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Artículo actualizado en: 2025-11-06T09:23:41Z

Catania

Catania, con 300.000 habitantes aproximadamente, es la segunda ciudad más grande de Sicilia, después de Palermo. Cuenta con un aeropuerto propio por lo que, para muchos, es la puerta de entrada a explorar la isla. En nuestro caso, volamos a Palermo y volvimos desde Catania.

Mucha gente nos desaconsejó ir a Catania, por estar sucia y no ser especialmente bonita, pero lo cierto es que nos sorprendió positivamente. Es cierto que hay muchos edificios en un estado de semi abandono, pero esa decadencia es parte también del estilo de la ciudad. El centro de la ciudad estaba relativamente limpio, la gente era muy amable y había menos turistas que en otras ciudades, lo que se tradujo en una agradable estancia, desde nuestro punto de vista.

¿Cómo llegar a Catania?

Si venís desde fuera de la isla, lo normal es que lleguéis en avión hasta el Aeroporto Internazionale di Catania (CTA). Allí podéis alquilar un coche para moveros por la isla o, utilizar transporte público. Hay shuttle bus de la empresa AMT Alibus cada media hora más o menos, que conecta el aeropuerto con el centro de Catania. Esta es la forma más barata.

También podéis usar el autobús de la compañía Etna Transporti para ir a otros sitios, como Taormina.

Otra opción es que lleguéis a Catania en tren, o que os vayáis a mover por la isla en tren, en cuyo caso os recomendamos mirar la web de Trenitalia para ver horarios y conexiones.

Si os vais a mover en coche, os recomendamos descargaros la aplicación EasyPark, es súper fácil de usar y permite aparcar en zona azul (strisce blu) en toda Sicilia, incluido Catania. Además, en muchos sitios no hay máquinas por lo que esta es la única manera de poner el ticket. Otra opción son los aparcamientos privados que podéis encontrarlos poniendo “parcheggio” en vuestra aplicación de mapas sobre la ciudad donde estéis.
 
Por cierto, Catania carga una tasa turística de 2€ por persona y noche, cobrada en el hotel al final de la estancia, pero destinados al mantenimiento de la ciudad.

¿Qué ver en Catania?

Catania fue fundada aproximadamente en el siglo VIII a.C. como colonia griega y su historia está marcada por terremotos, erupciones y reconstrucciones. Toda Catania tiene un estilo barroco, que caracteriza la ciudad tras su reconstrucción después del gran terremoto de 1693, que la arrasó casi por completo. A lo largo de su historia, la ciudad ha sufrido varias destrucciones causadas por terremotos y erupciones del Etna, lo que explica que muchos de sus edificios estén construidos con piedra volcánica negra procedente del volcán.

Vamos a empezar nuestra ruta por la ciudad recorriendo la via Etnea, una preciosa avenida, de las principales de la ciudad, de 3 kilómetros de distancia. Esta pasa por algunos de los puntos de interés y desemboca en la plaza del Duomo, de la que hablaremos más adelante. El nombre procede de que, si miramos hacia el otro lado de la calle y el día es claro, se vislumbra la silueta del Etna al fondo.

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Via Etnea

Una primera parada en esta calle es la Piazza Stesicoro, donde encontramos un monumento al compositor de ópera Vincenzo Bellini (natural de Catania), edificios y palacios barrocos (Palazzo Beneventano, Palazzo Tezzano), la iglesia Chiesa di San Biagio in Sant'Agata alla Fornace y, en medio, el Anfiteatro Romano di Catania. Se trata de un anfiteatro construido en el siglo II d.C. durante la época romana, originalmente con forma elíptica (70m por 50m de diámetro) y con una capacidad para 15.000 espectadores sentados, construido con piedra volcánica procedente del Etna. El paso del tiempo ha hecho mella en el anfiteatro, tras terremotos, erupciones del volcán Etna y guerras, hoy en día solo queda una parte en pie, no está la elipse completa, pero se pueden ver libremente y gratuitamente los restos, aunque solo desde arriba.

Continuamos por via Etnea en dirección sur, pasaremos por la Piazza Università, donde se encuentra el majestuoso edificio de la universidad de estilo barroco, erigido sobre uno existente que fue destruido por el terremoto que afectó a la ciudad en 1693. La Universidad de Catania, por cierto, fue fundada en el siglo XV cuando la Corona de Aragón gobernaba Sicilia.

Al final de la calle llegamos a la Piazza del Duomo, la plaza principal de Catania, llena también de espléndidos edificios barrocos. Vamos a hablar en detalle de algunos de ellos.

En primer lugar, cómo no, la Catedral de Santa Águeda (Basilica Cattedrale di Sant'Agata), dedicada a la patrona de la ciudad. Santa Agata (italiano) y Santa Águeda (español) son la misma santa —de hecho, Ágata es un nombre muy común en Catania—, procedente del nombre en latín, Agatha. A principios de febrero se celebra una gran fiesta en honor a Santa Ágata que dura varios días y en la cual las reliquias de la santa salen en procesión por la ciudad. La catedral fue construida sobre unas antiguas termas romanas entre 1078 y 1093, en época normanda, por el rey Roger I. Tras erupciones del Etna y los terremotos de 1169 y 1693, la catedral quedó en ruinas y tuvo que ser reconstruida, esta vez en estilo barroco. Hay algunos restos de la estructura normanda, por ejemplo, las dos torres y los tres ábsides, algo típico que ya vimos en otras edificaciones normandas en Palermo. Se puede entrar gratuitamente en su interior, donde destaca su arquitectura barroca, sus frescos, la capilla de Santa Ágata que, supuestamente, alberga sus reliquias, y la tumba del compositor Vincenzo Bellini. Abre diariamente de 07:15 a 12:30 y de 16:00 a 19:00, si bien los fines de semana abre a las 07:45.
 
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Catedral de Santa Águeda

A mano derecha de la catedral, bajando unas escaleras, se encuentra la entrada a las antiguas termas romanas de Aquilea (Terme Achilliane) sobre las que se construyó la catedral. No es que sea algo imprescindible pero siempre es interesante visitar este tipo de cosas, sobre todo si tienes tiempo suficiente. Las termas no son muy grandes por lo que la visita no dura mucho y el precio es de 3€.

Junto a la catedral vemos otra iglesia, la Abadía de Santa Águeda (Badia di Sant'Agata), una iglesia barroca que pertenecía a un monasterio benedictino, también dedicado a la patrona de Catania, Santa Ágata. Como en casi todos los edificios de Catania, lo que vemos ahora es una reconstrucción barroca del siglo XVIII, pues la anterior iglesia de 1620 fue destruida durante el terremoto de 1693. La entrada a la iglesia es gratuita, pero, por una pequeña cantidad, merece la pena hacer un esfuerzo y subir los 170 escalones hasta su azotea, desde donde se obtienen unas vistas de 360° de toda la ciudad, incluido el Monte Etna al fondo. Mucha gente sube a última hora para ver el atardecer. El horario es de 9:00 a 12:00 y de 15:00 a 18:00 (en verano hasta las 20:00) y el precio es de 5€ por persona.

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Vistas de Catania y el Etna de fondo desde la azotea de la Abadía de Santa Águeda

En el centro de la Plaza del Duomo se alza la Fontana dell'Elefante, también conocida como “U Liotru”, santo y seña de la ciudad de Catania. Se erigió en 1737 durante la reconstrucción de la ciudad tras el terremoto de 1693 y consiste en una escultura de un elefante construido con lava negra que sostiene un obelisco egipcio de granito. El elefante (liotru en siciliano) ha sido desde hace siglos el símbolo protector de Catania, y así lo quiso reflejar su arquitecto, Giovanni Battista Vaccarini. De hecho, seguramente veamos más elefantes repartidos por la ciudad.

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Fontana dell'Elefante

Ahora nos movemos a una esquina de la plaza, donde vemos la Fontana dell’Amenano, fuente barroca de construida con mármol de Carrara, obra del arquitecto Tito Angelini en 1867 y que representa a un joven vertiendo agua a una pila, la cual se desborda y produce un efecto de cascada. El agua cae al río Amenano que fluye por debajo de la fuente y de la plaza.

Esta fuente marca la entrada al Mercado de Pescado de Catania (Pescheria di Catania), una de las atracciones más auténticas de la ciudad. Se trata de un bullicioso mercado donde, desde primera hora de la mañana, se vende pescado fresco local. Entre sus especialidades se encuentran productos típicos del mar Jónico como el pez espada, la lubina, los mejillones, las almejas y los boquerones, incluidos unos muy pequeños, conocidos localmente como nonato o acciughe nonate, cuya venta está prohibida en algunos países europeos, como España, por considerarse demasiado jóvenes para su comercialización. Aunque hoy es también una atracción turística, sigue siendo un mercado local, con un estilo de manipulación y venta del pescado distinto al de los supermercados modernos, donde los cataneses acuden por la mañana a comprar pescado fresco para sus casas o restaurantes. El mercado abre diariamente de 7:00 a 14:00, excepto los domingos; sin embargo, es mejor visitarlo a partir de las 8:30 o 9:00, ya que a primera hora aún están montando los puestos. Es habitual regatear en este mercado, por cierto.

Si queréis, muy cerca de aquí os podéis acercar a ver Arcos del Mar (Archi della Marina). Antes del terremoto de 1693, el mar llegaba hasta esta zona, que formaba parte del antiguo puerto de Catania. Los arcos sostenían construcciones y servían como paso hacia la ribera marítima, conectando la ciudad con el puerto. Tras el terremoto y los cambios en la línea de costa, los arcos quedaron tierra adentro, pero aún se conservan como testimonio del pasado portuario de la ciudad.

Nos dirigimos ahora a visitar el Teatro romano de Catania (Teatro Antico greco-romano di Catania). Este teatro data del siglo II d.C. y se construyó sobre un antiguo teatro griego, como suele ser habitual. El teatro se construyó con piedra de lava negra procedente del Etna y llegó a tener una capacidad de hasta 7000 personas. El teatro se dividía en tres partes: la cavea (grada), que es donde se sentaba la gente; donde estaba la orquesta, que ahora es por donde fluye el río Amenano —es un río situado bajo tierra que a veces puede verse en este lugar, dependiendo de la época—; y la tercera es el escenario. Durante la Edad Media, el teatro cayó en desuso y sobre él se construyeron viviendas y otros edificios, tal y como se aprecia hoy. Eso complicó las tareas arqueológicas llevadas a cabo desde el siglo XVIII y muchos objetos encontrados simplemente se exponen en las dos salas que hay a la salida del teatro. La cavea apenas conserva unos pocos escalones originales, y también se puede ver que se corta en ambos extremos porque se construyeron otros edificios.

La visita no termina con el teatro, sino que arriba a la izquierda del teatro, se hallan los restos de un Odeón semicircular de principios del siglo III. Este pequeño teatro se utilizaba para espectáculos de música y danza y tenía capacidad para unos 1.300 espectadores. El odeón también está cortado por edificaciones posteriores y el estado de conservación de lo que se pudo excavar no es el mejor. Quizá lo más llamativo es la fachada exterior, con una serie de arcos y pórticos construidos con piedra de lava y ladrillo.

En esta página web podéis ver sus horarios y precios, el primer domingo de cada mes es gratuito.
 
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Teatro romano de Catania

Ahora volvemos en dirección centro para ir a la Piazza Vicenzo Bellini, donde se alza el Teatro Massimo Bellini, inaugurado el 31 de mayo de 1890 con la ópera Norma, de ahí el famoso plato siciliano pasta a la Norma. Bellini (1801-1835) fue uno de los más ilustres compositores de ópera italianos y es natural de Catania, por lo que se decidió construir un teatro que llevara su nombre. Aquí se han representado la gran mayoría de sus obras por famosos artistas, por ejemplo, en 1951, con motivo del 150 aniversario del nacimiento del compositor, la célebre María Callas interpretó el papel de Norma. Si tenéis tiempo y os gusta la ópera, seguro que merece la pena asistir a una obra en vivo.
 
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Teatro Bellini

Más alternativas en Catania

Si os gustan las compras y los mercadillos podéis acercaros al Fera ’o Luni, que se puede traducir como “la feria del lunes”, porque originalmente este mercado se celebraba únicamente los lunes. Hoy día, aunque conserva ese nombre, el mercado abre de lunes a sábado (excepto el domingo) en la Piazza Carlo Alberto de Catania. Es como un bazar, caótico, donde se venden multitud de productos: ropa, accesorios, calzado, objetos del hogar, así como frutas, verduras y otros artículos alimenticios. Es mejor ir pronto porque normalmente cierra al mediodía, entre las 12:00 y las 13:00.

Castello Ursino – Construido en el siglo XIII, originalmente se levantó junto al mar, pero tras los terremotos y erupciones volcánicas, el terreno se elevó y el mar dejó de llegar hasta allí. La erupción del Etna de 1669 llenó el foso del castillo con lava, alejándolo aproximadamente 100 metros de la costa. Se trata de una fortaleza defensiva construida para proteger la ciudad, y nunca fue residencia real.

¿Dónde comer en Catania?

La comida en Catania ya de por sí es un motivo para visitar la ciudad: buena calidad y buen precio. En nuestro artículo de Palermo hablamos de los platos que probar en la isla, así que aquí nos vamos a centrar en los sitios para comer.

Trattoria U Fucularu, de comida tradicional siciliana. Aquí podéis probar la especialidad de la ciudad, la Pasta a la Norma, un plato de pasta acompañada berenjenas fritas, salsa de tomate, ricota salatta (queso de oveja curado, típico de Sicilia) y albahaca fresca.

Para tomar el aperitivo italiano, os recomendamos la Piazza Santa Maria dell'Indirizzo, aquí hay varios sitios con terrazas y, por las noches, un ambiente espectacular. Nosotros lo pedimos en Lettera 82 Risto Pub, donde tienen el aperitivo clásico de embutido y quesos, y otro típico de Sicilia de fritura de pescado y marisco.

Scirocco Sicilian Fish Lab, de comida callejera siciliana, sobre todo pescado. Lo típico es el cucurucho (cartoccio) de fritura de pescados y la caponata con pescado.

Don Peppinu | Catania – la mejor heladería de la ciudad, no hay más que ver las colas que se forman siempre. Aparte de helados, también tienen granita y brioche.

Excursión al Monte Etna

Catania es la ciudad más cercana para hacer una excursión al Monte Etna. El Etna 🗻 es el volcán activo más alto de Europa continental y uno de los más activos del mundo. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2013 y tiene una altura variable —está en constante transformación debido a su intensa actividad eruptiva—, en torno a los 3.330 metros. Está compuesto por varios cráteres somitales (en la cima) y numerosos cráteres secundarios repartidos por sus laderas. Los cráteres somitales son cinco: Cráter Nordeste (formado en 1911), Cráter de la Vorágine (surgido en 1945), Cráter de la Bocca Nuova (abierto en 1968), Cráter Sureste (apareció en 1971 y es uno de los más activos) y el Nuevo Cráter Sureste (formado en 2011 y el punto más alto del volcán tras sus frecuentes erupciones entre 2020 y 2022).

Es un volcán de tipo efusivo, lo que significa que la lava fluye con relativa constancia y de forma más tranquila (a diferencia de los volcanes explosivos, como el de La Palma o el Vesubio, cuya actividad es más violenta y menos predecible). Suele provocar grandes erupciones aproximadamente cada 400 años. A lo largo de su historia documentada, el Etna ha tenido más de 190 erupciones confirmadas. Algunas de ellas han causado graves daños en ciudades como Catania, Messina y Zafferana Etnea. Los sicilianos lo llaman “La Mamma”, pues lo consideran una fuente que da a la región de todo: turismo, productos agrícolas e incluso vino. Pero, como toda madre, también tiene su lado severo: cuando se enfada, puede castigar con erupciones destructivas.

Hacer una caminata por un volcán no es algo que se puede hacer habitualmente y, por suerte, en Sicilia, los hay para elegir. Tanto los volcanes de las Islas Eolias como el Etna. Podéis hacer una ruta por el Etna a través de un tour privado, que os recogen y dejan en vuestro hotel, y hacen un recorrido durante unas 5-6 horas, con guía, explicaciones y parando en varios sitios. Un ejemplo es el de esta compañía, lo hicieron unos amigos y salieron encantados.

Otra opción es por libre. Se puede subir en coche hasta, máximo, el Rifugio Sapienza (~1.900 metros), donde hay un parking de pago y se puede dar una vuelta y ver algunos cráteres. Si queréis seguir subiendo, se puede hacer a pie (aproximadamente 1h30, camino duro) o en teleférico (ida y vuelta 30 euros, unos 12-15 minutos de subida) hasta una altura de 2.500–2.550 metros, donde se encuentra el restaurante Bar Etna Mobility. Al subir tanto en poco tiempo, conviene dar un momento a la cabeza para adaptarse a la altitud. Frente a la salida del teleférico se puede ver el cráter sureste, uno de los más jóvenes del volcán.

Desde los 2500 metros ya solo se puede seguir subiendo en unas furgonetas llamadas Jeep 4x4 (26 euros ida y vuelta) hasta una altura de 2900 metros (Torre del Filosofo es la referencia de esta altura). Esta es la máxima distancia a la que se puede acercar uno al Cráter Sureste. Al lado de donde paran los Jeep 4x4 a 2900 metros varios cráteres secundarios, uno de los destacados es el Crateri barbagallo. Aquí la vida es escasa, pero uno de los pocos insectos que resisten este clima sin vegetación es la mariquita; si os fijáis, puede que lleguéis a ver alguna. A partir de aquí ya solo se puede continuar ascendiendo con guía. En esta cara sur hay una pista de esquí en invierno y en la cara norte (en Piano Provenzana) hay otra más pequeña. En caso de que queráis subir hasta estas zonas altas, llevad abrigo, pues nada tiene que ver el tiempo aquí arriba que abajo al nivel de la ciudad. En general, la temperatura desciende alrededor de 6,5 °C cada 1.000 metros de ascenso en la troposfera, así que echad cuentas según cuánto subáis.

Excursiones a otras ciudades desde Catania

Si habéis escogido Catania como vuestra base para explorar la zona este de Sicilia, aquí van algunas ideas de sitios que visitar en los alrededores.

🚌 Excursión a la ciudad de Taormina, más información en nuestro artículo.

🚌 Excursión a la ciudad de Siracusa, más información en nuestro artículo.

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