Río de Janeiro es una ciudad histórica de Brasil, que fue capital del país desde su independencia en 1822 hasta 1960, año en que la capital se trasladó a la recién fundada Brasilia. Es la ciudad más turística del país y cuenta con una población de aproximadamente 6,5 millones de habitantes, cifra que asciende a 13,8 millones si se considera su área metropolitana. Esto la convierte en la segunda área metropolitana más poblada de Brasil, solo por detrás de São Paulo, que alcanza los 22,8 millones de habitantes. Brasil está organizado en 26 estados federados y un distrito federal; la ciudad de Río de Janeiro es la capital del estado federado del mismo nombre.
Dada la magnitud de la ciudad, recomendamos dedicarle al menos cuatro días completos; en nuestro caso, estuvimos cinco. Incluso con cuatro días es necesario organizar bien el tiempo, ya que la ciudad cuenta con numerosos barrios y los desplazamientos entre ellos pueden llevar bastante tiempo.
¿Qué visitar en un viaje por Brasil?
Brasil es un país enorme: con 8.514.877 kilómetros cuadrados, es el quinto más grande del mundo, solo por detrás de Rusia, Canadá, Estados Unidos y China. Ofrece una enorme variedad de lugares de interés, pero estos se encuentran muy alejados entre sí, por lo que, en la mayoría de los casos, la mejor —y casi única— opción para desplazarse es el avión. Esto complica la logística del viaje, ya que los vuelos no son muchos ni cuentan con horarios muy flexibles.
A continuación, os presentamos una lista de las principales atracciones turísticas del país, junto con el tiempo aproximado (de forma subjetiva) que consideramos necesario para visitarlas. Evidentemente, se puede visitar mucho más, pero hemos seleccionado los destinos más destacados en función de nuestra propia experiencia y de lo que nos han comentado amigos que viven o han vivido allí, para que os hagáis una idea general.
- Río de Janeiro – 5 días aproximadamente
- Opcional, si os gusta este tipo de turismo: playas bonitas y un ambiente más festivo y turístico en los alrededores de Río, como Cabo Frío, Búzios y Arraial do Cabo.
- Paraty – preciosa ciudad colonial situada entre São Paulo y Río de Janeiro – 1 día para recorrer la ciudad y 2 o más días si se quieren hacer excursiones de naturaleza por la zona. Más información, en nuestro artículo sobre la ciudad.
- Ilha Grande – isla ubicada entre São Paulo y Río de Janeiro, conocida por sus playas y rutas por la selva – desde 2–3 días completos hasta todo el tiempo que uno quiera dedicarle. En nuestro artículo sobre la isla encontraréis más detalles.
- Salvador de Bahía – primera capital de Brasil, ciudad colonial con mucha historia – 2 días para ver la ciudad, o 3–4 días si además se quieren hacer excursiones a playas o islas cercanas, como Morro de São Paulo o Praia do Forte. En nuestro artículo sobre la ciudad encontraréis más información.
- Amazonas (zona de Manaos, por ejemplo) – se visita normalmente mediante una excursión organizada de 3–4 días.
- Cataratas de Iguazú – situadas cerca de la ciudad de Foz do Iguaçu, en la frontera entre Argentina y Brasil – 1 día completo es suficiente para verlas.
- Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses – parque natural con paisajes desérticos que cambian según la época y la cantidad de lluvias, formándose innumerables lagunas. Está ubicado en el norte del país, cerca de São Luís – Se recomienda dedicarle 3 días. La mejor época para visitarlo es julio y agosto, cuando las lagunas están llenas y no llueve.
Como podéis ver, hemos descartado São Paulo. Tenemos amigos que vivieron allí durante un tiempo y coinciden en que es una urbe enorme y muy guay para vivir, con todo tipo de oferta cultural y de ocio (restaurantes, cines, teatros, etc.). Sin embargo, desde un punto de vista turístico, no ofrece nada que no se pueda encontrar en otras grandes ciudades del mundo. Solo tendría sentido visitarla si vuestro vuelo de llegada o salida es allí; en ese caso, se puede dedicar uno o dos días a recorrerla, aunque en principio no creemos que merezca la pena incluirla como destino principal.
Información general sobre Brasil y Rio de Janeiro
📃Visado: No es necesario visado para ciudadanos con pasaporte español si la estancia es inferior a 90 días. Eso sí, el pasaporte debe tener una validez mínima de seis meses, y es habitual que soliciten pruebas del vuelo de regreso y, en algunos casos, justificantes de alojamiento.
✈¿Cuál es la mejor época para visitar Brasil? No existe una época del año que deba evitarse por completo, ya que cada temporada tiene sus ventajas e inconvenientes. Durante el invierno austral (junio a agosto) las temperaturas son más suaves y agradables, generalmente entre 15 y 25 °C (algo más altas en la zona de la selva). En cambio, en el verano (diciembre a marzo) el calor y la humedad son mucho más intensos, con temperaturas de 30 a 40 °C, especialmente en el norte del país por su cercanía al ecuador. Como punto a favor, en esta época se puede disfrutar del Carnaval.
🔪Seguridad. No es ningún secreto que Brasil tiene problemas de inseguridad, pero viajando con sentido común no suele haber mayores inconvenientes. La seguridad varía mucho según la ciudad y los barrios. Tanto Río de Janeiro como otras grandes ciudades cuentan con favelas que pueden ser peligrosas, aunque el turista estándar no suele tener motivos para visitarlas.
Río tiene la particularidad de que las favelas no están tan claramente separadas de las zonas turísticas como en otras ciudades (por ejemplo, São Paulo), y a pocas manzanas de un área turística puede haber una. Aunque existen favela tours que se anuncian como responsables y seguros, en general no se recomienda realizarlos. En ningún caso es aconsejable explorar por cuenta propia ni caminar sin rumbo: lo más seguro es desplazarse siempre en Uber de un barrio a otro.
🏨Alojamiento. Las zonas más seguras para dormir son Leblon, el barrio más moderno y de clase más alta; le siguen Ipanema y Copacabana, y en tercer lugar Botafogo. En estas áreas suele ser seguro pasear por la noche después de cenar. Se recomienda evitar Lapa para alojarse, ya que, aunque es una zona céntrica y con mucho ambiente nocturno, por la noche puede resultar peligrosa. Si se quiere salir de bares o fiesta por Lapa, lo ideal es ir y volver en Uber directamente al bar concreto.
💍Es aconsejable no llevar joyas, relojes, anillos, ropa de marcas caras ni móviles de última generación de forma visible. También se recomienda dejar el pasaporte, tarjetas y dinero en la caja fuerte del hotel y salir únicamente con lo imprescindible: algo de efectivo, una tarjeta y una fotocopia del pasaporte, no el original.
💵La moneda oficial es el real brasileño (BRL). Actualmente, 1 euro equivale aproximadamente a 6 reales (reais en portugués, pronunciando la “r” como una “g” fuerte). Nosotros solemos viajar con la tarjeta Revolut, que ofrece un tipo de cambio bastante bueno. El mejor banco para sacar dinero sin comisiones suele ser Bradesco, con sucursales en casi cualquier lugar. En cualquier caso, se recomienda retirar efectivo de día, en cajeros ubicados en centros comerciales, zonas turísticas o lugares con videovigilancia.
🗣 El idioma oficial es el portugués. La mayoría de la población no habla inglés con fluidez, por lo que es muy recomendable aprender algunas frases básicas en portugués. En caso de necesidad, comunicarse en español suele funcionar mejor que hacerlo en inglés, hablando despacio y con paciencia.
📱Conseguir datos móviles en Brasil no es sencillo. Normalmente se necesita un CPF (Cadastro de Pessoa Física), el número de identificación fiscal brasileño, que los turistas no tienen. Aun así, existen excepciones: en algunas tiendas de VIVO, que pertenece a Telefónica Brasil (por ejemplo, en el centro comercial Rio Sul), Claro (como en Shopping Leblon) o TIM, es posible comprar una SIM presentando el pasaporte. Eso sí, hay que informarse bien sobre cómo activar y recargar la tarjeta, ya que no siempre se puede hacer en el mismo establecimiento. Además, hay que tener en cuenta el inconveniente de llegar desde el aeropuerto hasta estas tiendas. Como alternativas más cómodas, se puede comprar una eSIM (por ejemplo, con Holafly), siempre que el móvil sea compatible, o contratar un paquete de datos internacional que incluya Brasil con la compañía española o del país de origen, que fue la opción que escogimos nosotros.
🔌En cuanto a los enchufes, no es necesario adaptador. El enchufe brasileño tipo N es compatible con el tipo C utilizado en España. Eso sí, en muchos alojamientos los enchufes tienen orificios finos, por lo que solo encajan cargadores estrechos (como los de móvil) y no cargadores circulares de ordenadores portátiles.
💉Vacunas. La única vacuna obligatoria para entrar en Brasil es la de la fiebre amarilla si se procede de un país donde la enfermedad es endémica (algunos países de América Latina y África). Si se viaja desde España no es obligatoria, aunque sí está recomendada. Además, se aconseja tener al día las vacunas generales: Hepatitis A, Tétanos-difteria y Triple Vírica.
🦟Los mosquitos son una de las principales preocupaciones al viajar a Brasil. Es importante consultar con un médico especializado en viajes si la zona a visitar presenta riesgo de malaria (paludismo) o dengue y actuar en consecuencia. Ambas enfermedades se transmiten por la picadura de un mosquito infectado. En la práctica, mosquitos hay muchos, y lo normal es recibir alguna picadura sin mayores consecuencias. Aun así, es fundamental usar un repelente potente (nosotros usamos Goibi), incluso para pasear por la ciudad, o llevar manga larga. Durante el día suelen ser menos molestos, pero al anochecer aparecen porp todos los lados sin que se dé uno cuenta. Existe una vacuna contra el dengue, aunque los médicos suelen recomendarla solo a personas que ya han pasado la enfermedad, ya que los contagios posteriores suelen ser más graves. En caso contrario, basta con tomar las precauciones mencionadas.
Breve historia de Río de Janeiro
Dentro de los múltiples grupos étnicos que habitaban esta zona de América, los indígenas que habitaban la región de Río de Janeiro antes de la llegada de los portugueses eran la tribu tupinambá. Se cree que estos llamaban a los blancos portugueses que vinieron cariocas, que literalmente significaba “casas de hombres blancos”, aunque la teoría más aceptada hoy es que proviene del tupí “kariîó oka”, que significa “casa de los carijó”, un grupo indígena que vivía cerca del río Carioca; de ahí que el gentilicio de Río de Janeiro sea carioca.
Los portugueses llegaron a Brasil en el año 1500, bajo el mando del navegante Pedro Álvares Cabral. En un primer momento no llegaron con la intención de asentarse, sino de comerciar, especialmente con el palo de Brasil, un árbol autóctono de madera muy resistente que compraban a los pueblos indígenas. Sin embargo, los franceses también frecuentaban las costas brasileñas con el mismo objetivo comercial, algo que no agradó a Portugal, ya que, según el Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre España y Portugal (sin la participación ni el reconocimiento de otras potencias como Francia o Reino Unido), esos territorios pertenecían a la corona portuguesa.
Ante esta situación, en 1532 los portugueses reunieron fuerzas, expulsaron a los franceses que operaban en la zona y comenzaron la colonización de Brasil. La primera ciudad colonizada fue São Vicente, en el actual estado de São Paulo. Aunque la colonización se inició en 1532, no se oficializó hasta 1549, cuando Portugal nombró un gobernador general del Brasil (cargo que más adelante sería conocido como virrey) y estableció la primera capital colonial en Salvador de Bahía.
Por su parte, los franceses intentaron también colonizar partes del territorio brasileño. En 1555 llegaron a la zona de Río de Janeiro y fundaron una colonia llamada Francia Antártica (France Antarctique). Esta presencia francesa provocó la reacción portuguesa, que atacó la colonia en 1565. Tras dos años de enfrentamientos (1565–1567), los portugueses derrotaron a los franceses y pusieron fin a la Francia Antártica, que apenas duró 12 años.
Cabe señalar que, antes de la colonización francesa, exploradores portugueses comandados por Gaspar de Lemos ya habían llegado a la zona el 1 de enero de 1502, entrando por la bahía de Guanabara. Al confundir su forma con la desembocadura de un río, la llamaron Río de Janeiro (Río de enero). Durante la expulsión de los franceses, la ciudad fue fundada oficialmente en 1565 con el nombre de São Sebastião do Rio de Janeiro, en honor al rey Sebastián I de Portugal.
Río de Janeiro se consolidó como un enclave estratégico en el océano Atlántico. Para su desarrollo se utilizó mano de obra indígena local y esclavos procedentes de otras colonias portuguesas. En el siglo XVII, tras el descubrimiento de oro y piedras preciosas en el vecino estado de Minas Gerais, la ciudad adquirió una gran importancia como puerto comercial. Esto llevó a que en 1763 se trasladara la capital de la colonia desde Salvador de Bahía a Río de Janeiro.
En 1808, con motivo de la invasión napoleónica de Portugal, la familia real portuguesa se trasladó a Río de Janeiro, convirtiendo la ciudad en la sede del gobierno y capital del Reino de Portugal, Brasil y Algarve. La presencia portuguesa en Brasil se mantuvo hasta la independencia del país, proclamada el 7 de septiembre de 1822, un proceso del que hablaremos más adelante.
Finalmente, en 1960, con el objetivo de aliviar la carga administrativa y financiera que soportaba Río de Janeiro, se decidió fundar la ciudad de Brasilia como nueva capital del país y trasladar allí toda la administración estatal.
¿Cómo ir del aeropuerto al centro de Rio de Janeiro?
Río de Janeiro cuenta con dos aeropuertos. El principal es el Aeropuerto Internacional de Galeão – Tom Jobim (GIG), situado a unos 20 kilómetros del centro y que opera tanto vuelos nacionales como internacionales. El segundo es el Aeropuerto Santos Dumont (SDU), ubicado prácticamente en el centro de la ciudad y dedicado principalmente a vuelos nacionales.
Para los vuelos internos utilizamos las compañías Azul y Gol, dos de las aerolíneas más importantes del país, y la experiencia fue muy buena en ambos casos. Ambas fueron muy puntuales —el embarque comenzaba incluso una hora antes del despegue—, ofrecían snacks incluso en vuelos de apenas una hora y, en el caso de Azul, los aviones contaban con pantallas para ver la televisión.
Por seguridad y comodidad, la mejor opción para desplazarse desde y hacia los aeropuertos es Uber. El transporte público es una alternativa posible, pero resulta más lento y, en algunos casos, menos seguro. Algo similar ocurre con los taxis, ya que es importante asegurarse de tomar únicamente los oficiales. Uber tiene la ventaja de que los conductores están identificados y valorados, y además hay una trazabilidad de la ruta que ha seguido el conductor.
En el aeropuerto internacional (GIG), los Uber se recogen en la planta baja, a la que se llega nada más salir de la zona de llegadas. Hay que recorrer el pasillo hasta el final, salir por la última puerta y girar a la izquierda, donde se accede a un pasillo al aire libre señalizado como “Sectores Uber”, que conduce a la zona de espera. Existen tres sectores (naranja, verde y rojo). Al solicitar el Uber, la aplicación indica en cuál de ellos espera el conductor; en la práctica, todos se encuentran en el mismo espacio y la división es solo organizativa.
En el aeropuerto Santos Dumont (SDU) no hay pérdida posible: es muy pequeño y los Uber paran en la misma zona que los taxis.
Por último, conviene saber que en la planta 0 del aeropuerto de Galeão (GIG) hay taquillas (lockers) donde se puede dejar el equipaje durante unas horas o incluso varios días. El precio es de 60 a 80 reales por 24 horas, dependiendo del tamaño de la maleta, independientemente del tiempo exacto que se deje dentro de ese periodo.
¿Qué ver en Río de Janeiro?
Como ya comentábamos, Río de Janeiro es una ciudad muy grande, por lo que es fundamental organizar bien la visita, dividir los planes por barrios y decidir con antelación qué ver cada día. Esto es especialmente importante porque algunos lugares cierran los domingos y otros los lunes.
Para desplazarnos entre barrios utilizamos siempre Uber, que nos pareció la opción más fiable, rápida y bastante económica, aunque el tráfico puede complicar los trayectos en ciertos momentos del día. También existe una buena red de metro, para quienes lo prefieran, que funciona con pago contactless (pagamento por aproximação).
Durante nuestra estancia visitamos los siguientes barrios y atracciones turísticas: el Cristo Redentor, el Parque Nacional de Tijuca, el barrio de Urca, el Pan de Azúcar, el barrio de Lapa, Santa Teresa y el centro histórico, el estadio de Maracaná, así como las playas de Botafogo, Copacabana e Ipanema. Nos organizamos para verlo todo en cuatro días, madrugando bastante, y dejamos un quinto día como margen para visitar aquello que no nos dio tiempo a ver en los días anteriores.
Primer día: Cristo Redentor, Mirante Dona Marta y Playa de Copacabana
Comenzamos el primer día con el símbolo número uno de Río de Janeiro: el Cristo Redentor, también conocido como Cristo del Corcovado, ya que se encuentra en la cima del monte Corcovado, a 710 metros sobre el nivel del mar, dentro del Parque Nacional de Tijuca.
La estatua fue diseñada por el escultor franco-polaco Paul Landowski y construida por el arquitecto e ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa. Se erigió entre 1922 y 1931, en estilo art déco, y representa a Jesús de Nazaret. El Cristo mide 30 metros de altura, sin contar el pedestal de 8 metros, y tiene una envergadura de brazos de 28 metros, lo que la convierte en la mayor estatua art déco del mundo. Su peso es de 1.145 toneladas.
Como curiosidad, el brazo izquierdo es ligeramente más corto que el derecho para resistir mejor los fuertes vientos, una solución inspirada en las velas de un barco. La estatua se construyó por partes, y algunos elementos, como la cabeza y las manos, fueron fabricados en Francia y trasladados a Brasil en varias piezas. En 2007 fue elegida como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, y en 2012 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En el pedestal que se encuentra bajo la estatua hay una pequeña capilla. El Cristo no solo impresiona por su tamaño, su diseño y el espectacular entorno en el que se alza, sino también por las vistas panorámicas que ofrece de la ciudad de Río de Janeiro. Desde allí se aprecia perfectamente la característica combinación de ciudad, montañas e islotes que define a Río. En particular, se obtienen magníficas vistas del Pan de Azúcar, el estadio de Maracaná, la bahía de Guanabara y la laguna Rodrigo de Freitas.
¿Cómo visitar el Cristo Redentor?
🚋La forma más habitual es utilizar el llamado Tren de Corcovado. Este tren turístico sale desde la Estação Cosme Velho (Rua Cosme Velho 513); para llegar hasta allí, la opción más cómoda es Uber. El trayecto dura unos 20 minutos y resulta especialmente bonito, ya que atraviesa parte del bosque.
Las entradas se pueden comprar online a través de su página web o directamente en la estación, donde hay máquinas en español y personal que ayuda en el proceso. En teoría, lo más cómodo sería comprarlas por internet, pero en este caso hay un factor importante a tener en cuenta: el clima. En Río de Janeiro es relativamente frecuente que haya bruma o niebla, y subir al Cristo en esas condiciones no merece la pena, ya que apenas se ve la estatua y prácticamente nada de la ciudad. Por ello, lo más recomendable es consultar el tiempo los días previos y elegir el día más despejado. En nuestro caso, como teníamos cinco días en la ciudad, revisamos la previsión cada mañana y compramos la entrada directamente en la estación el día que vimos que hacía mejor tiempo.
Al tratarse de la atracción turística número uno de Río, la afluencia de visitantes es enorme, por lo que recomendamos ir a primera hora, alrededor de las 8:00 de la mañana. A esa hora suele haber menos gente y menos colas tanto para comprar las entradas como en la cima. Si se compran los tickets online, es necesario seleccionar un día y una hora concreta, aunque normalmente no hay problema para cambiar el horario. Nosotros compramos la entrada en la estación sobre las 8:30, y el ticket asignado era para las 11:45, pero nos dejaron subir inmediatamente sin inconvenientes. En la web oficial se pueden consultar los horarios de apertura y los precios. Es una de las visitas más caras de Río, pero sin duda imprescindible. Conviene calcular unas 2–3 horas en total, contando la subida, el tiempo para hacer fotos y disfrutar de las vistas, y la bajada.
🚐Alternativamente al tren, se puede subir en furgonetas o vans, que salen desde tres puntos distintos: Copacabana, Largo do Machado y el Centro de Visitantes de Paineiras. Esta opción es más barata que el tren, aunque las vistas durante el trayecto no son tan bonitas. En su página web se pueden consultar los precios y más información.
📒También hay agencias de viaje, lógicamente más caras, aunque no es una actividad especialmente complicada de organizar por cuenta propia.
🏃La cuarta y última opción es caminando. Se trata de una ruta exigente a través del Parque Nacional de Tijuca, que comienza en el Parque Lage, concretamente detrás del edificio principal. No es apta para todos los públicos: son 2–3 horas de subida continua y hay un tramo en el que es necesario ayudarse de cadenas fijadas a la roca. La principal ventaja es que es totalmente gratuita.
Una vez regresamos al nivel de la ciudad, tomamos otro Uber para subir a otro mirador espectacular, el Mirante Dona Marta. Desde aquí se obtiene una vista ligeramente más baja que la del Cristo, lo que permite apreciar mejor la playa de Botafogo, el Pan de Azúcar, la bahía de Guanabara y otras áreas de la ciudad. Además, se puede ver el Cristo Redentor desde abajo, ya que el mirador se encuentra aproximadamente bajo la estatua. El acceso al mirador es totalmente gratuito; únicamente hay que pagar el Uber para llegar hasta él.
La tarde la dedicamos a relajarnos en la famosa Playa de Copacabana, junto con Ipanema, la playa más icónica de Río de Janeiro. Copacabana tiene una clara forma de bahía y una extensión aproximada de 4 kilómetros, desde el Forte de Copacabana hasta el barrio de Leme. En las décadas de 1940 y 1950, Copacabana fue el epicentro del glamour de Río, la playa más conocida por turistas, artistas y personalidades internacionales, mientras que Ipanema aún no contaba con una identidad propia consolidada. Hoy en día, ambas playas son muy populares, aunque Copacabana se caracteriza por ser más bulliciosa y turística, con más puestos de playa y kioscos, mientras que Ipanema mantiene un ambiente más estilizado y moderno.
Un buen plan para la tarde en Copacabana es, además de bañarse en la playa, dar un paseo por su famoso paseo marítimo hasta llegar al hotel Copacabana Palace, el majestuoso hotel donde se alojan los famosos cuando visitan Río. Este se encuentra frente a la estatua de Ayrton Senna, el reconocido piloto brasileño de Fórmula 1, tres veces campeón del mundo.
Fijaos también en el empedrado del paseo de Copacabana, todo un emblema de la ciudad. Se trata de un mosaico en blanco y negro con forma de ondas, construido a principios del siglo XX, inspirado en los suelos de la Praça Dom Pedro IV en Lisboa y de la plaza del Teatro Amazonas en Manaos, donde ya existían este tipo de diseños. Aunque no fue el primero, Copacabana fue quien le dio fama internacional a este mosaico; de hecho, lo veréis reproducido en muchos souvenirs. Hablando de recuerdos, uno de los mejores lugares para comprar souvenirs (por variedad y precio) es la Feria nocturna de Copacabana, un mercadillo callejero que se monta todos los días en la avenida Atlântica, frente a la playa, desde las 18:00 hasta medianoche.
Opcionalmente, otra actividad turística en Copacabana es visitar el Forte de Copacabana, una antigua base militar construida entre 1908 y 1914 como punto defensivo, que desde 1987 funciona como Museo Histórico del Ejército. Algunos militares aún residen en el fuerte, y son ellos quienes gestionan el museo, venden las entradas e incluso actúan como guías. La entrada cuesta 10 reales y el museo está abierto todos los días, de 10:00 a 19:00, excepto los lunes. Además de la exposición histórica, el fuerte cuenta con dos cafés donde se puede disfrutar de desayuno, brunch o merienda con vistas a la playa. Uno de ellos es una sede de la famosa Confitería Colombo, que ofrece tanto platos dulces como salados.
Si os alojáis cerca de Copacabana y os gusta hacer ejercicio, recomendamos levantarse temprano y salir a correr por la playa. Veréis que es una actividad muy popular entre locales y turistas. Además, ya desde las 7 de la mañana se puede ver a personas haciendo deporte: vóley, futvóley (mezcla entre fútbol y voleibol), paddle surf, canoa hawaiana (generalmente desde el Posto 6, para ver el amanecer), calistenia y ejercicios físicos en las máquinas públicas a lo largo del paseo marítimo.
También es sorprendente la cantidad de vendedores ambulantes que recorren la playa vendiendo todo tipo de cosas, tanto comida —como queijo coalho (pinchos de queso a la brasa), pinchos de gambas, biscoito Globo (unas cortezas muy típicas), agua de coco o caipirinhas— como prendas de ropa: bikinis, zunga (el bañador de licra ajustado para hombres), sombreros, mantas de playa, etc. Con los vendedores ambulantes se puede regatear. A nosotros ni los pinchos de queso ni los de gambas al hornillo nos llamaron la atención, así que optamos por el agua de coco.
Hablando de bañadores, aunque muchos son pequeños —algunos incluso tipo hilo—, el topless está prohibido en las playas de Río de Janeiro.
Segundo día: Parque Nacional de Tijuca, barrio de Urca y Pan de Azúcar
Comenzamos el día madrugando para hacer una caminata por el Parque Nacional de Tijuca, considerado la selva urbana más grande del mundo y uno de los parques urbanos más grandes, con una superficie de 3.972 hectáreas. Geográficamente está algo aislado, ya que se encuentra en una zona montañosa rodeada por el crecimiento urbano de las partes llanas de Río de Janeiro. Como mencionamos antes, es el bosque donde se encuentra el Monte Corcovado, hogar del Cristo Redentor.
Si contáis con pocos días en Río, esta actividad se puede dejar de lado: es agradable ver la naturaleza de la ciudad, pero no es imprescindible. El parque está dividido en varios sectores: Sector A - Floresta de Tijuca, Sector B - Serra da Carioca (donde se encuentra el peñón del Corcovado), Sector C - Pedra Bonita/Pedra da Gávea y Sector D - Pretos Forros/Covanca.
Tijuca se explora principalmente mediante caminatas, llamadas trilhas en portugués. En su página web podéis consultar todas las rutas, con distancias y tiempos estimados. Además de la fauna local (nosotros vimos algunos coatíes), el bosque alberga ofrendas y elementos de culto en rocas y otros sitios, reflejo de su importancia religiosa y cultural.
Nosotros hicimos una caminata del Sector C, la Trilha Pedra Bonita, que es relativamente fácil y corta, con buenas vistas de playas y montañas al llegar a la cima, siempre que no haya niebla. No olvidéis llevar repelente de mosquitos y mucha agua. Para llegar al comienzo, tomamos un Uber hasta Quilombo da Pedra Bonita y luego subimos una cuesta empinada hasta el Estacionamento da Trilha da Pedra Bonita, donde empieza la caminata. Dependiendo del coche, el Uber a veces puede subir hasta el estacionamiento, pero en nuestro caso nos dejaron abajo.
En el estacionamiento hay que registrar el nombre, ya que llevan control de los visitantes. Al volver, tuvimos un problema: no hay cobertura de teléfono, por lo que no pudimos pedir Uber. Los vigilantes del lugar nos indicaron que ofrecen un servicio de transporte en coches amarillos para bajar a los turistas hasta la Praia de São Conrado, por 10 reales por persona.
Tras terminar la caminata en Pedra Bonita, nos dirigimos a otra zona de Tijuca: el Parque Lage. Se trata de un agradable parque ubicado a los pies del Parque Nacional de Tijuca, famoso por albergar una enorme mansión de 1931, regalo del empresario Henrique Lage (propietario del parque en aquel momento) a su esposa. Hoy en día, la mansión está ocupada por la Escola de Artes Visuais y el Plage Café, una cafetería situada en el patio interior, ideal para descansar, desayunar, comer o simplemente tomar algo. Nosotros no entramos, ya que la cola para una mesa superaba la hora de espera.
Además del café, a mano derecha hay una gruta artificial, de acceso gratuito, con vistas preciosas del parque y del Cristo Redentor arriba. El parque también cuenta con una gran variedad de árboles donde encontramos una especie de primate endémico de Brasil: el tití común. Son de color gris/negro, con un cuerpo pequeño de unos 20–25 cm y una cola más larga de 30–35 cm. Como mencionamos anteriormente, aquí también comienza la caminata Trilha Parque Lage-Corcovado, que lleva hasta el Cristo Redentor.
Al lado del Parque Lage se encuentra el Jardim Botânico do Rio de Janeiro, otra visita recomendable pero no imprescindible, que dejamos para el último día una vez hubiéramos visto lo más importante. La variedad de árboles y plantas es enorme, y recorrerlo entero puede hacerte sentir como si estuvieras en la selva. Recorrerlo por completo puede llevar unas 2–3 horas.
Para la tarde, visitamos el barrio de Urca, con presencia militar debido a la Fortaleza de São João (también llamada Fuerte de Urca o Fuerte Amarillo), un fuerte todavía operativo. Primero comimos en la Garota da Urca, restaurante que comentaremos en la sección de comida. Después, dimos un paseo a orillas del mar desde la Praia da Urca, rodeamos el Morro da Urca, la montaña que se encuentra detrás de la playa, y llegamos a la Praia Vermelha (playa roja), llamada así porque su arena contiene fragmentos de minerales y cristales de granito que reflejan la luz del sol, dándole un tono rojizo.
Ambas playas son mucho menos turísticas que Copacabana o Ipanema y, por ello, para muchos resultan más agradables. Nosotros solo las visitamos, sin bañarnos. En Praia Vermelha llama la atención la Estátua de Frédéric Chopin, un monumento regalado a Brasil en 1944 por la colonia polaca residente en Río de Janeiro.
A última hora, para ver el atardecer, fuimos a la segunda actividad turística de Río de Janeiro después del Cristo Redentor: el Pan de Azúcar (Pão de Açúcar), llamado así porque su forma se parecía a la de los bloques cónicos que se usaban para transportar el azúcar de Brasil a Europa en la época colonial. Ubicado en la entrada de la Bahía de Guanabara, el Pan de Azúcar es un monolito de 396 metros, lo que lo convierte en el tercero más grande del mundo tras la Peña de Bernal (433 metros), en México, y el Peñón de Gibraltar (426 metros).
La subida al Pan de Azúcar se realiza mediante un teleférico, llamado por los brasileños bondinho, con capacidad para hasta 65 personas, que comienza en la estación “Embarque Bondinho do Pão de Açúcar”. Este teleférico se inauguró en 1912, siendo el primer teleférico de América y uno de los primeros del mundo. Se recomienda llegar en Uber, ya que la estación de metro más cercana, Botafogo, está a más de media hora caminando. En la estación hay cuatro colas distintas:
- Para quienes compran el ticket estándar (prioridad más baja).
- Para personas con prioridad (embarazadas, mayores o pagando 50 reales adicionales).
- Para quienes compraron el ticket por internet.
- Para quienes van con guía turístico.
Estas colas solo permiten acceder a las taquillas donde se compran los tickets; después hay otra cola para subir al bondinho, haciendo un total de tres colas antes de poder embarcar. Por eso, es recomendable comprar la entrada por internet, evitando las dos primeras colas. Eso sí, no compréis con mucha antelación, ya que, como ocurre con el Cristo Redentor, las vistas dependen del tiempo. Si hay niebla o está nublado, no vale la pena; lo mejor es dejar la actividad para el día con mejor clima y comprar el ticket ese mismo día por la mañana.
El teleférico lleva primero al Morro da Urca, donde las mejores vistas se aprecian desde la izquierda, aunque hay varios miradores una vez arriba para disfrutar del paisaje. Allí se baja del bondinho y se recorre el parque que incluye miradores, restaurantes, tiendas de souvenirs y baños, antes de subir al segundo bondinho, que va de Morro da Urca al Pão de Açúcar, donde probablemente haya otra cola larga. Durante la visita, no os extrañe encontrar monos titíes, muy comunes en estas montañas, ni ver escaladores profesionales en las paredes del Pan de Azúcar, donde existen rutas de escalada deportiva permitidas.
Una vez en la cima del Pan de Azúcar, las vistas son increíbles: panorámicas de 360° de toda la ciudad, incluyendo el Cristo Redentor, la bahía de Guanabara, la playa de Copacabana en el otro lado y, en general, poder admirar la inmensidad de la ciudad. Venir para ver la puesta de sol y la ciudad iluminada de noche es un plan perfecto. Conviene mirar la hora del atardecer y subir aproximadamente una hora antes, ya que las colas y el tiempo en los miradores llevan su tiempo.
Vistas nocturnas desde el Pan de Azúcar: Copacabana a la izquierda, Praia Vermelha abajo y Cristo al fondo
Los tickets se pueden comprar en su página página web oficial del Bondinho. Se adquieren para un día específico, pero no para una franja horaria concreta. A veces hay descuentos, así que conviene estar atentos. Como mencionamos antes, es mejor no comprarlos con demasiada antelación, ya que la visibilidad depende del clima.
En la web también se puede consultar el horario de funcionamiento, incluido el momento en que sube el último teleférico. Para la bajada, aunque no indican la hora exacta del último viaje, no hay problema: nadie se queda arriba, ya que cierran todo al caer la noche y el último teleférico baja con todos los visitantes que aún estén en la cima. Al llegar abajo, podéis tomar un Uber hasta vuestro hotel o el restaurante donde vayáis a cenar.
Tercer día: Cinelândia, Lapa y Playa de Ipanema
El centro de Río de Janeiro es bastante extenso y cuenta con numerosos edificios que merecen una visita, por lo que decidimos dividir su recorrido en dos partes. En este día exploraremos la zona que abarca los barrios de Cinelândia y Lapa. Comenzaremos el itinerario tomando un Uber hasta la plaza Largo da Carioca, aunque también es posible llegar en metro si se prefiere.
El centro presenta un aspecto algo peculiar, y Largo da Carioca es un claro ejemplo de ello: una combinación de majestuosos edificios históricos con rascacielos modernos, algunos de ellos más feos o decadentes. La plaza tiene su origen en 1608, cuando se construyó sobre una pequeña colina el Convento de Santo Antônio, fundado por los primeros frailes franciscanos que llegaron a Río. Al pie de la colina existía un estanque que, al secarse, dio lugar a la plaza actual. La iglesia del convento puede visitarse de forma gratuita y, a su derecha, se encuentra el Museu Sacro Franciscano, cuya entrada tiene un costo de 20 reales.
La plaza se sitúa junto a la Avenida República do Chile, la arteria principal del distrito financiero. Desde aquí se pueden observar varios edificios emblemáticos: la sede de Petrobras, la empresa estatal de petróleo y gas, famosa por su forma que recuerda a una torre de Jenga; el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), con su fachada de cristal negro; y el antiguo edificio del Banco Nacional da Habitação (BNH), de color blanco, que hoy forma parte de la Caixa Econômica Federal. Este trío de grandes edificios públicos, de gran coste en su época, recibió el apodo popular de “Triángulo de las Bermudas”, en referencia a la broma de que allí “desaparecía el dinero público”.
Desde allí nos dirigimos hacia el sur hasta la Praça Floriano, donde se concentran algunas de las construcciones más majestuosas del centro. Comenzaremos la visita en el Theatro Municipal do Rio de Janeiro, inaugurado en 1909 e inspirado en la Ópera de París. Se trata del principal teatro de la ciudad, escenario de obras teatrales, óperas, ballets y una amplia variedad de espectáculos y actuaciones. Tras la reforma de 1930, la capacidad del teatro aumentó de 1.739 a 2.205 espectadores y, posteriormente, con algunas modificaciones adicionales, alcanzó las 2.361 localidades actuales. Si por fuera resulta impresionante por su arquitectura, su cúpula dorada y su señorial fachada, el interior no se queda atrás: destacan los mármoles de Carrara de distintos colores, las vidrieras y los frescos que decoran sus salas.
El teatro puede visitarse mediante visitas guiadas de pago. Las entradas se adquieren en las taquillas situadas a la izquierda de la fachada principal, que abren a las 10 de la mañana, y solo se venden tickets para el mismo día. En la página web del teatro se pueden consultar los horarios (horários regulares) y los precios (preços) de las visitas guiadas. Es importante tener en cuenta que, si hay ensayos o visitas especiales, el teatro no estará abierto al público.
Por ello, conviene acudir a primera hora para reservar las entradas y regresar más tarde a la hora indicada para el tour, cuya duración es de aproximadamente una hora.
Theatro Municipal do Rio de Janeiro
El segundo edificio que visitaremos en la plaza es la Câmara Municipal do Rio de Janeiro, el órgano legislativo de la ciudad de Río de Janeiro, encargado de promulgar, interpretar, derogar y modificar las leyes. También ejerce las funciones de ayuntamiento de la ciudad. Fue creada en 1566, prácticamente al mismo tiempo que la fundación de Río, aunque no fue hasta 1977 cuando se trasladó a su sede actual, el Palacio Pedro Ernesto, llamado así en memoria del médico y político Pedro Ernesto. Este edificio, construido en 1923, presenta un estilo ecléctico, caracterizado por la combinación de elementos de distintas épocas y corrientes artísticas, en este caso una mezcla de diversos estilos neoclásicos con influencias de otros movimientos, como el art nouveau.
La visita se realiza mediante visitas guiadas gratuitas, en portugués, con una duración aproximada de media hora. El edificio abre a las 10:00 y conviene acudir a primera hora, como hicimos nosotros. El recorrido comienza en una galería donde se exhiben las fotografías de todos los presidentes. A continuación se accede al plenario, espacio donde se debaten y votan las leyes, presidido por un gran cuadro que representa la fundación de la ciudad. La siguiente parada es la sala inglesa, un espacio anexo al plenario concebido como lugar de reunión para facilitar el diálogo entre los participantes, inspirado en la arquitectura británica y que cuenta con un confesionario, ya que antiguamente el voto era secreto y se emitía allí.
Después se sube al piso superior para visitar la sala francesa, de estilo neoclásico, que en el pasado se utilizaba como salón de bailes y que hoy acoge distintos eventos políticos. La última parada del recorrido es la escalera principal, donde se encuentra el busto de Pedro Ernesto, que da nombre al palacio. Pedro Ernesto fue alcalde de Río en los periodos 1931-1934 y 1935-1936 y es conocido, entre otras cosas, por haber sido el primer político en brindar apoyo financiero al carnaval. La visita merece la pena: es interesante, breve, permite aprender sobre la historia local, ofrece salas muy bonitas y cuadros históricos y, además, es completamente gratuita.
Frente al ayuntamiento, al otro lado de la plaza, se alza otro edificio igualmente impresionante: la Fundação Biblioteca Nacional, o Biblioteca Nacional do Brasil, cuya belleza destaca tanto en su arquitectura exterior como en sus espacios interiores. Fue fundada en 1810 y ampliada en 1905, de modo que el edificio actual, resultado de esa reforma, presenta un estilo ecléctico que combina elementos del neoclasicismo y del art nouveau. En la actualidad, es la biblioteca más grande de Latinoamérica.
La entrada es libre y no se realizan visitas guiadas. Se permite el acceso a la planta baja y a algunas salas del primer piso, donde se exponen de forma temporal libros y documentos históricos. En nuestro caso, una de las exposiciones mostraba una edición de la epopeya Os Lusíadas (1572), obra maestra de la literatura portuguesa escrita por Luís de Camões.
El último edificio que vamos a destacar en la Praça Floriano es el Museu Nacional de Belas Artes, inaugurado en 1938. Alberga una enorme cantidad de obras de arte, especialmente pinturas y esculturas del siglo XIX, y también sobresale la colección de arte portugués que trajo consigo el rey Juan VI de Portugal cuando huyó de Lisboa ante el avance del ejército de Napoleón y se refugió en Río de Janeiro en 1807. Actualmente, el edificio se encuentra cerrado de forma indefinida por reformas, por lo que no es posible visitarlo.
A continuación, nos dirigimos a la Catedral Metropolitana de São Sebastião do Rio de Janeiro, otro de los grandes símbolos de la ciudad, famosa por su singular estructura inspirada en una pirámide maya. El edificio alcanza los 75 metros de altura y cuenta con un diámetro exterior de 106 metros. Esta catedral de culto católico, construida entre 1964 y 1979, está dedicada a San Sebastián, patrón de Río de Janeiro. La visita apenas requiere unos 15 minutos, tiempo suficiente para recorrer su interior, admirar las cuatro enormes vidrieras que se elevan desde el suelo, observar la cruz blanca que se forma en el techo gracias a la luz natural que entra por su diseño cónico, contemplar la gran cruz colgante y tomar algunas fotografías. La entrada es gratuita y la catedral permanece abierta todos los días de 07:00 a 17:00.
La catedral se encuentra en los límites del barrio de Lapa, nuestra siguiente parada. Conviene señalar que Lapa, aunque está muy cerca del centro, es un barrio algo decadente, con numerosos mendigos durmiendo en sus calles. Al mismo tiempo, es una de las zonas con mayor concentración de bares y ambiente nocturno de la ciudad, por lo que resulta animado por la noche, aunque es necesario extremar las precauciones.
El gran icono de Lapa es el Acueducto Carioca, conocido popularmente como los Arcos de Lapa. Se trata de uno de los ejemplos más destacados de arquitectura colonial en Brasil, es decir, de la época en la que el país fue colonia de Portugal (1500-1802). Su construcción se proyectó ya en el año 1600, pero no se llevó a cabo hasta el periodo comprendido entre 1723 y 1744, con el objetivo de abastecer de agua a la ciudad desde el río Carioca durante una época de sequía. En el siglo XIX, con el desarrollo de nuevas infraestructuras, comenzaron a utilizarse otros sistemas de suministro y el acueducto cayó en desuso. Esto coincidió con los primeros pasos del tranvía, que acabaría circulando por encima del acueducto y que hoy constituye una popular actividad turística de la que hablaremos más adelante.
El conjunto cuenta con un total de 42 arcos a lo largo de 270 metros de longitud, alcanza los 17,6 metros de altura y fue construido en piedra por indígenas y esclavos africanos, una práctica tristemente habitual durante el periodo colonial. Con un poco de paciencia, es posible conseguir una fotografía del arco con el tranvía pasando por encima, una de las imágenes más emblemáticas de Lapa.
Ahora subiremos por la famosa Escalera de Selarón (Escadaria Selarón), que suele estar siempre llena de turistas. No se trata de una escalera cualquiera, sino de una obra del artista chileno Jorge Selarón, compuesta por 215 escalones y más de 2.000 azulejos de cerámica de múltiples colores. En un principio predominaban los tonos azul, verde y amarillo, en referencia a la bandera de Brasil, aunque con el tiempo se han ido incorporando azulejos de todos los colores, donados por personas de más de 60 países. Entre ellos hay varios dedicados a tradiciones españolas y a algunos equipos de fútbol de La Liga.
La Escadaria Selarón fue el proyecto de su vida: comenzó a desarrollarla en 1990 y no se dio por finalizada hasta 2005. Lamentablemente, la historia tiene un desenlace trágico, ya que el artista apareció muerto el 10 de enero de 2013 sobre uno de los escalones de su propia obra, en extrañas circunstancias. Por hablar de algo más feliz, cabe destacar que la escalera también ha sido escenario de videoclips musicales, como el de la canción Beautiful, de Pharrell Williams junto a Snoop Dogg.
La fotografía más codiciada es la de la parte baja, donde los escalones forman el texto “ESCADARIA SELARÓN”. Sin embargo, al subir se descubre que algunos guías turísticos utilizan placas de cartón rígido del tamaño de un escalón, que imitan esas letras y los adoquines del fondo, colocándolas en otros puntos de la escalera para que sus grupos puedan hacerse fotos. Cada cual recurre a sus trucos para conseguir la imagen perfecta, aunque sea alterando un poco la realidad. Una vez arriba, ya nos encontraremos en el barrio de Santa Teresa, aunque esa visita la dejaremos para otro día.
Tras una atareada mañana y parte de la tarde, tomamos un Uber para ir a relajarnos en la Playa de Ipanema. Ipanema significa “aguas malolientes” en la lengua indigena tupí que es la que usaban los indígenas de Río, los tupinambá, en referencia al Río Ipanema que había antiguamente en el estado de São Paulo. El caso es que nada tiene que ver este nombre con las aguas y arena blanca de la Playa de Ipanema, más ordenada, tranquila y menos masificada que Copacabana. Sin embargo, por su cercanía a Leblon y zonas de moda, es una playa más exclusiva. Al inicio de la playa está la Estatua de Tom Jobim, compositor de la célebre canción La Garota de Ipanema (en español, la chica de Ipanema) en 1962, en referencia a la modelo y mujer de negocios Helô Pinheiro. Los compositores, Tom Jobim y Vinícius de Moraes, se sentaban en el Bar Veloso para verla pasar por la calle, lo que inspiró la letra de la canción.
La clave es llegar a la playa con luz de día, para poder darse un baño y disfrutar después de la puesta de sol. El mejor lugar para contemplarla es la Pedra do Arpoador, la roca que separa las playas de Copacabana e Ipanema. No tiene pérdida: cuando el sol empieza a ponerse, la roca se llena de gente que se reúne allí para ver el espectáculo. En cualquier caso, la puesta de sol también resulta preciosa vista directamente desde la playa.
El sol se oculta por el extremo oeste de Ipanema, aproximadamente en la zona donde se encuentra el Morro Dois Irmãos (en español, Dos Hermanos), llamado así por los dos grandes picos que conforman esta montaña. Para completar la estampa de la puesta de sol, al caer la noche se puede observar cómo se va iluminando la favela de Vidigal, situada en la ladera del Morro Dois Irmãos, creando una imagen especialmente evocadora.
Por esta zona, aunque no es frecuente, con mucha suerte se pueden avistar ballenas jorobadas durante su ruta migratoria, que pasa frente a la costa de Río entre los meses de junio y noviembre.
Para la noche, la zona con mayor concentración de restaurantes, bares y algo más de ambiente en Ipanema es la Praça General Osório. Desde allí también se tienen vistas de las favelas situadas al fondo, ya que el límite entre Ipanema y Copacabana colinda con las favelas de Cantagalo-Pavão-Pavãozinho. En general, no hay problema en pasear por ambas playas y desplazarse de una a otra, aunque conviene tenerlo en cuenta para no desviarse innecesariamente.
Para otro día, podéis acercaros al norte de Ipanema, donde se encuentra un paseo muy agradable a orillas de la Lagoa Rodrigo de Freitas. Es un lugar frecuentado por personas que van a montar en bicicleta, correr, caminar o simplemente de paso al desplazarse entre Ipanema y Leblon. También es un sitio muy popular para disfrutar del atardecer. Aunque en el mapa parece una laguna cerrada, en realidad cuenta con un canal en su extremo sur que la conecta con el océano Atlántico.
Cuarto día: Centro, Santa Teresa, Puerto, Pedra do Sal
Volvemos al centro en el cuarto día, ya que aún quedan dos o tres edificios históricos que realmente vale la pena visitar.
Comenzamos por el Real Gabinete Português de Leitura, una biblioteca y centro cultural que alberga una colección de 350.000 obras de autores portugueses fuera de Portugal. Su principal atractivo es el Salón de Lectura, construido en 1887 en estilo neomanuelino —un estilo arquitectónico portugués similar al gótico-renacentista, propio de mediados del siglo XIX hasta principios del XX—, sumamente ornamentado y considerado extremadamente bello. Aunque la mayoría de los visitantes acuden para admirar el Salón, también es posible consultar libros, pues no deja de ser una biblioteca.
La institución fue fundada el 14 de mayo de 1837 por emigrantes portugueses en Río de Janeiro, apenas unos años después de la independencia de Brasil (1822). El acceso es gratuito y la visita apenas lleva unos 15 minutos. El horario de apertura es de 10:00 a 17:00 todos los días, salvo los lunes, que cierra a las 14:30, y los sábados permanece cerrado.
De aquí hacemos una breve parada en la Confeitaria Colombo, toda una institución en Río de Janeiro, fundada en 1894 por inmigrantes portugueses en un estilo Belle Époque. Destacan sus preciosas vidrieras, grandes espejos de estilo art nouveau —traídos desde Amberes y tallados en una madera llamada palo de rosa—, bellas lámparas de cristal colgantes y suelos de mármol.
Actualmente, está muy turistizada, hasta el punto de que te hacen una foto antes de sentarte que luego intentan vender, algo que resta un poco de encanto a la experiencia. Objetivamente, los dulces están riquísimos y el salón es muy bonito, pero tanto lo de la foto como el mal servicio —lento, poco atento, descuidado, pasota y, además, con un cargo del 13%— hicieron que nuestra experiencia fuera agridulce.
Sin embargo, también está la opción de entrar, hacer una foto del lugar y pedir algo para llevar en la parte derecha, sin necesidad de hacer la cola que es para sentarse en mesa. Algunos de los dulces más populares son las mil folhas de creme (milhojas de crema), los brigadeiros (trufas o bombones de chocolate) y el quindim (flan de huevo típico brasileño con un toque de coco).
Paralela a la calle donde se encuentra la confitería está la Rua Uruguaiana, una de las vías más importantes del centro. A lo largo de ella se pueden ver edificios antiguos y numerosos puestos callejeros, y desemboca en el Mercado Popular Uruguaiana, un excelente lugar para comprar souvenirs a buen precio.
Nos desviamos a la derecha para ver la Igreja Matriz de Nossa Senhora da Candelária, una de las primeras iglesias importantes construidas por los portugueses en Río de Janeiro. Comenzó a construirse en 1609 como una pequeña capilla pero no se terminó hasta 1877, por lo que la iglesia actual presenta estilos neoclásico y barroco. Por fuera destaca la cúpula, totalmente realizada con piedra caliza traída de Lisboa. La tradición portuguesa también se aprecia en los revestimientos con azulejos de algunas partes del interior y exterior. Podéis acceder gratuitamente a su interior, donde destacan las pinturas de los techos. El horario de visita es de lunes a viernes de 7:30 a 16:00 horas.
Detrás de la iglesia hay una plaza donde sucedió un trágico evento: la Masacre de la Candelaria. Ocurrió el 23 de julio de 1993, cuando un grupo de niños y adolescentes sin hogar que vivían en la plaza frente a la iglesia fueron asesinados por policías, que los percibían como una amenaza social. Fue un hecho que conmocionó a Brasil y al mundo y a consecuencia se llevaron a cabo investigaciones judiciales y cambios en la legislación y protección a menores.
La siguiente parada es la Praça XV de Novembro, donde se encuentran varios edificios históricos. El primero de ellos es el Paço Imperial, o Palacio Imperial en español, antigua sede del gobierno colonial. Fue construido en 1733 como residencia para los gobernantes de Río de Janeiro, en plena época colonial (1500-1802). En 1763, cuando la capital de Brasil se trasladó de Salvador de Bahía a Río de Janeiro, la casa pasó a ser la residencia de los virreyes.
Al otro lado del océano, en 1807, Francia y España firmaron en secreto el Tratado de Fontainebleau, por el cual España permitía el paso de las tropas de Napoleón por su territorio para atacar a Portugal, aliado del Reino Unido y enemigo de Francia. Napoleón incumplió el tratado, invadió la Península Ibérica y se quedó en España, lo que dio origen a la Guerra de la Independencia Española. En este contexto, la corte portuguesa decidió trasladarse a Brasil: la reina María I de Portugal y el príncipe regente, Juan VI, huyeron con su familia a Río de Janeiro para refugiarse ante el avance francés. En 1808, con la llegada de las instituciones portuguesas a Río, la residencia se reformó y pasó a llamarse Palacio Real. Tras la independencia de Brasil en 1822, se convirtió en el Palacio Imperial, nombre que mantiene hoy.
El Paço Imperial desempeñó un papel clave en el proceso independentista brasileño. En 1815, Juan VI creó el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, unificando ambos territorios bajo un mismo reino en lugar de que Brasil dependiera de Portugal. En 1816, tras la muerte de María I, Juan VI heredó el trono, y gracias a que la corte portuguesa estaba en Río, la ciudad adquirió un enorme prestigio internacional. En 1821, Juan VI regresó a Portugal dejando a su hijo Pedro como regente en Brasil. Cuando las Cortes portuguesas le ordenaron volver, Pedro se negó y permaneció en Brasil, proclamando la independencia el 7 de septiembre de 1822 como Pedro I del Imperio de Brasil. Es decir, un miembro de la realeza portuguesa fue quien proclamó la independencia brasileña, un hecho inaudito.
Años más tarde, el 13 de mayo de 1888, en una de las salas del Paço Imperial, la princesa Isabel de Brasil, nieta de Pedro I, firmó la Ley Áurea, que otorgaba la libertad a todos los esclavos del imperio. Por ello, el Palacio Imperial es, en muchos sentidos, uno de los edificios más relevantes de la historia de Brasil.
A lo largo de su historia, el edificio también funcionó como casa de la moneda (Casa da Moeda); de hecho, durante la restauración de 1970 se encontraron vestigios de hornos y áreas donde se fundía el oro. Hoy en día, el Paço Imperial es un centro cultural que ofrece exposiciones temporales, una muestra fija sobre su historia y una cafetería en la planta baja. La entrada es gratuita y el horario de visita es de 12:00 a 18:00 todos los días, excepto los lunes, cuando permanece cerrado.
La plaza se abre a la bahía de Guanabara, desde donde se puede ver a lo lejos la Ilha Fiscal y su famoso palacio verde. En el siglo XIX funcionaba como aduana, motivo por el cual los europeos la llamaban la “Isla de los Ratones”. Actualmente, alberga un museo naval.
En el otro extremo de la plaza se encuentra la Igreja Nossa Senhora do Carmo da Antiga Sé, que durante la estancia de la familia real portuguesa en Río a partir de 1807 se utilizaba a menudo como Capilla Real. También fue catedral hasta 1976, cuando se construyó la actual Catedral de Río, y desde entonces volvió a funcionar como iglesia. El acceso es gratuito.
El último edificio que vamos a ver en la plaza es el Palácio Tiradentes, situado detrás del Paço Imperial, sede de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro —es decir, del gobierno estatal; el gobierno de la ciudad corresponde a la Câmara Municipal do Rio de Janeiro. Originalmente hubo un edificio colonial de 1640, pero en 1922, coincidiendo con el centenario de la independencia de Brasil, se decidió construir uno nuevo para albergar la sede del Congreso Nacional de Brasil, función que desempeñó entre 1926 y 1960, cuando el Congreso se trasladó a Brasilia. Por tanto, el palacio siempre ha tenido una función parlamentaria: primero a nivel nacional y luego para el estado de Río de Janeiro. Fue construido en estilo ecléctico con fuerte influencia francesa, reflejo de la Belle Époque francesa, al igual que el Teatro Municipal de Río.
El edificio recibe su nombre de Tiradentes, cuyo nombre real era Joaquim José da Silva Xavier (1748-1792). Conocido como Tiradentes por ser dentista (de ahí su apodo, “tira-dentes”), fue oficial de caballería y líder de la Conspiración Minera en Minas Gerais, un movimiento contra Portugal por los altos tributos coloniales, con el objetivo de lograr la independencia y crear una república. Intentó provocar un levantamiento en abril de 1789, pero fue detenido y ejecutado públicamente el 21 de abril de 1792. Con el tiempo, se convirtió en mártir y héroe nacional de Brasil.
El Palácio Tiradentes se visita mediante un tour guiado gratuito, al igual que la Câmara Municipal, y la ventaja es que este también se ofrecía en español, facilitando mucho la comprensión. Aunque solo se recorren algunas salas, el palacio está lleno de detalles arquitectónicos que repasan la historia de Brasil. Por ejemplo, las barandillas y marcos incluyen granos de café, en referencia a uno de los principales productos de exportación de la época. También se puede ver la palabra LEX en varios lugares, como en la urna al pie de la escalera principal, que significa “ley” en latín, recordando que estamos en un espacio simbólico para la democracia nacional. A ambos lados de la urna se encuentran las figuras alegóricas de Marianne República, símbolo de la República Francesa. El hall de entrada luce un mosaico francés en el suelo y una imponente escalera de mármol de Carrara. En el primer piso se visita el Salón Noble, donde se realizan diversas actividades culturales, y la visita termina en el plenario. En resumen, merece mucho la pena hacer el tour: es gratis, no requiere cita previa y, si hay suerte, se realiza en español.
Tomamos un Uber y dejamos la plaza atrás. Ahora nos dirigimos a coger el tranvía amarillo que cruza los Arcos de Lapa mencionados antes. Allí se le llama Bonde o Bondinho, y es el último tren eléctrico en funcionamiento de todo Brasil. Hoy su uso es principalmente histórico y turístico para subir al barrio de Santa Teresa, ya que los residentes utilizan los autobuses urbanos.
Para tomarlo, hay que ir a la Estação de Bondes de Santa Teresa; si vais en metro, la parada más cercana es Carioca. El primer tranvía sale a las 8:00 y el último a las 17:30, con una frecuencia de 20 minutos por la mañana y de 15 minutos al mediodía. Los tickets se compran en la taquilla de la estación, donde suele haber largas colas; si vais en pareja o grupo, lo mejor es que uno haga cola mientras otro compra los billetes. El precio es de 20 reales ida y vuelta, ya que no existe billete de solo ida.
Recomendamos bajarse en la penúltima parada, Largo dos Guimarães, en pleno corazón de Santa Teresa. Lo primero al llegar será comer: la zona cuenta con varios restaurantes, entre ellos Bar do Mineiro, uno de los mejores de la ciudad, del que hablamos en la sección de restaurantes.
Localizado en lo alto de una de las muchas colinas o morros de Río de Janeiro y rodeado de favelas, Santa Teresa es considerado el barrio de los artistas, lleno de cuestas y callejuelas con estudios, galerías y murales callejeros. Se formó en 1750 en torno al convento de Santa Teresa, y en el siglo XVIII inmigrantes europeos y la clase alta portuguesa comenzaron a poblarlo, construyendo hermosas villas con distintos estilos arquitectónicos. Gracias a su ubicación en la colina, muchas de estas villas tenían (y aún tienen) una vista privilegiada de la ciudad. Con el tiempo, el barrio dejó de ser considerado un lugar de lujo y cayó en cierta decadencia. Sin embargo, en las últimas décadas, los artistas vieron en Santa Teresa un espacio de inspiración, convirtiéndolo nuevamente en un barrio creativo y vibrante.
Nos habíamos bajado del Bonde en Largo dos Guimarães, el corazón del barrio tanto urbanística como gastronómicamente. La última parada del tranvía sería Largo do Curvelo, junto a nuestra siguiente atracción: el Parque das Ruínas, a unos 15 minutos de subida caminando desde Largo dos Guimarães. Este centro cultural es un mirador con vistas panorámicas espectaculares, frecuentado por artistas dibujando, escribiendo o grabando vídeos. También hay un puesto de snacks y bebidas.
Para volver al centro, se puede usar el billete de vuelta del tranvía desde Largo do Curvelo, bajar caminando por la Escadaria Selarón, o pedir un Uber directamente desde allí.
La última parada del día es el Puerto de Río de Janeiro (Porto do Rio de Janeiro), considerado el lugar de nacimiento del samba, ya que fue uno de los puertos utilizados para traer esclavos que fueron los que trajeron los esos ritmos, cantos y bailes que dieron origen al samba moderno. Por cierto, aunque en España y en algunas partes de Latinoamérica se dice la samba, en Brasil la forma correcta es masculino: el samba.
El puerto era una zona muy deteriorada y abandonada, pero fue reformada urbanísticamente a partir de 2009 como parte del proyecto Porto Maravilha, que buscaba revitalizar la zona para eventos internacionales como la Copa Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
En este contexto, destaca en el Parque do Porto Maravilha el Museu do Amanhã, obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Situado en una ubicación idílica frente a la Bahía de Guanabara, el museo se inauguró en diciembre de 2015. Desde su concepción, el museo fue diseñado con criterios de sostenibilidad, utilizando recursos naturales: agua de la bahía para regular el aire acondicionado, paneles solares en el techo que generan electricidad y unas alas que se abren y cierran según la posición del sol para ofrecer más o menos sombra. El coste aproximado de la obra fue de 55 millones de dólares. El Museu do Amanhã es un museo de ciencia y tecnología centrado en el futuro. En su página web podéis consultar los precios de las entradas si queréis visitarlo.
La siguiente parada en el puerto es Etnias - Mural de Graffiti (Estúdio Kobra), un mural de graffiti del artista Eduardo Kobra, creado como parte de la renovación del puerto para los Juegos Olímpicos de 2016. Aunque Kobra lideró el proyecto, contó con un equipo que trabajó durante dos meses diarios, utilizando 3.000 botes de spray y 700 litros de pintura. El mural muestra los rostros de distintas etnias del mundo, mide 15 metros de altura y 170 metros de largo, y le valió un récord en el Libro Guinness como el mural con spray más grande del mundo realizado por un equipo.
El barrio adyacente al puerto se llama Saúde, apodado antiguamente “Pequeña África” porque en el siglo XIX era un barrio con alta concentración de afrodescendientes, especialmente esclavos y exesclavos bahianos que trabajaban en el puerto cargando y descargando los barcos.
Aquí tiene lugar todos los lunes a partir de las 20:00 la roda de samba, una fiesta callejera del samba en torno a la Pedra do Sal, llamada así por encontrarse donde antiguamente, había un mercado de sal. Se llama roda de samba porque los músicos se colocan en un círculo (roda en portugués significa “rueda”), y alrededor se pone la gente a bailar y cantar. Nos gustó mucho la idea y el ambiente, había puestos callejeros vendiendo caipirinhas y demás bebidas, todo el mundo bebiendo y núcleos de gente bailando en las portadas de algunos locales. La parte negativa es que estaba hasta arriba de gente y apenas se podía caminar, así que recorrimos las calles como pudimos y fuimos a tomar algo sentados a la plaza Largo de São Francisco da Prainha, una plaza muy bonita y con varias terrazas. Aunque no sea lunes, es un buen sitio al que venir a tomar algo a medio día en alguno de sus botecos (bares). Como en toda actividad con aglomeraciones, llevad vuestras pertenencias bien guardadas y dejad lo que no sea imprescindible en casa.
Largo de São Francisco da Prainha
Quinto día: Maracaná, Botafogo y resto de cosas
El último día lo dejamos para ver algunas cosas pendientes y todo aquello que no pudimos visitar antes por falta de tiempo.
Primero, tomaremos un Uber hacia el estadio Maracanã⚽, aunque también se puede llegar en metro hasta la parada homónima. Maracanã es un estadio mítico para los amantes del fútbol, el más grande de Brasil. Aquí se han jugado finales de la Copa Libertadores, las finales de la Copa del Mundo de 1950 (el famoso Maracanazo) y 2014, la final de la Copa América 2021, así como la final de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Por este estadio han pasado grandes leyendas del fútbol brasileño como Pelé, Garrincha, Zico, Ronaldo Nazario y Ronaldinho, así como estrellas internacionales como Maradona, Riquelme o Messi. Actualmente, sirve como estadio local compartido por Flamengo (el equipo principal y más grande) y Fluminense (el otro histórico de la ciudad). Además del fútbol, Maracanã ha acogido a lo largo de los años conciertos de grandes artistas mundiales.
El estadio se puede visitar de dos maneras. La primera es mediante un tour por libre, sin guía ni reserva previa: basta con ir a la Puerta A (“Tour Maracanã” en la app de mapas) y comprar el ticket. El recorrido incluye el museo o salón de la fama, vestuarios, banquillos, campo, gradas y sala de prensa, y dura unos 30-45 minutos. En la página web del estadio se pueden consultar horarios y precios.
La segunda opción es asistir a un partido de la Liga Brasileira o la Copa Libertadores. Para ello hay que consultar los horarios en internet y comprar las entradas directamente en las taquillas del estadio, ya que muchos portales online no permiten venta a extranjeros sin CPF, salvo a través de agencias de turismo.
El estadio está bastante apartado y no hay otras atracciones cercanas, por lo que, si no sois grandes aficionados al fútbol o no disponéis de mucho tiempo, se puede omitir la visita.
Lo último que visitamos en Río de Janeiro fue el barrio de Botafogo, ubicado alrededor de la bahía y la playa del mismo nombre, con su característica forma semicircular y el Pan de Azúcar de fondo. La Playa de Botafogo es pequeña y generalmente no apta para bañarse por la contaminación; no es una playa “natural”, gran parte de ella fue ganada al mar mediante rellenos y suele haber barcos y yates, ya que limita con el Iate Clube do Rio de Janeiro.
El barrio combina altos edificios de oficinas, cines y centros comerciales. Nosotros paseamos por la playa y visitamos la Basílica Imaculada Conceição, donde se encuentra la tumba de la pequeña Odette Vidal de Oliveira (“Odetinha”), fallecida en 1939 a los nueve años y actualmente en proceso de beatificación.
Para cruzar los 4-5 carriles que separan la playa del resto del barrio se usan túneles en ambos extremos, lo que nos llevó al Centro Comercial Botafogo Praia Shopping. En la última planta, la 9, se encuentra el bar-restaurante Brewteco Botafogo (es una cadena y tiene varios), ideal para tomar algo con vistas impresionantes de la playa y el Pan de Azúcar. Al llegar, te preguntan si quieres sentarte o simplemente disfrutar del paisaje. Nosotros aprovechamos para sentarnos y, como estaba nublado, regresamos otro día para ver las vistas despejadas. Aunque no tengáis mucho tiempo, merece la pena subir al mirador, incluso sin recorrer el resto del barrio.
¿Qué comer en Río de Janeiro?
Brasil es un país enorme y, como tal, su gastronomía es muy variada. Aunque no goza de tanta fama internacional como otras cocinas latinoamericanas, cuenta con varios platos que merecen ser destacados. Algunos de los más típicos que encontraréis en muchos restaurantes son:
Feijoada – el plato nacional, un guiso de frijoles con carne de cerdo y chorizo, acompañado de arroz, farofa, couve refogada (col salteada) y unos gajos de naranja al final. En español se podría traducir como frijolada. Se sirve un poco de cada cosa en el plato y se mezcla como podéis ver en la foto más abajo.
Farofa – es una harina hecha con mandioca (también llamada aipim o yuca según la región) que sirve de acompañamiento para muchos platos.
Picanha - la Picanha es un corte de carne de vacuno localizada en la parte trasera del animal. Tiene una parte de músculo con una tira de grasa que hace que sea un corte jugoso, y se come todo, también la parte de grasa.
Pão de queijo – bolas de pan cuya masa está hecha con queso. El típico entrante que no falta en la mesa brasileña.
Pastel de queijo – empanadillas de queso (pastel en Brasil es una empanadilla). El queso que suelen usar, tanto en los pasteles como en el pão de queijo es el catupiry, un queso suave brasileño.
Pão de alho – pan de ajo, muy popular aquí, como en muchas otras partes del mundo.
Coxinha – similar a unas croquetas, pero con forma de gota de agua grande. Suelen estar rellenas de patata y pollo, aunque hay muchas variedades.
Arroz maluco – en Brasil veréis muchos tipos de arroz, este es uno con muchos ingredientes (huevo, linguiça, zanahorias, etc.), se da un aire a un arroz tres delicias. No se suele comer de plato principal sino como acompañamiento.
Tapioca – es el almidón de la mandioca/yuca/aipim. Se consume mucho como sustituto del pan en el desayuno o merienda. Tiene forma de diminutas perlas que se unen para hacer una masa tipo wrap o crêpe, que se rellena de ingredientes (mantequilla, jamón, queso, etc.). También hay un entrante típico que se llama dadinhos de tapioca, similar a unos dados de patata fritos, pero con tapioca. Lo encontraréis por todo el país.
Frango passarinho – similar al pollo al ajillo, riquísimo.
Strogonoff de frango – un guiso de pollo con champiñones, normalmente acompañado de patatas fritas o arroz.
Galeto – se refiere a un pollo (frango) joven. No es un plato en sí, sino una aclaración, pues lo veréis a veces en los menús.
Chopp (pronunciada shop) – es como se llama en Brasil a la cerveza sin pasteurizar, que se almacena en barriles para ser consumida rápidamente. A diferencia de las cervezas pasteurizadas, que duran más y se venden en botellas o latas, la chopp se sirve de barril y siempre está fresca. La marca más conocida es Brahma, presente en todo el país, y otra cerveza popular es Itaipava, normalmente servida en longneck, que en Brasil se refiere al botellín pequeño, ya que las cervezas grandes (750 mL) suelen compartirse.
Caipirinha – la bebida nacional, un cóctel preparado con cachaça, azúcar, zumo de lima y hielo. Muchos brasileños prefieren beber caipirinha antes que cerveza porque esta última les hincha mucho, por eso es una de las bebidas más consumidas, también para acompañar comidas.
Cachaça – licor producido a partir de zumo de caña de azúcar, que se fermenta y destila.
Limonada suíça – la limonada típica de Brasil, aunque el nombre sea limonada suiza. A nosotros nos gustó bastante y fue una habitual a lo largo de todo nuestro viaje ya que lo sirven en todo el país.
Guaraná – el refresco nacional, procedente de la fruta homónima. Tiene sabor parecido a un jarabe y lleva mucha azúcar, por lo que no está de más pedir la versión zero.
Fruta – la fruta, en general, nos pareció exquisita siempre que la comíamos en los desayunos de los hoteles. Suelen poner fruta de temporada que, en nuestro caso, solía ser mamão (papaya), sandía, guayaba, banana da terra (una banana de tamaño considerable) y piña. Deliciosa.
¿Dónde comer en Río de Janeiro?
Ahora que sabemos qué probar en Río, veamos dónde disfrutarlo. Aquí os listamos algunos restaurantes recomendables. Como en España, muchos ofrecen menú del día, llamado menu executivo o pratos executivos, servido al mediodía entre semana. Los entrantes se llaman petiscos. Además, más adelante hablaremos de las churrascarias, un tipo de restaurante brasileño que merece mención aparte.
Sobre la cultura de la propina en Brasil, en Brasil la propina (gorjeta) suele ser del 10% en restaurantes estándar y del 13% en los más caros. Aunque no es obligatoria, normalmente ya viene incluida en el ticket y lo habitual es dejar lo que aparece allí. Esto se aplica a todos, no solo a turistas.
Sobre los métodos de pago, además de tarjeta (cartão) y efectivo (dinheiro), es popular el PIX, un sistema de pago instantáneo del Banco Central de Brasil. Sin embargo, para turistas se requiere generalmente una cuenta brasileña y CPF.
A propósito de tarjetas, en los restaurantes y otros establecimientos, al pagar con tarjeta, nos dirán si es de débito o de crédito. Si vamos con una tarjeta europea, aunque sea de débito, siempre hay que decir que es de crédito, de lo contrario suele dar error.
Vamos ya con los restaurantes. En Centro:
- Galeto 183 – comida variada brasileña. Tienen varios tipos de carne (filet mignon, contrafilé, galeto) que acompañan de arroz, farofa y frijoles. También tienen pan tostado de ajo (pão de alho) y pasteis de nata, de postre.
- Amarelinho da Cinelândia – restaurante tradicional brasileño, un poco de todo, raciones generosas.
- Restaurante Metro – tipo buffet por peso de comida brasileña (R. Alcindo Guanabara, 24 – Cinelândia)
- TT Burger – cadena de hamburguesas muy buenas. Fuimos al de Ipanema y nos gustó bastante.
En Copacabana:
- En Copacabana destacan las churrascarias, os damos algunos nombres en la siguiente sección. También hay otros restaurantes de carne como Braseiro (R. Domingos Ferreira, 214) y Quick Galetos pero no funcionan como churrascarias.
- Deck buffet – restaurante de tipo buffet, tienen prácticamente de todo (carnes, pizzas, etc.) por un precio fijo.
- Café e Bar Stalos – una pizzería por si algún día queréis cambiar de aires.
En Ipanema:
- Restaurante e Bar Garota de Ipanema – la especialidad es la picanha (da para dos o tres personas porque es grande) y la feijoada (aunque ponga para dos personas, pueden comer tres). También tienen muchos otros platos que hemos visto en la sección anterior, como el strogonoff de frango.
En Urca:
- Garota da Urca, uno de los mejores en Río, de la misma cadena que Garota de Ipanema. Aquí se recomienda pedir la picanha no rechaud (picanha servida en una plancha para que la termines tú de hacer al punto que te guste), muy buena. La sirven con farofa. Otros platos populares: Bacalhau à Gomes de Sá (bacalao en salazón con patatas, cebolla, dientes de ajo, huevo cocido y aceite, parecido a una ensalada campera) y, de postre, plátano al horno con canela, y queso con goiabada (dulce de guayaba).
En Santa Teresa:
- Bar do Mineiro, todo un clásico y el mejor restaurante del barrio, así que puede estar lleno, pero merece la pena esperar. Tiene comida del estado de Minas Gerais, de ahí el nombre. De entrante pedimos bolinhos, similar a las croquetas, que hay muchos tipos, nosotros pedimos los de linguiça (salchicha) con queso, y los de aipim (yuca) con costela desfiada (carne mechada)). De comer, pedimos feijoada para dos personas (aunque ponga para 2, da para más); y de postre, el pudin de leche. También tienen una gran variedad de cachaças. Si vais a medio día, sabed que tienen lista de pratos executivos (platos del día).
- Bonde Boca, en la parte más alta del barrio. Además de buena comida, tiene una terraza con muy buenas vistas, por eso puede ser un poco más caro que el resto.
En Leblon:
- Braseiro da Gávea – otro de carnes, muy buena picanha.
- Aquí en Leblon, como barrio de clase más alta, suelen estar algunos de los mejores y más exclusivos restaurantes, así como los más caros. También encontramos una cocina más internacional. Algunos ejemplos son: Nola (restaurante italiano) y San Leblon (japonés).
Bares con buen ambiente donde también sirven algún plato de comida:
- Brewteco Botafogo. El bar del que os hablamos en el apartado de Botafogo, que tiene unas vistas espectaculares. Ideal para tomar una cerveza, pero también para comer. Tienen varios pratos executivos a buen precio, así como raciones varias. Es una cadena, pero este en concreto es el mejor en cuanto a vistas se refiere.
- Boteco Belmonte – bar guay donde tomar una cerveza o una capirinha. También tienen alguna cosa de picoteo. Hay varios por la ciudad, nosotros fuimos al de Ipanema.
- Boteco Boa Praça – muy parecido y muy cerca del anterior, con el mismo concepto. También tienen varios, nosotros fuimos al de Ipanema.
¿Cómo es una churrascaria en Río de Janeiro?
El churrasco es una tradición brasileña similar a la barbacoa en España, al asado en Argentina o Paraguay, o a la parrilla en Perú. Es habitual reunirse los fines de semana con amigos o familia para disfrutarlo.
Una churrascaria es un tipo de restaurante muy típico en Brasil, aunque se ha popularizado internacionalmente (por ejemplo, la cadena Brasa y Leña en España). Su funcionamiento se conoce como rodízio, similar a un buffet: los camareros traen la carne en espadas y te sirven directamente en el plato. Este concepto también se ha exportado a otros alimentos, como los rodízios de pizza.
En un rodízio de churrascaria pueden ofrecer hasta 20 cortes de carne, incluyendo res, cerdo, pollo y cordero. Algunos típicos son: linguiça (salchicha de cerdo), costela, corazón de pollo, entrañas, contra filé, fraldinha (falda), maminha, cupim (joroba), chorizo, filé mignon y picanha. Muchas churrascarias tienen un dibujo de vaca que indica de dónde proviene cada corte. Los cortes más característicos y recomendados son: picanha (la estrella), filé mignon, contra filé, cupim, fraldinha y maminha.
Las churrascarias comienzan ofreciendo un buffet fijo con verduras, salsas, embutidos, pan, arroz, frijoles e incluso sushi, que cada comensal se sirve a su gusto. Además, al sentarse, suelen traer o permitir pedir aperitivos típicos como pão de queijo, pastel de queijo, pão de alho, patatas fritas, buñuelos o plátano frito. Lo recomendable es disfrutar de estos acompañamientos sin llenarse demasiado, ya que el protagonista es la carne.
Luego empieza el espectaculo: el rodízio de carne. Los camareros pasan con espadas ofreciendo distintos cortes, generalmente tan rápido que apenas te da tiempo a comer un trozo cuando ya están ofreciendo el siguiente. No hay problema en rechazar un corte concreto, ya que volverán a pasar. No es que pasen una vez con la picanha y ya no vuelvan más. Cada porción se sirve con unas pinzas metálicas que proporcionan, y si no deseas un tipo de carne, basta con decir “no” o usar la tarjeta roja que facilitan algunos restaurantes.
Bebidas y postres no suelen estar incluidos; se piden por carta y se pagan aparte, algo a tener en cuenta para evitar sorpresas en la cuenta.
Aquí os dejamos una lista de algunas de las churrascarias más populares de Río:
- Churrascaria Palace – de las más caras, pero te aseguras la calidad de la comida. Nos la recomendó una amiga local y salimos muy contentos. El precio fue de 232 reales por persona, que sumando bebidas y el 13 % de propina, resultó en unos 50 € por persona. Lógicamente es caro para Río pero es toda una experiencia en Brasil. Fuimos a medio día y no hizo falta reservar; conviene solo confirmar que esté abierto.
- Fogo de Chao, Av. Reporter Nestor Moreira, S/N – También de alta categoría, tiene locales en otros países, incluso.
- Churrascaria Carretão Lido – este está también bien y es un pelín más barato que los anteriores.
Excursiones desde Río de Janeiro
En Río de Janeiro nunca sobran días: siempre hay algo que ver y hacer. Si dispones de tiempo extra, aquí van algunas ideas de excursiones, aunque, por las distancias y el tráfico, pocas merecen la pena en un solo día; lo ideal es quedarse al menos una noche.
Armação dos Búzios, más conocido como Búzios: antiguo pueblo de pescadores convertido en destino turístico por sus playas. Muy popular entre argentinos, por lo que que se os pegue antes ese acento que el brasileño. Se puede visitar en un día, pero son unas 3 horas de ida y 3 horas de vuelta, dejando poco tiempo para disfrutar de las playas. La gente suele quedarse 3-4 días.
Cabo Frio: similar a Búzios, pero media hora más cerca de Río. Muchas agencias ofrecen tours de un día desde la ciudad.
Arraial do Cabo: el tercero en discordia, igual que los anteriores, muy cerca de Cabo Frio.
Paraty: ciudad colonial encantadora, considerada una de las más bonitas de Brasil. Se puede recorrer en un día, pero llegar requiere unas 5 h, por lo que no es factible en un solo día. Nosotros fuimos en los autobuses Costa Verde. Más información en nuestro artículo.
Existen tanto agencias globales como locales, como City Rio y Rio Máximo, que ofrecen estas excursiones y otras opciones.
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