Una de las excursiones más típicas desde Múnich es el Campo de Concentración de Dachau, ubicado a 13 kilómetros. Lleva el nombre del pueblo en el que se encuentra, Dachau, de unos 48.000 habitantes. La visita es dura, pero, como se suele decir, es importante conocer la historia del pasado para no repetir errores en el futuro.
¿Cómo llegar al Campo de Concentración de Dachau?
Se llega fácilmente con la línea S2 del S-Bahn, desde Hauptbahnhof hasta “Dachau”, y luego cogiendo el bus número 726 en dirección “Saubachsiedlung” hasta la parada “KZ-Gedenkstätte”. Suele haber mucha gente, así que no debería tener pérdida. Se encuentra en la zona 1 así que necesitamos el billete de día M-1 que nos vale para coger el tren y el autobús, ambos de ida y vuelta. Aquí podéis ver el mapa de zonas y tarifas.
También se puede coger la excursión contratada desde Múnich, pero el precio suele ser mucho más alto y ciertamente no tiene ninguna complicación llegar y apuntarse a la visita guiada. Si visitáis el campo fuera de los meses de verano o entre semana y no queréis un tour en inglés o andar con audioguías, quizás ahí sí merezca la pena el tour privado.
¿Cómo visitar el Campo de Concentración de Dachau?
Aunque la entrada es gratis, es recomendable contratar un guía especializado en el propio campo o, en su defecto, una audioguía. El lugar ofrece visitas guiadas de pago en inglés y alemán en torno a medio día, y, ocasionalmente, en castellano. Aquí están los horarios de apertura del campo y aquí los precios y horarios de las visitas guiadas. Nosotros recomendamos encarecidamente contratar uno ya que son baratísimos para la duración del mismo (unas tres horas) y no hace falta reservarlo con antelación, basta con presentarse en la recepción 15 minutos antes de que empiece.
Breve historia del Campo de Concentración de Dachau
El de Dachau es uno de los más significativos ya que fue el primer campo de concentración nazi y sirvió como modelo para los siguientes que iban a ser construidos. Asimismo, fue un centro de entrenamiento para miembros de las SS que, posteriormente, serían distribuidos por otros campos.
Letrero “Arbeit Macht Frei” en Dachau
Se inauguró el 22 de marzo de 1933, apenas unas semanas después del ascenso de Hitler al poder, y estuvo en funcionamiento un poco más de 12 años hasta su liberación por el ejército estadounidense el 29 de abril de 1945. Por Dachau pasaron entre 200.000 y 210.000 personas, de las cuales se estima que unas 41.500 personas murieron a causa de ejecuciones, enfermedades, hambre, trabajos forzados, experimentos médicos y marchas de la muerte.
De entre todos esos prisioneros, uno de los pocos que logró escapar con vida fue Hans Beimler. Fue representante comunista en el Reichstag alemán, fue una de las primeras personas en ser encerradas en el campo de concentración de Dachau en 1933, poco después de la llegada de Hitler al poder. Durante las cuatro semanas que permaneció prisionero, fue brutalmente torturado. Los guardias le comunicaron que sería ejecutado al día siguiente, y Beimler les pidió que pospusieran su muerte un día más para no coincidir con el cumpleaños de su hijo. Aquella noche adicional resultó decisiva: logró escapar del campo, aunque nunca se supo con certeza cómo lo hizo. Poco después escribió un manuscrito titulado En el campo asesino de Dachau, donde describía con detalle las atrocidades cometidas por los nazis. Sin embargo, como Hitler acababa de subir al poder (1933) y el mundo aún desconocía la verdadera naturaleza del régimen hitleriano, muchos no creyeron su relato. Tras huir de Alemania, Beimler se exilió y más tarde participó en la Guerra Civil Española, donde se le perdió la pista en 1936, año en que murió en combate durante la defensa de Madrid.
Originalmente, el campo se construyó para 5.000 personas, aunque llegaron a vivir en él casi 30.000 al mismo tiempo. Había 34 barracones, y en cada uno vivían aproximadamente 54 personas, distribuidas en literas de madera. Sin embargo, con el paso de los años, el número de prisioneros se disparó y en un mismo barracón se llegaron a alojar hasta 1.500 o incluso 2.000 personas, completamente hacinados.
Como hemos dicho, el campo fue liberado el 29 de abril de 1945 por tropas estadounidenses, quienes encontraron miles de prisioneros en condiciones extremas y cientos de cadáveres sin enterrar. Impactados por el horror, los soldados obligaron a habitantes del pueblo de Dachau a visitar el campo para que presenciaran las atrocidades cometidas allí, enfrentándolos con la realidad del régimen nazi que muchos decían desconocer.
¿Qué ver en el Campo de Concentración de Dachau?
Muchos edificios acabaron demolidos al estar prácticamente en ruinas. Pero, gracias al esfuerzo de antiguos deportados, se creó en 1965 el Memorial del Campo de Concentración de Dachau (KZ-Gedenkstätte Dachau): se reconstruyeron dos barracones de prisioneros (los números 1 y 2) para mostrar cómo eran las condiciones de vida y se restauraron algunos edificios originales, como el edificio de administración y entrada, el edificio del crematorio y las cámaras de gas, el búnker o prisión interna y parte de los caminos y torres.
En la parte del memorial, pueden verse uniformes originales de los prisioneros, con los símbolos y números identificatorios que usaban los nazis para clasificarlos. Cada prisionero vestía un uniforme a rayas grises o azules, al que se cosía un triángulo de color invertido, llamado Winkel, que indicaba el motivo de su detención. Aquí no solo se encerraron a judíos, también prisioneros políticos, soviéticos, testigos de Jehová, gitanos, homosexuales, etc. Por ejemplo, el triángulo rojo correspondía a los presos políticos, entre ellos comunistas, socialdemócratas y sindicalistas. Debajo del triángulo se colocaba el número de identificación personal, asignado según el orden de llegada al campo. El objetivo de asignarles números era deshumanizar a los prisioneros y que perdieran su identidad individual.
También es curioso el mapa que muestra el número de prisioneros según su nacionalidad: los polacos fueron el grupo más numeroso, con alrededor de 40.395 internos, seguidos por los alemanes, unos 31.456. Esto es algo que sorprende a mucha gente, pero lo cierto es que muchos alemanes eran opositores políticos al nazismo. También hubo 604 prisioneros españoles, la mayoría republicanos exiliados tras la Guerra Civil, que habían buscado refugio en Francia y fueron posteriormente enviados al campo.
Durante la visita también se pueden visitar esos barracones y ver cómo eran las literas, no había separación entre camas ni zona común. Las duchas eran una especie de palanganas para echarse agua al cuerpo.
Los caminos de tierra y césped junto a los barracones también esconden terribles historias. En el campo, los prisioneros tenían prohibido bajo pena de muerte pisar el césped que rodeaba las alambradas. Entre los barracones y las vallas electrificadas había una franja de hierba o “zona de seguridad”, llamada en alemán Todeszone (“zona de la muerte”) porque cualquier preso que la cruzara o simplemente la pisara era disparado sin siquiera advertencia. Sobre esta base, las SS se inventaron el “castigo de la gorra”: tiraban deliberadamente la gorra de un preso a esa zona y le ordenaban que la recogiera. Así, el preso, si intentaba recogerla, era abatido a tiros por “intentar escapar”, y si no la recogía era castigado por “desobedecer órdenes” y “no ir correctamente uniformado”.
El campo de concentración de Dachau conserva hoy la única cámara de gas original que existe en Alemania, ubicada junto al crematorio, ambos construidos en 1942. Este edificio, conocido como Barracke X, incluía cuatro hornos crematorios, una cámara de gas y varias salas anexas para almacenamiento de cuerpos y desinfección.
La cámara de gas está aún intacta. En sus paredes pueden verse las pequeñas aberturas y rejillas por donde se introducían las cápsulas de Zyklon B, el gas que, al reaccionar con el aire, liberaba cianuro y se elevaba de abajo hacia arriba, provocando la muerte en menos de 20 minutos. En la entrada se lee el cartel “Brausebad” (“baño de duchas”), con el que los prisioneros eran engañados haciéndoles creer que iban a desinfectarse. Primero se les obligaba a desnudarse por completo, y luego eran conducidos a la supuesta “sala de duchas”, donde sólo había rejillas falsas y tubos de ventilación en el techo.
Tras la asfixia, los cuerpos eran trasladados a la sala contigua, donde se amontonaban a la espera de ser incinerados en los hornos. Los crematorios, de gran tamaño, permitían incinerar hasta tres cuerpos a la vez, con el objetivo de eliminar los restos lo más rápidamente posible.
Con esto damos por finalizada nuestra visita al campo. Para volver a Múnich podéis tomar el mismo bus de vuelta hasta la estación de Dachau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario