Creta, con una superficie 8.336 km², es la isla más grande de toda Grecia y la quinta más grande del Mar Mediterráneo después de Sicilia, Cerdeña, Chipre y Córcega. Está ubicado concretamente en el Mar Egeo, una rama del Mar Mediterráneo al este de Grecia y al oeste de Turquía, donde se encuentra la mayoría de las islas griegas.
Es un destino muy popular en Europa para las vacaciones veraniegas, pues tiene de todo: mucha historia, naturaleza –desde playas espectaculares hasta caminatas entre montañas–, ciudades con mucho ambiente y, por supuesto, buena gastronomía a precios razonables. Al final del artículo os hablaremos de algunos platos típicos de la cocina griega y cretense.
Los principales atractivos se encuentran en el oeste y en el centro de la isla, pero como es tan extensa horizontalmente, nosotros recomendamos quedaros en dos o tres ciudades y de ahí explorar los alrededores con coche de alquiler. Nosotros estuvimos 9 días, pasando 3 noches en Heraclión, su capital, 2 noches en Rethymno y 3 noches en Chania. Si no queréis alquilar coche, ni tampoco queréis ver toda la isla, lo que hace mucha gente es alojarse todo el tiempo en Rethymno o Chania, sobre todo esta última, que tienen playa, y de ahí coger excursiones de día o montársela cada uno por su cuenta con transporte público.
¿Cómo llegar a Creta?
Creta cuenta con dos aeropuertos principales, uno ubicado en su capital, el Heraklion International Airport (HER), y otro en la segunda ciudad más importante, el Chania International Airport (CHQ). Hay un tercero, el Sitia Public Airport (JSH), pero no tiene tantas conexiones internacionales como los otros y nadie suele llegar allí.
Desde ambos aeropuertos hay buses que os acercan a las respectivas ciudades y también decenas de oficinas de alquiler de coche, sin duda la mejor opción para recorrer Creta.
La conducción en Creta nos sorprendió positivamente. Nos lo esperábamos peor pero lo cierto es que, en general, las carreteras entre ciudades grandes están bien, así como la 97 que une Heraclión con el sur. Lo típico es que sean de un solo carril más un arcén grande, que los cretenses lo invaden y usan como segundo carril para los que quieran ir más lento o para dejar paso a los coches que vienen más rápido por la izquierda. Para ir a otros sitios que no sean ciudades, suelen ser carreteras con curvas puesto que la isla es muy montañosa, pero yendo despacio no hay problema. La conducción, por tanto, no es peligrosa, solo hay que estar un poco más atentos a los otros conductores, puesto que no suelen poner el intermitente, y en las ciudades hay muchos coches y se suelen meter como buenamente pueden.
Historia de Creta
Creta tiene una larga y fascinante historia que merece la pena repasar antes de venir. La isla ya estaba habitada en el Neolítico (8.000 a.C. – 3.000 a.C.) aunque nos centraremos en los que llegaron en el 2.600 a.C., los minoicos. La civilización minoica es una de las más antiguas de Europa, más incluso que los griegos de la Antigua Grecia. A esta civilización se le apodó minoica por el rey Minos, un posible rey que tuvo esta población. Los minoicos destacaron por sus palacios –siendo los más emblemáticos los de Cnossos, Festos y Malia–, su arquitectura y avanzadas técnicas de construcción, su arte y su comercio.
En el 1600 a.C. se produjo la llamada Erupción minoica, una erupción del volcán Thera de Santorini, de las más grandes registradas en todo el planeta. Al erupcionar, el volcán se desplomó, reduciendo la extensión de la propia Santorini, dando paso a la formación de la Caldera de Santorini y provocando un tsunami que alcanzó el norte de Creta. Esta erupción acabó con la civilización minoica de la propia Santorini (el principal yacimiento arqueológico minoico se encuentra en la ciudad de Akrotiri) pero no de la de Creta, como cuentan algunas leyendas. Sí es cierto que, como fue tan brutal, el tsunami causó un importante destrozo en el norte de la isla y las cenizas del volcán afectaron a las tierras, convirtiendo a muchas incultivables. Se encontraron restos de capas de cenizas y rocas volcánicas en algunos puntos del norte de Creta. Como hay evidencias de que los minoicos estuvieron hasta el 1300 a.C. y la erupción fue en torno al 1600 a.C., se sabe que la civilización minoica de Creta sobrevivió al volcán, pero la debilitó tanto que facilitó la llegada y conquista por parte de los micénicos, procedentes de Grecia continental. Esto se sabe porque se encontraron en la isla evidencias de dos tipos de escrituras, apodadas Linear A y Linear B. La primera no se pudo descifrar, pero la segunda se supo que venía de Grecia continental, que estaba habitada en ese momento por los micénicos.
Por tanto, los micénicos fueron los siguientes en habitar Creta, seguidos por los dorios, que introdujeron la lengua y la cultura griegas. En el siglo I a. C., Creta fue conquistada por los romanos, convirtiéndose en una provincia romana y, más tarde, en el año 395 d. C., pasó a formar parte del Imperio bizantino (también conocido como Imperio Romano de Oriente). Posteriormente, la isla fue conquistada por los árabes en el año 824 d. C., que introdujeron el islam y su propia lengua. Sin embargo, el Imperio bizantino reconquistó Creta en el año 961 d. C. y permaneció bajo su dominio hasta que los venecianos tomaron el control en el año 1212.
Los venecianos gobernaron Creta durante más de 450 años, dejando un legado duradero en la arquitectura y cultura de la isla, introduciendo su propio idioma, costumbres y religión, es decir, el catolicismo, que coexistió con la Iglesia ortodoxa que había sido introducida por los bizantinos. Algunas de las diferencias principales son que en las iglesia ortodoxas no hay esculturas, todo son iconos de santos de estilo bizantino que los fieles besan; los bautizos se hacen por inmersión completa en el agua y los sacerdotes (llamados “popes”) pueden estar casados y tener hijos. En 1669, Creta fue conquistada por el Imperio otomano (hoy en día, Turquía), que gobernó hasta 1898, cuando se convirtió en un estado autónomo, aunque todavía bajo la soberanía otomana. Algo curioso es que los turcos obligaron a los cretenses a añadir el sufijo -akis a sus apellidos, un diminutivo con el objetivo de humillarlos. Sin embargo, con el paso del tiempo todos esos apellidos se llevan con orgullo de la resistencia frente al Imperio otomano. Por tanto, si en algún momento conocéis a algún griego cuyo apellido acabe en -akis, probablemente sus antepasados tengan alguna relación con Creta. Un ejemplo curioso es el padre de Jennifer Aniston, Yannis Anastasakis, que era cretense, y se cambió el nombre a John Aniston al mudarse a EEUU.
Los cretenses lucharon por su independencia de los otomanos, y su lucha se conoció como la Revolución de Creta. Su deseo de unirse a Grecia se vio hecho realidad en 1913 tras la victoria en las sangrientas Guerras Balcánicas (1912-1913) que enfrentaron a los estados de Bulgaria, Grecia, Montenegro y Serbia frente a los otomanos, con el fin de expulsarles de sus territorios. Poco más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, Creta fue invadida y ocupada por los alemanes en 1941 hasta que fue liberada por Gran Bretaña en 1945.
Actualmente Grecia tiene una población de 10 millones, pero lo más curioso es que hay hasta 5 millones de griegos viviendo fuera del país, la mayoría en Estados Unidos y Australia.
¿Qué ver en Creta?
Como comentamos, nosotros elegimos las tres ciudades principales como tres bases desde donde visitar los puntos turísticos cercanos. Vamos a contar qué ver en cada una de esas ciudades más los alrededores.
Heraclión
Comenzaremos por la capital, Heraclión, en griego Ηράκλειο / Iráklio, pronunciado con acento en la á. Tiene una población de 180.000 habitantes, algunos ilustres como El Greco, que nació aquí en 1541 y murió en Toledo en 1614. Es la ciudad más grande y tiene también universidad, es un destino típico de Erasmus para los estudiantes europeos. Heraclión es caótica, desordenada y no parece que tenga un plan urbanístico pero ahí reside su encanto. A nosotros lo que más nos gustó fue su ambiente, todas las calles del centro estaban siempre llenas de gente, y no turistas, la mayoría locales. Como de las tres ciudades principales de la isla, esta es la menos atractiva, mucha gente no la visita y eso la convierte en la más auténtica de todas.
Partiremos la visita a la ciudad por el Puerto Veneciano de Heraclión (Ενετικό Λιμάνι Ηρακλείου). Esto es algo común a todas las ciudades, el puerto construido durante la época veneciana. Ahora ya menos, pero en una ciudad que toda su historia ha vivido del mar, el puerto ha sido de vital importancia. Algo curioso es que originalmente, en época minoica, fue el puerto de la ciudad de Cnosos. Con el paso del tiempo y la extinción de los minoicos, Cnosos fue perdiendo importancia a la par que la fue ganando Heraclión. Legado de los venecianos que podemos ver actualmente en este puerto son los astilleros (Ενετικά Ναυπηγεία), reconocibles por sus arcos abovedados, utilizados para la construcción y reparación de barcos de la flota veneciana.
Frente a los astilleros, se alza el otro vestigio de época veneciana, la Fortaleza Koules. En los siglos VII y VIII hubo aquí una torre bizantina, muy castigada por los terremotos con el paso del tiempo, por lo que fue sustituida por esta gran fortaleza a principios del siglo XVI por los venecianos, llamándola Rocca a Mare (que se podría traducir como fortaleza junto al mar), un nombre que todavía perdura. No obstante, también es conocido por otro nombre, Koules (literalmente significa fortaleza), que es como la apodaron los turcos cuando el Imperio otomano conquistó la isla. Es muy bonito verla desde fuera, rodearla, ver en las paredes laterales el símbolo del león alado típico de la República de Venecia (sobre todo en la pared trasera). Si tenéis tiempo e interés, también puede resultar interesante entrar en su interior, aunque por el precio que cuesta, 10€ por persona (5€ reducida), la gente prefiere verlo por fuera. El horario es de 8:00 a 20:00 todos los días excepto los martes, que fue el día que nosotros estábamos en Heraclión por lo que no pudimos entrar.
Ahora subiremos hacia el casco antiguo, y lo haremos por la calle del 25 de agosto (25th Avgoustou), la calle principal y más bonita de la ciudad. Tiene el triste apodo de la “calle de las ilusiones” porque cuando llega la gente procedente del puerto y ve esta calle con edificios neoclásicos impresionantes, piensan que el resto de la ciudad va a ser así, pero en realidad no. La calle conmemora el trágico suceso del 25 de agosto de 1898, cuando los turcos asesinaron a 500 ciudadanos cristianos y 17 soldados británicos como represalias por la revolución cretense.
A lo largo de esta calle veremos edificios como la Catedral de San Tito, que sale a mano izquierda según subimos, en una plaza muy agradable; el edificio de la Loggia Veneciana, el edificio más bonito de la calle, hoy en día convertido en el Ayuntamiento de Heraclión; y la basílica de San Marcos (Vasilikí Agíou Márkou), que en su interior alberga una galería con exposiciones de arte temporales de acceso gratuito.
Frente a esta iglesia se halla la Plaza de los leones, el centro neurálgico de la vida en Heraclión. El nombre proviene de la Fuente de Morosini, una fuente construida por el gobernador veneciano Francesco Morosini en 1628, con un pedestal en forma de flor de ocho pétalos coronado con cuatro figuras de leones que expulsan agua por su boca.
Seguimos subiendo hasta la plaza Nikiforou Foka, desde la que nacen varias calles. Una de ellas es la calle 1866, que es el lugar donde tiene lugar el mercado central de Heraclión (Κεντρική Αγορά). Los puestos están dispuestos a lo largo y a ambos lados de la calle y venden alimentos de todo tipo, objetos religiosos y souvenirs. Un objeto muy típico en Creta es el komboloi, es como un rosario de los católicos, pero versión ortodoxa. Además de por religión, es un objeto muy usado por la gente, sobre todo mayor, que juegan con él enrollándoselo y desenrollándoselo en el dedo para entretenerse y desestresarse. Antaño, este colgante tenía 33 bolas, como la edad de Jesús, pero hoy en día los hacen más pequeños por comodidad.
Ahora vamos a visitar la Catedral de Agios Minas (Καθεδρικός Ναός Αγίου Μηνά). Se trata del templo religioso ortodoxo más importante de la ciudad, construido entre 1862 y 1895 y está dedicado a San Minas o Agios Minás (agios significa san en griego). Por dentro impresiona más aún, con sus pinturas en las paredes y en el techo, así como elegantes lámparas de araña. Las iglesias ortodoxas, por dentro, se caracterizan por mostrar una serie de imágenes de santos, y los creyentes, después de persignarse tres veces seguidas como mandan los cánones de la iglesia ortodoxa griega, besan cada una de ellas. Algo que nos sorprendió es ver no solo a gente mayor, sino a jóvenes besando estas estampas, lo que indica que aún hay gente joven interesada en la religión. El acceso es gratuito.
Por último, un imprescindible es el Museo Arqueológico de Heraclión. Si os interesa la historia, aprender sobre la isla de Creta y habéis visitado o tenéis planeado visitar el Palacio de Cnosos, tenéis que visitar este museo. El museo expone una extensa colección de objetos de distintas épocas (minoica, griega, romana), si bien la parte más destacada es la de la época minoica, procedente de los distintos yacimientos de la isla. Entre los objetos más destacados se encuentran la Diosa de las Serpientes, una figura representativa de una diosa de la cultura minoica, que muestra a una mujer con una falda larga, el pecho al descubierto y sus dos manos sujetando una serpiente en cada una; un ritón (vasija) con forma de cabeza del toro encontrada en Cnosos, usada probablemente para rituales religiosos; el disco de Festos, que es la piedra con jeroglíficos minoicos encontrada en el yacimiento de Festos (Phaistos) que aún no ha sido descifrada; numerosas vasijas, algunas usadas como almacenamiento y las más grandes para albergar restos funerarios de gente y una maqueta del Palacio de Cnosos, muy útil para entender bien y ordenar lo que se ve en el yacimiento arqueológico. Todo esto está en la planta baja del museo, pero este tiene dos plantas, y no hay que olvidarse de subir a la primera porque ahí es donde se exponen los frescos originales del Palacio de Cnosos, con alguna excepción que está en la planta baja (como el fresco del salto del toro o el Fresco de la Procesión de Cnosos). Cuando decimos originales nos referimos a los dos o tres fragmentos originales que se encontraron y la recreación del cuadro entero. Es sorprendente cómo con tan pocas piezas, pequeñas y dispersas, han conseguido reconstruir el mosaico entero. Los más célebres son el “fresco de los delfines”, que se ubicaba en la pared del hall de encima del Megarón de la Reina en Cnosos; “el príncipe de los lirios”, que era parte de un mural más grande; “damas en azul”, que representa a tres mujeres con joyas sobre un fondo azul; y el fresco del toro de la Sala del Pilar Norte, que es la imagen más representativa de Cnosos.
Lo mejor es visitar el museo durante las horas más calurosas. Antes existía una entrada conjunta para el Palacio de Cnosos y el Museo Arqueológico, pero ya no, aunque obviamente merece la pena visitar ambos. Quizás tiene más sentido visitar primero el Palacio para asimilar y familiarizarse con la información que encontramos en el museo, aunque esto ya es cuestión de gustos. En su página web podéis ver los horarios y precios oficiales.
¿Dónde comer en Heraclión? Lo primero que queremos recomendar es la calle Kagiampi, es una estrecha calle, más o menos escondida, que es donde se concentra todo el ambiente de tardeo y de noche de Heraclión. No es muy larga, pero está repleta de bares y restaurantes económicos, siempre con gente cualquier día, gracias al ambiente universitario de la ciudad. Es la mejor calle para cenar de tapas (meze, como dicen aquí) y para tomar algo después de cenar. Nosotros cenamos aquí dos días, los sitios son parecidos, elegimos en base a dónde había hueco, la carta y las valoraciones de Internet.
En cuanto a restaurantes fuera de esta zona, fuimos a los siguientes:
Primero fuimos a uno llamado Paradosiakon (Georgios I. Sifakis), ubicado en un encantador patio y cuya especialidad es la carne a la parrilla, como el souvlaki. Los platos son contundentes y los precios, tirados. Quitando el souvlaki, el resto de platos estaban normal, aunque por el precio, no se puede pedir más. Por supuesto, raki y postre gratis a cargo de la casa.
Otro que visitamos es el Peskesi, este es más elegante, refinado y suele aparecer en las guías por lo que suele ser necesario reservar si vais a cenar en fin de semana. Nosotros fuimos espontáneamente a medio día y encontramos hueco, pero de noche es más complicado. Es más caro pero asequible, y la calidad y el servicio es excelente. También ofrecen un postre de cortesía un raki rebajado con un agua de frutas que hizo que fuera mucho más agradable de tomar que el normal.
Koukouvagia, que o llegamos a ir por falta de tiempo, pero nos lo habían recomendado. Lukumades me meli, una cafetería cuya especialidad es el típico dulce griego, lukumades. Lartecono Davinci Gelato, una de las mejores heladerías de la ciudad.
Aparcamiento en Heraclión: En la calle Efessou es bastante grande y se puede aparcar gratuitamente. Es verdad que a última hora de la noche puede resultar complicado encontrar hueco pero con paciencia y suerte se encuentra. Nosotros lo conseguimos dejar aquí las tres noches, aunque en una tuvimos que esperar unos diez minutos hasta que alguien se fuera. Si no, hay varios aparcamientos privados y techados en los alrededores del centro.
Palacio de Cnosos
Hablar de Grecia es hablar de arquitectura y arqueología, y el yacimiento más importante que encontramos en Creta es el Palacio de Cnosos (Knossos / Κνωσός en griego). Se encuentra a las afueras de Heraclión, a unos 20-25 minutos en coche o en autobús, el número 2 concretamente, que sale desde la estación de autobuses que está cerca del puerto y que hace alguna parada bordeando el casco antiguo. El recinto tiene un parking gratuito considerablemente grande. Se recomienda ir a primera hora, porque a partir de las 9 llegan todos los tours y el palacio parece la Gran Vía, sobre todo en verano. El precio es de 20€ por persona, siendo gratis para ciudadanos de la UE hasta 25 años y no europeos hasta 18 años. El horario es el siguiente: del 1 de abril al 31 de agosto, de 8:00 a 20:00. Conforme pasa el tiempo se va reduciendo el horario, del 1 al 15 de septiembre, cierra a las 19:30; del 16 al 30 de septiembre, cierra a las 19:00; del 1 al 15 de octubre, cierra a las 18:30; del 16 al 31 de octubre cierra a las 18:00; a partir de noviembre, cierra a las 17:00. Los tickets se pueden comprar en las taquillas del propio palacio (tanto taquillas físicas como unas máquinas) o en su página web con un suplemento. Podéis adquirir una audio guía o seguir los carteles explicativos que hay junto a los principales elementos del palacio.
Cnosos fue la capital y el centro de la civilización minoica, una gran ciudad dominada por su gran palacio de 14.000 metros cuadrados y cerca de 1300 habitaciones, cuyos restos podemos visitar hoy en día. Los minoicos habitaron Creta, aproximadamente, del 2600 a.C. al 1300 a.C. y el palacio se construyó originalmente en torno al 1900 a.C. Sin embargo, fue reconstruido y ampliado entre 1700 y 1450 a.C. tras su destrucción debido a alguna catástrofe natural, probablemente un incendio o puede que un terremoto o algo así. Es decir, las ruinas son de dos palacios.
Mucho tiempo más tarde, en 1900, el arqueólogo británico Sir Arthur Evans descubrió el sitio y se iniciaron los trabajos de excavación, que se prolongaron casi 35 años. Ahora viene la parte controvertida. Lo que Sir Evans se encontró fue ruinas, las bases de los muros y poco más, pero con esos fundamentos, sumados a sus conocimientos, su investigación e incluso un poco de su imaginación, decidió reconstruir algunas partes. Es decir, en este yacimiento no hay nada original, lo poco que se encontró se llevó al Museo de Heraclión, y lo que vemos aquí son reconstrucciones creadas por Sir Evans.
Ciencia aparte, el palacio también tiene una parte legendaria. Son muchas los mitos y leyendas que rodean al palacio, si bien hay dos que son mucho más conocidos. La leyenda más conocida cuenta que fue el hogar del rey Minos y del laberinto del Minotauro. Minos fue un rey muy importante y poderoso de la época minoica, tanto que fue por él por los que se les llamó así posteriormente. Una disputa entre Poseidón y Minos a cuenta de que este último iba a sacrificar un toro blanco para Poseidón, pero al final se lo quedó para él, enfadó a Poseidón, que hizo que la mujer de Minos, Pasífae, se enamorara de un toro blanco de Creta. El inventor y arquitecto Dédalo construyó una vaca de madera donde Pasífae se escondió para atraer al toro y, fruto de este amor, nace el minotauro –cuerpo de humano y cabeza de toro–, que era alimentado por Minos con habitantes. Teseo de Atenas se erige como héroe de la historia, decide venir hasta el laberinto para acabar con el minotauro. Al llegar, la hija del rey Minos se enamoró de él y le dio un ovillo con el cual Teseo pudo entrar al laberinto, matar al minotauro y salir de él siguiendo el rastro que había dejado con el hilo.
La segunda leyenda, que está estrechamente relacionada con la del minotauro, es la de Ícaro. Y es que el laberinto donde Minos encerró al minotauro lo construyó Dédalo, que estaba al servicio de este. Sin embargo, también fue Dédalo quien construyó el ovillo con el que Teseo pudo escapar, lo que provocó el enfado de Minos, que lo encerró a él y a su hijo Ícaro en una torre en Cnosos. A Dédalo se le ocurrió hacer unas alas con cera y plumas para ambos, pero cuando escaparon, Ícaro voló demasiado cerca del sol, sus alas se derritieron al estar hechas con cera y murió. Todo esto son leyendas, la teoría que dio pie a ellas es que en Cnosos se han encontrado varios frescos relacionados con la tauromaquia y que la compleja red de habitaciones del palacio bien se parece a un laberinto.
El recorrido del palacio comienza por el patio oeste (west court), una gran área de reunión de los minoicos destinada a eventos, ceremonias, comercio e intercambio. En esta área se encuentran los kouloures, unas enormes fosas circulares cuyo uso no está del todo claro, algunos dicen que era para almacenamiento de cereales u otros alimentos, y otros que como vertedero. Aquí tenéis un panel informativo sobre estos elementos, así como una estatua de Sir Arthur Evans y un mapa del palacio y sus distintas partes, muy útil para saber qué orden seguir.
Del patio oeste se salía por el llamado pasillo de la procesión (Corridor of the Procession), llamado así porque sus paredes estaban decoradas con el enorme “fresco de la procesión”. Este fresco ilustraba una procesión de entre 300 y 500 personas, probablemente en relación con algún acto religioso. Pequeños fragmentos de este gran fresco se encontraron aún adheridos en las paredes y otros en el suelo.
Más o menos a la mitad de donde hubiera estado el pasillo de la procesión, vemos actualmente los llamados propileos sur (South Propylaea) o pórtico sur. Esto debió ser la entrada sur al palacio y Evans decidió colocar aquí dos reconstrucciones de un fresco que llamó “fresco del portador de copas”, que era parte de ese gran mural que comprendía el pasillo de la procesión.
La visita continúa con los almacenes occidentales (west magazines). En el palacio hay muchas salas de almacenamiento, esta en concreto era un área compuesta por varias habitaciones de gran tamaño donde se encontraron cisternas y pithoi (grandes vasijas de cerámica), utilizados para guardar y transportar líquidos o alimentos.
Llegamos al patio central, el centro neurálgico del palacio. Esto era algo muy característico de los palacios minoicos, es común a todos los que hay en Creta. Sugiere que era una civilización que basaba su vida en la comunidad y en el intercambio entre sus habitantes. Tanto en Cnosos como en Malia o Festos, el resto del palacio es un laberinto de habitaciones y pasillos que conducen al patio central.
Una de las habitaciones que dan al patio es la Sala del Trono, llamada así por Evans por el trono de piedra que se encontró en ella, lo que lo convierte en el trono más antiguo de Europa. Hay una copia de este trono hecha en mármol en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (Países Bajos). No obstante, lo de que fuera una sala de un rey es una suposición de Sir Evans. Otros arqueólogos sostienen que no hay evidencias de que hubiera ningún rey. Lo que llevó a Evans a pensar lo contrario es la existencia del fresco del príncipe de los lirios, pues él consideraba que era un rey en vez de un príncipe, pero otros no piensan lo mismo. Tampoco se ha encontrado ninguna necrópolis más grande o importante que pueda sugerir que ahí se enterraran a reyes, tan solo fosas aparentemente comunes, como en Malia. Los frescos de la pared representan a los animales mitológicos grifos y unos frescos parecidos a estos se encontraron en el yacimiento arqueológico de Akrotiri (Santorini), donde también había una figura femenina en el medio, lo que apoya la teoría de que el trono que vemos en esta sala podría ser, en realidad, una silla de una sacerdotisa o similar. También resulta muy raro que una sala real estuviera en una esquina del patio. En definitiva, parece que era una sala para hacer ceremonias y rituales religiosos.
Rodead la sala del trono para subir al piso de arriba, donde se encuentran varios de frescos reconstruidos como los famosos “damas en azul”, que representa a tres mujeres de alto estatus vestidas con joyas sobre un fondo azul, y el “fresco del salto del toro”, también llamado “fresco de la taurocatapsia” que ilustra una práctica minoica que consistía en saltar sobre los lomos del toro.
Al otro lado del patio central, vamos a ver una sección de una pared donde se ha colocado la recreación del fresco del príncipe de los lirios. Los fragmentos de este fresco los encontró Sir Evans en 1901 y pensó que representaba a un rey sacerdote, quizás incluso el famoso Minos. Como, en realidad, tan solo se encontraron unas pocas piezas, otros arqueólogos opinan que pueden ser de distintos frescos y que la recreación de Evans tiene una gran dosis de imaginación. Y es que a algunos se les parece más a un acróbata o boxeador dada su postura y fortaleza, más que a un rey, aunque lleve una corona de flores. Originalmente las piezas se encontraron en el ala suroeste, donde el pasillo de la procesión, por lo que se cree que formaba parte de ese gran mural.
A este lado del patio central (el opuesto a la sala del trono) se le refiere como ala este, donde destaca una parte subterránea a la que se llega por la llamada gran escalera (grand staircase). Originalmente había cuatro plantas, una superior (que ya no existe), la planta donde está el patio central y dos inferiores, que es lo que podemos ver todavía. La gran escalera conecta todas las plantas y se cree que habría seguido hasta la superior.
Bajo la gran escalera encontramos una serie de habitaciones. La primera nada más bajar es la llamada sala de las hachas dobles (hall of the double axes), en referencia a un escudo grabado en la pared que se encontró. Evans creyó que era la zona residencial del rey, aunque otros opinan que es improbable que unas salas en el subsuelo, con tan poca luz natural y en esta parte del palacio fueran unos apartamentos reales. Originalmente debió estar decorada con frescos. A continuación, se pasa a una sala más pequeña llamada Megaron de la Reina (Queen's Megaron), también llamada santuario de los delfines por el fresco que decora su pared. La réplica del fresco se puede ver actualmente, mientras que el original está en el Museo de Arqueología de Heraclión. No obstante, se cree que el fresco no estaba originalmente en esta sala, sino que se cayó del piso superior cuando se destruyó el palacio. Al lado hay otra pequeña sala donde Evans creyó que se ubicaba el cuarto de baño de la reina, por lo que colocó una bañera que se encontró cerca de aquí, aunque no pertenecía a esta zona. Otros arqueólogos opinan que se trata, en realidad, de un lugar de purificación.
Volvemos al patio central para ir a la parte norte. Aquí se encuentra la entrada norte (north entrance) al palacio y, según Evans, la más importante de todas. Dada la estrechez del camino, otros arqueólogos descartaron la idea de que se tratara de la entrada principal. Tras pasar la entrada norte había una sala llamada sala del pilar norte (north pillar hall), de forma rectangular y rodeada de columnatas llamadas ‘bastiones’. No está claro el uso de esta sala, algunos arqueólogos sostienen que pudo ser un sótano de almacenamiento de alimentos ubicado bajo un gran comedor en la planta superior. Sin embargo, aquí se encontraron tablillas con varias inscripciones, lo que sugiere que pudo ser un área administrativa, de aduanas o relacionada con el comercio.
De la sala del pilar norte, de la que hoy solo quedan las bases de los bastiones, el llamado pasillo de la entrada norte (north entrance passage) nos dirigiría al patio central. Este estrecho pasaje de apenas dos metros de ancho estaba flanqueado por una serie de bastiones como los que hemos visto antes. Esos bastiones sostenían un nivel superior donde había un pórtico con columnas de forma troncocónica, es decir, con la base ligeramente más ancha que la parte superior. Son muy características de la arquitectura minoica, estaban hechas de madera, normalmente ciprés, y pintadas en rojo y negro, aunque también en otros colores. Una pequeña sección de este pasaje que unía la entrada norte con el patio central fue reconstruida por Evans, en lo que es la parte más famosa y característica de todo el palacio. Se la conoce como sala del toro (bull chamber) por el fresco del toro que hay en su pared, que representa una escena de caza o bastión oeste (west bastion) por ser la parte oeste del pasillo de la entrada norte que estaba sujeta por bastiones.
Otra parte de esta zona, parcialmente subterránea, que se puede ver, es la pila lustral norte (north lustral basin), una sala donde Evans creía que los visitantes al palacio debían purificar su alma antes de entrar al palacio. Su opinión se basaba en que estaba cerca del pórtico noroeste (north west portico), que era otra entrada al palacio según el arqueólogo inglés, por lo que tenía sentido poner una sala de purificación junto a una entrada al recinto.
En esta parte norte –así como en otras partes del palacio– encontramos evidencias del avanzado sistema de suministro y drenaje de agua que tenían los minoicos. El agua venía de las montañas (también se han encontrado tuberías ahí). Los minoicos aprovechaban la pendiente del terreno para crear el drenaje e instalaron canales para el agua de desbordamiento después de fuertes lluvias.
De camino a la salida del recinto encontramos dos áreas: el camino real (the royal road), que conducía al palacio y a la zona teatral (theatral area), de la que solo quedan restos de escalones que se cree que formaban parte de una tribuna del teatro, ya que no conducían a ningún sitio y esta parte está separada del palacio, por lo que es algo independiente.
Malia
Al este de Heraclión encontramos la ciudad de Malia, actualmente conocida por sus playas y vida nocturna. Es una zona de fiesta, de celebraciones de fin de curso, despedidas de soltero y muy popular entre los turistas británicos. La gente que viene aquí es para ir a la playa durante el día y salir de bares y discotecas por la noche. Si este es tu plan, puede interesarte alojarte y pasar unos días aquí, de lo contrario no merece la pena venir. Digamos que el centro parte de la iglesia de Agios Nektários (Ναός Αγίου Νεκταρίου): hacia el sur está el casco antiguo, que tiene alguna casa bonita y poco más, mientras que hacia el norte nacen dos calles, Mattheou Zachariadi y Dimokratias, donde están todos los bares, tiendas de cosas de playa, clubes nocturnos y apartamentos, y que desembocan en la playa. Nosotros simplemente dimos una vuelta rápida y seguimos por nuestro camino, turísticamente no tiene gran cosa que ofrecer.
Decidimos parar en Malia porque nuestro objetivo era visitar el Palacio de Malia, otro de los yacimientos arqueológicos minoicos que hay en Creta, el tercero en tamaño después del de Cnosos y Festos. No vamos a entrar en tanto detalle como en Cnosos porque, al fin y al cabo, los elementos del palacio son básicamente los mismos, en mayor o menor medida y mejor o peor conservados. En Malia, como sucede en Cnosos, existieron dos palacios: uno primero llamado protopalacial (protopalatial), de 1900-1700 a.C., y otro posterior llamado neopalacial (neopalatial), de 1700-1430 a.C., separados por algún desastre natural como un incendio o terremoto. El arqueólogo Iosif Hatzidakis fue quien descubrió los restos de este palacio en 1915, y se comenzaron los trabajos de excavación. En este caso, no se ha reconstruido nada, por lo que es menos impresionante que el de Cnosos, aunque es más auténtico. Eso sí, necesitarás más imaginación para hacerte una idea de cómo era.
El recinto arqueológico consta de tres partes contiguas: el palacio minoico, la cripta hipóstila y el barrio Mu.
El centro neurálgico del palacio es el patio central, de 48 por 23 metros, con un altar en el centro, algo poco común. Alrededor del mismo se extiende una red de habitaciones, almacenes, talleres y diversas salas de uso religioso, como en todos los palacios minoicos. A un lado del patio estaba el ala oeste, que tenía dos plantas como nos indica la gran escalera (grand staircase) que vemos, y que estaba compuesta por habitaciones relacionadas con la religión, como la loggia y las criptas de pilares (pilar crypt halls), de las que solo podemos ver la base actualmente.
Al otro lado del patio vemos los almacenes orientales (east magazines), actualmente techados como protección frente al sol. Llama la atención la canalización que hay en el suelo de estos almacenes, que conectan con unas tuberías que van bajo tierra hasta llegar a una cisterna. La red de alcantarillado minoica, como comentamos anteriormente, era impresionantemente avanzada para la época.
Algo característico de Malia es que se han encontrado numerosas necrópolis, sobre todo en los alrededores del palacio. Como comentamos antes, eran comunes, no dio la impresión de que hubieran albergado restos de rey alguno. Además de restos humanos, también se han encontrado muchos objetos, entre los que destaca el colgante de las abejas de Malia y un mango con forma de leopardo, expuestos en el Museo de Arqueología de Heraclión.
La visita continúa con una gran explanada que se piensa que fue algo así como un ágora (una plaza pública), seguida de la llamada cripta hipóstila (hypostyle crypt), un recinto parcialmente subterráneo (actualmente bajo techo) con una serie de habitaciones cuya función se desconoce, y el Barrio Mu, situado al noreste. Se trata de una zona residencial del primer palacio, que no fue reconstruida en el segundo periodo. Albergaba un santuario, una pila purificatoria y muchas otras salas. Otros opinan que podría haber tenido una labor administrativa.
A la entrada hay un museo donde se puede ver diversos paneles informativos (en francés, griego e inglés) y una maqueta de cómo debió haber sido el palacio. Sin embargo, no hay letreros explicativos a lo largo del recorrido. El precio es de 10€ por persona (5€ para jóvenes de la UE hasta 25 años y no europeos hasta 18 años), y hay visitas guiadas en algunos idiomas a ciertas horas, aunque no en español. El horario de apertura es desde el 1 de abril, de 8:00 a 20:00; a partir del 1 de septiembre de 8:00 a 19:30; a partir del 16 de septiembre de 8:00 a 19:00; a partir del 1 de octubre de 8:00 a 18:30; a partir del 16 de octubre de 8:00 a 18:00; y a partir del 1 de noviembre de 8:00 a 15:30. Cierra los martes.
Dado el alto precio de los palacios minoicos, sobre todo si tenéis pensado visitar varios, si nosotros tuviéramos que descartar alguno de los tres que visitamos (Cnosos, Festos, Malia), sería este. Ni que decir tiene, que, si tenéis tiempo y os gusta la arquitectura, la visita se disfruta mucho, pero si tenéis menos tiempo o interés y queréis priorizar, en nuestra opinión ofrecen más los de Cnosos y Festos.
Más alternativas en Malia
Sisi - Sisi es un resort situado a 7 kilómetros de Malia con varios restaurantes, tavernas griegas tradicionales y kafenions (cafeterías) donde comer, tomar algo o cenar en torno a una pequeña y tranquila bahía y su correspondiente puerto. Nosotros paramos en un hotel restaurante llamado Palm Bay a tomar una bebida con vistas al puertito y al mar. Sobre la comida no podemos opinar, pero para tomar algo es perfecto, muy agradable y decorado a la perfección con motivos griegos.
Monasterio de San Jorge de Selinari - Una parada opcional en la carretera entre Malia y Agios Nikolaos, muy cerca de la primera, es el Monasterio de San Jorge de Selinari (Moní Agíou Georgíou Selinári / Μονή Αγίου Γεωργίου). No es una atracción turística, es decir, no se puede visitar por dentro pero solo verlo por fuera merece la pena, pues, además, se encuentra en la carretera y no se pierde mucho tiempo en aparcar ni desvíos. El coche se aparca en el arcén de la carretera cuesta arriba que va en paralelo al monasterio, que se encuentra en una ladera. También se puede aparcar en el arcén del otro lado de la carretera, si venís en sentido contrario. Se trata de un monasterio fundado en 1961 y que incluye una preciosa puerta de entrada con varios mosaicos, dos iglesias modernas construidas en el siglo XX, un campanario y una pequeña capilla de época veneciana del siglo XVI (esta sí se puede ver por dentro), que fue la antigua y original iglesia de San Jorge, la principal hasta que se construyeron las otras. También alberga un pequeño museo eclesiástico en el primer piso al que se llega por unas escaleras. Luego tiene otra parte separada por una valla que es donde están las celdas de los monjes y las oficinas del monasterio, es decir, es bastante grande. Como decimos, podéis dedicarle unos 20 minutos a pasear por el recinto, y ver las distintas partes del complejo. Además, es gratuito.
Spinalonga
En nuestra ruta por el este, decidimos dedicar unas horas a explorar la isla de Spinalonga. Se trata de una isla que en su momento estaba unida a la isla vecina de Kalydon, pero los venecianos decidieron separarla físicamente. No obstante, oficialmente sigue siendo Kalydon. Es una isla abandonada pero repleta de historia, aunque sin duda lo que más atrae a los turistas es que albergó durante años una colonia de leprosos.
El precio es lo único que provoca los malos comentarios y echa para atrás a algunos, en el global es caro y depende de cada uno si queréis pagar ese dinero o no, no es algo imprescindible, pero si decidís visitarla no os arrepentiréis. A nosotros nos gustó mucho por descubrir su historia y por el hecho de poder ir por donde quisieras, ya que está abandonada. La isla en sí es una fortaleza y hay que pagar una entrada de 20€ para entrar en ella, no se puede pasear por ningún sitio en la isla sin cruzar sus murallas. A esto hay que sumar que hay que pagar el barco para ir y volver a la isla (12€ i/v), que funciona independientemente. La fortaleza solo es accesible entre el 1 de abril y el 31 de octubre y abre diariamente desde las 8:30 hasta las 18:00, hora en que sale el último barco de vuelta. Los barcos salen desde las localidades de Plaka y Elounda, nosotros escogimos la primera por estar más cerca. Tienen una frecuencia de 50-60 minutos y el trayecto desde Plaka dura 10 minutos. Una vez hayáis comprado los tickets, os dirán a qué hora sale el próximo barco. El muelle exacto desde donde salen lo localizáis poniendo lo siguiente en el buscador “Elounda-Plaka Boat Cooperative”, ahí hay un puesto de dicha compañía donde comprar los billetes y también hay aparcamiento gratuito en la calle que lleva a dicho muelle. Si ponéis el mapa en formato satélite podéis ver donde suelen estar aparcados los coches. Además de Plaka Boat Cooperative, hay otra empresa, Spinalonga Tours, que tiene barcos que salen un poco más para arriba (subís, atravesáis la parte de restaurantes y volvéis a bajar al puerto) con otros horarios, por si os toca esperar mucho con la primera y decidís mirar otras opciones.
Desde Plaka, incluso desde la bajada en carretera hasta Plaka, se obtiene la mejor vista de la isla fortificada de Spinalonga. La fortaleza fue construida por los venecianos en el siglo XVI y, en 1715, fue conquistada por los turcos, que la destinaron como lugar de exilio, aunque acabaron por establecerse en ella también, aprovechando y reformando las casas creadas por los venecianos y llegando a vivir hasta 1100 personas en su punto más álgido (1881). El final del siglo XIX fue muy convulso por la revolución de los cretenses frente a los otomanos, los franceses estuvieron aquí un año, en 1897, como parte de la presencia de tropas internacionales tras la revuelta. En 1903, el gobierno cretense decidió que la isla serviría para acoger a una colonia de leprosos, acogiendo a gente de toda Grecia. Los primeros años fueron los peores, no había medicinas, tratamientos ni personal pero poco a poco fueron llegando médicos, enfermeros y sacerdotes, y la ciudad de Plaka creció significativamente como lugar de abastecimiento para Spinalonga. Funcionó como colonia de leprosos hasta 1957, cuando la cura contra la lepra llegó al alcance de todos, los enfermos fueron curados y la colonia cerró. El último en abandonar la isla fue un sacerdote en 1962 y la isla cayó en desuso.
Una vez desembarquéis en Spinalonga veréis más de cerca la fortaleza. En esta cara de la muralla se distingue muy bien el escudo de la República de Venecia grabado en la torre. Lo primero que haremos será abonar el precio del billete, dirigirnos a la izquierda y cruzar un túnel. Nada más salir del túnel sale una subida a la torre. No es difícil pero sí costosa debido al calor. Pero si tenéis fuerzas merece la pena para disfrutar de las vistas. Al bajar tomaremos la calle que llevábamos, donde aparecen unas casitas de colores que conforman el museo. Son habitaciones abiertas a la calle con diversos paneles que cuentan alguna parte de la historia o curiosidades de la isla. Unas de esas curiosidades son los juegos de Spinalonga, que va sobre los juegos, algunos tallados en las rocas y suelo, con los que se entretenían los leprosos. Esta parte de casas de colores tiene este aspecto después de la restauración, pero en época otomana lucía distinta ya que funcionaba como un mercado y lugar de reunión. Eran casas cuya parte de abajo se utilizaba como tienda.
Siguiendo por la calle vamos viendo construcciones a ambos lados: la iglesia, casas de los turcos, dormitorios de la colonia de leprosos, el hospital, etc. El hospital se encuentra en la parte alta, nosotros subimos, pero no merece mucho la pena, no hay nada que ver. Siempre que no haya una valla que lo impida (por seguridad), podéis ir por cualquier sitio y entrar donde sea. Cerca del edificio de la guarnición/zona de desinfección hay una puerta que da a la playa de Spinalonga. No es una playa al uso, pero está bien para ver el mar. Siguiendo por la calle, en unos 20 minutos habréis dado la vuelta entera a la isla. En total, la vuelta a la isla, subiendo a la torre y leyendo los carteles del museo nos llevó unos 45-50 minutos. Al final, junto al puerto para volver, hay un bar cafetería donde podréis comer o tomar algo.
Agios Nikolaos
Agios Nikolaos va a ser la localidad más al este que vamos a visitar en nuestro viaje por Creta. Nosotros la visitamos en un mismo día (madrugando mucho) junto con las ruinas del Palacio de Malia y Spinalonga. Como comentamos al principio, los principales atractivos se encuentran en el centro y oeste de la isla, mientras que, al este, lo más atractivo es la playa de Vai (Βάι) y los restos del Palacio minoico de Zakros, si bien están tan lejos que los descartamos.
Agios Nikolaos, traducido como San Nicolás, es una ciudad muy bonita y agradable de pasear, merece la pena sacar medio día para poder visitarla si estáis en Heraclión. Tiene una población de 12.500 habitantes y debe su nombre a la antigua iglesia de San Nicolás (Ιερός Ναός Αγίου Νικολάου) que se encuentra en el norte de la ciudad, justo al lado del Minos Palace Hotel. San Nicolás, patrón de los marineros, es también, como no podía ser de otra manera, patrón de la ciudad. Tenéis aparcamientos públicos en las calles y otros de pago como el de “Marina Agios Nikolaos Parking” (unos 4€ por día). Nosotros conseguimos aparcar gratis en la calle Epimenidou.
Agios Nikolaos tiene dos alturas: la baja, donde se encuentra un precioso lago y el casco antiguo, y la superior, desde donde se obtienen las mejores vistas del lago y de la ciudad. Empezamos por la parte baja. Podéis partir desde la Plaza El. Venizélou. La plaza lleva el nombre de Eleftherios Venizelos, quien fue primer ministro de Grecia en varias ocasiones entre 1910 y 1933 y muy apreciado en todo el país por su contribución a modernizarlo, por eso veréis plazas y calles dedicadas a él en muchas ciudades. En uno de los extremos de la plaza destaca la iglesia de la Santísima Trinidad (Agia Triás), de culto ortodoxo, muy bonita por dentro.
De esta plaza nacen dos calles comerciales, 28is Oktovriou y Rousou Koundourou, llenas de cafeterías, bares y, sobre todo, tiendas de souvenirs. Ambas calles desembocan en un puentecito en el puerto de Agios Nikolaos que divide el mar con el Lago Voulismeni, el alma de la ciudad y atracción número uno.
Originalmente fue un lago de agua dulce, pero en 1870 se decidió conectarlo directamente con el mar por un canal, de tal manera que ahora es una mezcla de agua dulce (en las profundidades) y salada (en la superficie). Lo más sorprendente de este es su profundidad, casi 50 metros, con 137 metros de diámetro. Este fascinante hecho ha dado lugar a multitud de leyendas y mitos, uno de los más famosos cuenta que el lago Voulismeni no tiene fondo y que está conectado a la Caldera de Santorini (que está parcialmente sumergida) a través de un tubo volcánico. Sin embargo, se ha demostrado que no es verdad, pues no se ha encontrado nunca ningún resto materia volcánica en el lago. Podéis dar una vuelta alrededor del lago, que tiene incluso una capilla excavada en la roca, la llamada iglesia de los pescadores (Fisherman's Crypt), o tomar algo en alguna de las terrazas que dan al lago. En el lado del lago opuesto al puente hay una escalera que sube a la parte alta de la ciudad, desde donde hay unas vistas magníficas del lago con el mar de fondo. Junto al mirador hay un bar con vistas llamado ARC, donde nosotros nos sentamos a tomar un helado o, si lo preferís, un buen restaurante en el local de al lado llamado Gioma Meze.
Al bajar, podéis volver al puente y de ahí pasar a la bahía que forma el puerto de Agios Nikolaos, y seguir el paseo marítimo para ver un par de estatuas curiosas que hay en él: el Rapto de Europa (Η Αρπαγή της Ευρώπης), representado por un toro como símbolo de la fuerza y la princesa fenicia “Europa” (según la mitología griega) montada sobre él, con el mundo en sus manos y una paloma en señal de paz; y el Cuerno de Amaltea (Κέρας της Αμάλθειας). Ya a esta altura solo hay apartamentos turísticos y, si seguís un poco más, veréis las playas de la ciudad, frecuentadas por locales y turistas: Kitroplatia y Ammos.
Agios Nikolaos se llamaba originalmente Kamara o Lato pros Kamara, pues era un puerto de la ciudad de Lato (actualmente en una aldea junto a la montaña Kritsa), que se formó en torno al año 3000 a.C. y tuvo su punto álgido en el 700 a.C. Aunque Lato pros Kamara estuvo habitada por los minoicos, no tuvo ni de lejos la importancia de los otros asentamientos cretenses como Cnosos o Festos. Fueron los dorios, que llegaron más tarde, los que le dieron más importancia a la ciudad. Restos de esta época encontrados en la zona este de la isla (como Malia y Zakros) se exponen en el renovado Museo Arqueológico de Agios Nikolaos. Lógicamente, si venís solo a pasar unas horas a la ciudad, no merece la pena venir al museo, pero si pasáis un día entero, sí podéis dedicar un rato a visitarlo. El precio es de 6€ y los paneles informativos están escritos en griego e inglés.
Al lado del museo, todos los miércoles por la mañana tiene lugar un bullicioso mercado donde se vende ropa, productos locales como miel o aceite de oliva, souvenirs e incluso comida callejera para comer in situ. Si da la casualidad de que visitáis la ciudad un miércoles, podéis aprovechar la oportunidad. Lo podéis localizar poniendo “Mercado Agios Nikolaos (miércoles)”.
Yacimiento Arqueológico de Gortina
Nosotros dedicamos otro día a explorar el sur de la isla. Desde Heraclión, la carretera 97 nos lleva directos a toda esta parte, sin muchas curvas ni partes complicadas. La primera parada es el Yacimiento Arqueológico de Gortina (o Gortyna). Este es un tanto diferente al resto, pues la ciudad de Gortyna se comenzó a habitar en torno al 3000 a.C., floreció con los minoicos entre 1600 a.C. y 1100 a.C. (aunque sin llegar a la importancia de Cnosos, Festos o Malia) pero no fue abandonada como las otras, sino que los griegos dorios primero (año 1100 a.C.) y los romanos después (año 67 a.C.), la mantuvieron con vida. Las ruinas más importantes que encontraremos en este yacimiento son romanas, algo inusual en Creta, pero que, en este caso, tiene mucho sentido, pues Gortina llegó a ser la capital de creta en la época romana.
Lo más destacado es el Teatro Romano, del siglo II d.C. La otra parte interesante se encuentra detrás del teatro, en un conjunto de tablas que conforman una pared, conocidas como las Leyes de Gortina. Se trata de un código de leyes del derecho civil, donde se definía el orden social y económico que debía regirse en la vida de la época en que se escribió (siglo V a.C.), convirtiéndolo en el código legal más antiguo que se conserva en Europa. Fue descubierto durante las excavaciones en 1884.
El precio de la entrada es de 10€ por persona. Como hay muchos yacimientos arqueológicos y todos tienen un precio medio alto, ya es cuestión de cada uno decidir cuáles prefiere visitar. De mayo a octubre abre diariamente de 8:00 a 20:00 y de noviembre a abril, de 8:30 a 15:00.
Palacio minoico de Festos
El segundo palacio minoico más importante y grande después del de Cnosos es el Palacio minoico de Festos (Μινωικό Ανάκτορο Φαιστού / Phaistos minoan palace). Está situado en la parte alta de una colina por lo que desde ahí se obtienen unas vistas fabulosas de la campiña que lo rodea. Al estar más lejos de las ciudades principales y no tener la fama del de Cnosos, tiene la ventaja de estar mucho menos masificado. Si por algo es conocido este palacio es por ser el lugar donde se encontró el disco de Festos, un disco con ideogramas minoicos que no ha sido descifrado.
Como en todos los palacios minoicos, hubo uno primero construido entre el 2000 y el 1900 a.C., fue destruido por un terremoto, en el 1700 a.C., e inmediatamente se construyó uno nuevo. Otra nueva catástrofe natural destrozó la ciudad en 1450 a.C., aunque no impidió que la ciudad siguiera siendo habitada y floreciendo, hasta que, en el periodo helenístico (323-67 a.C.), concretamente en el año 150 a.C., fue destruida por su ciudad vecina Gortina.
La visita sigue un recorrido por los siguientes espacios:
1 – Gran escalera (Grand Staircase). El yacimiento se encuentra unos metros por debajo del nivel al que está la entrada, por lo que hemos de ir bajando poco a poco. Lo primero que veremos será el yacimiento entero con el paisaje de la llanura de fondo. Bajaremos para adentrarnos en él y a mano izquierda veremos una gran escalera que daba acceso al nivel superior del palacio, donde se encontraban habitaciones destinadas a la realeza y a la administración.
2 – Patio oeste y teatro (West Court – Theater). Frente a la escalera vemos una estructura en forma de anfiteatro al que se le llamó teatro, si bien no hay prueba alguna de que lo fuera. Su función era similar a la de la zona teatral de Cnosos, albergar espectáculos, ceremonias y rituales religiosos. Junto al patio del teatro se hallan los kouloures que encontramos en todos los yacimientos minoicos, esos hoyos tallados en piedra cuyo uso es desconocido, quizás para depositar restos de víctimas humanas.
3 – Patio central (Central Court). Después pasaremos por varias zonas de almacenamiento del palacio (magazines), que eran habitaciones estrechas, muchas veces en paralelo, donde se guardaban las pithoi (grandes vasijas de cerámica), hasta llegar al patio central, la parte más importante de los palacios minoicos. Aún se pueden ver algunos de los muros originales del primer palacio y parte de la red de drenaje de agua que usaban los minoicos en Festos.
4 – Megaron de la reina (Queen’s megaron). La visita continúa con el megaron de la reina, es decir, la habitación de la reina, aunque esto es solo un nombre, pues no se cree que aquí durmiera la realeza (si es que había reyes en la cultura minoica, que hay distintas teorías al respecto), sino que era una habitación elegante posiblemente usada como recepción. Esta sala también es llamada “sala del trono”, aunque el nombre no es tan convincente como en Cnosos porque aquí no se encontró ningún trono.
5 – Megaron del rey (King’s megaron). Justo al lado se encuentra otra habitación “lujosa” que se cree que pudo usarse como recepción o para albergar ceremonias religiosas y/o administrativas.
6 – Habitación del disco de Festos (Chamber of the Phaistos Disc). En una de las esquinas del recinto, en el noreste del palacio, veremos un cartel donde dice explica que fue ahí donde se encontró el disco de Festos. Se trata de un disco de arcilla, grabado con ideogramas minoicos en forma de espiral, escritos por ambos lados. El disco data del 1550 a.C. y fue descubierto en 1908. El original se expone en el Museo Arqueológico de Heraclión. También hay que hablar del misterio que lo rodea, pues aún no ha sido descifrado, hay teorías que circulan por internet, pero nada oficial. La teoría más plausible indica que debe ser un texto ritual.
El precio es de 15€ por persona (gratis para ciudadanos de la UE hasta 25 años y no europeos hasta 18 años) y el horario de apertura es desde el 1 de abril, de 8:00 a 20:00; a partir del 1 de septiembre de 8:00 a 19:30; a partir del 16 de septiembre de 8:00 a 19:00; a partir del 1 de octubre de 8:00 a 18:30; a partir del 16 de octubre de 8:00 a 18:00; y a partir del 1 de noviembre de 8:00 a 15:30.
Matala
Lo más al sur de la isla que vamos a visitar es el pueblo de Matala. Matala es famoso por haber sido un pueblo hippie en la década de 1970 y haber mantenido ese espíritu. Actualmente una gran cantidad de turistas visita este lugar en busca de su historia hippie, hecho que ha ayudado a conservar su ambiente, si bien ya no es un lugar creativo buscado por los artistas como fue en 1960-1970. Cantantes como Bob Dylan, Joni Mitchell y Janis Joplin pasaron por aquí esa época. En su plaza principal veréis un montón de puestos de souvenirs de estilo hippie, bares de playa con música reggae y frescos en sus suelos.
Además de por su esencia hippie, Matala también es famosa por su playa, está limpia, cuidada y es especialmente bonita al contraste con el color del mar y por estar rodeada de acantilados. Mucha gente viene a media tarde para ver la puesta de sol, pues la playa tiene orientación oeste y, por tanto, una vista privilegiada para ver el sol ponerse. Hay sombrillas y hamacas de pago (4 y 3€ respectivamente) pero hay que ir pronto para cogerlas. Según la mitología griega, Zeus (que nació en Creta), transformado en un toro blanco, secuestró a la princesa fenicia Europa y la llevó a través del mar hasta Creta y la dejó aquí, en la costa de Matala. Fruto de esta relación nacieron tres hijos, entre ellos Minos, el que luego fuera el primer rey de Creta según la mitología y que dio nombre a la civilización minoica. Matala también fue el puerto de las ciudades de Gortina y Festos en época minoica.
En uno de los acantilados de la playa veremos una serie de agujeros, en lo que se conoce como Cuevas de Matala (Matala Caves / Σπήλαια Ματάλων). Son unas cuevas artificiales de Matala creadas en el Neolítico (10.000 a.C. – 3.500 a.C.), probablemente como viviendas. Durante la época romana se ampliaron y se utilizaron como tumbas. Las cuevas se pueden visitar por dentro por un precio de 5€ (gratis para europeos menores de 25 años), se accede a ellas a través de la playa, y se recomienda llevar calzado fijo y resistente porque no hay medidas de seguridad ni caminos habilitados. Abre a diario de 10:00 a 19:00. Las mejores vistas de las cuevas y de la playa, sin embargo, se obtienen desde el acantilado opuesto. El que sea más de montaña que de playa, también puede hacer una caminata llamada Red Beach Trail que une la playa de Matala con la playa roja, y por el camino se tienen también buenas vistas de ambas playas.
Hay un aparcamiento (Χώρος Στάθμευσης Ματάλων) literalmente junto a la playa por un precio de 4€ por día y coche.
¿Dónde comer en Matala? Nosotros estuvimos un par de horas en la playa, luego tomamos algo en los bares de la plaza del pueblo y cogimos el coche para ir a comer al Aleko's Fish Taverne Vrachos, un restaurante de pescado con vistas espectaculares de la playa de Kommos. Entre semana y a medio día no suele haber problema, de lo contrario, os recomendamos reservar para aseguraos las mesas que están junto a la ventana.
Preveli
Terminamos el día dedicado al sur de la isla visitando la playa de Preveli (Παραλία Πρέβελη / Paralia Preveli), la más famosa del sur de la isla, ubicada a unos 45 minutos en coche de Rethymno. Por la carretera os podéis encontrar cabras y, dependiendo de dónde vengáis, tiene también buenas vistas. Se trata de una playa muy peculiar, ya que en ella desemboca el río Kourtaliotis (también llamado Megalopotamos) que recorre la garganta de Kourtaliotiko. El río está rodeado de vegetación, sobre todo palmeras, que sufrieron un fuerte incendio en 2010 pero que ya parecen haberse recuperado. Es un río de agua dulce y bastante fría, pues viene de la lluvias, manantiales y deshielo de las montañas de esta zona. Se puede ir nadando por el río hacia arriba o tomar una ruta que va en paralelo por el palmeral, si queréis explorar esta zona.
Hay un parking que cuesta 3€ por día y coche. La vista de la playa desde arriba es asombrosa, aunque para llegar a ella os espera una dura bajada por unas empinadas escaleras. Estas vistas que decimos se obtienen iniciando un poco la bajada, pero no mucho. Hay que llevar buen calzado porque las piedras que conforman la escalera pueden estar resbaladizas, por lo que no es una playa apta para todo el mundo. Es una bajada y subida de unos 15 minutos a buen ritmo, un poco más si vais parando para recuperar el aliento y sobrevivir al calor. La playa en sí es normal, pero tiene la gracia de estar atravesada por el río y el palmeral. Hay un bar en la propia playa por si queréis comer o beber algo.
Rethymno
Rethymno (Rétino en español), pronunciado récimno, es la tercera ciudad más grande de Creta y una de las más queridas por los turistas ya que cumple con todos los tópicos de ciudad vacacional: playa, paseo marítimo y un casco antiguo bonito y lleno de tiendas. Aquí se puede estar sin coche ya que se encuentra más o menos en el centro de la isla (al menos en cuanto a atractivos turísticos se refiere) y hay excursiones a muchos sitios. Si venís en coche, hay un parking gratuito grande llamado “Rethymno Parking” (Kosti Palama 20) relativamente cerca del centro.
Nosotros recomendamos estar un día visitando la ciudad, o un par en caso de que queráis tener una día de playa. Nosotros estuvimos dos noches para disfrutar tranquilamente de la ciudad y visitar el Monasterio de Arkadi del que hablaremos enseguida.
Comenzaremos la visita por la playa de Platanes, una enorme playa de 13 kilómetros de longitud de arena blanca, ubicada frente a un paseo marítimo lleno de restaurantes, hoteles/apartamentos y agencias de viajes donde contratar excursiones por los alrededores. En estos restaurantes no suele haber gente local, todo turistas, aunque es agradable comer junto al mar y la comida no es cara. Nosotros comimos un día en el Hercules Restaurant Rethimno y estuvo bien.
A continuación de la playa iniciamos el recorrido por el casco antiguo. Lo primero que veremos será el Faro de Rethymno (Φάρος Ρεθύμνου), el símbolo de la ciudad. Fue construido por los egipcios durante su ocupación de la isla en 1830 y mide 9 metros, lo que lo convierte en el segundo faro más alto de Creta después del de Chania. Se puede llegar a él caminando por la estrecha muralla aunque no se puede entrar en él. Desde el faro se ven las dos partes de la ciudad: a un lado, el puerto deportivo (Rethymno Marina) y, al otro, frente a la muralla donde estamos, el puerto veneciano.
El faro es un monumento egipcio en un entorno veneciano. Y es que los venecianos construyeron este puerto durante el siglo XIV sobre un antiguo puerto de época bizantina, con el objetivo de que funcionara como estructura defensiva y centro para el comercio marítimo. El muelle o puerto veneciano, con sus pequeños barcos pesqueros y las casas alineadas de fondo conforman la estampa más bonita de Rethymno. Esas casas son actualmente caros restaurantes para turistas y no es muy placentero pasear por el puerto porque los camareros no paran de ofrecerte entrar a sus restaurantes.
Salimos del puerto por una de sus callejuelas para explorar el casco antiguo, lleno de numerosas callejuelas estrechas llenas de comercios y restaurantes. Algo que llama la atención son las casas de época otomana, características por sus balcones de madera, hay unos cuantos por el centro. En la calle paralela al puerto se encuentra la logia veneciana, un edificio del siglo XVI que sirvió como centro social de las clases altas venecianas donde discutían de temas políticos y económicos de actualidad. Durante la ocupación turca, esta fue convertida en mezquita y actualmente sirve como sala de exposiciones y venta de réplicas de arte arqueológicas del Ministerio de Cultura (Ephorate of Antiquities of Rethymno).
La siguiente parada será la fuente Rimondi, construida en 1588 por los venecianos y renovada en 1626. Lleva el nombre del gobernador de la época, Alvise Rimondi, que fue quien la encargó y cuya función era la de abastecer de agua a los habitantes de la ciudad. Es uno de los puntos turísticos más fotografiados de Rethymno, gracias a sus cuatro columnas corintias y a sus tres cabezas de león por las que mana el agua.
Muy cerca de la fuente se encuentra una pequeña y pintoresca plaza dominada por la Iglesia de nuestra señora de los ángeles (Church of Our Lady of the Angels / Ενετικός Ναός της Κυρίας των Αγγέλων), característica por su color blanco. Se trata de una iglesia ortodoxa, construida por los venecianos a finales del siglo XVI, que también funcionó como mezquita durante la ocupación otomana.
De aquí nos vamos a desviar para visitar la Fortezza, una fortaleza veneciana de finales del siglo XVI en lo alto de una pequeña colina llamada Paleokastro donde antaño hubo una acrópolis de la antigua ciudad de Rithymna, que era el nombre que tenía la ciudad en época pre-helenística (siglos IV y III a.C.), cuando aquí estaban los minoicos y otras civilizaciones anteriores. Los venecianos construyeron esta fortaleza para proteger a la población de ataques piratas y de otros pueblos, y tenían planeado que sus habitantes se mudaran al interior de la misma, si bien estos no estuvieron por la labor y acabó siendo habitada únicamente por el personal administrativo de la ciudad.
Al visitarla por dentro, da la sensación de ser un gran descampado con un popurrí de restos de edificios de diversas épocas: un teatro al aire libre, un almacén de pólvora (gunpowder warehouse), la residencia de algunos de los consejeros de la administración veneciana, la residencia del rector, algunas iglesias como el Bastion Agios Nikolaos o la Iglesia de Agios Theodoros Trichina y, el más llamativo, la mezquita de Ibrahim Han, también llamada mezquita del Sultán Ibrahim, construida por los turcos en 1646 sobre los cimientos de la antigua Catedral de San Nicolás que había sido erigida por los venecianos. De todos estos edificios que veréis, algunos se pueden visitar por dentro y otros están cerrados al público. Nosotros recomendamos, nada más cruzar la puerta principal de la fortaleza, subir por las escaleras que salen a la izquierda e ir recorriendo el perímetro de la misma viendo las murallas y las vistas del mar y la ciudad que se van obteniendo desde los distintos puntos, es lo más interesante de la fortaleza pues el resto parece estar un tanto abandonado o poco cuidado. El precio de acceso a la Fortezza es de 5€ y el horario es de 8:00 a 19:15 todos los días (hasta las 17:00 en invierno).
Volvemos al casco antiguo para ver otro de los símbolos de la ciudad, la Mezquita de Neratzes, fácilmente reconocible por su minarete de 34,5 metros de altura y sus tres cúpulas. Como pasó con la logia veneciana, muchos edificios e iglesias católicas de época veneciana fueron convertidas en mezquitas cuando los otomanos ocuparon la ciudad. Ese fue el caso también de la mezquita de Neratzes. Los venecianos construyeron una iglesia dedicada a Santa María, vinculada al monasterio agustino de mismo nombre y los otomanos la transformaron en mezquita en 1657. Actualmente se usa principalmente para eventos.
La mezquita da a una enorme plaza llamada Plaza Mikrasiaton (Πλατεία Μικρασιατών) donde los niños cretenses vienen a jugar por las tardes cuando deja de apretar tanto el calor. A un lado de la plaza se encuentra el Museo Arqueológico de Rethymno, ubicado en la iglesia de San Francisco (Agios Fragiskos). Como su vecina, fue también originalmente una iglesia perteneciente al convento de San Francisco. Con la conquista otomana, la iglesia pasó a formar parte del recinto de la Mezquita de Neratzes y sirvió como orfanato y se construyó una escuela para niñas al lado. Esta ya no existe como tal, pero sobre ella se erigió la primera escuela primaria de Rethymno, construida en 1890. Hoy en día alberga el museo arqueológico, que ya ha pasado por la logia veneciana y por un edificio junto a la fortezza antes de encontrar su actual emplazamiento en 2015. El museo no es tan grande ni importante como el de Heraclión, pero si os interesa la arqueología de la isla, puede merecer la pena. El precio de entrada es de 5€.
Ahora saldremos del casco antiguo por la Megali Porta (Guora Gate), que se traduciría como puerta grande (megáli es grande en griego). Esta puerta es el único vestigio que se conserva de la muralla veneciana que rodeaba y defendía la ciudad en el siglo XVI.
Nada más salir por la puerta se nos abre un nuevo escenario: la imponente Iglesia de los cuatro mártires (Εκκλησία των Τεσσάρων Μαρτύρων / Church of the Four Martyrs), cuyo nombre honra a cuatro cretenses que se negaron a convertirse al islam durante la ocupación otomana y fueron ejecutados en 1824. La iglesia es moderna, construida en 1975 sobre los cimientos de otras dos anteriores y en el mismo lugar donde tuvo lugar la ejecución de los cuatro mártires. En su interior se conserva un osario con las reliquias de tres de los cuatro. Es, por tanto, otro monumento que ensalza la resistencia cretense frente al dominio turco.
En la plaza que hay frente a la iglesia hay una estatua dedicada a Kostis Giaboudakis, héroe cretense que hizo estallar la pólvora en 1866 en el monasterio de Arkadi donde se encontraban recluidos junto a mujeres y niños ante el acoso otomano. En breves hablaremos de este monasterio cuando lo visitemos.
Ya está visto lo principal, solo queda pasear por el casco antiguo tranquilamente y disfrutar de sus callejuelas y esquinas escondidas. Otra mezquita por el centro que podéis ver (por fuera) es la Mezquita de Kara Musa (Kara-Mousa-Pasha Mosque / Τζαμί Καρά Μουσά Πασά), si bien no se puede visitar por dentro y está un poco en estado de abandono. Se construyó en 1683 sobre donde antes había un monasterio veneciano dedicado a Santa Bárbara.
¿Dónde comer en Rethymno? Restaurantes en Rethymno no faltan, aunque hay que tener cuidado porque algunos son, como se suele decir, una trampa para turistas, sobre todo en la parte del puerto. Por el casco antiguo cenamos en Kapilio, el que más nos gustó, un elegante restaurante donde probamos platos griegos como el kléftiko de cordero y el stifado (al final del artículo hablamos de la gastronomía cretense) y otro día en Raki ba raki, otro buen restaurante de comida cretense. También merendamos en Meli Melo Loukoumades, donde sirven zumos de frutas fresquitos y lukumades para los que busquen algo dulce local. Hay otro restaurante medio conocido llamado Thea Thalassa (ΘΕΑ ΘΑΛΑΣΣΑ), cuya especialidad es el pescado y que es famoso por las puestas de sol, si bien es verdad que delante tiene un descampado que desluce un poco. Por otro lado, en el paseo marítimo, frente a la playa, hay muchos restaurantes, aunque están lejos del casco antiguo. Nosotros fuimos un día a comer al Hercules Restaurant Rethimno, por estar junto a la brisa del mar. Mirad antes las valoraciones porque por esta zona son casi todos destinados al turismo, con poca gente local. Otros por esta zona que llevábamos apuntados pero que no llegamos a ir son el Nostos, VATANIA Taverna meze bar y Taverna Klimataria.
Monasterio de Arkadi
A una media hora de Rethymno se encuentra el Monasterio de Arkadi, probablemente el monasterio más famoso de la isla y una visita imprescindible si os interesa la historia, pues aquí sucedió uno de los acontecimientos más famosos e históricos vividos en Creta. Se trata de un monasterio ortodoxo veneciano construido en 1587 sobre los cimientos de otro antiguo monasterio del siglo XI fundado por un monje llamado Arkadios. Durante la ocupación otomana (1669-1898) se produce una serie de revueltas cretenses contra el yugo turco, una de las cuales se la conoció como la Gran Revolución Cretense (1866-1869). Durante la revolución, el 1 de mayo de 1866, los insurgentes eligen un representante para cada estado cretense (para Rethymno fue el abad del monasterio de Arkadi, Gabriel Marinakis) y establecen el monasterio como base clandestina para desarrollar sus actividades, donde también se refugiaban más de 900 hombres, mujeres y niños. En la mañana del 8 de noviembre, 15.000 soldados turcos llegan a Arkadi exigiendo la rendición de los sublevados, pero los cretenses se atrincheraron y no dieron su brazo a torcer. Comienza entonces una sangrienta y desigual lucha. Tras un día de resistencia, el 9 de noviembre, los cañones turcos consiguieron derribar una de las puertas y entrar en su interior. El sentimiento de los insurgentes cretenses era que preferían inmolarse antes que rendirse, y uno de ellos, Kostis Giaboudakis, prendió fuego a los barriles de pólvora que se encontraban en la bodega, causando la muerte de 864 personas entre cretenses que se encontraban en el monasterio (insurgentes más civiles) y soldados otomanos. Entre los muertos se encontraba el abad Gabriel. 114 cretenses fueron tomados prisioneros por el ejército otomano, aunque tres lograron escapar y así poder contar esta historia. Aunque la victoria fue turca, la hazaña de los rebeldes cretenses pronto se conoció en todo el país y en todo el mundo, y puso el foco internacional en un conflicto que hasta entonces no importaba a mucha gente.
Una vez habéis aparcado, ya desde el aparcamiento veréis los muros del monasterio, que más se parecen a los de una fortaleza que a los de un monasterio. La visita comienza en la puerta oeste, que data de 1870, reconstruida tras haber sido destruida en 1866 durante el ataque. Ahí recibiréis un mapa y folleto con las distintas partes del conjunto que se visitan. En el patio principal vemos el edificio principal: la iglesia, construida en 1587 donde antes había una más pequeña y superviviente al ataque. Es una iglesia de culto ortodoxo de dos naves con varias partes reconstruidas ya que, aunque el edificio sobrevivió a la revuelta, muchos iconos y elementos de su interior se incendiaron y perdieron.
En el patio vemos también el llamado árbol de la muerte, un ciprés (hoy en día muerto) que fue testigo de la batalla, como así lo demuestra la bala incrustada que hay en él, marcada con una flecha inclusive. Luego pasamos al interior de los edificios que rodean a la iglesia, empezando por el refectorio, la capilla de San Arkadios y las bodegas. Después se pasa a la parte histórica, el almacén de pólvora, donde los sublevados hicieron explotar los barriles el 9 de noviembre de 1866. En la planta baja se pueden ver también las celdas de los monjes, algunas de ellas están abiertas, y luego subir a la primera planta donde hay un museo principalmente religioso y parcialmente sobre la historia del monasterio. Desde esta planta se obtienen unas buenas vistas del patio y la iglesia.
El precio es de 4€ para todos, sin descuentos. En verano abre diariamente de 9:00 a 19:00 (en invierno hasta las 16:00). En la taquilla podéis coger un folleto con información en español y la visita nos llevó unos 45 minutos aproximadamente. Ya fuera del monasterio, pero en el propio recinto hay también un osorio que alberga los restos de los cretenses fallecidos en el asedio de 1866 y un restaurante.
Si venís en coche, hay un aparcamiento en el propio monasterio, aunque hay que estar atento para tomar la calle correcta. Según venís desde Rethymno y veis el monasterio, sale una calle de piedras/adoquines a la izquierda que es la que os lleva al aparcamiento. No obstante, es una carretera sin apenas tráfico, si os la pasáis, podéis dar la vuelta donde podáis. Cuanto antes lleguéis, más posibilidades tenéis de conseguir algunos de los huecos que hay bajo los árboles y así tener algo de sombra.
Chaniá
Chaniá (La Cánea en español, Χανιά en griego), pronunciado jañá, es la segunda ciudad más grande de la isla, y es una perfecta mezcla entre las otras dos ciudades principales: Heraclión y Rethymno. Tiene todo lo bonito que tiene Rethymno (su puerto veneciano y su casco antiguo) y, encima, es más grande y tiene más vida, como Heraclión. Y todo ello sumado a la mezcla de culturas (minoicos, griegos, romanos, venecianos, otomanos, egipcios…) característica de la isla de Creta que aún hoy en día se puede sentir en la ciudad.
Si no queréis alquilar coche ni iros moviendo de ciudad en ciudad, esta es una buena base para estableceros, pues tiene aeropuerto, playa y agencias de turismo que ofertan excursiones diarias y muchos de los lugares que mencionamos en este artículo.
Empezaremos dando una vuelta por la ciudad y lo haremos yendo a un lugar llamado Kastélli (Καστέλλι), en la calle Kanevarou 34. Kastelli es el nombre de la colina donde se encuentra este pequeño yacimiento arqueológico que muestra los restos de un palacio minoico. En aquella época, la ciudad se llamaba Kydonia, fundada en 3650 a.C., es decir, antes de que llegaran los minoicos.
Todas las civilizaciones que habitaron Kydonia eligieron la colina de Kastelli como base para sus asentamientos, por eso es un lugar fantástico para explorar el pasado de la ciudad. En esta colina, muy cerca del palacio minoico anterior podemos ver parte de sus fortificaciones. Chaniá tiene dos murallas defensivas, una interior de época bizantina que se construyó sobre una anterior de época helenística y otra exterior de época veneciana. De esta serie de murallas aún hay vestigios que han sobrevivido al paso del tiempo. Por ejemplo, en la calle Sifaka se pueden ver restos de la muralla bizantina y cómo se ha integrado con el urbanismo de la ciudad, en muchos casos usándose como paredes de las casas. En esta misma calle (y en toda la ciudad) podéis ver varias tiendas de cuchillos, y es que es algo típico de Creta, los hay de muchos tipos, e incluso algunos padres le regalan uno a sus hijos al cumplir dieciocho años.
La siguiente parada será la iglesia de San Nicolás (Agios Nikolaos), una iglesia católica de un monasterio dominico construida originalmente por los venecianos, luego convertida en mezquita otomana en 1645, cuando se añadió el minarete entre otras cosas (pero mantuvieron el campanario) y, de nuevo, convertida en iglesia, esta vez ortodoxa griega, en 1928. El resultado es lo que vemos hoy, un popurrí de estilos pero que la hace especial, pues es la única iglesia de Grecia que tiene un campanario y un minarete.
Ahora nos dirigimos al Antiguo Puerto Veneciano, la parte más bonita y con más ambiente de Chania. Tiene el mismo estilo que el de Rethymno, con una parte donde están los barcos encallados, conocida como Marina Chania, y el propio Antiguo Puerto Veneciano con sus casas de colores, terrazas, cafeterías y restaurantes frente al Mar Egeo.
Entre ambas partes del puerto se alza el símbolo de la ciudad: el faro de Chaniá. Mide 21 metros de altura (26m desde el mar) y fue construido por los venecianos a finales del siglo XVI y reconstruido por los egipcios en el siglo XIX. Los egipcios gobernaron diez años en la isla, de 1830 a 1840, un premio otorgado por los otomanos a cambio de que estos les ayudaran militarmente a hacer frente a las crecientes revueltas independentistas de los cretenses. Como hemos visto, a pesar de haber estado solo diez años, los egipcios dejaron su huella. Después, los turcos, que estuvieron hasta 1898, completaron el faro añadiendo la escalera y las tuberías. Al faro no se puede subir, pero se puede pasear por la muralla que lleva hasta él.
En la parte del Marina Chania se encuentra un pequeño museo, el Museo de barcos antiguos (Museum of Ancient Shipbuilding / Μουσείο Αρχαίας & Παραδοσιακής Ναυπηγικής), ubicado en el antiguo astillero Neorio Moro que usaban los venecianos para reparar sus barcos, por lo que también era conocido como gran arsenal veneciano. Este museo forma parte del “Museo Marítimo de Creta” y alberga una reconstrucción a tamaño real (17 metros de largo) de un barco de la época minoica que se construyó para llevar la llama olímpica de Chaniá a Atenas en los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004. El precio es de 4€ y abre de lunes a sábado de 9 a 16h.
Dejamos la zona de los astilleros y vamos caminando a la otra parte del puerto, al Antiguo Puerto Veneciano. A medio camino veremos uno de los emblemas del propio puerto, la mezquita de Hasan-Pascha (Hasan Pascha Mosque), una pequeña mezquita reconocible por sus cúpulas de color rosa pálido. Lleva el nombre de un comandante turco, Küçük Hasan Pasha, y se construyó en 1649 tras la conquista de la isla por parte del imperio otomano sobre el lugar donde antes hubo una iglesia cristiana. Actualmente no funciona como mezquita sino como galería de arte, de acceso gratuito.
Seguimos bordeando el puerto veneciano, pasando por delante de todos los restaurantes a orillas del agua. Una diferencia significativa con el puerto veneciano de Rethymno es que aquí en Chaniá los camareros no te instan ni insisten para entrar en sus restaurantes, puedes pasear tranquilamente.
Al final del puerto, en la esquina, se erige la Fortaleza de Firkas (Firkas Fortress / Ενετικό Φρούριο Φιρκά), construida por los venecianos entre 1610 y 1629 para proteger el puerto y la ciudad de Chaniá de invasores turcos y piratas. El nombre de Firkas es una palabra turca que significa “cuarteles” ya que la fortaleza era usada como los cuarteles de la armada turca cuando la ciudad fue conquistada por el ejército otomano.
Se puede acceder gratuitamente al patio interior de la fortaleza por la entrada que hay junto a un edificio rojo que pertenece al Museo Marítimo de Creta (Maritime Museum of Crete/ Ναυτικό Μουσείο Κρήτης), en la calle Kountourioti, Chania 731. El museo, ubicado en uno de los edificios de la fortaleza, sí es de pago, y aquí se exhiben maquetas de barcos e instrumentos de navegación, así como información sobre las guerras libradas en la isla. El precio es de 5€ y abre de lunes a sábado de 9 a 16h.
Volvemos por el puerto para salir de él por la plaza El. Venizelou, donde hay una fuente y desde donde sale la calle Chalidon, la calle principal de la ciudad, con vistas incluídas a las montañas al fondo. En esta y sus paralelas, como la Kondilaki, detrás del puerto veneciano, es donde se encuentra el casco antiguo, con calles estrechas peatonales llenas de pequeñas tiendas y restaurantes.
Subiendo por Chalidon, enseguida nace a la izquierda una plaza llamada Athinagora, donde se alza la catedral de la Presentación de la Virgen María (Holy Metropolitan Church of the Presentation of the Virgin Mary (Trimartiri) / Ιερός Μητροπολιτικός Ναός Εισοδίων της Θεοτόκου), construida entre 1860 y 1864. Es el templo más importante de Chaniá, también conocido como Trimartiri, que se traduce como tres mártires en referencia a que está compuesto de tres naves y un campanario en su lado izquierdo. Originalmente hubo aquí una iglesia en época veneciana dedicada a la Virgen María, luego los otomanos decidieron usar el edificio como fábrica de jabón (sorpresa, no la convirtieron en mezquita), pero en torno a 1850, en pleno auge cristiano durante la ocupación turca, la iglesia cristiana de la ciudad se había quedado pequeña así que decidieron acabar con la fábrica de jabón y construir está catedral ortodoxa. Se puede acceder gratis a ella.
Curiosamente, frente a la catedral ortodoxa, a través de un callejón, se llega a la catedral católica de Chaniá (Holy Catholic Church of the Assumption of the Blessed Virgin Mary / Ιερός Καθολικός Ναός Κοιμήσεως της Θεοτόκου), también conocida como catedral de la Asunción. Se construyó en 1879 como principal iglesia católica de la región. Es más pequeña y menos impresionante, pero podéis pasar a verla si queréis, es gratuita.
Si seguimos subiendo la calle Chalidon, de nuevo a mano izquierda, tras subir unas escaleras, se llega al Mercado antiguo de Chaniá (Old Chania Market / Παλαιά Αγορά Χανίων), con su planta en forma de cruz y sus cuatro entradas. Es el lugar perfecto para descubrir los productos locales, como el aceite de oliva, la miel, el vino, las distintas variedades de quesos y especias y, cómo no, el raki (el famoso licor local que se toma después de las comidas). También hay puestos de souvenirs y de artesanías locales, como colgantes con el cristal contra el mal de ojo, típicos de Creta (aunque también del resto de Grecia y Turquía); o el komboloi, que es la versión ortodoxa del rosario de los católicos. El mercado abre todos los días menos el domingo, de 8:30 a 17:00.
¿Dónde comer en Chaniá? El mejor restaurante donde comimos fue el Chrisostomos, tienen todos los platos griegos y cretenses. Se recomienda reservar, sobre todo si vais en fin de semana y cena, a medio día entre semana no suele haber problema si no os importa esperar un poco eventualmente. Por el casco antiguo encontramos varios en escenarios muy bonitos: Ela (Kondilaki 45, Chania), ubicado en una antigua fábrica de jabón, se puede comer en su interior, en su patio o en la terraza en la calle; Tholos, situado en la propia muralla semi derruida de la ciudad; Steki, en un estrecho a acogedor callejón. Estos destacan más por el ambiente que por la comida, pero se come bien no obstante. Si lo que buscáis es un sitio de comida rápida y no un restaurante, el Delish está considerado como el mejor sitio para comer gyros pita de la ciudad. Otro restaurante recomendado cerca del anterior es el Throumbi. A las afueras de Chaniá hay un restaurante llamado To Antikristo, donde podéis probar el Antikristo, plato del que os hablamos al final de artículo. Para este último es indispensable reservar y decir que es para comer antikristo. Y un sitio para desayunar: Bougatsa Iordanis, cuya especialidad es el bougatsa, un pastel de hojaldre y crema pastelera (solo abre por las mañanas).
Aparcamiento en Chaniá: Nosotros aparcamos casi todos los días en un par de aparcamientos gratuitos que podéis localizar con el nombre de “Parkplatz Chania, Kreta”, junto al Theatro Anatolikis Tafrou. Otro día no tuvimos tanta suerte y lo dejamos en los aparcamientos municipales “Municipal Parking” que hay justo al otro lado del teatro que acabamos de mencionar. Importante: en estos aparcamientos públicos solo se puede pagar a través de la app I-park Chania. Hay que descargar la aplicación, introducir el número de teléfono móvil, introducir la matrícula e indicar el tipo de coche. Hay que cargar dinero desde la tarjeta de crédito e introducir cuánto tiempo lo vas a dejar, siendo el máximo, 4 horas. Es de pago de 7:00 a 19:00, a partir de las 21:00 es gratis y los domingos también. Además, con la aplicación puedes extender más horas mientras estás por ahí. Nosotros lo dejamos una noche a eso de las 20:00 por lo que tuvimos que cargar una hora, hasta las 21:00, y, al día siguiente a las 6:55, desde el hotel, cargar otras 2 horas por la mañana (de 7 a 9) hasta que cogimos el coche para irnos. Recomendamos llevar la aplicación descargada desde casa y en el momento solo meter los datos del coche y la tarjeta.
Más alternativas en Chaniá
Península de Akrotiri. Para los que pasen varios días en Chaniá y quieran hacer más cosas además de las excursiones típicas, pueden optar por dedicar unas horas a explorar la Península de Akrotiri, ubicada al noreste de la ciudad. En esta península hay varias cosas de interés turístico:
1) Playa de Stavros: una playa de arena en una pequeña bahía protegida del viento, por lo que es donde vienen las familias de Chania. Es famosa en Creta porque fue el lugar de rodaje de la última escena de película Zorba el griego (1964), protagonizada por el actor Anthony Quinn, donde bailan el famoso sirtaki griego.
2) Monasterio Agia Triada (Holy Trinity (Agia Triada) Tzagaroli Monastery), ubicado a solo 15 minutos en coche de Stavros. Es tranquilo y cuidado. Tiene una iglesia, un pequeño museo y una tienda donde venden productos producidos por los propios monjes. Cobran una entrada de 5€ por persona, hay aparcamiento gratuito y hay que cubrirse hombros y piernas para entrar.
3) Seitan Limania (Σεϊτάν Λιμάνι). Una playa de aguas turquesas al final de un pequeño cañón, rodeado de paredes de roca. Lo único es que la bajada hasta la playa es peligrosa porque es un camino estrecho, empinado y resbaladizo, no apto para todo el mundo.
Garganta de Samaria
Creta no es solo playas y ciudades, también tiene muchas gargantas y cuevas, así que toca vivir una pequeña aventura y visitar una de esas gargantas. Para ello hay que irnos a las Montañas Blancas (Lefká Óri), una imponente cordillera que divide el norte del sur. El nombre no se debe a la nieve que puede tener en invierno sino a que están hechas de piedra caliza. Las Montañas Blancas albergan varios desfiladeros o gargantas, siendo la más famosa la Garganta de Samaria (Samaria Gorge), que es incluso la más larga de toda Europa. Tiene 16 kilómetros y un desnivel de 1230 metros y hay una ruta ya hecha para recorrer una sección de 13,3 kilómetros, por lo que tener relativa buena condición física. Son unas 6 horas de caminata. Forma parte del Parque Nacional de Samaria, que requiere una entrada de 10 € por persona y solo está abierto del 1 de mayo a mediados de octubre, aunque puede que cierre algunos días adicionalmente si llueve, hay tormenta o riesgo de incendio. Lo mejor es echar un ojo a la página web oficial del desfiladero de Samaria unos días antes de ir para asegurarse de que está abierto.
La logística es un poco compleja porque es una ruta de un solo sentido, pero aquí vamos a explicarlo con todo detalle. Logísticamente podemos dividirla en los siguientes pasos:
- Ir en coche desde Chaniá o donde estéis hasta el punto de partida de la caminata, un sitio llamado “Xyloskalo” que se traduce como “escalera de madera”, ubicado en el pueblo de Omalos. Es una carretera de subida constante y suele haber cabras montesas cretenses (llamadas cri-cri) por la carretera, así que hay que ir despacio para no atropellarlas. Ahí hay un aparcamiento llamado “Parking Samaria Gorge” que cuesta 5€ por día y coche, el tique lo compráis a una señora que se va paseando por el propio aparcamiento. Hay gente que aparca en el arcén de la carretera antes de llegar al parquin para ahorrarse esos 5€, es una opción. Junto al aparcamiento hay un bar restaurante donde comprar algo de comer si queréis o ir al baño (50 céntimos). Este es el último baño normal que veremos, el resto (hay varios por la caminata) serán urinarios. En el bar venden también tiques de barco y bus que necesitaremos posteriormente (también se pueden comprar online) e incluso ropa de senderismo.
- Junto al bar restaurante empieza la caminata, hay un puesto donde comprar los tickets (10€) –se puede pagar con tarjeta–, que debéis guardar hasta el final pues hay que enseñarlos a la salida. La caminata termina en Agia Roumeli, lugar donde hay que tomar un ferry hasta Soúgia (Σούγια). La compañía que opera este trayecto es Anendyk, los tickets se pueden comprar online para el ferry de las 17:30, el precio es de 16€. Alternativamente, se pueden comprar en el bar que mencionamos antes de Xyloskalo o en el puesto de Anendyk de Agia Roumeli, donde se vende tiques para otro barco a las 17:00 y 17:45 que no se ofrecen online. Si perdéis el de las 17:30 o 17:45, tendréis que pasar la noche en Agia Roumeli. También hay mucha gente que así lo prefiere para descansar y no darse la paliza de tener que tomar el barco más el bus de vuelta. Hay baños en el barco.
- En Soúgia hemos de tomar un bus de vuelta a Omalos (una hora de viaje), la parada está junto al aparcamiento. Hay que reservar el billete de autobús en la página web oficial de KTEL dos o tres días antes para asegurarte de que tienes plaza. Con mucho tiempo de antelación no, porque no están aún disponibles. Asegúrate de imprimir tu billete, no hay un código QR escaneable, el conductor requerirá un billete de papel. El precio es de 7€ y sale a las 18:15, aunque se espera a que llegue el barco, así que no os preocupéis. En nuestro caso el barco salió con 15 minutos de retraso y llegó a las 18:45 a Soúgia y los buses verdes de KTEL estaban ahí esperando, junto con otros tantos buses de tours privados. En la web de KTEL te obligan a reservar una plaza de asiento concreta pero no vale de nada en la práctica porque hay muchos buses de KTEL esperando y simplemente te subes en el que sea, así que no hay plazas reservadas que valgan. Si os quedarais sin plaza para el bus (que no suele pasar porque ponen muchos buses, no solo uno), tendríais que tomar un taxi, hay varios junto a la parada de buses en Soúgia.
- Desde el aparcamiento de Omalos ya podéis volver en coche a donde paséis la noche.
Si no tenéis coche, el hay un bus de la empresa KTEL que te lleva por la mañana a Omalos y para la vuelta, el mismo bus que hacer parada en Omalos sigue para Chaniá. También podéis uniros a una excursión organizada por agencia de viajes y olvidaros de la logística, aunque es un poco más caro, lógicamente.
[Versión corta: si no os atrevéis con los 13,3 kilómetros de bajada o teméis por vuestras rodillas, hay una versión más corta que se puede hacer a la inversa, es decir, iniciar la caminata en Agia Roumeli y subir la garganta. Lo bueno de esta variante es que empiezas por la parte más impresionante de la garganta, así que no tendrás que recorrer más que 3-4 kilómetros, más otros tantos para volver. No se necesita barco ni autobús, basta con aparcar el coche en Soúgia. Eso sí, hay que tener cuidado con la carretera que baja hasta Soúgia porque es de curvas y circulan todos los buses públicos y privados de gente que hace esta excursión, por lo que el espacio es reducido si te encuentras con ellos en sentido contrario.]
Sobre la caminata en sí: nosotros empezamos justo a las 10:00, ya que se tarda unas 6 horas y queríamos tener un poco de margen para llegar al barco, por si acaso. El camino está bien marcado y en las partes más dudosas hay flechas amarillas en las piedras. La primera parte es la más complicada, pues es todo bajada en zigzag y puede haber lesiones. No es un camino peligroso, simplemente cansado y complicado para las rodillas. El camino continúa hasta el área de descanso de Agios Nikolaos, donde hay una pequeña iglesia, unas mesas de pícnic para comer algo y una de las muchas fuentes de agua potable. También hay baños (meadero, no váter) con papel higiénico. En esta y todas las áreas de descanso que hay por el camino hay guardabosques y personal sanitario por si pasa algo. También hay caballos por si hay que llevar a gente a un pueblo u otro si sufren alguna lesión.
Tras 3,5 horas llegamos al pueblo que da nombre a la garganta, Samaria. Es un pueblo ya desde hace mucho tiempo deshabitado con unas pocas casas en pie. A través de un puente de madera llegamos a él, podemos aprovechar para comer algo y rellenar las botellas de agua, y luego hemos de volver a cruzar el puente para continuar por donde veníamos.
En el kilómetro 8 empieza el desfiladero, la parte más bonita, donde el camino se va estrechando poco a poco y las paredes de roca van siendo cada vez más altas. En el kilómetro 11 llegaremos a la última área de descanso, Christos. Justo después se encuentran las llamadas Puertas de Hierro, la parte más famosa de la garganta, donde las paredes miden 300 metros de altura y la distancia entre ellas es de apenas 3 metros.
Después de las Puertas de Hierro el camino se vuelve a ensanchar hasta que se termina oficialmente la caminata, en el kilómetro 13. Hay una fuente, una cabaña donde hay que enseñar el ticket para salir y una taverna que vende zumos de naranja y cervezas. Nos llevó justo 6 horas.
Sin embargo, la caminata no ha acabado del todo, pues queda otro trayecto hasta llegar a Agia Roumeli, desde donde hay que tomar el barco. A unos 200 metros de esta taverna hay otra donde se puede comprar un tique de minibús que te lleva a Agia Roumeli por 2€, por si estáis cansados o no llegáis a tiempo para el barco. Si preferís seguir caminando, serán unos 20 minutos.
Consejos: se recomienda llevar muy buen calzado (está prohibido ir en chanclas), crema solar y gorra, no hace falta mucha agua porque hay allí fuentes para ir rellenando y así no cargar con mucho peso, picoteo y comida, y un bañador si queréis daros un baño en la playa en Agia Roumeli después de la ruta. Si sufrís una lesión, hay que buscar el área de descanso más cercana, donde os atenderá el personal sanitario y os subirán en caballo a Omalos o a Agia Roumeli, dependiendo de cuál esté más cerca. De todas formas, el camino no es peligroso, pero si fatigante. De las agujetas no os libráis.
Como comentábamos, en las Montañas Blancas hay muchas gargantas, por si hay gente que quiera hacer más caminatas. Una de las más conocidas, quitando la de Samaria, es la de Aradena (Αράδαινα).
Playa de Elafonisi
Muchas de las playas de Creta parecen hechas para salir en una postal, y dos de las más famosas se encuentran en el oeste de la isla. La primera que visitaremos es la playa de Elafonisi (Elafonissi Beach / Παραλία Ελαφονήσι), característica por sus aguas cristalinas y su arena fina de ese color tan clarito debido a la descomposición de corales y diversos moluscos (almejas, chirlas, etc.) que se mezclan con la arena blanca. El mar es el Egeo, aunque casi casi mezclándose sus aguas con las del Mar de Libia, que es el que se encuentra debajo de Creta (ambos pertenecen al mar Mediterráneo igualmente). Frente a la playa, se erige entre el mar una isla de mismo nombre que, dependiendo de cuán baja esté la marea, se puede llegar andando hasta ella a través de un istmo de arena. La isla de Elafonisi (Ελαφονήσι) es una reserva natural protegida donde viven gran cantidad de especies endémicas de Creta, tanto de flora como de fauna. Como decimos, es preciosa, aunque lo malo es que es una zona con mucho viento, tanta que, según la mitología griega, hubo un templo dedicado a Apolo y las musas de la isla tocaban música para calmar el viento y las aguas. Lo que hace la gente es coger unas cuantas piedras que hay en los alrededores de la playa para colocarlas sobre las toallas y que no se vuelen. Asimismo, tampoco se recomienda llevar sombrilla por la misma razón.
El aparcamiento es fácil, según os acercáis a la playa por la última carretera, salen aparcamientos a ambos lados, uno a continuación de otro. Los hay de distintos precios, el primero y más grande que veréis es de 5€/día y coche, luego hay uno de 3€ y luego otros al final de 4€ y 5€, son todos parecidos. Aunque sean aparcamientos de playa, se puede pagar con tarjeta. Entre los aparcamientos y la playa hay un supermercado donde venden bebidas, bocadillos, pizzas, empanadas, así como un par de restaurantes. También hay baños de pago (1€/persona).
Si venís desde Chaniá, hay una parada intermedia que podéis hacer que no os quitará nada más que 20-30 minutos y que ni siquiera hay que desviarse. Se trata de la cueva de Agia Sofía (Cave Agia Sofia / Σπήλαιο Αγίας Σοφίας του Θεού). Se trata de una cueva formada de manera natural hace millones de años con una capilla dedicada a Santa Sofía construida en el siglo XIII. Se puede visitar gratuitamente (aceptan donaciones) y hay un recorrido marcado y seguro por el interior de la misma. El aparcamiento es en el arcén de la propia carretera y luego hay que subir un tramo un poco sufrido de escaleras. A medio camino de las escaleras hay un bar restaurante por si queréis comprar agua, algo de comer o ir al baño. Recomendamos llegar antes de las 10:00 porque a esa hora es cuando llegan todos los grupos y tours organizados y se puede complicar un poco el aparcamiento.
Playa de Balos
Ahora visitaremos la segunda playa más famosa del oeste de la isla, la playa de Balos (Balos beach / Παραλία Μπάλος), también conocida como laguna de Balos (Balos Lagoon). Es parecida a la de Elafonisi, tiene aguas cristalinas y turquesas, la playa y la montaña están prácticamente unidas, el agua cubre poco, hace bastante viento y está en un entorno natural protegido. La diferencia es que la llegada hasta la playa es más compleja y requiere de más tiempo y paciencia, pero eso también hace que se mantenga en buen estado.
Se encuentra a 50 kilómetros de Chaniá, pero se tarda casi una hora y media en llegar. La razón es que los últimos ocho kilómetros son por una carretera de piedras sin asfaltar, así que no se puede ir más rápido de 20 km/h. Es tan rocosa esta zona que hay hasta cabras. Al inicio de estos últimos ocho kilómetros hay que pagar una entrada de 1€ por persona (no por coche). El aparcamiento lo podéis localizar en el navegador como “Parking Balos Beach”, que tiene un costo de 3€ por coche y día (cierra a las 20:00, así que hay que irse antes de esa hora). Una vez hemos aparcado, nos espera una sufrida bajada de unos 15 minutos (20 de subida), que es mejor hacer en zapatillas, aunque es un camino con pequeños escalones, no una escalera empinada como en la playa de Preveli. Lo bueno es que durante la bajada tendremos las mejores vistas de la playa, sencillamente impresionantes. En la playa hay un chiringuito con bebidas y comida tipo sándwiches, focaccia, etc. y helados. También hay baños por 1€ por persona.
El que quiera evitarse ese tramo de carretera de piedras o, simplemente, no quiera ir tan lejos, puede quedarse en la playa de Falasarna (Φαλάσαρνα), también de aguas cristalinas y muy bonita.
Además de en coche, también podéis ir en excursión de día. Hay dos típicas: una que sale desde el puerto de Kissamos en barco, haciendo parada (o no) en la playa de Gramvousa (Παραλία Γραμβούσας); y la otra sale desde Chaniá y se va primero en bus a la playa de Falasarna, luego otra vez en bus al puerto de Kissamos y se toma un barco hasta la playa de Balos. También desde Chaniá tenéis la opción de combinar Balos con la playa de Gramvousa.
Loutro
Para el último día dejamos una de las actividades que más nos sorprendió positivamente. Teníamos dudas sobre si incluirla o no en nuestro itinerario, pero finalmente sí lo hicimos y resultó ser un acierto. Es cierto que probablemente ya no es lo que era, en el sentido de que ahora es más turístico y no tan auténtico como en el pasado, pero aun así merece la pena. Hablamos de visitar Loutro (pronunciado lutro) un pequeño pueblecito de pescadores de casas blancas y ventanas azules entramado entre montañas marrones anaranjadas y junto al mar azul oscuro que parece sacado de una postal de típico pueblo griego.
Además de su encanto, la gracia de este pueblo es que no se puede llegar en coche, es un pueblo libre de coches, solo se puede llegar en barco o haciendo una caminata como esta a orillas del mar desde Chora Sfakion (Χώρα Σφακίων), también escrito como Hora Sfakion o Sfakia. Nosotros fuimos en barco, para lo cual hay que ir en coche hasta Chora Sfakion que es desde donde salen los barcos.
En coche desde Chaniá, se tarda una hora y cuarenta minutos, más o menos. La carretera tiene partes muy bonitas ya que pasa justo al lado de las Montañas Blancas (Lefká Óri) que hemos mencionado anteriormente. Una vez llegamos a Chora Sfakion, hay un aparcamiento principal de pago (5€, solo en efectivo) que podéis localizar en el navegador como “Chora Sfakion – Parking”. Alternativamente podéis llegar en bus de la compañía griega KTEL, podéis comprar los tickets online en su página web.
Junto al aparcamiento hay un puesto de la compañía de ferries Anendyk, que es la misma que oferta los trayectos hacia Agia Roumeli (donde termina el desfiladero de Samaria), por lo que hay gente que combina Loutro con la caminata de la garganta de Samaria. También en este puesto se venden tickets de bus de KTEL. Los ferries Chora Sfakion – Loutro de la compañía Anendyk tienen un precio de 16€ por persona (ida y vuelta) y los horarios dependen del día y la demanda así que es mejor que los veáis cuando lleguéis al puerto y los compréis in situ, suele haber cada hora. No obstante, esta no es la única empresa que hace este trayecto, simplemente es la más grande y la mejor ubicada. Si bajáis al puerto y giráis a la izquierda, hay otras dos más, con menos frecuencia, pero horarios distintos que os podrían venir mejor, y más baratas. Una es Deligiannis, que es con la que fuimos nosotros, y que cuesta 10€ por persona (ida y vuelta); y la otra, Athits Lines. Allí os dirán desde donde sale el barco tanto para la ida como para la vuelta desde Loutro. También estas ofrecen barcos-taxi privados que salen cuando quieras, por un precio de 40€ por trayecto para dos personas, o sea 20€ por cabeza con un mínimo de 2. Es una alternativa por si no queréis esperar. El trayecto en barco apenas dura 15 minutos, hace una parada en una playa llamada Sweet Waters, y por el camino se van viendo las montañas y sus múltiples cuevas.
Loutro (Λουτρό) es, básicamente, una hilera de restaurantes de varios tipos (de pescado, de carnes o más sencillos tipo sándwiches) y hoteles. El paseo por el pueblo es, por tanto, a través de los restaurantes. No obstante, es un placer sentarse en uno de ellos y disfrutar de la brisa marina, las aguas cristalinas del mar o relajarse en alguna de sus pequeñas playas. Nosotros comimos en uno de ellos, donde también probamos la sfakian pie, una especialidad de Chora Sfakion que consiste en una tortita o pancake de queso sfakia con miel por encima, muy rico.
Nosotros no lo hicimos, pero tiene que merecer la pena pasar alguna noche aquí si lo que buscáis es relax total. Hay varias actividades que se pueden hacer, como alquilar un kayak o hacer una pequeña subida por la montana que hay detrás del pueblo hasta llegar a la Fortaleza de Loutro (Loutro Fortress / Φρούριο Λουτρού), una fortaleza otomana construido en 1868. La fortaleza está abandonada –ahora habitada por las cabras–, así que podéis pasear por ella sin problemas. También hay unas bonitas vistas del pueblo durante la subida. Esta subida nos llevó no más de 10-15 minutos.
Desde la fortaleza hay más caminatas por la zona, una que va al yacimiento arqueológico de la antigua Phoinix (Archaeological Area of Ancient Phoinix / Αρχαίος Φοίνικας). Estas ruinas pertenecieron a la antigua ciudad de Phoinix, actual Finikas y quizás también parte de Loutro, a la que también se puede llegar caminando desde Loutro ya que se encuentran muy cerca. Y es que toda esta zona (tanto Loutro como Finikas, es decir, la antigua Phoinix) ha estado habitada desde hace mucho tiempo, por aquí han pasado muchas de las civilizaciones que habitaron Creta: griegos, romanos, venecianos, otomanos y hasta piratas.
¿Qué comer en Creta?
Ya hemos ido hablando de restaurantes a lo largo del artículo, ahora vamos a centrarnos en qué platos probar de la gastronomía cretense y griega. Una cosa típica de Creta es que las tavernas, es decir, los restaurantes griegos tradicionales, suelen invitar a un pequeño postre (lo habitual es un bizcocho) y a un trago de raki al final de las comidas. Lo del postre que invita la casa sí se ve en otras partes de Grecia, pero lo del raki es único de Creta.
Empezaremos por los aperitivos y entrantes, que aquí en Grecia (y Oriente Medio) los llaman meze o mezze, similares a las tapas españolas:
- Tzatziki. Salsa de yogur, pepino, ajo y aceite de oliva, típica para mojar cosas.
- Dolmadakia. Hojas de parra cocidas que van rellenas de arroz con especias. Se suelen servir con una salsa para mojar, tipo tzatziki o similares. A veces lo podéis encontrar escrito como “stuffed vine leaves”.
- Dakos. Pan tostado con tomate y queso mizithra, parecido a una bruschetta italiana.
- Saganaki. Queso (normalmente feta o parecido) frito, generalmente servido con una salsa de tomate o similar para acompañar.
- Kalitsounia. Miniempanadillas u hojaldres rellenos de queso típicas de Creta.
- Kalamarakia. Calamares, normalmente fritos.
- Apaki. Tiras de cerdo ahumado marinadas, especialidade de Creta.
- Keftedakia. Albóndigas, pueden ser de distintas carnes.
En el apartado de platos principales tenemos:
- Gyros pita: uno de los platos nacionales, la versión griega del kebab. Consiste en pan de pita servido con carne de pollo, cerdo o cordero, salsa de yogur o tzatziki, ensalada y patatas fritas.
- Mousaka: el otro plato nacional, una especie de lasaña hecha con berenjena, calabacín y/o patata, carne picada con tomate y zanahorias, y bechamel con queso rallado por encima.
- Kleftiko: cordero asado a fuego lento con patatas y verduras cocidas, envuelto o servido con hojaldre. Este es un plato que, sobre esa base, cada restaurante hace a su manera, por lo que podéis probarlo en sitios distintos y, probablemente, sea muy diferente.
- Souvlaki: brochetas de carne (pollo, cerdo o cordero).
- Stifado: guiso o estofado de ternera con cebollitas y chalotas. Plato tradicional y de toda la vida.
- Pastitsio: también parecida a una lasaña, pero con una base de macarrones en vez de láminas de pasta.
- Pescados: aunque lo principal es la carne, en Creta se come también bastante pescado, los hay pequeños tipo salmonetes que van fritos enteros u otros más grandes como la dorada.
- Antikristo: también llamado ofto, este es uno de los platos más tradicionales de Creta. Realmente no es un plato en sí, si no la manera de hacer la carne, ya que es un asado o barbacoa de cordero. Esto no lo tienen en restaurantes en las ciudades, en general están en tavernas a las afueras con espacio y buena ventilación para que se cocine lentamente la carne al fuego.
En cuanto a bebidas:
- Raki, el orujo tradicional cretense, normalmente servido al final de la comida. Aunque es parecido al ouzo, el raki es originario de Creta y solo se toma aquí, ya que están muy orgullosos de esta bebida. A nosotros nos pareció bastante fuerte, en algunos restaurantes lo rebajan con otra bebida y se agradece, pero a palo seco se hace duro si no estáis acostumbrados a estos licores. El ouzo, orujo también griego, es más típico en la península y en otras islas, y se bebe acompañando la comida, no al final. Y se suele pagar, no como el raki que las tavernas cretenses suelen invitar.
- Hay un vino típico de Creta que es el vino de resina llamado Retsina (Ρετσίνα). Es un vino blanco o rosado que, tradicionalmente, se guardaba en ánforas y se cerraban resina de pino, lo que le daba un aroma especial. Lo podéis encontrar en muchos bares y restaurantes de la isla.
- Charma, una cerveza local producida cerca de Chaniá. En nuestra opinión, bastante más rica que la Mythos, que es la típica griega que se encuentra por todo el país.
En la sección de dulces, además de los distintos tipos de bizcocho que sirven como postre, regalados por la casa, destacan:
- Loukoumades, unas bolas de masa frita servida con miel u otros toppings. Típicos de toda Grecia.
- Bougatsa, un hojaldre relleno de masa pastelera, también típico de Grecia.
Comidas de Creta (de izq. a dcha.): dolmadakia, dorada, sfakian pie, saganaki, souvlaki, gyros pita, mousaka, stifado, loukumades y raki.
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