducciones serían “caliente” o “frío”, en este caso “quente” indica muy picante y “frio” que no pica.
Vatapá: Pasta hecha con gambas secas, cacahuetes, anacardos, leche de coco y azeite de dendê, triturados hasta obtener un puré. Se unta en el acarajé o acompaña otros platos. Es un sabor muy especial y a nosotros nos encantó.
Moqueca: Plato igual de famoso y popular que el acarajé, pero este es más de restaurante. La moqueca baiana es la original y, según los locales, la mejor de Brasil. Es un guiso de pescado o marisco con ajo, pimiento, cebolla, tomate, leche de coco, zumo de limón, azeite de dendê y especias como perejil, pimienta y cilantro. Puede pedirse de camarão (marisco, principalmente gambas), peixe (pescado, normalmente cazón, lubina o pescadilla) o ambas. Nosotros pedimos siempre la versión mixta, de sabor estaba riquísimo, lo único que los pescados tienen raspas y hay que tener cuidado al comerlos. Se acompaña de arroz blanco, farofa y pirão, y suele alcanzar para 3–4 personas aunque indique para 2.
Pirão: Puré pastoso hecho a base de harina de mandioca (yuca) y caldo de pescado, que acompaña la moqueca. También puede elaborarse con caldos de carne o verduras, aunque la versión tradicional es la de pescado.
Cururú: Puré muy pegajoso hecho con una planta llamada quiabo u okra, de origen africano, visualmente parecido a un pimiento verde, aunque de sabor totalmente distinto. Además, se cocina con cebolla, gambas, anacardos y azeite de dendê. Se sirve como acompañamiento, pero su sabor es muy diferente al vatapá; a nosotros nos gustó mucho menos, aunque esto depende del gusto de cada uno.
Efo Tete: Conocida como espinaca africana, se prepara salteada con cebolla y azeite de dendê.
Sarapatel: Revuelto de casquería, normalmente de cerdo, que incluye tripa, hígado, riñones y otros órganos.
Cocada: El postre callejero más popular de la región, aunque ya se encuentra en todo Brasil. Se hace con tiras de coco cocidas con azúcar y leche condensada; al secar se unen formando una especie de barrita, como una chocolatina. También existe la versión oscura, hecha con azúcar moreno. Es muy contundente, por lo que lo mejor es compartirlo entre dos o tres personas. Lo veréis en muchos puestos callejeros, por ejemplo en los mismos que venden los acarajés.
¿Dónde comer en Salvador de Bahía?
Ya hemos visto qué comer, ahora vamos a ver dónde probar todo esto.
En Pelourinho:
- Restaurante Escola Senac Pelourinho. Este es, sin duda, el mejor para probar absolutamente todos los platos de la cocina bahiana. Es un buffet, con postres incluidos (bebidas no) y un servicio fabuloso por parte de los estudiantes de la escuela Senac. Como son estudiantes y no profesionales, no aceptan la propina del 10%.
- Alaíde do Feijão. Otro restaurante de comida típica brasileña y bahiana.
En Barra:
- Tudo Azul Restaurante Suíço-Brasileiro. Un restaurante que combina gastronomía suiza y brasileña, aunque con predominancia de platos brasileños. Aquí probamos la moqueca y estaba exquisita.
- BRAVO Burger & Beer – Barra. Una excelente hamburguesería, perfecta si queréis hacer un descanso de tanta comida típica brasileña y disfrutar de algo más internacional.
En Rio Vermelho:
- Acarajé da Cira - Rio Vermelho. Probablemente el sitio más famoso de acarajés de Salvador. Si estáis por la zona, no dejéis de venir a probarlo. También tienen cocadas de postre.
- Acarajé da Dinha. Otro conocido puesto de acarajés, por si el anterior estuviera cerrado. Está en la plaza Largo de Santana, muy cerca del da Cira.
Excursiones desde Salvador de Bahía
Para quienes pasen varios días en Salvador, una excelente opción es realizar alguna de las excursiones (o passeios, en portugués) que se ofrecen en la ciudad. Los precios suelen variar entre 100 y 150 reales por persona, y la mayoría de las agencias ofrecen las mismas tres excursiones. Nosotros contratamos la nuestra directamente a través del hotel.
👉 Praia do Forte y Praia de Guarajuba. Esta excursión es la más completa y se encuentra fuera de los límites de Salvador, pero no muy lejos: aproximadamente a una hora y media en coche. Por un lado, se visita Praia do Forte, un pintoresco pueblo pesquero que hoy se ha convertido en un destino turístico.
Su avenida principal, de casi un kilómetro, está llena de tiendas de souvenirs, heladerías (aquí recomendamos la Sorveteria 60 Sabores, donde se paga al peso) y restaurantes. La avenida desemboca en la Igreja São Francisco de Assis y en la playa Praia do Forte, que da nombre al pueblo y es muy bonita. Cuando hay marea baja, se forman piscinas naturales donde se pueden ver peces casi sin necesidad de bucear, por lo que es un lugar muy popular para hacer esnórquel, con un coste aproximado de 80 reales por persona, aunque también se puede explorar por libre. La mejor zona para esto es la cercana a la Praia do Lord.
Junto a la iglesia se encuentra la Fundação Projeto Tamar • Praia do Forte, una ONG dedicada a la protección de las tortugas marinas 🐢. En Brasil y en el Proyecto Tamar se pueden encontrar 5 de las 7 especies de tortugas marinas existentes en el mundo: tartaruga-cabeçuda (tortuga boba, Caretta caretta), tartaruga-de-couro (tortuga laúd, Dermochelys coriacea), tartaruga-oliva (tortuga olivácea, Lepidochelys olivacea), tartaruga-verde (tortuga verde, Chelonia mydas), tartaruga-de-pente (tortuga carey, Eretmochelys imbricata). Además de tortugas marinas, también se pueden ver mantas rayas y tiburones. La visita dura unos 45 minutos y en su página web se pueden consultar horarios y precios.
Después, la excursión continúa en Praia de Guarajuba, otra playa preciosa y mucho menos concurrida, lo cual se agradece para quienes buscan tranquilidad. Aquí se realiza la pausa para la comida, y recomiendan el Carlinhos Restaurante e Bar. Aunque es un establecimiento claramente orientado al turismo —de hecho, tienen acordado con las agencias los horarios de llegada de los tours— la comida está bien, aunque algo cara.
Praia de Guarajuba
👉 Ilha de Itaparica e Ilha dos Frades. Una excursión de naturaleza en barco que recorre estas dos islas cercanas a Salvador.
👉 Morro de São Paulo. Una zona famosa por sus playas y senderos para hacer caminatas. Sin embargo, el trayecto desde Salvador es largo, unas tres horas, por lo que no resulta práctico para una excursión de un solo día. Para disfrutar plenamente de Morro de São Paulo, se recomienda quedarse al menos dos o tres días.
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