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Artículo actualizado en: 2025-12-14T18:30:45Z

Venecia

Venecia (Venezia en italiano) es una ciudad de 250.000 habitantes aproximadamente, capital de la región del Véneto, al norte de Italia.

Venecia no necesita presentación: es una de las ciudades más bonitas y turísticas de Italia y una de las que hay que visitar al menos una vez en la vida. Lo ideal es dedicarle tres días: dos para ver la ciudad y entrar en las atracciones que ofrece, y uno para ver las islas cercanas. Dicho esto, se puede reducir a dos días si no os interesa entrar en varios palacios y museos y solo queréis disfrutar de la ciudad.

La ciudad de Venecia se encuentra en un archipiélago de 118 islas conectadas por más de 400 puentes, lo que permite tomar fotografías espléndidas desde casi cualquier rincón de la ciudad. Actualmente, el centro histórico de Venecia (las islas de Venecia) alberga menos de 50.000 habitantes, una cifra muy inferior a la de mediados del siglo XX. El turismo masivo, los elevados precios de la vivienda, la conversión de hogares en alojamientos turísticos y lo poco práctico que resulta moverse por el casco antiguo han llevado a muchos venecianos a trasladarse al continente. Además, las frecuentes inundaciones dificultan aún más la vida cotidiana, contribuyendo al éxodo de residentes. Los destinos más típicos en tierra firme son los pueblos cercanos, sobre todo Mestre y Marghera. Mestre se ha consolidado como la ciudad dormitorio predilecta de los venecianos que trabajan en la ciudad histórica. De los 250.000 habitantes aproximadamente que tiene Venecia, 180.000 viven en tierra firme (Mestre, Marghera, y otros suburbios).

Por cierto, la ciudad cobra una tasa turística de entre 1 y 5 € por persona y noche, dependiendo del tipo de alojamiento. Esta debe abonarse en el hotel al final de la estancia y no está incluida en el precio de las reservas realizadas a través de portales de alojamiento online. Además, desde 2024 los turistas que sólo van de paso (sin pernoctar) en temporada alta deben pagar una tasa de acceso al centro histórico: 5 € si reservan con antelación; 10 € si lo hacen en el último momento.

Si visitáis Venecia en invierno, es posible que las zonas más bajas de la ciudad estén inundadas por el fenómeno conocido como Acqua Alta. Esto ocurre cuando el siroco, los vientos del Mediterráneo procedentes del Sáhara, empuja el agua hacia el interior de la laguna de Venecia. Para proteger a Venecia de las mareas altas, se diseñó el sistema MOSE (Modulo Sperimentale Elettromeccanico), formado por 78 compuertas móviles situadas en las entradas de la laguna. Estas compuertas se elevan cuando se prevé un “acqua alta”, bloqueando la entrada del agua del mar Adriático. Desde 2020, MOSE ha sido activado con éxito en varias ocasiones, evitando que la ciudad se inunde.

La situación se complica por el hundimiento gradual de la ciudad, que junto con el cambio climático está haciendo que el “acqua alta” sea cada vez más intenso. En los últimos años, las mareas han superado con frecuencia los 140 centímetros, algo impensable en el siglo pasado. Al mismo tiempo, el suelo sigue cediendo: en los últimos 100 años, Venecia se ha hundido 24 centímetros, y los expertos calculan que continúa descendiendo unos 4 centímetros cada 20 años.

    Breve historia de Venecia

    Vamos a hacer un breve repaso a la historia de Venecia, ya que durante nuestra visita encontraremos numerosas referencias que nos ayudarán a entender mejor la ciudad.

    Sobre su fundación, según la tradición, muchos habitantes de la región huyeron a las islas de la laguna en el siglo V para escapar de las invasiones de pueblos bárbaros, entre ellos hunos y germanos. La leyenda cuenta que algunos buscaban refugio de Atila, el temido jefe de los hunos, confiando en que las marismas y canales servirían de protección. Aunque no hay pruebas de que esta huida marcara la fundación oficial de Venecia, el relato simboliza cómo aquellos primeros refugiados sentaron las bases de los asentamientos que darían origen a la ciudad.

    Venecia empezó a crecer como puerto importante entre los siglos IX y XI, cuando consolidó sus rutas comerciales en el Adriático y obtuvo privilegios del Imperio Bizantino. A partir de los siglos XII y XIII, su poder naval y su participación en las Cruzadas la convirtieron en una de las grandes potencias marítimas del Mediterráneo.

    Durante siglos, Venecia fue la capital de la República de Venecia, un estado-ciudad independiente hasta 1797, cuando fue conquistado por Napoleón Bonaparte. Tras su caída, sus territorios quedaron repartidos entre Francia y Austria. Más tarde, con la victoria del Reino de Italia sobre Austria en la Tercera Guerra de la Independencia, en 1866, las regiones del Véneto y Trentino fueron definitivamente incorporadas a Italia.

    Entre los personajes célebres nacidos en la ciudad, destacan el mercader Marco Polo, el pintor Jacopo Tintoretto, o el seductor Giacomo Casanova.

    Cómo llegar a Venecia y medios de transporte

    Si llegamos por aire, lógicamente llegaremos al aeropuerto de la ciudad, el Aeropuerto Internacional Marco Polo (VCE).
    • Desde ahí podemos coger el autobús número 5 en dirección Venezia que te lleva a Piazzale Roma en aproximadamente media hora, haciendo varias paradas entre medias. Este autobús pertenece a la compañía ACTV y tiene un precio de 10€.
    • Otra opción es el autobús número 35 de la compañía ATVO que tarda solo 20 minutos pues no hace paradas intermedias. Este también cuesta 10€.
    • Y, como estamos en Venecia, también existe una opción por mar, con la empresa Alilaguna. El precio es de 15€ el trayecto o 27€ ida y vuelta.
    • La opción más cara es la habitual, el taxi convencional, o el watertaxi, que va por el agua ya que al centro no se puede llegar por carretera.
    Si llegamos a Venecia por tierra, por ejemplo en tren, la estación principal es Venezia Santa Lucia, muy céntrica y cercana al centro histórico. Para consultar horarios y conexiones dentro de Italia, lo más recomendable es la web de TrenItalia. Si llegamos en bus, se llega a Piazzale Roma o Tronchetto, también en la isla principal, aunque situados en uno de los extremos, algo alejados del centro. Para consultar rutas y trayectos en autobús, Flixbus ofrece conexiones con muchas ciudades europeas, y Itabus realiza algunos trayectos dentro de Italia.

    Para moverse por la ciudad, existen tarjetas de transporte que permiten usar autobuses ACTV y vaporetti de forma ilimitada durante un número determinado de días: 24 horas por 25 €, 48 horas por 35 €, 72 horas por 45 € y 7 días por 65 €. El vaporetto es un autobús acuático que recorre los canales en zigzag para poder parar en ambas orillas, y seguramente lo usaréis varias veces si queréis visitar islas cercanas. Estas tarjetas no incluyen el transporte al aeropuerto, pero existen opciones combinadas, como por ejemplo: 3 días + 1 transporte al aeropuerto por 52 € o 3 días + 2 transportes al aeropuerto por 58 €. Se pueden comprar online o más fácilmente en los puntos de venta Venezia Unica, repartidos por el centro, o en las máquinas expendedoras de tickets de las estaciones.

    Otro medio de transporte acuático es el llamado traghetto, que sirve para cruzar el canal de un lado a otro, algo bastante útil, dado que hay pocos puentes. El precio es de 2 € por persona y veréis varios puestos en lugares estratégicos.

    Los famosos y románticos paseos en góndola se han convertido en el principal reclamo turístico, por lo que tienen un precio relativamente alto. Se trata de un precio fijo de 80 € para todas las góndolas, independientemente del número de pasajeros, por un paseo de unos 30-35 minutos durante el día, y de 100 € a partir de las 19:00, que es cuando se empieza a atardecer y los canales son aún más bonitos. El itinerario que hacen los gondoleros suele estar también predefinido; de hecho, en algunos puestos de góndolas ya viene dibujado. Algunos gondoleros ofrecen servicios de canto, que se pagan aparte.

    En el siglo XVI había alrededor de 10.000 góndolas, mientras que hoy solo quedan unas 400. Curiosamente, antiguamente las góndolas eran de distintos colores, pero a partir del siglo XVI se comenzaron a pintar todas de negro para uniformar su apariencia. Para ser gondolero es necesario superar exámenes oficiales y recibir formación práctica en la escuela de gondoleros, donde se enseña navegación, historia de la ciudad y, en algunos casos, idiomas. Actualmente hay unos 400 gondoleros autorizados, y las mujeres en esta profesión se cuentan con los dedos de una mano. Cada góndola se fabrica a mano, mide unos 11 m, pesa alrededor de 600 kg y tiene forma asimétrica porque se utiliza un solo remo. En los canales circulan siempre por la izquierda y los gondoleros usan un código verbal para no chocar en canales estrechos: gritan “pràma” y “stànga”, palabras del dialecto veneciano, que indican por qué lado deben pasar, derecha o izquierda según la tradición local.
     
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    Puesto de servicio de góndolas

    Tarjetas turísticas de Venecia

    A continuación intentaremos explicar brevemente el complejo mundo de las tarjetas turísticas de Venecia, ya que existen muchas y se pueden adquirir en distintos lugares.

    La Venezia Unica City Pass es la principal tarjeta, pero funciona de manera diferente a una tarjeta convencional en la que se paga y se incluyan varias atracciones. Esta tarjeta funciona como un monedero digital, en el que vosotros vais agregando las actividades que deseáis realizar. Para usarla, entrad en su web oficial, haced clic en “Añadir tarjeta”, rellenad vuestros datos y listo. A partir de ahí, podéis ir incorporando actividades: los tickets de transporte ACTV que mencionamos antes, transporte al aeropuerto o entradas a museos e iglesias. Fijaos bien, porque hay descuentos especiales para estudiantes, niños y grupos.

    Museos de la Plaza San Marcos: Esta tarjeta incluye acceso al Palacio Ducal, la principal atracción de Venecia, así como a otros museos de la plaza: Museo Correr, Museo Archeologico Nazionale y las Sale Monumentali de la Biblioteca Nazionale Marciana. El resto de museos son opcionales y solo recomendables si sobra tiempo. Como la entrada al Palacio Ducal por sí sola cuesta prácticamente lo mismo que este billete, es una buena opción. La reserva se hace desde la web de Venezia Unica y hay que tener en cuenta que existen distintos tickets según si se visita entre semana o fin de semana (el precio es el mismo) y el horario habitual es de 12 a 16 h. Según nuestra experiencia, en ocasiones permiten el acceso un par de horas antes, aunque no es lo habitual. La entrada al Palacio Ducal es válida solo para el día reservado y permite evitar las largas colas.

    Museum Pass: Este billete es muy interesante, ya que garantiza la entrada a los museos de la Plaza de San Marcos y a otros ocho museos, siendo el más destacado el Palacio Ca' Rezzonico. El precio combinado de los museos de San Marcos más el Palacio Ca' Rezzonico es prácticamente el mismo que el del billete completo, por lo que, por el mismo coste, se puede acceder a otros lugares que quizá de otra manera no visitarías. Si tienes tiempo suficiente, esta tarjeta es una buena opción, pero si solo quieres entrar al Palacio Ducal y a un museo adicional de la lista, probablemente no compense. Se adquiere en la web oficial, donde también se puede consultar la lista completa de museos incluidos.

    Iglesias del Circuito Chorus o Chorus Pass: Esta tarjeta permite la entrada a 14 iglesias, aunque ninguna de ellas es de las más famosas de la ciudad. Por tanto, solo merece la pena si tienes interés particular en visitar iglesias. Este ticket se añade a la Venezia Unica City Pass.

    Rolling Venice: Con un coste de 6 €, esta tarjeta solo puede adquirirse por personas de entre 6 y 29 años. Su principal ventaja es que los billetes de transporte ACTV de 72 horas quedan rebajados a 27 €. Este ticket también se añade a la Venezia Unica City Pass, en la sección ACTV – Billetes por tiempo.

    Otras consideraciones: Algunas atracciones que merecen la pena, como la Galería de la Academia o el Campanile de San Marcos, no están incluidas en las tarjetas. Otras, como la Scala Contarini del Bovolo o el Teatro La Fenice, sí se pueden añadir a la tarjeta, pero sin descuento; simplemente permiten evitar las colas, aunque normalmente no hay grandes esperas.

    Si quieres evitar la fila del Palacio Ducal, conviene comprar el billete de Museos de la Plaza de San Marcos o el Museum Pass, especialmente si además planeas visitar el Palacio Ca' Rezzonico o el Museo del Vidrio de Murano, por ejemplo.

    ¿Qué ver en Venecia?

    Venecia está dividida en seis distritos (sestieri): Cannaregio, Santa Croce, San Polo, Dorsoduro, Castello y San Marco. Dado que orientarse en la ciudad puede resultar complicado, a continuación os explicaremos qué visitar en cada uno de estos barrios.

    Santa Croce

    Es la zona más industrial y menos turística de Venecia, donde se encuentran las estaciones de autobuses y otros servicios de transporte hacia tierra firme.

    San Marco

    Plaza de San Marcos (Piazza San Marco): Es la plaza principal de Venecia y una de las más famosas del mundo. En ella se encuentran varios edificios emblemáticos, entre los que destacan:

    - El Palacio Ducal (Palazzo Ducale) es un majestuoso edificio gótico que comenzó a construirse en el siglo XIV y fue ampliándose y reformándose en los siglos XV y XVII, con una última restauración importante en 1923. Fue la residencia de los dux de Venecia —los dirigentes de la República de Venecia— hasta la caída de la república en 1797, y también albergó la administración del gobierno, la corte de justicia y las prisiones de la ciudad.

    Gran parte de la visita se centra en estas funciones: primero recorreréis las salas de audiencias, ricamente decoradas, y al final pasaréis por las cárceles, conectadas al palacio mediante el Puente de los Suspiros, construido en el siglo XVII. Su nombre se debe a los suspiros de los presos al contemplar por última vez las vistas de la isla de San Giorgio Maggiore camino a la prisión. Actualmente existe una leyenda romántica contemporánea que asegura que los amantes que cruzan el puente en góndola al atardecer y se besan tendrán amor eterno. La mejor vista del Puente de los Suspiros es desde el Ponte della Paglia o puente de la paja, que recibe su nombre porque antiguamente por allí pasaban carros cargados de paja y otros materiales, y sus escalones bajos facilitaban el tránsito de estas cargas.

    La visita al Palacio Ducal es altamente recomendable. La entrada se puede adquirir en taquilla, aunque las colas suelen ser largas, sobre todo los fines de semana. Para evitarlas, es aconsejable comprar la entrada por internet, ya sea en la web de Venezia Unica como parte del Museum Pass o del billete de los Museos de la Plaza de San Marcos, o la entrada individual en la web oficial del palacio. La entrada es válida solo para el día seleccionado, aunque no suelen ser tan estrictos con la hora de acceso.

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    Vistas del Palacio Ducal a la izquierda desde la terraza de la basílica

    La Basílica de San Marcos, construida principalmente en 1063 sobre edificaciones anteriores y con un estilo bizantino, se levantó para albergar las reliquias de San Marcos, traídas a Venecia desde Alejandría por dos comerciantes venecianos en el año 828. Es realmente preciosa, tanto por fuera como por dentro, y en su interior destacan los mosaicos dorados que representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Podéis consultar los horarios y precios para entrar en su web oficial, recordando que pueden variar en días festivos. Importante: no se permite la entrada con pantalones cortos que no cubran hasta la rodilla.

    Dentro de la basílica se pueden visitar tres espacios adicionales: el Museo de la Basílica, el Tesoro Bizantino y la Pala de Oro, el retablo del altar mayor.
     
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    Basílica de San Marcos

    Nosotros entramos en el Museo de la Basílica, que permite recorrer la parte superior de la catedral e incluso salir al balcón junto a los famosos caballos de bronce, desde donde se obtienen unas vistas únicas de la Plaza de San Marcos y del Palacio Ducal. La visita incluye también exposiciones con planos, imágenes y detalles de la basílica. Los cuatro caballos representan una cuadriga; fueron traídos a Venecia desde Constantinopla en 1204, colocados en la terraza por orden del dogo (dux) en 1254, trasladados a París por Napoleón en 1797 tras la conquista de la ciudad y devueltos en 1815. Debido a su deterioro, en la década de 1980 se trasladaron al museo y se colocaron réplicas en la terraza, que son las que se pueden ver actualmente.

    Las entradas para estos espacios adicionales son independientes de la entrada principal, se compran dentro de la basílica, tras hacer la cola, y los horarios y precios se encuentran en la web oficial de la basílica.

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    Vistas del Campanario de San Marcos y la Plaza San Marcos desde la terraza de la basílica

    - Otro icono de la plaza es el Campanario de San Marcos (Campanile di San Marco), que alcanza los 98,6 metros de altura. Construido originalmente en la Edad Media, servía como campanario y torre de vigilancia, desde donde se podían dar señales a los navegantes que entraban en la laguna de Venecia. Aunque la torre original se remonta al siglo XVI, la estructura que vemos hoy es una reconstrucción, ya que en 1902 el campanario se derrumbó debido a grietas provocadas por terremotos y tormentas. Por decisión unánime, se reconstruyó y la nueva torre se inauguró en 1912. El campanario albergaba originalmente cinco campanas, cada una con una función específica. La más grande y la única original que sobrevivió al derrumbe, la Marangona, señalaba el inicio y el final de la jornada laboral, mientras que la más pequeña se utilizaba para anunciar las ejecuciones. Las otras tres tenían funciones civiles y judiciales, como convocar al consejo o marcar el mediodía.

    Un detalle curioso: no se puede subir andando, solo en ascensor. Las vistas desde arriba de la ciudad y poblaciones como Mestre al fondo son impresionantes. Para acceder hay que hacer cola frente al ascensor y pagar la entrada. Los horarios y precios se pueden consultar al final de la web oficial de la basílica.

    - La Torre dell’Orologio, construida en 1499, se encuentra a un lado de la Basílica de San Marcos, junto a la Piazzetta dei Leoncini, la pequeña plaza en el lado norte de la iglesia. En la parte superior se puede ver el León de San Marcos, símbolo de la ciudad, acompañado de dos figuras de bronce que golpean con martillos la campana cada hora. Estas figuras representan a dos pastores moros. No es un reloj común: su fachada cuenta con varias esferas superpuestas que indican distintos datos. La esfera exterior muestra los números romanos del 1 al 24, con una manecilla decorada con un sol que señala la hora. La siguiente esfera, dorada sobre fondo azul, representa los doce signos del zodiaco, y las esferas más interiores muestran las fases de la luna y del sol. Al igual que ocurre con el reloj de Praga, una leyenda cuenta que a los constructores de la Torre dell’Orologio les arrancaron los ojos para que no pudieran replicar esta obra en otro lugar.
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    Torre dell’Orologio

    Como mencionamos antes, la entrada al Palacio Ducal comprada por internet incluye también el acceso a los Museos de la Plaza de San Marcos, que en realidad son tres en uno, ya que se encuentran en el mismo edificio: el Museo Correr (con exposiciones temporales), el Museo Arqueológico y la Biblioteca Marciana, que, en nuestra opinión, es lo más destacado. También merece la pena visitar las habitaciones donde vivieron el emperador austríaco Franz Josef y la princesa Sissi durante sus estancias en Venecia. La visita no requiere mucho tiempo; se puede recorrer en aproximadamente una hora.

    En la plaza encontraréis varios cafés históricos, siendo el más famoso el Café Florian, inaugurado en 1720 y frecuentado por la alta sociedad veneciana. Los precios son elevados, y se incrementan aún más si queréis disfrutar de la banda de música que toca para los clientes. Por ello, generalmente no lo recomendamos, salvo que queráis daros un capricho. 

    Además, está prohibido sentarse en las escaleras que rodean la plaza para comer; la guardia urbana vigila y advierte a los turistas que desconocen esta normativa. Os recomendamos también visitar la plaza por la noche: iluminada, resulta aún más espectacular.

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    Plaza de San Marcos al anochecer

    Ahora nos dirigimos al extremo opuesto del distrito para visitar los dos últimos edificios. El primero es el Palazzo Contarini del Bovolo, conocido por su impresionante escalera de caracol (Scala Contarini del Bovolo) visible en la fachada, y por los múltiples arcos que adornan el exterior del palacio.

    La principal atracción es subir por la escalera y disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad desde lo alto. Con un precio de 8 €, muchos turistas optan por contemplarla solo desde la calle, pero acercarse al palacio merece la pena aunque no subáis.

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    Palazzo Contarini del Bovolo

    Justo al lado se encuentra el Teatro La Fenice, un histórico teatro de ópera, considerado uno de los más importantes de Italia después del Teatro alla Scala de Milán. Inaugurado en 1792, en él se estrenaron algunas de las óperas más famosas de Giuseppe Verdi, como La traviata, Rigoletto y El trovador, así como obras de Vincenzo Bellini. Grandes compositores, como Richard Wagner y Franz Liszt, ofrecieron conciertos conjuntos aquí en 1882, poco antes de la muerte de Wagner. Ígor Stravinski también dirigió óperas en La Fenice y fue enterrado en el cementerio de la isla de San Michele. Entre los grandes cantantes de ópera que actuaron en el teatro destacan María Callas, Alfredo Kraus y Luciano Pavarotti. María Callas, en particular, es muy recordada en Venecia por sus interpretaciones de Wagner y Puccini desde su debut en Italia en el Arena de Verona 1947. La cantante griega cosechó grandes éxitos en La Fenice interpretando papeles de óperas como Tristán e Isolda y La valquiria de Richard Wagner; y Turandot, de Giacomo Puccini (1858-1924).

    La historia de La Fenice ha estado marcada por la tragedia: sufrió dos incendios devastadores en 1836 y 1996. El segundo, en 1996, fue provocado de forma intencionada por dos primos electricistas que trabajaban en la rehabilitación del teatro y que querían evitar pagar una sanción por los retrasos en su trabajo. Aprovechando que el teatro estaba vacío porque la orquesta estaba de gira en Viena, el sistema antiincendios estaba siendo sustituido por otro más moderno y los canales circundantes no tenían agua porque se estaban limpiando. La reconstrucción comenzó en 2001 y el teatro se reabrió en 2003 con un gran concierto que incluyó obras de Beethoven, Wagner y Stravinski. Todo lo que vemos hoy, excepto el foyer o vestíbulo, es reconstrucción. Como curiosidad, el palco central se añadió en 1808 para la recepción de Napoleón.

    Hoy, La Fenice se puede visitar asistiendo a una función o mediante una visita guiada con audioguía, disponible en español. El horario de visita es de 9:30 a 18:00 y la entrada cuesta 14 € (9,2 € para estudiantes menores de 26 años).

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    Interior del Teatro La Fenice

    Aunque ya la hemos mencionado, todavía no habíamos hablado de San Giorgio Maggiore, la isla frente a la Plaza de San Marcos, visible desde la Riva degli Schiavoni. Aunque es una isla independiente, forma parte del distrito de San Marco. 

    Su principal atracción es la Basílica de San Giorgio Maggiore, construida en 1576 y decorada en su interior con obras de Tintoretto, destacando La Última Cena (1594). La entrada a la iglesia es gratuita, mientras que para subir a su campanile hay que pagar 6 € (4 € tarifa reducida). Muchos consideran que las vistas desde este son incluso mejores que las del campanile de San Marcos.

    El horario de visita es de 9:00 a 19:00 de abril a octubre y de 8:30 a 18:00 el resto del año, aunque los domingos cierran un par de horas por la mañana para la misa. Al ser una isla, solo se puede acceder en vaporetto, mediante las líneas 2 y N.

    San Polo

    Gran Canal: es la arteria principal de Venecia, algo así como su “Gran Vía”. Mide cerca de 3,8 km de largo, su ancho varía entre 30 y 70 metros y la profundidad oscila entre 5 y 10 metros. No está permitido nadar ni pescar en él. A lo largo de sus orillas se encuentran más de 200 palacios, construidos sobre pilotes de madera clavados en el lodo, que se han consolidado con el tiempo.

    El Gran Canal es el más grande, pero Venecia cuenta con más de 170 canales secundarios, que conectan las pequeñas islas que conforman el archipiélago de la ciudad.

    Un paseo por el Gran Canal es una de las actividades imprescindibles al visitar la capital del Véneto. Es espectacular ir en vaporetto y contemplar las fachadas de palacios renacentistas a ambos lados, como el Palacio Ca’ d’Oro, Palacio Ca’ Rezzonico, Palacio Ca’ Pesaro o Palazzo Dario. Este último, conocido como el “palacio asesino”, está rodeado de leyendas que aseguran que todos sus propietarios terminan muriendo, muchas veces en circunstancias violentas. Uno de los casos más recientes vinculados a la fama de la casa es Cristopher "Kit" Lambert, mánager de The Who, aunque su muerte en 1981 ocurrió en Londres, no en el palacio. Actualmente pertenece a un multimillonario estadounidense cuyo nombre se mantiene en privado.

    Para disfrutar al máximo del paseo, es fundamental elegir un buen sitio en el vaporetto, preferiblemente al principio o al final, donde se pueda tener una vista completa de ambos lados del canal. Como suelen llenarse, a veces es mejor esperar al siguiente que entrar en uno abarrotado.

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    Vistas del Gran Canal desde el vaporetto

    Recordemos que el trayecto en vaporetto cuesta 9,50 €, por lo que recomendamos comprar el billete de un día y aprovecharlo para combinar este paseo con la visita a Murano y Burano, de la que hablaremos más adelante. Para recorrer todo el Gran Canal, lo ideal es subirse en Piazzale Roma o en Ferrovia y bajarse en Piazza San Marco, o hacer el recorrido inverso.

    Aunque solo el Rialto pertenece a este distrito, aprovechamos para ver los cuatro puentes que cruzan el Gran Canal:
    • Puente de la Constitución, junto a la estación de trenes, obra de Santiago Calatrava. Causó mucho revuelo por su suelo resbaladizo, que tuvo que ser reemplazado tras varios incidentes.
    • Puente de los Descalzos, construido en 1934.
    • Puente de la Academia, original de hierro en 1854, sustituido en 1933 por el actual de madera. Aunque el puente en sí no es especialmente llamativo, las vistas de la iglesia Santa María della Salute desde él son espectaculares, tanto desde arriba como desde abajo, atravesado por los vaporetti.
    • Puente de Rialto, el más antiguo y emblemático de Venecia. Fue el único que cruzaba el Gran Canal hasta el siglo XIX. El puente actual, de piedra, data de 1591, aunque en este lugar hubo puentes de madera desde 1181. Las vistas desde arriba, con góndolas y vaporetti navegando por el canal, son posiblemente las más bonitas de la ciudad.
    Junto al Puente de Rialto se encuentra el Mercado de Rialto (Mercati di Rialto), un lugar histórico que fue el centro comercial más importante de Venecia. Hoy, tanto turistas como venecianos pueden acercarse a sus puestos de fruta, verdura, carne y, especialmente, pescado y marisco fresco. El mercado abre de martes a sábado, de 8:30 a 12:00.

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    Puente de Rialto

    En vuestro recorrido por las calles y canales de este barrio podéis pasar por el Puente de las Tetas (Ponte delle Tette). Su nombre se debe a que, entre los siglos XV y XVII, las prostitutas de la zona solían asomarse por las ventanas para atraer clientes. Venecia, como importante puerto comercial, tenía regulada la prostitución, y esta área era una de las más conocidas. Algunas mujeres llevaban distintivos como pañuelos para señalar su oficio, y la actividad estaba limitada a zonas concretas de la ciudad.

    En el sestiere de San Polo también se encuentra la Basílica de Santa María Gloriosa dei Frari, la segunda más grande de Venecia, tras la de Santi Giovanni e Paolo, pero de igual relevancia histórica y artística. Su interior es casi un museo, con monumentos funerarios de Tiziano (1488/90–1576), destacado pintor del Renacimiento veneciano, y Antonio Canova (1757–1822), importante escultor y pintor neoclásico italiano. La grandiosidad de sus mausoleos refleja la importancia de ambos para Venecia. Curiosamente, en 1794 Canova diseñó un monumento funerario en honor a Tiziano, pero el proyecto nunca se llevó a cabo por falta de fondos. Más tarde, tras su propia muerte, sus estudiantes utilizaron esos planos para construir la tumba de Canova en la iglesia. También está enterrado aquí el compositor renacentista y barroco Claudio Monteverdi, aunque su tumba es más modesta, situada en el suelo con un ramo de flores en una de las salas de la iglesia.

    La iglesia también alberga en el altar mayor el famoso cuadro La Asunción (1518) de Tiziano. La entrada cuesta 3 € (1,5 € reducida) y el horario es de lunes a sábado de 9:00 a 18:00 y domingos de 13:00 a 18:00.
     
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    Basílica de Santa María Gloriosa dei Frari

    A un paso de la basílica se encuentra la Scuola Grande di San Rocco. En Venecia, “Scuola” se refiere a las hermandades que gestionan estos edificios. Esta en concreto data de 1478. Por dentro parece un pequeño palacio y alberga importantes obras de la escuela veneciana. La mayor parte del conjunto pertenece a Jacopo Tintoretto, quien se unió a la hermandad en 1575; entre ellas destaca su Autorretrato de 1573. También se pueden ver obras de Tiziano, como la Anunciación de 1540, y de Giambattista Tiepolo. Tintoretto fue discípulo de Tiziano, lo que explica las similitudes entre sus obras. Aquí podéis consultar los horarios y precios.

    Castello

    Partiendo del Palacio Ducal, toda la zona de muelles donde atracan góndolas y otros barcos se conoce como Riva degli Schiavoni. No cuesta imaginar que, por su proximidad a la Plaza de San Marcos, fue un puerto comercial de gran importancia en el pasado. La imagen de las góndolas alineadas con la isla e iglesia de San Giorgio Maggiore de fondo al atardecer es una de las más icónicas de Venecia. Con o sin fotografía, os recomendamos pasear por aquí con calma, especialmente cuando el sol no aprieta demasiado: es todo un placer.

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    Riva degli Schiavoni con San Giorgio Maggiore de fondo

    Al norte del distrito de Castello se encuentran algunas atracciones más. La primera es la menos conocida Libreria Acqua Alta, una librería muy peculiar donde los libros se apilan sobre cajas, muebles e incluso góndolas para evitar que se mojen durante la marea alta (Acqua Alta). La entrada es gratuita, y podéis acercaros a curiosear entre libros en varios idiomas, postales antiguas y nuevas, guías de viaje y algunos souvenirs.

    Muy cerca de la librería se halla la Basílica de Santi Giovanni e Paolo, la iglesia más grande de Venecia, con casi 100 metros de longitud. Construida en 1430 en estilo gótico veneciano como monasterio dominicano, fue la preferida de los dogos para albergar sus tumbas; hoy descansan allí 25 dogos. Su interior también exhibe obras de importantes pintores de la escuela veneciana, como Giovanni Bellini y Paolo Veronese. La entrada cuesta 3,5 € (1,5 € reducida) y el horario es de lunes a sábado de 9 a 18 h y los domingos de 12 a 18 h.

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    Basílica de Santi Giovanni e Paolo

    La última parada que haremos en este barrio es la Corte Seconda del Milion, el que fuera hogar de la familia de Marco Polo, el famoso explorador nacido en Venecia en 1254. Marco Polo viajó por lugares tan lejanos como Mongolia, China y el Medio Oriente, dejando un legado para la historia. La familia Polo era de la nobleza mercante veneciana, y en el patio de la corte todavía se conservan los antiguos pozos que abastecían de agua a sus habitantes, aunque hoy ya no se usan.
     

    Dorsoduro

    Este es el barrio de los estudiantes, ya que aquí se concentran varias facultades de la Universidad de Venecia, aunque en realidad están repartidas por casi toda la ciudad.

    Un paseo por Dorsoduro comienza cruzando el puente de la Academia. El primer edificio importante que encontraremos es la Galería de la Academia (Gallerie dell'Accademia), que alberga la mayor colección del mundo de pintura veneciana, desde el gótico hasta el rococó (siglo XVIII). Entre los artistas más destacados se encuentran Paolo Veronese, Giambattista Tiepolo, Canaletto, Giovanni Bellini y los grandes Tintoretto y Tiziano. Al entrar, recibiréis un folleto con un plano del museo y un listado de los cuadros más importantes de cada sala. Quizás la obra más célebre sea La Piedad, de Tiziano. Como curiosidad, aquí también se guarda el famoso Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, aunque desgraciadamente permanece en una caja fuerte y no está expuesto al público. Los horarios y precios oficiales se pueden consultar en su web, y la entrada se puede comprar directamente en el museo. La visita completa suele durar alrededor de 1 hora y 30 minutos.
     
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    Una de las salas de la Galería de la Academia

    También nos acercaremos a la Iglesia de Santa María della Salute, un icono barroco situado en la entrada del Gran Canal, que seguramente habréis visto desde el vaporetto o desde el otro lado del canal. La iglesia se construyó para agradecer el fin de la peste que asoló Venecia en 1630, una epidemia que acabó con aproximadamente un tercio de la población, unas 50.000-60.000 personas. Su nombre, della Salute (“de la Salud”), refleja precisamente ese agradecimiento. Merece la pena entrar: en su interior se pueden admirar frescos de Tiziano y un impresionante altar mayor. La entrada principal a la iglesia es gratuita, aunque para visitar la sacristía y ver más obras de Tiziano hay que pagar 4 €.

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    Santa María della Salute vista desde el puente de la Academia

    Al salir de la iglesia, os recomendamos acercaros hasta la Punta della Dogana para disfrutar de las vistas del Palacio Ducal y, al otro lado del canal, de la isla de San Giorgio Maggiore.

    En el regreso, podéis hacer una parada en el Museo Guggenheim de Venecia (Collezione Peggy Guggenheim), ubicado en un palacio a orillas del Gran Canal. Esta colección de arte del siglo XX alberga obras de artistas como Picasso y Salvador Dalí, y está gestionada por la misma fundación que coordina los museos Guggenheim de Nueva York y Bilbao, entre otros. En su página web podéis consultar precios y horarios de visita.

    Ahora nos dirigimos al otro extremo del distrito para visitar el Palacio Ca’ Rezzonico, un impresionante palacio barroco/rococó del siglo XVIII, espectacular tanto por fuera como por dentro. En su interior se pueden admirar obras de Francesco Guardi y Giambattista Tiepolo. La entrada está incluida en el Museum Pass, de lo contrario aquí podéis consultar horarios, precios y cómo comprar la entrada online, aunque también es posible adquirirla directamente en el palacio.

    Dado que Venecia cuenta con tantos museos, todos de pago y con precios bastante elevados, depende de cada uno decidir cuáles visitar.

    En este distrito no todo son museos e iglesias: también encontraréis tiendas de artesanía y plazas animadas, como el Campo Santa Margherita, parada obligatoria para tomar algo en sus terrazas. Además, los precios son algo más económicos que en el centro, ya que nos encontramos en una zona universitariaEn Venecia, las plazas se llaman campo, que en dialecto veneciano significa simplemente “plaza”. Muchas de ellas se formaron frente a las iglesias, como en este caso con la Chiesa di Santa Margherita.

    Para llegar a esta plaza, podéis aprovechar para ver el Ponte dei Pugni o Puente de los Puños, llamado así por las peleas que antiguamente se organizaban entre dos facciones rivales de Venecia. Los combatientes se colocaban sobre las huellas de zapatos que aún hoy se conservan en el suelo y se enfrentaban a puñetazos; el perdedor era arrojado al agua. Originalmente, el puente no tenía barandillas, que se instalaron siglos después por motivos de seguridad.

    Cannaregio

    Este pintoresco barrio es famoso por haber sido la zona residencial de la comunidad judía de Venecia desde el siglo XVI hasta su desaparición con la llegada de Napoleón en 1796, conocido como el Gueto de Venecia. Para recorrerlo, podéis empezar por la plaza Campo di Ghetto Novo y pasear por sus calles. En esta misma plaza se encuentra el Museo Ebraico di Venezia, dedicado a la historia, cultura y tradiciones de la comunidad judía veneciana. La visita incluye también el acceso a alguna de las sinagogas del barrio. En su página web podéis consultar precios y horarios.

    Más allá de su historia, este barrio ofrece calles muy animadas con numerosos restaurantes y bares junto a los canales. La zona tiene tanto encanto que aquí vivieron personajes célebres de Venecia como Marco Polo, Tiziano y Tintoretto, motivo por el cual algunos negocios llevan sus nombres. También forma parte de este distrito el Palacio Ca’ d’Oro. En cuanto a población, este es el sestiere más habitado de la ciudad.

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    Campo di Ghetto Novo
     

    Otras islas de Venecia

    Una visita a Venecia no se limita solo a la ciudad: es muy recomendable reservar un día para explorar algunas de sus islas. Lo más práctico es adquirir un billete de un día de vaporetto, que os permitirá recorrer el Gran Canal tantas veces como queráis y visitar varias islas en la misma jornada.

    La excursión más popular desde Venecia es visitar las islas de Murano y Burano, que se pueden recorrer cómodamente en un solo día.Algunos itinerarios incluyen también Torcello, aunque esta isla es prescindible y solo merece la pena si disponéis de mucho tiempo. Al ser un destino muy turístico, los barcos que conectan las islas suelen ir bastante llenos, y las esperas en los muelles pueden resultar algo agobiantes.

    Excursión a Murano

    Nosotros comenzamos yendo a Muranola segunda isla más grande de la laguna de Venecia y que cuenta con unos 30.000 habitantes. Es como una versión pequeña de Venecia, pero famosa en todo el mundo por su vidrio artesanal. Las técnicas de producción de vidrio ya existían en Venecia desde la Edad Media, y en 1291 las autoridades trasladaron todas las fábricas a Murano por temor a los incendios. De hecho, los artesanos no podían abandonar la isla para establecer talleres en otros lugares, bajo pena de una severa sanción legal. Durante los siglos XV y XVI, Murano se convirtió en el principal centro de producción de cristal de toda Europa, y la isla sigue manteniendo viva esta tradición hasta hoy.

    Murano es la isla más cercana, y el vaporetto lo cogimos desde la parada Fondamente Nove. La primera parada de este vaporetto es el cementerio de San Michele (Cimitero di San Michele), un sitio histórico con muchos personajes célebres bajo sus tierras, por ejemplo el compositor ruso Ígor Stravinski tal y como comentábamos anteriormente.

    Nuestra segunda parada y destino es Murano Colonna, que está prácticamente al lado: el trayecto desde Venecia no dura más de 15 minutos. Lo más interesante aquí es asistir a un “show” de fabricación de figuritas de cristal, donde se puede ver cómo el maestro vidriero moldea con habilidad y rapidez cada pieza mientras está caliente y maleable, antes de que se endurezca. Cada figura se trabaja completamente a mano, por lo que cada una es única. El vidrio tradicional de Murano se elabora a partir de sílice (arena de cuarzo), sosa y cal, aunque algunas variaciones incluyen minerales para colorear o crear efectos especiales.

    Estos shows suelen costar entre 3 y 5 € por persona, cantidad que a veces se descuenta si compras alguna figurita al final. De hecho, nada más bajar del vaporetto, ya hay un responsable que te dirige directamente a su local para mostrarte los espectáculos. Al principio intentamos buscar otros shows gratuitos, pero los que encontramos eran más caros y acabamos volviendo al primero. Normalmente, estos talleres se encuentran a las afueras del centro de la isla y hay que solicitar formalmente una visita; las demostraciones no ocurren de manera continua. El que visitamos, aunque de pago, nos gustó mucho. Es cierto que te sientes como parte de un flujo turístico, siguiendo a todos los demás visitantes al mismo lugar y viendo la demostración preparada para el público, pero aun así merece la pena.

    Aparte del espectáculo, un recorrido por Murano puede incluir la Basilica dei Santi Maria e Donato, de acceso gratuito y famosa por sus suelos y su mosaico central. Otra opción es visitar el Museo del Vidrio (Museo del Vetro), ideal para quienes quieran profundizar en el mundo del vidrio o para quienes tengan la entrada incluida en su Museum Pass.

    Tras dar un paseo por la isla, podéis terminar la visita en el Faro de Murano, una zona con varias terrazas y la única parada desde la que se puede tomar el vaporetto hacia Burano. Precisamente, al final de la calle que conduce al faro encontramos un lugar donde realizaban los shows de fabricación de vidrio gratis, una alternativa interesante si no queréis pagar por los espectáculos más turísticos.

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    Una de las calles de Murano

    Excursión a Burano

    Burano es el pueblo de las casas de colores, probablemente el más bonito de las islas, que parece hecho expresamente para fotografiar y compartir en redes sociales. Se dice que las fachadas se pintaron originalmente con colores vivos para que los pescadores pudieran reconocerlas incluso en días de niebla espesa. Hoy en día, cualquiera que quiera pintar su casa debe solicitar un permiso a las autoridades locales, quienes aprueban el color elegido, ya que no todos están permitidos.

    El recorrido que hicimos nosotros fue el siguiente: nada más bajar en la parada seguimos todo recto siguiendo a la gente, y en la primera bifurcación fuimos a la izquierda. Avanzamos hasta llegar a la iglesia de San Martino Vescovo, la única de Burano, reconocible por su campanile notablemente inclinado, resultado del hundimiento gradual de la estructura con el paso de los años. Luego se puede volver por el otro lado, haciendo un recorrido circular que permite ver toda la isla antes de regresar a la primera bifurcación.

    Además de sus coloridas fachadas, Burano es famosa por el encaje artesanal. Durante el paseo se pueden encontrar varias tiendas con productos hechos a mano, y quienes estén interesados pueden visitar el Museo del Encaje (Museo del Merletto).

    Para regresar a Venecia, el trayecto de Burano a Fondamente Nove dura aproximadamente 35-40 minutos y pasa por Murano, siguiendo el mismo recorrido pero a la inversa.

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    Una de las calles de Burano

    Lido de Venecia

    El Lido de Venecia es una isla de 12 kilómetros de longitud que separa la laguna de Venecia del Mar Adriático. Durante el siglo XIX se convirtió en un destino muy popular para turistas que buscaban balnearios y hoteles de lujo, y alcanzó fama literaria al ser el escenario de La Muerte en Venecia, del escritor alemán Thomas Mann.

    Gran parte de su costa frente al Adriático está formada por playas de arena; algunas son públicas, pero también hay playas privadas. El Lido es además conocido por acoger cada año el Festival Internacional de Cine de Venecia, que se celebra en el Palazzo del Cinema. Es cierto que, visto sin el glamour y la decoración que se muestra en televisión, el edificio pierde algo de encanto. Muy cerca se encuentra también el famoso Casino de Venecia.

    Aunque no es una visita imprescindible, si tenéis tiempo vale la pena tomar el vaporetto de las líneas 1 o 2 y pasar la tarde recorriendo la isla. Nosotros aprovechamos este trayecto para disfrutar del Gran Canal, que habíamos mencionado anteriormente. A la vuelta, tomamos el vaporetto de la línea 1 y nos bajamos en Ferrovia, disfrutando de las hermosas vistas del canal. Con un poco de paciencia y atención, es posible conseguir un buen sitio en el barco en paradas donde se baja mucha gente, como San Marco o Rialto.

    ¿Dónde comer en Venecia?

    Llegamos a una de nuestras partes favoritas de los viajes: la gastronomía local. En Venecia, una de las costumbres más típicas es disfrutar de un vino o un Aperol Spritz acompañado de cicchetti (pronunciado “chiqueti”; singular: cicchetto), que son algo parecido a los pinchos españoles, aunque los venecianos no aprecian mucho la comparación. Se trata básicamente de pequeños trozos de pan con embutido, queso o preparaciones más elaboradas como el baccalà mantecato, una crema de bacalao típica de la ciudad. También es frecuente encontrar polpette (albóndigas o croquetas de distintos tipos, similares pero no idénticas a las españolas).

    Estos pequeños bocados se sirven en tabernas llamadas bacari (singular: bacaro), donde los productos están siempre a la vista. Sitios con cicchetti hay a montones; nosotros visitamos varios y la verdad es que no sabríamos decir dónde estaban mejores. Lo que marca la diferencia es la calidad de los ingredientes, ya que los cicchetti son en esencia sencillos, con uno o dos ingredientes. Un detalle práctico: muchos de estos lugares solo aceptan efectivo, así que conviene llevarlo. Algunos de nuestros favoritos fueron:
    • Al Timon (Fondamenta dei Ormesini, 2754): recomendado por un amigo local por sus precios económicos (cicchetto a 1 €). Muy frecuentado por universitarios, en el barrio de Cannaregio junto a un canal, es un lugar con ambiente y pocos turistas. Lo difícil suele ser encontrar mesa; dentro es más fácil.
    • Cantina Do Mori (Calle Do Mori, 429): uno de los bacari más antiguos de Venecia. Imprescindible probar algún vino de la casa y pedir cicchetti al gusto. Sus polpette son muy populares: de carne, berenjena (melanzane) o atún (tonno). 
    • Al Merca (Campo Bella Vienna, 213): situado junto al Mercado del Rialto, es un lugar con mucho ambiente. Aquí todo el mundo está de pie tomando Aperol Spritz y cicchetti; no hay espacio para sentarse dentro.
    • La Bottiglia (Campo S. Stin, 2537): aquí no hay cicchetti sino panini (bocadillos) acompañados de vino de la casa. Se pueden personalizar; nosotros probamos de porchetta (cerdo asado), formaggio (queso) y melanzane (berenjena), y nos gustaron mucho.
    • Ostaria dai Zemei (San Polo 1045): nos atrajo su agradable terraza y fue un acierto, aunque es de los más caros. Cicchetti a 2 €, cervezas a 6 €.
    • Bakarò (Dorsoduro, 3662): también con terraza agradable, tiene una sección de cicchetti y un menú completo de platos normales. Probablemente fue nuestro favorito, aunque también de los más caros (cicchetti a 2 €).
    Más allá de los bacari, estando en Italia no podíamos irnos sin probar algún plato de pasta y alguna pizza, aunque no sean la especialidad de Venecia.
    • Para la pasta fuimos a Dal Moro's (Calle Casseleria, 5324)🍝, un local de pasta para llevar considerado por muchos como el mejor de la ciudad. Lo complicado es encontrar un sitio donde comerlo en la calle sin infringir las normas, pero la pasta en sí está deliciosa. Solo ofrecen dos tipos: rigatoni y linguini, acompañados de 4 o 5 salsas como carbonara, boloñesa o pesto. Todo por 7 €.
    • En cuanto a la pizza, hay que recordar que en Venecia están prohibidos los hornos de leña desde el incendio del Teatro La Fenice en 1996, por lo que la ciudad no es el lugar más típico para comer pizza, y casi ningún italiano la pide aquí. Aun así, si queréis probar una, la mejor pizzería según la mayoría es Antico Forno (Ruga Rialto, 973)🍕. Tiene solo unas cuatro mesas fuera, así que la mayoría de la gente la pide para llevar. Aunque las pizzas se hacen en horno eléctrico, están realmente buenas.
    • Otra opción muy recomendable es Farini, con varios locales en la ciudad. Nos encantó porque por la mañana sirven desayunos con croissants y buen café, y al mediodía y por la noche ofrecen pizzas deliciosas. En ambos casos, de diez.
    También conviene advertir sobre los restaurantes más “estándar” que veremos por toda la ciudad, aquellos a la carta o con el famoso menú turístico, que suele llamar la atención por su precio aparentemente económico para ser Venecia. En muchos de ellos es habitual cobrar un suplemento por cubierto (coperto) de entre 2 y 3 € por persona, así que es importante aclararlo antes de entrar. Algunos incluso promocionan servizio incluso y aun así cobran el cubierto. Por si fuera poco, en algunos locales también suman una tasa turística adicional por persona. En resumen, conviene leer bien la letra pequeña y dejar todo claro antes de sentarse a comer para evitar sorpresas.

    Por último, vamos a hablar de los dulces típicos de Venecia, que siempre nos gusta probar en cada ciudad que visitamos.
    • Comenzamos con los más famosos: los frittelle (frittella en singular), una especie de masa frita rellena, similar a los buñuelos. Suelen costar unos 1,5 € y los más típicos son de zabaione (crema con un toque de vino), crema normal, chocolate o, simplemente, sin relleno, con la masa y algunas pasas. La mala noticia es que solo se elaboran durante la época de carnaval. Nosotros no estábamos en esa fecha, pero no queríamos irnos sin probarlos, así que recorrimos la ciudad en busca de alguno y, por suerte, encontramos uno en Quanto Basta (Cannaregio, 148), junto a la estación de trenes.
    • Otro dulce que veréis en prácticamente todas las panaderías y pastelerías es el cannolo (cannoli en plural). Aunque es originario de Sicilia, es muy popular también en Venecia y cuesta entre 1 y 2 €. En nuestra opinión, no tienen ni punto de comparación con los elaborados en Sicilia, al menos los que probamos.
    • Por último, probamos el pan dei Dogi, este sí genuinamente veneciano. Se trata de un pan dulce con frutos secos o frutas confitadas. Aunque se encuentra en varias pastelerías, nosotros lo comimos en la famosa Pasticceria Rizzardini, con un precio de unos 4 €. Solo echamos en falta quizás un poco de leche para mojarlo😆.

    El carnaval de Venecia

    No podemos pasar por alto el Carnaval de Venecia, el más famoso de Italia y uno de los más reconocidos de Europa. Hoy en día se celebra anualmente durante dos semanas en febrero, cuando la gente sale a la calle disfrazada con elaborados vestidos de época venecianos. Muchos de estos trajes imitan la vestimenta de los nobles del siglo XVIII; algunos participantes los confeccionan a mano y otros simplemente los alquilan por un día.

    El carnaval tiene orígenes muy antiguos: ya aparece mencionado en documentos del siglo XI, y en el siglo XIII fue oficialmente reconocido como festividad por la República de Venecia. Con el paso del tiempo fue ganando prestigio, y en el siglo XVIII alcanzó su máximo esplendor, atrayendo a visitantes de toda Europa. En esa época, el ambiente festivo y el uso de máscaras podían prolongarse durante varios meses.

    Una de las actividades más espectaculares del Carnaval de Venecia es el Vuelo del Águila (Il Volo dell’Aquila), que se celebra en la Piazza San Marco y marca el final de la fiesta. En este acto, una persona —normalmente una figura pública o un invitado especial— desciende desde lo alto del Campanile sujeta por un cable hasta el centro de la plaza. Aunque hoy es uno de los momentos más esperados de las celebraciones finales del carnaval, esta versión es relativamente reciente: se introdujo en 2012 como reinterpretación moderna de una tradición mucho más antigua y de carácter similar: el Vuelo del Ángel (Il Volo dell'Angelo), una tradición que data del siglo XVI.

    Tal es su fama que en Venecia encontraremos numerosas tiendas que venden máscaras de carnaval durante todo el año, un recuerdo realmente original. Las hay de todos los tamaños y precios: las más económicas —entre 3 y 5€— suelen ser de plástico y producción industrial, mientras que las más caras están hechas de cartapesta (papel maché artesanal) y pintadas a mano, lo que explica su mayor valor. Si os gustan las tiendas de máscaras artesanales de alta calidad, una famosa es Ca’ Macana Original, conocida por haber creado varias máscaras para la película Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick. E incluso afirman que Leonardo Di Caprio ha comprado varias máscaras aquí.

    Una de las máscaras más reconocibles es la del “doctor de la peste”, con su característico pico alargado. Aunque hoy es un disfraz típico del carnaval, en el siglo XVII formaba parte del traje real que usaban los médicos durante los brotes de peste. Para protegerse, cubrían el cuerpo por completo con un abrigo encerado, guantes y botas, llevaban gafas de cristal y rellenaban el pico de la máscara con hierbas aromáticas y especias, pensando que así filtraban el aire y evitaban contagiarse.

    Otra máscara típica es la bauta, compuesta por una máscara blanca y un sombrero negro tricornio. Aunque hoy se asocia al carnaval, en los siglos XVII y XVIII era usada también en la vida cotidiana, especialmente en visitas importantes, reuniones públicas o situaciones que requerían mantener el anonimato.

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